03

Temo no verte en el colegio al día siguiente, pero te encuentro y me alegras el día por completo. Si antes era un cachorro, rodeado de gatos pretendiendo ser perros, ahora soy un hombre de nuevo, alejándome de todos ellos, logrando pasar entre la gente solo para llegar a tu lado y ladear la cabeza al llegar antes que tus amigas.

—Hola —digo de repente y te noto mirándome. Tienes los ojos hinchados. Mierda—. ¿Estuviste llorando toda la noche? —pregunto en tono bajo y tú das vuelta la cara, como si no soportaras que mencione la realidad como si no tuviera la certeza de lo que pregunté.

Ya es suficiente cómo todos te miran, no creo que necesites más de eso. Y por esa razón no puedo evitar tomarte de la mano y salir corriendo hacia el gimnasio mientras tú te quejas con notoria molestia, pero corres tras de mí. Entonces confía en que mi plan es mejor que dejar que los rumores te vuelvan a consumir.

Sé que detestas que la gente te tenga lástima. Las personas de corazón noble como tú, odian esa clase de atención piadosa, creen que otros se lo merecen más.

Tienes suerte de que yo soy el único que te está viendo, aquí encerrado en el almacén, sin ningún murmullo, sin ruidos que nos puedan interrumpir. Solo somos tú y yo.

Y supongo que entiendes con solo una mirada mía que puedes recostarte sobre una de las colchonetas, respirar hondo, y hablarme mientras mantengo la distancia, estando contra la puerta, protegiendo que nadie quiera entrar, que no arruine nuestro ambiente.

Pero tus palabras... no salen como yo lo espero, Soo Ae. Eh, más bien hacen que ladee la cabeza mientras intento escucharte, notándote llorosa y hablando con la voz partida, viendo cómo intentas explicarme lo que pasa con gesticulaciones que también son raras. Espero que no estés esperando que te conteste a nada de lo que acabas de decir, porque parece que te pudiste desahogar perfectamente, pero yo no entendí una sola palabra.

Mierda, ¿en serio me vas a mirar así? ¿Esperas que en serio te conteste?

—¿Qué piensas de eso? —preguntas y finalmente te escucho. Tiene que ser broma...

—Tienes razón —respondo con una falsa seguridad.

Dios, Soo Ae, espero que no hayas estado desprestigiándote en tu monólogo desastroso, porque de lo contrario no seré mucho mejor que ese estúpido que se desapareció.

—Lo sabía...

No, ¿por qué vuelves a llorar? Dios, vida mía, no me hagas esto.

Me alejo de la puerta solo para arrodillarme en frente tuyo y noto cómo intentas contener las lágrimas. ¿Te da vergüenza llorar delante de mí? ¿Te compadeces de mis estúpidos sentimientos justo ahora?

A mí me da todo lo mismo, solo no quiero que sigas sufriendo y por eso mismo tomo tus manos entre las mías, evitando que sigas rozándote con tanta insistencia —porque luego te quedará roja la piel—.

—No te escuché nada en realidad, no te entendí —confieso, dejando mi orgullo de lado, recibiendo tu ligero mohín.

—Supuse que en serio estabas de acuerdo.

—¿Qué dijiste?

—Lo insulté —dices avergonzada y me sacas una risa. ¿En serio? Te adoro, ahora me estás sacando una buena carcajada—. ¡Yo debería ser quien se ría!

—Lo siento, no tengo chistes ahora. Pero es buenísimo, ¿tanto odio de la nada?

Me miras con una ceja arqueada y lo siento, no puedo parar de reírme. No es de ti, espero comprendas que estoy tan feliz de tenerte conmigo que simplemente lo libero de esta manera, riéndome como si fuera un completo descorazonado que adora verte sufrir. Pero si me conoces, sabrás que eso nunca podría ser así. Que nada me parte más el alma que verte mal por un imbécil.

