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Cuatro: Cayendo.
El ambiente ya era menos tenso, el temor de el oji-azul se fue poco a poco, sin embargo una pequeña pizca de ello se mantenía ahí, como una pequeña llama de fuego esperando a que le diesen con que alimentarse para surgir de nuevo en lo que alguna vez fue.
El Mayor suspiró antes de proseguir a hablar, temiendo meter la pata.
-bien...escucha, mi nombre es Mark, y...sé que no es fácil para tí, así que seamos claros, podrás estar libremente por toda la casa, e ir a donde desees, mientras te mantengas dentro de la propiedad-. hizo una pausa antes de seguir hablando, quería que el menor de cabellos verdes lo procesara-. pero, a pesar de eso hay ciertas reglas que deberás de seguir.
Reglas, al menor no le gusto para nada aquella palabra, sentía como el temor regresaba de a poco.
-..¿C-cuáles?..-. Cuestiono con cierto temor el de cabellos verdes, tan bajo que casi pareciera un susurro, pues esas palabras las envolviá el miedo; y eso no podía evitarlo por más que quisiese.
El Mayor guardo silencio unos segundos, notando aquello y dudando en lo que diría.
Con un suspiro prosiguió a dictar lo antes dicho.
-bueno...1. Tienes prohibido ir a la habitación de la puerta roja, es el único lugar a dónde no podrás ingresar....2. Sí me enteró; de alguna falta de tu parte, sea la que sea, te irá mal...-Dijo el mayor, que aun que no lo admitiese, le costo trabajo decir esas últimas palabras, sentía que ya comenzaba a meter la pata en el asunto.- y 3. Acatarás mis ordenes, cualquiera que sea que te dé...¿entendido?-. Terminó el mayor.
El Menor solo guardo silencio y asintió levemente con la cabeza.
-Bien, sigue esas simples reglas y todo estará en orden-. Habló el Mayor mientras se levantaba del sillón del cuero en el que anteriorme tomó asiento.
-Ire a terminar unos trabajos, cualquier cosa, puedes pedirsela a los empleados o ir a buscarme-. Avisó por último el Mayor antes de retirarse de la habitación dejando al menor de cabellos verdes pensando en solo una pregunta: "¿cómo rayos termine aquí?". Rondaba por su cabeza, un poco de gracia le daba debía de admitirlo, puesto que un día estas viviendo tu vida cotidiana como siempre, y al siguiente estás en la casa de un completo extraño al que fuiste subastado, o bien, vendido, del que apenas conoces su nombre y apariencia física, completamente a su merced, realmente gracioso y desesperante.
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Corto, but aquí esta uwur.
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