Conocimiento

Para el infortunio del pobre Hakuji, esa no sería la única vez que se encontraría con el rebosante Rengoku.

Al cabo de la semana se lo encontró en cuatro lugares diferentes; el primero fue en el supermercado, Hakuji había salido a comprar los premios que tanto amaba Mukago, cuando iba a la caja, curiosamente aquel joven lo reconoció en un santiamén al colocarse detrás de él para pagar.

El segundo fue en uno de sus paseos con Mukago, siempre van al mismo parque, disfrutan de las cálidas despedidas del día sentados en una de las bancas, sin aviso, este Rengoku apareció, les hizo compañía hasta entrada la noche quedándose sentado a una distancia prudente en la misma banca, sonriendo.

La tercera toma lugar en una heladería cerca del departamento de Hakuji, el día se había vuelto caluroso de la noche a la mañana y quería algo frio, además de compartirlo con su mascota. Ahí, en esa heladería lo vió, por alguna extraña razón creía que el destino le estaba jugando una malísima broma al traer aquella persona a su vida cotidiana.

Y, la cuarta es en la actualidad.

Al salir para recoger la correspondencia, se dio cuenta que un nuevo inquilino se hospedaría en su condominio de apartamentos, quiso ser educado y dar la bienvenida, pero se volvió a topar con el extraño sujeto enérgico.

Si bien le molestó de inmediato que se mudara justo en su mismo condominio, luego toda la molestia se esfumó al verlo con una cara seria e inexpresiva. Todas las veces que lo había visto siempre llevaba una sonrisa enorme en el rostro.

Una ligera preocupación nació en su pecho al verlo así, fingiendo demencia e ignorancia por saber acerca de su nuevo vecino, fue a dar la bienvenida. Rengoku cambió su expresión y estalló en alegría al verlo.

—¡Hola de nuevo! —le saludó.

Frunció un poco el entrecejo al "percatarse" que era Rengoku quien se mudaba, con el afán de ser educado lo saludó de vuelta, pero sin sonrisa.

—Hey —alzó una mano saludando—. Debes dejar de perseguirme, Rengoku, ya te he encontrado varias veces ¿No estarás acosandome?

—¡Rayos no! —se apresuró a decir—. Todos nuestros encuentros han sido al azar.

—Eso espero, o tendré que denunciarte.

—No me gusta tu sentido del humor.

Hakuji bufa mientras sonríe ligeramente llamando la atención de Rengoku, éste nunca había visto sonreír al joven, ni aunque sea una mueca, el ver esa pequeña curvatura le hizo confiar que solo bromeaba, pues Rengoku comenzaba a tomar enserio su comentario.

—Solo venía a darte la bienvenida. —dice mientras se cruza de brazos—. Si te quedarás aquí, al menos debo ser amable.

—Oh, ese es un gran paso para alguien que siempre tiene una cara de hartazgo.

—Es mi cara normal.

Rengoku se hecha a reír por el comentario, solo se detiene cuando uno de los hombres de la mudanza le avisa que todo su equipaje ya está fuera del camión de mudanzas.

—¡Muchas gracias! ahora que termine de acomodar mis cosas en mi departamento, depositaré lo demás.

—Enterado, le avisaré a mi jefe. Tenga buen día. —se despidió el empleado.

—¡Igualmente!

Hakuji mientras tanto, observaba de manera discreta las pertenencias del chico, a su vista solo eran diez cajas las que estaban acomodadas en la recepción del lugar.

—Es demasiado poco para un joven. —pensó.

—Bueno, ahora debo de verificar mi departamento.

Hakuji observa su reloj de muñeca, éste marca las 2:40 de la tarde, chasquea la lengua para luego dirigirse a Rengoku.

—Lo siento, pero la encargada del lugar sale a comer a esta hora, si quieres yo te ayudo a dar con tu número.

—¡Gracias! Es el 207.

—Vaya, el universo nos adora. —dice Hakuji con sarcasmo.

—¿Por qué?

—El mío es el 206.

Rengoku vuelve a reír a carcajadas por la coincidencia tan obvia, cuando acaba, abraza a Hakuji por los hombros incomodando al pobre. Seguidamente, ambos mueven el equipaje del nuevo inquilino hasta su hogar.

Al pasar los minutos, ya todo estaba listo en la nueva vivienda de Rengoku. Cansados de tanto subir y bajar escaleras, solo se sientan en el piso del pasillo para recuperar las fuerzas.