—¿Qué te enamoró de él? —te pregunto, pero veo cómo bajas la mirada. Oh, tú eres quien me tiene lástima.

Claro, supongo que ya lo había notado antes.

Pero este no es mi momento, es el tuyo. Y solo por eso te doy un apretón en las manos y luego las suelto, mirándote desde esta distancia, quedándome sentado en frente de ti, ansiando oírte.

Porque si sé qué te enamoró de él, estoy seguro de que yo también voy a poder hacer eso. No importa qué tan copycat pueda verme, te juro que puedo actuar así. No soy para nada malo actuando.

Veo tus labios temblar un momento y no puedo evitar ladear la cabeza. ¿Será su sentido del humor? El inexistente sentido del humor, según yo. ¿O la forma que tenía de sonreír? Como un soberbio y no alguien que te ama. ¿Tal vez se trate de su gusto musical? Debe ser bastante basura, ¿cuánto te apuesto a que no escucha idols? Pero todo eso puedo tenerlo yo también.

Puedo ser todo lo que quieras. Si me dices que te interesa su físico, puedo irme a una peluquería, pedir que me tiñan de negro, ir al gimnasio dos horas por día, usar lentes de contacto hasta en el trabajo, sin importar qué tan cansado esté.

Solo no puedo cumplir con su personalidad, porque en esta se encuentra ese deseo interior de alejarse de ti y yo no lo tengo.

Es todo lo contrario.

Pero tu respuesta genuinamente me sorprende.

—Me enamoró que me ayudó cuando Minwoo me dejó y mi hermana me traicionó. También que puso mi vida antes que la suya en ese colectivo. Y cuando decidió esperarme, aceptando mi lejanía, porque podría ser un peligro para él. Eso me enamoró: lo presente que estuvo para mí. Irónico, ¿no?

Mis ánimos caen al pique, aunque finja una expresión simpática.

Mierda, ¿tan tarde llegué? ¿Entenderías que estuve muy ocupado para estar ahí? Me encargué de mi padre ebrio, de mis trabajos... No es que no quise, no pude. No puedes ponérmelo a él como competencia si nombras actos en los que jamás podría haberme involucrado por mi falta de tiempo, por tener que estar a las corridas.

Quise ser lo más presente posible, Soo Ae. Lo siento, lamento que eso te pudiera enamorar. Intenté estar siempre, pero ¿sabes lo perturbador que fue ver que él llegaba en el momento indicado, que él justo se encontraba allí siempre?

Me parte el corazón lo que me dices, cómo pones la vara en un extremo que no puedo alcanzar ni escalando cajas.

¿Sabrás que no estuve porque no pude? Porque... tenía cosas de las que encargarme.

—Lo siento —murmuro e intento verme bien, estable para ti. No necesitamos desmoronarnos los dos—. Yo seré presente. Como tu amigo. Mi casa sigue siendo tu hogar, ¿sabes?

Me alegra notar que no sientes el dolor en mis palabras, que por fin estás siendo un poco más egoísta. Odio destruirme delante de ti. Prefiero cubrir mi dolor. No hace falta que me consueles. Tu presencia es suficiente. El que estés, para mí lo vale.

Lo vale más que todo cuando te veo yendo a tu clase y aclarándome que luego me irás a buscar, que te espere. Y yo siempre te espero, no importa si me lo pides o no. Incluso si salgo de clases más temprano que tú y recibo llamadas del imbécil de Marang, acortando mi tiempo para aceptar su propuesta.

Claro que quiero ser famoso, explotar mi potencial, pero eso conllevaría no tenerte a mi lado y no pienso abandonarte.

Temo que, si te abandono, no me extrañes.

Miro un momento mi reloj, aún esperándote. Tengo que llegar al trabajo en quince minutos, pero si voy corriendo creo que puedo alcanzarlo rápido y llegar solo con dos o tres minutos de demora.

—Dohwa, ¿vamos?

