V e i n t i s i e t e
Harry permaneció con sus ojos cerrados por un tiempo que le pareció eterno. Por un momento que le resultó interminable. El miedo que le penetró sin rastros de amabilidad hizo que colapsara todo en su interior, obsequiándole el acceso directo a una grave crisis emocional.
Por su mente transitó la mayoría de aquellos recuerdos que le marcaron de por vida, buenos y malos, dándole un completo resumen de sus cortos años residiendo en el mundo. Y lloró; lloró por absolutamente todo, mientras su cuerpo se sacudía por los bruscos movimientos del auto.
De fondo escuchaba el inquietante sonido del peligro. Disparo tras disparo en medio de insultos en italiano. Algo impactó contra ellos desde atrás. Harry no supo si eso había sido producto para perder el control, pero, de pronto, sintió como si estuviese metido dentro de una atracción de algún parque de diversiones, a punto de vomitar por las vueltas que estaba dando.
Todo se detuvo tras segundos de la gran revuelta que sufrió su estómago. Percibía la bilis en su garganta. Quería bajarse, quería salir. Él no tenía nada que ver allí, ¿no podían solo abrirle la puerta y dejarle escapar por su cuenta?
El tiroteo no cesó. El auto retrocedió. Louis dio marcha atrás a toda velocidad, realizando un rápido y eficaz movimiento con el volante para que el vehículo volteara y regresara a aquella ruta en la que se habían infiltrado.
Había sido un muy grave error haber salido sin el acompañamiento de sus demás hombres para protegerlo. No pensó que habría sido necesario tratándose de una repentina salida nocturna que no estaba en los planes de nadie, más que del omega.
¿Cómo había sido posible que descifraran su ubicación si al abandonar la mansión se habían tomado ciertas medidas preventivas para evitar seguimientos? ¿Por qué presentía que mandaría a asesinar a uno de su equipo por esto? Pero, ¿a quién? ¿Quién podría haberlo traicionado si los únicos que sabían con exactitud el sitio a donde iban eran Scott y Harry?
Scott y Harry.
Su mente comenzó maquinar centenares de suposiciones. Algunas más descabelladas que otras. Pero la rabia sólo contaminó su ser cuando su imaginación lo llevó a pensar en la idea de ellos dos, no solo uniéndose a sus espaldas para traicionarlo, sino también siendo amantes. Y eso no fue bueno al encontrarse frente al volante, huyendo de una peligrosa persecución.
Su concentración se vio afectada por tener su mente enfocada en aquel destructivo pensamiento, lo cual pudo costarle la vida de no ser porque el alfa a su izquierda giró el volante repentinamente hacia un lado, salvándolos de estrellarse de lleno contra otro auto.
Fue entonces cuando lo miró, abatido por la situación. Allí estaba su más confiable guardaespaldas, tomando el control que él había estado a punto de perder. Recibió una mirada de confusión por parte de Scott, quien no tardó en regresar su vista al frente, manipulando el volante con una sola mano desde su lugar.
Estaba herido. Louis lo supo al divisar la mano ensangrentada del alfa. Llevó su mirada al cuerpo de Scott y, al instante, reparó el disparo en su hombro izquierdo. La culpa lo arribó de inmediato. ¿Cómo había sido capaz de dudar de él cuando en ese mismo momento estaba dando su vida por protegerlo?
Volvió a sujetar el volante con sus dos manos, diciéndole a Scott que no se preocupara y que sólo se encargara de detener su hemorragia. Estaba decidido a ocuparse por completo de la situación, al menos hasta que el resto de sus hombres llegaran.
Y Harry pensó que ya estaban acabados.
Definitivamente, era su fin.
Sin embargo, en un momento dado, después de quien sabe cuanto tiempo más de tensión, el auto se detuvo. Harry entreabrió los ojos al percibir que el mismo no volvía a arrancar. Una de las puertas traseras se abrió y el omega se asustó.
