Narrador omnisciente :

Caminaba de un lado a otro en esa oscura habitación, mientras susurraba cosas extrañas, mordía los dedos de sus manos y no quiera ser molestado.
Su larga capucha arrastraba el frío suelo y a su vez el polvo pero eso era lo que menos le importaba

— un niño… — susurro tomando nuevamente su cetro — un niño…  

La pequeña esfera de apenas el tamaño de una pelota de tenis le volvió a mostrar al niño. Un pequeño niño de cabello blanco y ojos claros, aparto su vista nuevamente y dejó aun lado el cetro, estaba cansado

— ¿de quien es entones? — cuestionó — ¡de quién, si ella es mía! …. ¡Maldito cetro!

— mi señor …. El ejército esta casi listo, solo faltan los dos últimos reinos por conquistar, el de las nubes y el inframundo

— ah … — murmuró — y, ¿cómo esta ella?

— hoy amaneció como usted predijo mi señor — respondió arrodillado en el suelo. El era su mas leal soldado, el que le trajo a la pequeña ________ — ella ya debe tener dieciséis años

— bueno solo han pasado tres semanas desde que ella esta aquí, al igual que yo

Leónidas, tenía exactamente la misma edad que ella. Un joven de no mas de dieciocho años se encontraba hablando con su cetro hace unos momentos, algo que a su soldado le resultó extraños, mas de 100 años este le acompañó y lo conocía muy bien

— mi señor … lo he notado enfermo últimamente, ¿qué le ocurre? — preguntó preocupado

— es como si mi tiempo de vida llegara a su fin …. Yo fui quien dio origen a este reino, un dragón jamas podría ser mas fuerte que un Oni, y estoy también cansado de mirar esa visión en el cetro

— habla del niño, que tal si su cetro esta mal — opinó

— el cetro jamas se equivoca, ve por ella, necesitó hablarle

El Oni salió de la sala y camino hasta donde estaba _________, quien solo se dedicaba a jugar con una pequeña piedra mientras dibujaba flores en la pared con carbón. Llevaba la ropa sucia de polvo, el cabello largo hasta llegar a su cadera y grisáceo por el carbón que callo sobre este

— dibujas de nuevo …. Que extraño — habló el Oni sacando las llaves de cinturón

Ella no respondió

— sal — ordeno — el quiere verte

— no — dijo mientras seguía con su dibujo — vete

— últimamente eres una grosera, pero debes salir, no hay que hacer enojar a Leónidas o nos ira muy mal a ti a mi — dijo tratando ser amable

— ah si — dijo dejando el carbón en el suelo — pero que quede claro que voy sólo por que tu me lo pides, no lo hago por el ni por cualquier cosa de este lugar, vamos

Después de un rato ambos ya estaban ahí frente a frente, así que ningún Oni prefirió intervenir

— ¿cómo amaneciste hoy? — preguntó Leónidas

— mal como siempre, gracias — contestó la peliblanco

— tan linda como siempre ________, por que no intentas ser mas amable conmigo, ya que yo seré con quien estarás lo que te reste de vida

— no gracias, señor Leónidas — volvió a responder de igual forma

Parada en posición de firmes con los brazos hacia atrás, mirando casi al techo

— esa no es la respuesta que yo quería oír — dijo molesto

— tampoco esta era la vida que yo quiera tener señor, pero yo no me quejo por que soy fuerte

— ________, ¿por qué estan con esa pose y hablas como soldado? — preguntó confundido el Oni

— estoy aquí en contra de mi voluntad señor, no soy feliz y quiero irme cuanto antes pero mientras este aquí al menos debo tomar un rol

— el rol que debes tomar es de mi esposa no de un soldado

— si no tengo mas opción, pues ya que

— estas haciéndome enojar

— no te tengo miedo Leónidas, si vas a matarme hazlo bien — dijo ahora bajando la vista hasta encontrarse con los ojos violetas de Leónidas

— sabes perfectamente que no puedo matarme, tonta

— ya lo se

Dijo ella cruzándose de brazos, suspiro con pesadez, tenía una duda y no se iría hasta saber que era

— por cierto Leónidas — dijo en voz alta — hace tres días no dejas de mirar tu cetro, ¿qué ves?, ¿qué escondes?

— te veo a ti, claro esta — respondió con normalidad

— eso ya lo se … lo que quiero saber es que ves además de mi, se que ves a alguien muy pequeño, necesitó que me digas ya que me quedare aquí — insistió

— no lo are, eso es algo que no te importa

— ¡me importa! — dijo molesta — por que se trata de mi, de lo que me espera en esta miserable vida 

— ¿miserable? — cuestionó levantándose de su lugar, causando una atmósfera oscura y pesada — ¡que mal agradecida eres … que insolencia!

— ¡tu sabes que yo estoy aquí por tus deseos no por mi, jamás estaría con alguien como tu!

— te doy una vida mejor que la tenías — dijo tomandola del rostro — antes solo eras una persona normal y sin chiste, vivías junto a un criminal que jamás podrá ser perdonado, sin padres y viviendo bajo la sombra de una princesa que amo antes que a ti … por eso soy mejor que Lloyd

Leónidas tenía una boca cruel y venenosa, _______ ahora se sentía mal, el sabía como manipular y hacer sentir mal a cualquiera

— tu … — sentía que en cualquier momento lloraría por el coraje — tu, jamas podrás ser como Lloyd, se que el no hizo nada, se que fuiste tu quien le arruinó y le engaño

— ¿qué … ?

— ¡ya me lo habías dicho, y lo veo en tus ojos, los ojos de un monstruo como tu nunca entenderá los sentimientos humanos, nunca entenderás por que yo siempre elegiré a lloyd antes que a ti!

Gritó ella, acto seguido el la tomo del brazo con fuerza y la lanzó a la celda que estaba a unos poco maestros de ellos

— ahora tienes un ejército a tu merced, como yo — dijo guardando el cetro — una vida mejor por que has sido bendecida, los sentimientos que tienes hacia Lloyd nunca fueron reales y lo sabes, sabes que muy en el fondo de tu corazón siempre dio prioridad a otra, en cambio yo solo me he fijado en ti

— no es verdad — dijo con una sonrisa triste aferrándose a la puerta y pegando su rostro a esta — yo creó en las palabras de Lloyd, yo siempre lo voy a querer a el … Ahora con tus palabras aprendí a aceptarlo … gracias, Leónidas

— con el tiempo ni siquiera lo recordarás, de echo el no esta lejos, muy pronto vendrá …. Y tendré que terminar con el para que tu aprendas una lección — dijo seriamente

Leónidas había cambiado

— pero si tanto quieres saber que vi, bien te lo diré — dijo llevándose el dedo índice a sus labios, como si indicará que guardara silencio — pero, guarda el secreto y reflexiona cuanto tiempo quieras

Se acercó a la celda y susurro

— vi, un pequeño niño …. Tan bonito como tu, si … se trata de un Varón — ella le prestaba total atención — nuestro hijo