.02.
—Mí hija... su mandíbula está inmovilizada, el vagabundo se la fracturó... —la señora Jung apenas podía contener sus lágrimas.
—¿Pero la arrestaron a ella? —cuestiono el abogado recién contratado por la familia.
—Bueno... ella le rompió la nariz. —intervino la hermana mayor, Ye Rin.
—Nuestra hija es muy seria con respecto a su comida. —aclaro el padre avergonzado mientras contenía a su mujer.
[....]
Claro que los ganadores del juicio fuimos nosotros, y gracias aquel incidente nos forjamos un poco más como familia, mí hermana se mudó nuevamente a casa para tener un mejor cuidado de mí misma.
—Hoy es tu último día con esos alambres. —la señora Jung se encontraba conmocionada al verla, claro que EunBi se sentía un bicho raro ante ese par de ojos.
—Mamá... —nego sonriendo Yerin, para guiñarle un ojo a la menor.
—Es hora. —menciono el padre al ver el reloj en su muñeca.
—¡Cierto! —sonrio Yerin— Andando pequeña~.
Gracias aquella mandíbula rota perdí mínimo treinticinco kilos de más, pero, aún asi...
—Eunbie~ ¡que linda te verías con esto! —chillaba Yerin al ver aquel conjunto diminuto de un color blanco radiante.
—Rinnie dejá de gritar, me avergüenzas...
—Lo siento, lo siento. —reia acercando aquel precioso conjunto hasta mí cuerpo.
—¿Bla-blanco? —y si, me preocupe al verla, pero ella asentía con felicidad— ¿No me hará ver... nosé... gorda?
—¡Yah! dejá eso. —bajo la mano que sostenía aquella percha con el vestido encima de mí torso, y tomó mis mejillas— Bunny eres hermosa, así que and. ¡Ve ve! —dicho esto, no dudo en empujarme al probador.
Realmente me sentía como aquel bicho raro, despreciable como el sapo de otro pozo. Y es que una cosa era sentirlo cinco días a la semana, cinco horas rutinarias y de la mano de las miradas de esos impertinentes y estúpidos a los que solemos llamar "seres humanos", irónico en verdad.
Cuando solemos hablar de humanidad no nos referimos a aquello que nos hace seres vivientes, manga de ignorantes. Más bien de lo que nos vuelve reales, nuestras diferencias y carencias; nuestra jodida mierda social.
Pero en fin, la diferencia radica en que no logró acostumbrarme a los elogios de papá, porque su mirada cambio al decirmelos o a los regalos de mamá, que ahora consistían en vestidos y outfits cortos de colores pasteles. Es decir, ¿por qué ahora? si antes solía vivir metida en equipos deportivos y de colores oscuros.
Claro, porque está bien que una persona de peso estándar los use, pero la gorda, ¡Jah! ella debe quedarse radicada en aquello que no resulte desagradable ante el ojo público.
Pero la única que siempre se mantuvo imparcial fue mí hermana mayor, Jung Ye Rin. Uno sesenta y siete, piel tersa y blanca como la nieve, rasgos definidos, cute y alegre. En pocas palabras, la mujer perfecta ante mis ojos.
Ella siempre fue amable y optimista para conmigo, nunca cambió la forma en que sus ojos me observan, y agradezco aquello. Porque aún recuerdo sus palabras.
—"Un día te darás cuenta de lo bella y hermosa que puedes llegar a ser, tanto o más que una galaxia, mí pequeña hermana."
Siempre confío en mí, siempre fue sincera conmigo; por ello y mucho más, me queda corto amarla.
—La universidad se acerca, ¿estás lista Bunny? —un mohín involuntario tomo lugar en mí semblante, y ella lo notó— Pequeña, se que los nuevos comienzos son difíciles...
—Los odio. —remarque con franqueza— ¿No puedo quedarme en casa simplemente? —una sonrisa fue la respuesta inmediata que recibí, sólo para posteriormente apoderarse de mis mejillas.