—Ven, Harry, rápido —escuchó la voz acelerada y firme de Louis, lo cual tranquilizó por completo a su omega interior.
El susodicho lo ayudó a abandonar el auto. Lo cargó entre sus brazos, sujetándolo con seguridad contra su cuerpo.
Rápidamente, se trasladaron a otro coche que aguardaba a un costado. Apenas entraron en la parte trasera, el mismo aceleró sin darles siquiera tiempo para acomodarse mejor. Mas no importó, pues ninguno de los dos pretendió separarse del otro.
Harry calmó sus sollozos de a poco, sintiéndose muchísimo mejor al encontrarse protegido entre los brazos de su alfa. Su rostro se escondía en el cuello del mayor, aspirando el sólido aroma de este. Olía a tormenta y océano, salpicado delicadamente de tabaco con rastros de café fuerte y amargo.
La calidez lo rodeaba. Su olfato embriagado del olor de su alfa le provocaba cierta amnesia, cierta anestesia. Ya no había dolor, ya no había recuerdos. Era solo él flotando en alguna parte del cielo, con su alma envuelta de paz y armonía.
Cerró sus ojos y se dejó llevar por aquel sentimiento, relajándose, tornando su respiración profunda y calmada. Y de ese modo acabó quedándose dormido.
La desorientación se infiltró en su ser al abrir pesadamente los ojos. Su somnolienta mirada se topo con Louis, quien lo estaba arropando con cuidado. Fue allí cuando se percató que estaba sobre la cama de la habitación del alfa.
—Lou... —murmuró, su voz sonó ronca y apagada, su garganta estaba muy seca.
—Shh, tranquilo. Ya estamos bien, bebé, descansa —susurró el castaño, para luego depositarle un suave beso en la frente.
Harry se estiró debajo de las sabanas con pereza, intentando recordar qué había pasado. Se acurrucó contra la almohada, bostezando, enfocando su mirada en el alfa, el cual se estaba desvistiendo cerca de la cama.
Frunció el ceño al divisar manchas enrojecidas en la nívea camisa de Louis. Se alarmó de inmediato al asociarlas con la sangre, por lo que se incorporó de golpe, preocupado.
—Relájate, no es mía —aclaró el alfa, terminando de quitarse aquella prenda, la cual no tardó en caer al suelo—. En definitiva, no saldremos más.
¿Salir? Y entonces lo recordó. La salida al bar. La persecución. Los disparos... ¡Travis! Oh, mierda. Tenía que hablar con sus amigos cuanto antes. Debía saber como estaba Travis, ¿lo habrían llevado a un hospital? ¿y si todavía seguía tirado allí?
Harry saltó de la cama con intranquilidad y se dispuso a buscar su celular con verdadera impaciencia.
—¿Qué mierda haces? —preguntó Louis, molesto, al verlo revolver la cosas de la mesita de noche.
—¿Y mi celular? —cuestionó el omega con enfado, mientras se colocaba de rodillas para mirar debajo de la cama.
—Si no sabes tú, menos sabré yo —espetó secamente, sacando del armario una camiseta lisa y unos pantalones de pijama.
—¡Oh, mierda! ¡Ha quedado en el bar junto con mi abrigo! —recordó Harry, ofuscado, enterrando los dedos entre sus rizos en un acto de pura frustración.
—Mañana te compraré otro, deja de preocuparte por un aparato de mierda.
—¡Lo necesito ahora, maldición! ¡Necesito saber qué pasó con Travis! ¡Tu eres un completo imbécil! ¡No debiste golpearlo tanto! ¡Ni mucho menos sacar tu maldita arma! —gritó totalmente fuera de sí—. ¡¿En qué mierda pensabas, Louis?! ¡Es mi amigo!
—¿Yo soy el imbécil cuando él fue quien intento sobrepasarse contigo? ¡Oh, vamos, se lo merecía! —se defendió el de ojos azules tras colocarse la camiseta.
