.04.
La primer semana fue dura, las miradas brindadas sin pizca alguna de disimulo, podía oír risas cercanas y mi mente me persuadía de que había algo malo conmigo, el uniforme, el cabello, mi rostro... quizás todo. No lo sé con exactitud.
Mamá y papá se volvían más intensos con respecto al cuidado estricto en mi alimentación y sé que lo hacen por mi propio bien, pero aquello no ayuda a mi inseguridad o a mi ansiedad.
Yerin unnie siempre me anima, cada mañana se encarga de un nuevo peinado para mí, según ella, cuando este mal debería de ver mi cabello y pensar en mi unnie, aquello me reconfortaria. Y aunque no era del todo asi, me sentía cuidada por ella y lo agradecía.
Sojung no me ha dejado sola y su compañía lograba disminuir el ansias, ella sabe hacerme reír y despreocuparme, al menos, momentáneamente. Pero cada vez que veo a Sinb o alguna de sus amigas, me es inevitable no sentirme débil y asustadiza.
Es que sus amigas eran del tipo de cualquiera, perfectas pero de vibras negativas o al menos para mí. Jamás me han golpeado o maltratado físicamente, pero las heridas hechas por palabras, miradas e incluso la indiferencia... también golpean con potencia e incluso duelen y tardan aún más en sanar.
Últimamente recibía algunas cartas en mi casillero, la mayoría de chicos y con frases lindas en consideración a mi belleza o algo asi, pero algunas otras eran de chicas y nada lindas, con palabras crudas y dolorosas, directamente a mi corazón con palabras de odio en contra de mi físico.
—¿Otras más? —Sojung arrebato las cartas y observó la gramática, cualquiera que diera indicio de ser escrita a mano por una chica, no dudaba en hacerlas bollos para luego arrojarlas al tacho de basura.
—N-no deberías hacer eso... —volteo a verme.
—¿Por qué no? esta gente tiene tanto tiempo libre para escribir cartas de odio, de seguro y no tienen vida propia. —extendió unas pocas hacia mí, pienso que la de algunos chicos tal vez— Tómalas, léelas, memorízalas y espero asi, puedas grabarte de una buena vez por todas, que no hay nada malo contigo o tu apariencia. —sonreí con debilidad— ¡Yah! Quita esa cara fea, tengo hambre y quiero verte feliz comiendo, apura.
Dicho aquello, guardé las cartas en el casillero para cerrarlo y caminar a su lado, ella en verdad sabia como animarme.
En el almuerzo, al cruzar la cafeteria logré sentir más miradas sobre mí y esta vez incluso Sojung se percató de que no eran amigables y las risas no tardaron en seguir.
—¿Qué le pasa a estos idiotas? —Sojung parecía linda y femenina pero al conversar con ella podías presenciar que los estereotipos si existen y son inexactos. Ella era todo menos delicada, y eso la hacia única— Mierda... —maldijo volviéndome en sí, y me acerque para observar aquello que tenía entre sus manos, mis ojos se abrieron de repente cristalinos cómo el agua — ¿Quién fue? —pregunto a todos con gran molestia en su rostro— ¿¡Qué quién mierda hizo esto!? —exclamo de manera de que los presentes reaccionen saliendo de su propio y malicioso enfoque.
Tampoco dudo en patear las sillas de aquella mesa vacía, haciéndo caer con fuerza alguna.
¿Yo? Solo me encontraba en silencio, sentía el ardor provenir de mis pupilas y deguste del sabor metálico de mi propio labio inferior, del cual sangre comenzó a esparcirse con lentitud. Porque sí, me encontraba consternada sin saber qué hacer ante aquel folleto comparativo, llenó de burlas y malicia en contra de mi humillante persona.
La risas agudas de las cinco amigas de Sinb se hicieron oír, Sojung volteo directamente hacia ellas con impotencia, y sin esperar mucho se acercó.
—¿Qué? —indago Jennie alzando sus cejas.
—¿De qué tanto se rien? —cuestiono con su ceño fruncido.
—Vamos, es divertido... —sonrió Lisa a su lado ganándose la mirada de odio de mi mejor amiga.
—¿Divertido? —asintió apretando su mandíbula— Divertido va a ser que me burle de tus pobres huesos cuando los haga sobresalir aún más.
—¿Qué dijiste? —se quejó indignada Momo defendiéndola.
—Lo que oyeron. —confronto sin rodeo alguno— Seré de ayuda para que ya no necesite seguir vomitando el almuerzo en el baño cada día. —el bullicioso abucheo de los demás no tardó en hacerse oír, haciendo avergonzar a Lisa quien fue abrazada por Rose inmediatamente.
—Oye Sojung, que seas tú no significa que puedes decir lo que quieras. —hablo Jisoo con el ceño fruncido.
—Pero que sean ustedes significa, ¿¡que si pueden!? —la poca tolerancia que le quedaba se esparció cuando no dudo en abalanzarse hacia una de las chicas y así tomarla de los pelos.
El punto aquí es que... esta fue, nada más y nada menos, que Sinb.
|....|
—¡Es suficiente! —pidio el director callando a las cinco chicas que hablaban amontonadas entre si— Salgan.
—Pero... —Jisoo intento intervenir, más Sinb tomó de su mano, negando cabizbaja— Eunbi...
—Director Kim debe oírnos... —pidio Jennie con aires de inocencia.
—Ahora. —aquella palabra resonó con seriedad y las cinco chicas voltearon a ver a su amiga apenadas entre si, pero sin más, ella asintió y salieron de la dirección en silencio.
Solo quedamos nosotras tres en aquel despacho junto aquel hombre que parecía frustrado, sentí la mano cálida de unnie sobre la mía, bajé la mirada y así era. Ella era así, aún en medio de esta situación, seguía cuidando de mi.