—Deberias conseguir un trabajo en ese caso.
—Tal vez sea mejor... —y en serio que lo pensé. Pero ella negó arrugando su nariz.
—No puedes decirlo en serio, no sin haberlo intentado primero.
—Unnie...
—Eunbie, Jung Eun Bi. Mí dulce hermana es una mujer fuerte e independiente. Has superado muchos obstáculos en tu vida, es tu último año. ¡Deberías disfrutarlo! —inmediatamente baje la mirada, no quería que ella me viera por lo que realmente soy, una cobarde— Habrá tiempo para pensar en una carrera o en un trabajo, pero por ahora, demuestrales a todos quién es Jung Eun Bi, nuestra hermosa galaxia. —sonrió para rodearme en un cálido abrazo, al cual respondí.
Y es que tal vez tenga razón, quizás es el momento exacto para aceptar que soy esa clase de EunBi. ¿Verdad?
|....|
La luz de la bombilla ensegueció mis pequeños ojos adormilados.
—Es hora~. —Yerin abrió las cortinas de mi habitación, y es que aquella ventana daba directamente con nuestra acera— Ya es de mañana dormilona.
—Un ratito más... —pedí somnolienta, siendo ignorada por completo, y es que logré sentir su peso a un costado del colchón. Podía imaginar una cálida sonrisa en sus labios, y aquellos ojos dulces sobre mí.
Entonces sentí las caricias sobre mí espalda y allegandose hasta mí cabeza, en donde enlazaba sus dedos entre los mechones de mi cabello.
—Hermana, es tu primer día, no debes llegar tarde.
—Mejor no llegar... —susurre para mí misma, pero fue en vano, lamentablemente— ¡Ah! Unnie... —abrí mis ojos de golpe por el dolor en mi nalga izquierda. Cortesía de sus agraciadas manos.
—Ninguna hermana mía se perderá su educación. —voltee frustrada y con el ceño fruncido, entonces la canalice con fastidio, pero solo rió con simpatía— y de sociabilizar claramente. —se puso en pie y golpeó sus manos observandome— ¡Arriba Jung Eun Bi!
Con pereza y fastidio acate la orden, levantandome de la cama y ante la atenta mirada sonriente de mi hermana mayor, me dirigí hacia la ventana. Con una sonrisa forzada cerré las cortinas y con un bostezo tomé mí toallón para dirigirme al cuarto de baño, y asi darme una larga ducha caliente.
Realmente una nueva mañana llegó, y al salir envuelta en mí toallón, ingrese a mi habitación, en donde encontré mi uniforme extendido sobre la cama. En verdad me resulto tan extraño, ya que aquella camisa blanca, la misma de cada año escolar, está vez, me resulto tan pequeña.
Sin menospreciar aquella singular falda, la cual para empezar, siempre deteste... y es que con total honestidad, nunca he usado una antes, ya que suelo calzar el simple pantalón azul oscuro de gimnasia por su practicidad. Entonces este último punto me lleva a lo siguiente, y es que me resulta demasiado más corta e incómoda de lo que alguna vez creí.
Suspire rendida al olfatear aquellas prendas, negué con mí cabeza y mis hombros caídos. Unnie en verdad quiere que la use. Ya que no dudo en rosearlas con su perfume favorito.
—¡Eunbie! —oí el grito de mamá desde las escaleras.
—Estoy bajando... —pise escalón por escalón hasta llegar al descanso— Mamá, ¿crees que...? —y terminar por detenerme en seco debido aquella luz y ruido.
Un ¡click! acompañado de un fuerte flash era el resultado de aquella cámara digital.
-¡Omma! —me queje sin dudar, pero no sirvió de nada, tanto unnie como appa estaban de acuerdo con aquello.
Papá incluso lagrimeo al verme en el uniforme del instituto, tan "femenina" pero honestamente, creó que no respiro ante la presión de sus expectativas.
—Te ves hermosa mi princesa. —sonrió orgulloso.