—¡Tú eres el imbécil por pretender dispararle! Oh, y eso me recuerda que nos ha quedado una conversación pendiente. Ya mismo dime si has asesinado a alguien antes... ¡Dímelo! —exigió Harry, impaciente, teniendo su mirada cargada de veneno.
—¡Claro que he asesinado antes! ¡Y lo haré cuantas veces lo crea necesario! ¡Es parte de mi trabajo, Harry! ¡¿Dónde mierda te crees que estás metido?! ¡¿Acaso te piensas que me cargo el arma sólo para asustar?!
La rabia huyó al instante, siendo la misma reemplazada por el total desconcierto. El omega perdio el aliento al escucharlo decir aquello, quedándose petrificado en su lugar, mientras digería las impactantes palabras del alfa. El temor se reflejó con prisa en su rostro. Harry agachó la cabeza, abatido y algo asustado.
—¿C-cual es tu tra-trabajo? —se animó a preguntar este, hablando bajito, sin atreverse a mirarlo de frente.
—Me encargo de atender negocios ilegales —dijo, sin más, mostrándose impasible ante el asunto.
—¿N-negocios ilegales? —repitió el omega con la voz temblorosa, intentando entender a qué se refería.
—Tráfico de drogas, prostitución, lavado de dinero, entre otros —reveló Louis manteniendo una neutra expresión, como si no le afectara en nada confesar aquello. Y en verdad era así.
Y Harry sólo podía pensar en que no era posible. Le resultó muy difícil creerlo, hasta que su mente lo llevó a pensar en todas aquellas situaciones vividas con Louis en las que claramente se veía expuesto las consecuencias de su trabajo.
La noticia lo dejó sin habla. Pasmado, tomó asiento en el borde del colchón y se quedó tieso, mirando hacia un punto fijo sin saber qué hacer. Estaba aturdido, anonadado, ciertamente atemorizado.
—Mi familia y yo formamos parte de una organización mafiosa italiana, la Sacra Corona Unita. No es tan complicado adivinarlo si usas sentido común. Yo pensé que lo habías descubierto por tu cuenta hasta que te lleve a casa de mi padre. Fue cuando reparé en que no tenías ni idea de en dónde estabas metido.
El omega pestaño, absorbiendo la información, pero no se movió. Continuó observando aquel punto cualquiera de la recamara, con su rostro pálido y sus labios resecos.
—Harry, yo... —el alfa respiró hondo, sintiéndose algo afligido y apenado. Se acercó despacio hacia el menor y, con algo de temor, se sentó a su lado—. Sé que lo que te estoy diciendo es bastante fuerte, pero debes entender que los asesinatos que he cometido no fueron por azar. Nunca he matado por simple maldad, siempre hubo una razón. Todos fueron por asuntos de negocios o por defender a los míos. Jamás porque se me diera la gana y ya... Y Harry, tú... tú eres mi omega y si alguien te agrede, mi instinto extremadamente sobreprotector querrá hacer de las suyas.
Louis quiso tomar con suavidad una de las manos del rizado, quien seguía sumergido en su estado de profundo desconcierto, sin embargo, apenas rozó con sus dedos la fría piel del omega este reaccionó de inmediato, apartando asustadamente su mano.
No quería que lo tocara. No quería estar cerca de él. No quería seguir viviendo allí. Deseaba irse, deseaba correr, deseaba escaparse del siniestro lugar en el que se había adentrado. Pero tenía demasiado miedo.
Estaba tratando con un asesino; con un mafioso, con un tipo que podría asesinarlo en cualquier momento. Su cuerpo entero temblaba, aterrado. Ya no confiaba en él, ya no creía en su palabra. ¿Cómo no se lo había dicho antes? ¿Cómo se lo había ocultado durante todo aquel tiempo?
—Harry, por fav...
