IX: ¿Dónde estás?
IX: ¿Dónde estás?
Creta, Grecia, 2055
¿Dónde estás, cariño mío? Te he buscado en mis lágrimas y no te he encontré, dime ¿Dónde estás?, te extraño más de lo que se extraña a alguien, más de lo que es posible y creo que me estoy volviendo loco sin tu presencia y en el aire... en el viento... en la brisa... en la apenas distinguible luz... el olor de tu ausencia y mi soledad se mezclan en melancólicos sueños sonámbulos que me despiertan a mitad de la noche con espeluznantes gritos, que me recuerdan que esta vida sin ti no es más que un abismo, un inevitable caos, apenas una sombra que atrapa y desaparece todo cuanto existe mi alrededor y es que...
Te echo tanto de menos que le he preguntado al viento y no supo que responder, el futuro me ha dicho que volverás a mí, pero ya no sé si creerle o no, ya no sé si me dice la verdad o me miente, ya no sé si seguir o rendirme, ya no sé si morir o seguir viviendo y encontrarte. ¿Dónde estás?
Apenas el alba apuntaba en aquel cielo tan azul que parecía haber anochecido otra vez, le gustaba mirar cómo las estrellas y luceros desaparecían rodeados de la luz del astro rey que incrementaba su presencia a cada minuto que pasaba y despues de eso, dejaba aquella ventana, aquella gran ventana que le permitía admirar aquel surreal paisaje que amaba porque muy en el fondo le recordaba a algo, a épocas distantes y vidas pasadas que se habían perdido en los confines de una historia tan antigua como el mundo mismo. Ahí, en su hermosa patria había cuentos fantásticos de los que sabía cada letra pero no eran suficientes, no, nada de eso lograba llenar su espíritu, ni los gloriosos días del Rey Minos, ni la valentía de Teseo o la tragedia convertida en una hermosa historia de amor de Ariadna, ni aquel toro mitad hombre ni Radamanthys, ni la guerra milenaria o los demás mitos, ni los guerreros que servían a Athena ni nada, quizá... la causa estaba más allá de lo que veía.
Ahora camina sobre la costa y deja que el mar choque con su morena piel, y va recogiendo conchas pequeñas, si, conchitas de mar porque le gustan, porque dice que son regalos del mar, porque piensa que aquellas piedritas le contarán más historias, más mitos y que entonces, en uno de ellos encontrará la respuesta a una pregunta que surca su joven mente y que lanza al aire sin saber el destinatario, ruega que un día, cuando el viento se lleve su letárgico ¿Dónde estás?, alguien del otro lado del mar le responda ¡Aquí, aquí estoy! Y cruce el ancho océano solo para comprobar que la contestación es para él.
Y luego, cuando haya recibido su respuesta, irá a su encuentro pero solo es un niño, un niño que apenas sabe que el mundo es tan inmenso y que tal vez en aquel mundo del que conoce apenas nada, no haya nada para él o tal vez, aquello que desea está escondido, dormido en un profundo sueño del que no despertará porque él no está ahí para levantarlo para susurrarle al oído "he llegado, despierta, levántate y ven conmigo" y sabe que quizá todo aquello son meras fantasías, hermosas ilusiones que no hacen más que distraerlo del camino.
Y no supone más cosas en las que trabajar que buscar eso que tanta falta le hace y que, de alguna forma, llenará ese vacío irremediable que hace sufrir a su pobre corazón que llora en silencio. Ahora más que nunca siente que alguien del otro lado del mar, más allá de las olas que chocan con la arena de su natal creta, le espera con los brazos abiertos porque aquello es su destino, que alguien allá afuera le llama y aquella voz que no llega a sus oídos le pregunta ¿Dónde estás? ¿Qué haces? ¿Por qué no has venido a buscarme? Y él le responderá, quizá primero le mire a los ojos y despues le dirá ¿Dónde estabas tú, que pareces tan irreal como un sueño?, y entonces todo aquello que deseó se cumplirá.
Aquella noche, no durmió, se pasó en penumbra, como velando un recuerdo ajeno que sentía tan suyo y al mismo tiempo rogaba a... ¿a quién?, a quien fuese que estuviese más allá del mundo mortal, que aquello que estaba tan vivo en su mente y que no podía conocer a fondo, lo llevase a dónde su destino lo llamara, sin trabas, sin secretos, sin desviaciones, sin mentiras, sin verdades a medias. Y despues de un pequeño momento, sus parados se cerraron por inercia y se descubrió así mismo caminando en el mundo onírico entre pasillos de piedra caliza y luego... luego vio a alguien igual a él, un poco más grande, un poco más fuerte, un poco más... de todo.
Hablaba en susurros, en un idioma que no conocía, que no había oído o que quizá los recuerdos habían olvidado en el interminable paso del tiempo y ahora llegaba como un mensajero sin mensaje y transformado en una versión adulta de él que le hablaba y que le extendía la mano y lo conducía al interior de uno de aquellos antiguos templos con gruesas paredes dónde los ecos se confunden con el sonido de los silencios que hacen barullo en aquellas memorias que aparentaban estar muertas y que ahora resurgen como gigantes dormidos y desordenan su mente, su vida y todo aquello que presumía conocer.
— ¿Qué quieres? — pregunta sin ver a los ojos a su alter.
— ¿Qué es lo que buscas tú? — aquella sonrisa, que sabe es suya parece tan lejana — ¿Por qué estás aquí? — entre aquella conversación divisó en las sombras los largos cabellos lilas que despertaron un nuevo recuerdo, no sabía quién era pero unas inmensas ganas de perseguirlo lo invadieron.
— ¿Quién es él? — preguntó a su otredad.
— ¿No lo sabes? ya lo habías conocido pero olvidaste su nombre, ahora te toca buscarlo de nuevo, volver a ser lo que prometiste... lo que prometimos, ¿te acuerdas? — negó con la cabeza eufóricamente y luego despertó.
Una enorme disculpa, sé que no tengo justificación valida pero he vuelto, tuve días muy ocupados, les presumo, traduje poemas del griego al español y fue un periodo largo y lleno de trabajo y un poco de estrés.
Si quieren leerlos los pueden encontrar en "Circulo de poesía" (revista digital) en la sección de "poesía del mundo" o buscar directamente a las poetas "Constantina Siahami" y "Danae Siozou"
Espero no volver a ausentarme tanto tiempo.
Dan R.
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