—Tiene a quien salir. —mamá se auto señalaba asi misma y unnie reía golpeando levemente su brazo compiche.
—¿Pu-puedo irme ya? —pregunte mientras apretaba mis puños con fuerza, más la señora negó.
—Quiero foto familiar, ¡ya ya! —y no tardó en posicionarse enfrente nuestro, mientras papá y unnie se acomodaban uno a cado extremo de mí.
—¡Sonrían! —exclamo Yerin formando la "v" de la victoria con sus dedos.
—Ahora si, mamá, por favor... —pedí antes de que lograste pedir otra foto más.
—Omanie, se hace tarde. —guiño su ojo compinche hacia mí dirección. Y es que como siempre, nuestra unnie salvandome el día.
Fue Yerin quién me llevo al instituto en su auto, y estaba más que agradecida de que no fueran ellos, ya que seria aún más vergonzoso.
—Tenles un poco de paciencia, también es nuevo para ellos.
—Me siento una muñeca tonta... —mire lo diminuto del uniforme y observé aquella trenza ligera de espiga que caía sobre mi hombro derecho, cortesía de la duce Yerin-ah.
—Eres como una muñeca, asi de bella, más no tonta, deja eso... —con su mano derecha golpeo mis manos, las cuales sostenían mi blusa escolar con desconfianza.
Puso reversa y estacionó el auto, punto muerto y levanto el freno de mano, solo para voltear a verme y sonreír.
—Pequeña Eunbi, sé que tienes muchos miedos y falta de confianza... —linda forma de no llamarlo complejos, unnie— pero debes comprender que es una nueva y última etapa para algo mejor. Confía en ti misma, mi pequeña galaxia. —sonreí para quitarme el cinturón de seguridad y abrir la puerta del copiloto— Hermana, ¡figthing! —sonrió con ambos puños en alto, asentí y salude con mis manos pidiéndole que marchara primero, y sin más, asi lo hizo.
Algo que siempre admiré de unnie, es que ella suele ser muy positiva y alegre, con una sonrisa y un buen consejo suele arreglar las peores situaciones. En pocas palabras, ella es un sol radiante y yo, bueno, mejor no pensar en ello.
No me encontraba nerviosa, más bien aterrada. El incidente ocurrió el último día de clases, por ende nadie me vio con aquel doloroso y horrible procedimiento bucal; aun asi, no puedo evitar sentir mis manos sudar, mis piernas temblar y las miradas en los pasillos no me ayudan para nada.
—¡Eunbi! —gracias al cielo, conocía aquella voz mejor que nadie, voltee con una sonrisa nata en mi rostro.
—¡Sowonie! —levante mi mano en su dirección pero rápidamente voltee a ver hacia mis costados, me sentía observada, como si fuera rata de laboratorio.
—Woah, mírate. —me inspeccionó de arriba abajo.
—U-unnie... —me sentí apenada con ella, y es que comenzó a rodearme como si viera a un cachorro que necesitaba ser adoptado con urgencias.
—Realmente te ves genial. —sonrió con su dedo pulgar arriba, agradecí cabizbaja apretando el borde de mi falda con incomodidad. Pero rápidamente sentí su largo y delicado brazo rodear mis hombros, entonces sonrió al ver con claridad las facciones de mi rostro— Sabía que tenías rasgos divinos, pero es mejor de lo que pensé —rio divertida— ¡Yah! Cambia esa cara de idiota... —me miro divertida— Tu talla está bien. —susurro a mi oído para voltear a ver a los alrededores— Y ustedes, ¿qué diantres miran? ¡Sigan con lo suyo!
Sonreí al sentir su protección nuevamente hacia mí persona. So Jung unnie es hermosa, ella es alta, divertida y ciertamente popular entre los chicos, aunque irónicamente nada de eso le interesa, por eso me siento agradecida de ser su amiga. Porque aunque nunca estuve a su altura, siempre se comportó tan linda conmigo y en más de una ocasión me dio largas lecciones de vida por como yo misma me veía, ella es mi mejor y única amiga.
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