—¿Puedo saber que ocurrió? —indago mientras observaba aquel folleto en su escritorio— ¿Quién hizo esto? —ninguna respondio— ¿señorita Kim? —Sojung levanto la vista hacia el hombre— ¿fue usted? —pero nego— ¿no hablaras?
—¿Debería?, ¿me creerá si me excuso tontamente? —sono ruda y directa.
Sowon unnie... —el director volteó su mirada.
—¿Señorita Park? —ella de igual modo lo observo en silencio— ¿algo que decir? —negó y este suspiro indignado— ¿¡En qué demonios piensan!? —grito histérico e innegablemente tamblee en mi lugar, Sojung apretó con mucha más fuerza mi mano— Mirense, par de idiotas... —suspiro en busca de calma— Bien, como nadie asume, niega o siquiera habla del asunto... tome la decisión. —se puso en pie y tomo entre sus manos aquel folleto que se esparció por toda la cafetería— Ambas serán castigadas con servicio comunitario, —levante la mirada al oír la sentencia, y apreciar como observaba a ambas mujeres a mis costados— serán de ayuda al personal de limpieza. ¿Alguna objeción?
Estaba apunto de negar pero Sojung hablo con predeterminación— Ninguna. —aseguro.
—¿Eunbi? —llamo el hombre y por inercia asentí— Park, Eunbi. —aclaro.
—Ninguna. —confirmo con su cabello alborotado y es que ambas se encuentran en las mismas condiciones.
Cabello desalineado, junto a leves raspones en sus rostros, cortesía de sus preciadas uñas.
—Pueden salir, menos la señorita Jung. Vallan a la enfermería para que desinfecten sus heridas. —mire a ambas salir y el rostro de mi amiga era confirmación de que estaría esperándome— ¿Cómo estas? —pregunto una vez solos, entonces asentí para sostener con fuerza la punta de mi falda con ambas manos— Eunbi, debo saberlo ¿sufres de acoso? —aquello me tomo por sorpresa.
—¿A-acoso? —susurre repitiendo, y él asintió.
—Golpes o incluso ataques constantes de burlas... —no quería asentir, no quería reconocer tal cosa, porque solo... son mis propios complejos, nadie es responsable de que sea fea y gorda— Señorita Jung... —llamo y negué cabizbaja— Sabes que puedes confiar en mi. ¿Verdad?
Negué avergonzada— Lo siento director Kim, no es el caso. —tome fuerzas y valor para decirlo con claridad.
Asintió aún disconforme con mis palabras, se veía reflejado en sus ojos, los cuales me miraban con incredulidad, con pena.
—Lo entiendo, pero informaré de esto a tus padres.
—No por favor... —suplique, pero el director se acercó hasta mi y me mostro aquel folleto, intintivamente baje la vista al instante.
Este mostraba una foto mia con todos mis kilos de más, comiendo y atragantándome con un pedazo de torta, ensusiando las comisuras de mi boca, y a su lado una foto reciente de mi perfil al comer en la cafetería y con un hincapié único en ella: "Los milagros del bisturi."
—Esto es asqueroso... —"lo se... paré, por favor, no quiero llorar ahora... sólo, detengase" cerré mis ojos con pena y verguenza— no permitiré que le hagan esto a una de mis estudiantes. —solte la falda y abri mis ojos para alzar la mirada y verlo con sorpresa— Prometo encontrar a los responsables. —una dulce sonrisa formo parte de sus labios, fue justo en ese momento que lo descubrí.
El director Kim Seok Jin era un hombre sensible y dulce.
Al salir de ahí me encontré con una Sojung que se negaba a ir a enfermería sin saber que no me encontraba en problemas, sonreí al verla y sin perder tiempo la arrastre a enfermería. Sinb salía de esta y solo nos dedicó una leve mirada para alejarse en silencio.
—Creo que no fue ella... —hable con sinceridad.
—Entonces la gran Sinb tiene codigos, tsk... —se dejo curar por la enfermera.
El resto del día transcurrió en calma, al parecer se divulgo el castigo para ambas chicas y se comunicó oficialmente que el tema seria investigado a fondo.
Al llegar a casa me encontré con mis padres totalmente preocupados.
—¡Eunbi! —mi madre fue la primera en correr abrazarme para luego golpearme— Niña tonta, ¿por qué no dices que sufres de acoso? —no me queje, solo deje que golpeara mis brazos frustrada, lágrimas caian de sus ojos.
Mamá... papá...
Voltee a verlo, sollozaba en silencio pero al percatarse de mis ojos, no dudo en acercarse.
—Hija... —acarició mi rostro con delicadeza, separándome de mí madre y lloró, sólo para abrazarme— dime algo, ¿por qué no nos lo dijiste?
—Ire al instituto mañana a primera hora, ya verán esos mocosos... —me separe de papá para verla y negar.
—Mamá, por favor, no es necesario...
—¿De qué hablas? Ellos te acosan y tu no haces nada al respecto, ni siquiera nos avisas...
—¿Por qué crees que no lo hice? —la interrumpi con el timbre quebrado.
—¿Qué? —me miro consternada— ¿Qué estas diciendo?, ¿qué mereces este trato?
—Tal vez, omma, es tu culpa...
—¿Mía? —arrugo la nariz— niña tonta... —susurro para negar con su cabeza.
—¿Por qué lo dices princesa? —hablo papá pidiéndole con su mano que se detuviera.
—Por tener una hija tan fea como yo, que necesita que vallan sus padres a defenderla en su escuela. ¡Gracias por ello! —corri hacia las escaleras aún ante el grito de mamá y el llamado de papá.
Al ingresar a esta cerré la puerta con traba, arroje la mochila y me deje caer en el suelo dispuesta a llorar abrazada a mis piernas.
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