—Qui-quiero d-dormir —tartamudeó, luego de haber tragado en seco, nervioso.
En realidad, no quería dormir. Sólo quería que se hiciese de día para que el alfa se fuera y él pudiera huir o esconderse o buscar algo con qué defenderse, lo que fuera.
Louis asintió, desolado, entendiendo que era mejor no insistir y otorgarle su tiempo para que terminara de procesarlo todo.
Suspiró, melancólico, y se levantó. La idea de que Harry ya no lo quisiese o que, peor aún, le tuviese terror por aquella noticia, le espantaba y aseguraba que por tal motivo no lograría conciliar el sueño esa noche.
¿Por qué sentía que todo lo que había construido con Harry se había desmoronado por completo? ¿Por qué sentía que Harry ya nunca más volvería a mirarlos con los mismos ojos? ¿Ese era su fin? Todo parecía indicar que, en efecto, así era.
El omega se metió en la cama despacio y, dándole la espalda, se hizo un ovillo muy en el borde de la misma, ocupando, de ese modo, un mínimo espacio. Harry procuró estar lo más alejado posible del alfa, y esperaba que este comprendiera que no tenía ánimos de que durmieran abrazados como solían hacerlo.
Fue un grandísimo alivio para él darse cuenta que Louis ni siquiera trató de acercarse, lo cual agradeció enormemente.
Como era previsto, no consiguió dormir en toda la noche. Su mente no cesaba de reproducir aquellas reveladoras palabras que había expresado el alfa con suma calma, como si fuese algo tan casual, algo tan natural.
Sus pensamientos viajaron a gran velocidad, chocándose, mezclándose, interponiéndose entre sí. Crearon una enorme bola de suposiciones que no hicieron más que atormentarlo, confundirlo, inundarlo de dudas y de cuestiones que se le hizo imposible resolver.
Todo este tiempo había estado durmiendo con un mafioso. Habia estado acostándose con un tipo realmente peligroso. ¿Cómo no se había dado cuenta? ¿Cómo había sido tan estúpido para no advertirlo? Su omega amaba a un asesino; su vientre albergaba al cachorro de un jodido asesino.
Le costó una madrugada entera asimilarlo.
Louis no trabajaba los domingos. Sin embargo, y a pesar de no haber obtenido siquiera un minuto de descanso, decidió levantarse poco antes de que el sol destronara a la luna del cielo. No se sentía bien. Los ojos le pesaban, la fuerza le fallaba y un dolor agudo en el pecho le asfixiaba.
Fue directo al baño darse una ducha rápida. Harry lo observó salir al rato con una toalla envuelta en su cintura y otra más pequeña sobre sus hombros, con la que se secaba mechones de su húmedo cabello. El omega aun seguía en la cama, casi sin haberse movido de la posición en la que se había acostado.
Sus ojos hinchados y enrojecidos contemplaban con cierta dificultad la figura semidesnuda de Louis. En silencio, lo vio vestirse con ropa ligera, pero Harry ya no lo veía del mismo modo que antes. No veía a Louis, veía a un siniestro asesino.
Un escalofrío le recorrió la espina dorsal cuando el alfa llevó su mirada hacia él. Rápidamente, se encogió sobre sí mismo, tapándose aún más con el edredón, como si buscara esconderse del monstruo que de niño lo acechó.
Louis suspiró, entristecido y abandonó la habitación, desairado. No había duda, había arruinado su relación con Harry a pocos días de marcharse. ¿El omega aún querría que lo buscara al regresar a Inglaterra? De seguro que no, y lo entendería. Del mismo modo que entendería si Harry ya no volvía a hablarle con atrevimiento, sino con miedo o timidez.
Harry se sintió a salvo cuando descubrió que Louis se había ido. Se estiró en la cama, colocándose libremente en otra posición. Cerró los ojos e intentó dormir, pero los recuerdos comenzaron a taladrarle la cabeza al instante sin permitirle un segundo de paz.
