- No puede ser!!! - le cubrí completamente los ojos con mis manos para que no viera aquella terrorífica escena. Había saltado alguien de la azotea y todos estaban presentes.

- Deja de mirar - le ordené a Lucía pero volvió a ver sin hacerme caso, la sangre estaba esparcida por el suelo, el cuerpo triturado en miles de fragmentos. Las lágrimas caen de su cuerpo, y quisiera sentirme culpable, porque, no lo hice yo.

Un rojo intenso, un color de trapos, de personas, desearía que fuese azul, entonces, estar en un charco de sangre sería como nadar en el agua.

Es el mismo sentimiento. Miro mis brazos lentamente mientras me compadezco de cada corte que hago en ellos, sin valorar ni pensar en lo malo que sería recuperar mis hermosos brazos.

Por eso decidí ir a otro lugar, un lugar donde las marcas sean en piel de otra persona, en ella se verían perfectos.

- Aléjate!!! - me dijo aterrada. Había estado conmigo en todos los momentos incluso después de casados, y ahora, cuando sostengo un cuchillo entre mis manos, me pides que me aleje de ti? Por eso huíste hacia la azotea? Ella pidió súplicas, rogó por su vida, pero me hizo sentir mejor su último suspiro con sus últimas palabras antes de caer - Al final, no has cambiado nada.

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Puede que no te das cuenta, pero seguro le estás haciendo daño a alguien, detente, reflexiona, tienes una vida y un futuro por delante.