—Te invitaría algo como agradecimiento, pero no tengo nada. —dice Rengoku con dificultad por no tener tanta fuerza.

—Entonces yo lo invito, ven.

Con mucha dificultad, ambos logran ponerse en pie y caminar hasta el apartamento de Hakuji, al entrar, la adorable akita recibe a su dueño con euforia, misma que desaparece al tener a Rengoku invadiendo su hogar.

—Quédate en la puerta para que te huela, no te muevas y no la mires, relaja el cuerpo, y no transmitas emociones, harás que enloquezca. —le advierte Hakuji al momento de entrar a su casa.

Rengoku obedece, permanece quieto, callado y relajado, luego de unos minutos, la akita lo ha aceptado en su hogar al detectar que no es una amenaza para ella o para Hakuji.

—Es linda. —le dice luego de verla acomodarse en su cama de perro y dormirse—. ¿Cuál es su nombre?

—Por supuesto que es linda —regaña Hakuji algo ofendido, le entrega un vaso de agua con poco hielo, Rengoku lo acepta con gusto y bebe de él con rapidez—. Se llama Mukago.

—Un lindo nombre para alguien linda. —Rengoku sonríe enternecido por ver cómo la akita se acomoda en su camita.

—¿Le estás coqueteando a mi perro?

Con el ceño fruncido, su nuevo vecino voltea su mirada hacia Hakuji, este lo miraba seriamente por el comentario.

—¿Por qué rayos tomas un cumplido como coqueteo?

—¿Por qué te lo tomas enserio?

Hakuji vuelve a sonreír, Rengoku frunce más el ceño al ver el sentido del humor tan extraño de su -ahora- vecino, es más difícil relacionarse con él.

Al ya no tener un tema de conversación, solo deciden permanecer en silencio, uno bastante tranquilo y cómodo.

—No es por ser un metiche —dice Hakuji rompiendo el silencio—. Pero ¿Por qué seleccionaste este lugar para mudarte?

—Me queda cerca de mi universidad, durante el último año que he ido los costos no hacen más que subir, el transporte resultaba más costoso así que, me mudé aquí.

Observa de reojo cómo Rengoku sujeta su vaso con presión e incomodidad. Decide pasarlo por alto, total, no es que sean mejores amigos para que le cuente las verdaderas razones de su mudanza.

—Ya veo.

—¿Tú porqué estás aquí?

—Es el único lugar donde aceptaban mascotas.

De nuevo quedaron en silencio, las palabras eran más limitadas de lo que pensaron, Rengoku daba una vista a la casa de su vecino y éste se lo permitía, quizá así podría darse una idea de cómo acomodaría su casa.

Hakuji solo lo miraba a él por si hacía algo raro, nunca de sabe si alguna persona resulta ser buena o mala hasta que lo ves de cerca, sin embargo, cuando Rengoku llevó su vista a la dormida Mukago, no la alejó de ahí.

Una sonrisa apareció en su rostro mientras su mirada se enternecia y sus mejillas se pintan en rosa, observó cómo jugaba con su vaso de plástico muy nervioso, conocía ese lenguaje corporal.

—Ni lo sueñes —se apresuró a decir—. Ella aún no confía en ti, que te haya aceptado en casa no significa que puedas tocarla.

—Oh, entiendo. —le responde.

Entonces, ve que su mirada cambia a una de tristeza, tal vez fue algo duro con sus palabras, pero es lo mejor, luego intentan tocar a Mukago y ésta termina por gruñir horrible o pasa a morder.

Bufa con cansancio luego de terminar su agua, deja su vaso en su mesa de centro y luego mira a Rengoku.

—Si te le acercas diario, tal vez te acepte.

La sonrisa del joven vuelve a aparecer, está vez hasta enseña sus dientes con una alegría desbordante.

—¡Haré mi mejor esfuerzo!

Entonces, Hakuji hace una reverencia de cuarenta y cinco grados, se irgue y lo ve pasmado. Sonríe con sorna para luego decir:

—No quería tener que hacerlo, pero ya que seremos vecinos no me queda opción, soy Soyama Hakuji, y cuidaré bien de ti.

De inmediato, Rengoku se levanta, asustando a Mukago en el proceso, hace la misma reverencia y responde:

—¡Gracias, Soyama!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top