Estuvo alrededor de media hora dando vueltas en la cama, hasta que, fastidiado, se levantó, dispuesto a analizar con calma la situación. Se encaminó al cuarto de baño con ánimos de llenar la enorme tina de agua caliente para quedarse allí sumergido por un largo tiempo.
Ni siquiera tenía idea de qué hora era, pero sabía que aún no se había asomado el sol. Y allí estaba, en medio de la madrugada, tomando un relajante baño de espuma.
Una de sus manos acariciaba su vientre parcialmente plano debajo del agua, mientras pensaba en el bebé, en Louis y en todo lo sucedido durante su estadía en aquella mansión.
Recordó aquella primera cena a la cual Louis lo llevó. ¿Por qué en ningún momento se percató que los alfas de la mesa tenían toda la pinta de ser mafiosos italianos? Hasta Louis poseía aquel aura intimidante y peligroso digno de un alfa mafioso que pondría de rodillas a cualquier omega.
Sin embargo, desde los dieciséis años, Harry nunca se había dejado intimidar por ningún alfa, y Louis no fue la excepción.
Aunque en escasas oportunidades se vio obligado a doblegarse ante este, Harry le había demostrado a la perfección que él no era omega posible de domar. Y si antes no le había temido, ¿por qué ahora sí?
Louis podía ser un mafioso, un asesino, un criminal, pero era su alfa. ¿Acaso Louis no le había salvado la vida varias veces? ¿Acaso Louis no lo había aceptado tal cual era, con todos sus defectos e imperfecciones? ¿Acaso no lo había cuidado y llenado de amor las últimas semanas? ¿No le había cantado para hacerle dormir cuando casi había sido violado? ¿Qué clase de mafioso malvado le cantaría a su omega despiadado?
Esa misma noche, horas antes, Louis le había confesado que lo amaba, y él no dudaba de eso. Entonces, ¿por qué habría de tenerle miedo? ¿Es que había olvidado que era la debilidad del alfa?
Harry suspiró, asegurando que fue una gran estupidez el hecho de pensar que Louis, por ser un jodido mafioso, le haría daño. Era realmente estúpido. Es decir, si ya no lo había asesinado antes por su atrevida e insolente actitud, ¿por qué lo haría ahora? No tenía rastros de sentido.
Su confianza hacia el alfa resucitó instantáneamente. Mafioso o no, su omega lo amaba. Sabía que estaban destinado a serlo, y aunque sonara muy cursi, ya no se imaginaba una vida sin su alfa a su lado.
El amor de Louis había sido lo mejor que le había pasado en su maldita vida cargada de sufrimiento. Nunca lo había querido admitir, pero su divertida y alocada vida de fiestas, de tragos combinados con droga, no había sido más que una capa para cubrir el dolor de sus tantas heridas que le había dejado su pasado.
La violencia de su padre, el absoluto repudio del mismo, el desamparo en la calle, la violación, el doloroso rechazo de su primer amor. Todo su sufrimiento había sido causado por malditos alfas. Alfas que lo guiaron directo a una cruda realidad de la cual escapaba por medio del alcohol y los porros.
Harry siempre había ansiado llenar aquel vacío que contenía su interior, y no halló alternativa diferente más que rebosarse de sexo y de aquellas sustancias dañinas. Hasta que cayó en manos de Louis; en manos de su alfa, aquel bonito e increíble ser que había sido capaz de llenar aquel hueco que habitaba en su alma.
Un mafioso y millonario alfa italiano, duro y seco por fuera, pero dulce y cariñoso por dentro, le había hecho caso al destino y lo eligió a él para ser aquel afortunado omega que contara con el privilegio de compartir su vida al lado de un poderoso, y a la vez mimoso, alfa. Louis decidió conservarlo cuando el rizado nada tenía por ofrecerle, cuando el mismo Harry le habia confesado sus defectos y desgracias.
