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Abrí la segunda carta. Era más reciente; de cuatro meses atrás y de un papel más simple.

Querido Daryl:

Te escribo otra carta que nunca vas a recibir. Me di cuenta de que esto es terapéutico y me ayuda a aclarar mis pensamientos.

¿Quieres una actualización de lo que ha pasado en los últimos tres meses? Aquí va: estoy enamorada de ti. Pienso en ti cada día y tengo miedo de que se note demasiado.

Cada día hay una batalla dentro de mí para decidir si esperar por ti o no después de clases; o si invitarte a mi casa de nuevo aunque ya terminamos el proyecto hace dos meses. Todos los días pienso en las veces en que nuestros hombros se tocaron sin querer y me pregunto qué se sentiría tomar tu mano, ¿Te sorprenderías? ¿me rechazarías?

Me encantas, Daryl. Me fascinan tus ojos, y aunque dices que son ordinarios, no estoy de acuerdo. Me encanta que te lleves bien con mi madre y como siempre tratas de hacer sentir mejor a la gente.

Sin embargo, no hay cosa más difícil que estar enamorada de ti y ver que no sientes lo mismo. Ahora estás saliendo con Katherine y no quiero entrometerme en su relación.

No quiero saber nada del amor. Estoy decidida a verte solo como un amigo; empezando desde ahora.

Atte
Sofía

Pude entender mejor algunas de sus acciones durante esas semanas y porqué parecía evitarme. Cada vez que quería hablar con Sofía algo me lo impedía o ella huía, ¿Por qué no hablaba conmigo como antes?, ¿había hecho algo malo?

Pensé que estaba enojada, así que decidí hacer algo.

Sofía era de las primeras en llegar a clase. Llegué temprano para poder hablar con ella.

—Sofía, que bueno que te encuentro. Tengo algo para tí.

—Ah, hola, Daryl —¿Era mi imaginación o ella no parecía contenta de verme?

—Bueno, ayer pasé por una tienda —dije mientras buscaba el regalo en mi mochila. De repente mis manos empezaron a temblar y no encontraba la cajita—. Ví esto y pensé en comprarlo. —Extendí la cajita hacia ella.

—B-bueno, gracias. Pero no era necesario.

Sofía miró la cajita en sus manos. Su rostro no me daba ningún indicio de lo que pensaba, ¿estaba halagada?, ¿confundida?, ¿por qué tenía que ser tan inexpresiva?

Ella destapó la caja y ahora sí, una expresión. Observé su semblante; sus cejas elevadas, su boca ligeramente abierta que luego se convirtió en una sonrisa de oreja a oreja al sacar la pulsera de la caja.

—Es muy linda —dijo, mirándome fijamente. Aparté la vista.

—No es muy caro, pero pensé en ti en cuanto la ví. No es que piense en tí. Bueno, sí. Ya me entiendes. —Quería que me tragara la tierra. No dejaba de decir tonterías.

—Te entendí desde el principio —dijo riendo a carcajadas.

Reí con ella. Fue agradable volver a estar con ella.

Por desgracia, no pasábamos tanto tiempo juntos como antes. Empecé a salir con Katherine y cuando no estaba con ella salía con Armando o Ricardo, quienes seguían molestando a Sofía, aunque les pedí que no lo hicieran.

Cada vez que los chicos decían algo hiriente me disculpaba con Sofía en nombre de ellos, pero eso no era suficiente. Debí hacer algo para que ella no saliera lastimada.

Miré la hora en mi celular. Era tarde y estaba cansado. Estuve tentado a dejar de leer pero no pude. Sabía lo que me esperaba, aun así, decidí leer su última carta.

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