¿Por qué él no podía hacer lo mismo? Si Louis lo había aceptado con cada una de sus notables imperfecciones, ¿por qué él no podía aceptar a Louis también, con su horrible trabajo incluido?
Inhalo profundo, aún acariciando su muy pequeña pancita, mientras jugueteaba con la espuma que flotaba sobre la calidez del agua que llenaba la bañera.
—¿Qué hago, bebé? No quiero separarme de Louis —dijo, hablándole a su cachorro con la tristeza resbalándose de entre sus labios—, y aseguro que tú tampoco... Sé que te mereces crecer junto a los dos, pero él se irá, nos dejará, ¿qué se supone que haremos? Yo quiero que tengas una vida linda, no como la mía, quiero que lo tengas todo y que nunca tengas que pasar por lo que yo pasé. Con el dinero que Louis me de estaremos bien, pero yo no quiero su dinero, lo quiero a él... aunque... aunque sea un... un...
Su estómago emitió un leve ruidito, haciéndole entender que tenía hambre.
—Ugh, ¿por qué solo piensas en la comida? Te estoy hablando de algo importante, ¿comprendes? —reprocho Harry, negando con la cabeza, para luego sonreír de lado, divertido, pensando en lo tonto que se debía ver charlándole a la nada.
Fue entonces cuando se percató de que aquella era la primera vez que le hablaba a su cachorro. Y por alguna razón, descubrió que se sentía realmente bien hacerlo. Quizás porque era consoladora la idea de pensar que, aunque se encontraba solo, no estaba solo. Había una vida más dentro de él. Un pequeño y precioso ser crecía en su interior, acompañándolo.
Un enorme sentimiento de profundo cariño nació en él. Colocó sus dos manos en su abdomen y miró directo hacia allí, dibujando una genuina sonrisa con la comisura de sus labios. Quería tenerlo, quería cuidarlo, quería amarlo. Y lo haría.
—Como sea, tú ganas, iremos a robar algo de la cocina —decretó, sonriente—. Pero... pero, ¿qué haré con Louis? —cuestionó afligido al recordarlo, borrando su sonrisa—. No quiero que se marche, ahora más que nunca quiero que se quede a nuestro lado. Pero tampoco deseo que le hagan daño. Mierda, ¿por qué quieren asesinarlo? ¿Por qué a él? ¿Por qué no al idiota que se lleva mal con Louis?
Harry soltó un resoplido. Él ansiaba obtener respuestas de sus interrogantes y estaba dispuesto a conseguirlas. Buscaría a Louis luego de comer algo. Lo buscaría y permitiría que todas sus dudas fluyeran en voz alta.
—No lo repetiré, tienes que salir del país cuanto antes —habló solemne aquel elegante alfa, sentado en uno de los sofás del despacho de Louis, con un cigarrillo encendido entre sus dedos.
—No reprogramaré mi viaje, es mi última palabra —sentenció el castaño tras haber dado un largo sorbo al tercer café de la mañana.
El cansancio que cargaba su organismo se reflejaba fácilmente en su semblante. Los ojos los tenía hinchados, sus parpados pesados. Unas marcas violáceas se concentraban debajo de sus oceánicos orbes, delatando su falta de sueño.
—Careciendo de la presencia de Scott estarás perdido en las calles, ¿qué harás? ¿quedarte encerrado aquí hasta el próximo jueves? Porque, te lo aseguro, si optas por quedarte no podrás abandonar la mansión. Te tienen verdaderamente vigilado y a estas alturas, con tus hombres más confiables heridos, no dispones de total seguridad.
—¡Me quedaré encerrado, entonces! Sólo déjame de fastidiar...
—Ese no es el punto, Tomlinson —espetó—. Tu seguridad esta debilitada, ¿cómo te lo hago entender? Están acabando con tus mejores guardaespaldas, ¿a cuántos más piensas perder por tu puto capricho de permanecer en el país? Vamos, joder, ¿que ha sucedido con el astuto y prudente joven Tomlinson? ¡Ya deberias haberte marchado hace semanas!
—El astuto y prudente joven Tomlinson se enamoró.
—¡Oh, mierda! ¡¿Es por el estúpido omega?! Joder, hombre, ¡marcalo y llévatelo!
Louis le rugió, furioso, malhumorado, horriblemente fastidiado.
—¡No le digas estúpido! —gruñó—. ¡Y si claro, como si fuera tan fácil, maldita sea!
Su alfa interior quería llorar de solo recordar la atemorizada reacción que habia tenido Harry aquella madrugada, cuando sólo lo miró, anhelando acercarse. Ahora sabía como se sentía Sully cuando Boo huía de él, espantada, tras haberlo visto rugir por primera vez, tras haber descubierto el lado monstruosamente horrible de este.
Sí, Louis era un monstruo, mas no uno realmente malo. Solo cumplía con su trabajo, tal y como Sully cumplía con el suyo.
—Te asesinarán si continuas con esa ridícula actitud. Ni siquiera guardo la certeza de que estés del todo seguro aquí mismo. Con lo mal que está el asunto, no tardarán en infiltrarse en la mansión.
—Eso no sucederá —refunfuñó Louis con el ceño fruncido.
—No te confíes. Están ofreciendo sumas grandísimas de dinero con el objetivo de que se pasen al otro bando, sumas mucho más grandes de las que tú ofreces. Un guardaespaldas digno lo rechazaría por respeto a su jefe, pero todos tus dignos hombres están en hospitales o, peor, bajo tierra. ¡Morirás! ¿Y sabes? No me quedaré aquí para verlo.
Dicho eso, aquel alfa de elegante vestimenta y dura expresión, se levantó de su sitio, sin antes haber apagado su consumido cigarro en un cenicero, y se dispuso a encaminarse hacia la salida.
—Nosotros hemos hecho todo lo posible por conservar tu bien estar, Louis, pero si tú no colaboras de nada habrá servido nuestro empeño y no habrás sido más que una puta perdida de tiempo y una completa deshonra para Don Martini —anuncio, un momento antes de desvanecerse tras la puerta.
Louis se quedo estático, sentado en su asiento de cuero. Debido a su alto estado de cansancio su sistema funcionaba con lentitud, por lo que le costo un buen rato procesar bien las palabras escuchadas. Sin embargo, no les dio la importancia necesaria.
Bostezó. El sueño le aniquilaba. Iría a acostarse, ya no resistía mucho más. Con la pereza atada a sus pies, caminó hasta su habitación. Al llegar, se encontró con que Harry aún yacía en la cama, al parecer, dormido.
No le prestó tanta atención, hasta que se acercó. Fue entonces cuando advirtió que había algo raro. El omega aparentaba estar desnudo. Si bien, el edredón solo le cubría hasta la cintura, la pálida piel de su espalda relucía bajo la luz de la mañana.
Sin embargo, eso no fue lo único que le llamo la atención. Habia algo mas. Algo felpudo se asomaba por debajo de las mantas.
Extrañado, Louis lo destapó. Sus ojos se abrieron por completo al comprobar que, efectivamente, Harry se encontraba desnudo y no solo eso, sino que tenía insertado en medio del trasero un dilatador anal con una larga y peluda cola de animal.
Lamento mucho la tardanza:(
Estuve con poco tiempo libre y poca inspiración últimamente, pero ya estoy aquí. ¡Y este año se vino con toda!
¡La fic ya llego a 50k! ALKSDKFJA ¡GRACIAS! Todo el apoyo que le dan me hace tan feliz, asdjkdakasd. Lxs amo.
Espero que hayan tenido un muy bonito inicio de año, les deseo lo mejor en este nuevito 2018. No se olviden de soñar en grande, pero lo mas importante, no se olviden de vivir
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top