Tu voz me sorprende y genera que eleve la cabeza.

—¿A dónde?

—A tu trabajo... ¿Estará tu jefe?

—Sí, ¿me denunciarás por algo en especial?

—Quiero empezar a trabajar también.

—No tienes que hacer eso por mí...

—Quiero ganar experiencia laboral y distraerme.

Bien, acabas de humillarme delante de otros alumnos que nos escuchaban, gracias.

Suspiro ante tu sonrisa y lo inocente que te ves tras decir eso. ¿Sabes siquiera lo que es ser un trabajador sobreexplotado? No, ¿sabes qué? Paso de preguntarte. No voy a convencerte de lo contrario y menos si puedo mantener un rato más a mi lado. Y no te lo voy a decir, pero espero que tus padres te hayan dado permiso y que puedas estudiar en el medio.

Llegado a este punto, a mí me está costando seguir con los estudios... No por dificultad para aprender, sino para concentrarme.

—Perdón por lo de antes —dices de repente y me sorprende mientras estamos caminando hacia el trabajo. Te miro, aún sin detenerme—, por decirte lo que me enamoró de Eunhyuk.

—¿En serio pides perdón por eso? No importa.

—Pensé haberte visto... dolido. Lo siento, no sé cómo hablarte de él sin lastimarte a ti también.

Supongo que sigo siendo visible a tus ojos, aunque intente ocultarme, ¿cierto?

Dios, me vas a destruir si sigues siendo tan buena conmigo. Dudo que me lo merezca. Y más cuando he deseado durante tantos días que ese bastardo se fuera...

Pero mierda, no es divertido esto. No me gusta tu expresión aún triste, tu forma de bajar la mirada o cómo miras hacia otro lado cuando ves algo que te llega a recordar a él.

Eres tan especial y te rebajas por alguien que... no sé cuánto lo vale. Supongo que tú conocerás mejor, pero tiene sentido que yo esté tan molesto con él, porque ¿quién desaparece como completo cobarde teniéndolo todo? Yo por lo menos estaba despojado de ti, no hubiera importado que desapareciera de aquí.

Qué molestia ser tan egoísta.

Ojalá pudiera contactarlo para ti.

Veo cómo tú actúas con mucha madurez en frente de mi jefe y te vendes de una manera increíble. Soo Ae, ni siquiera hace falta que te esfuerces tanto, no muchos estudiantes tienen ganas de trabajar en un minimarket y creo que si solo actúas de esa manera te ganas la sobreexplotación de tu vida.

—Bienvenida al infierno —digo cuando te veo con la ropa del minimarket en brazos, pareciendo genuinamente sorprendida de lo fácil que fue.

"Lo que fácil se obtiene, fácil se va" pero prefiero no decirte eso, sería desmotivador y más en tu situación actual. Así que hago mi sonrisa más simpática posible y paso mi brazo por tu hombro.

—Pero yo te guiaré.

—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?

—Un mes.

Te escucho suspirar y me doy cuenta que yo tampoco confío mucho en mis dotes de vendedor, pero ¿ya qué? Somos dos caras lindas, claro que van a venir a comprar varios clientes... aunque la mayoría sean nuestros compañeros y los de mi junta, algo que dudo te sea tan agradable.

Eso no lo puedo controlar, ¿sabes? Pero no tienes que fingir delante de mí, como si nada de lo que otros digan te afectara. Yo no voy a permitir que te falten el respeto. Por eso mismo siempre que te miran con duda y lo llegan a nombrar, yo hago una escena como si fuera un celoso y rogante de atención. Y aunque es patético, completamente humillante cuando todos abren los ojos y me preguntan qué me pasa, tu sonrisa es lo único que me satisface. Incluso si te ríes de mí, me alegra saber que sigo haciendo efecto en ti y tú en mí.

No hay nada que me anestesie más de la realidad que tu sonrisa.

Si me miras así, mi mundo cae a pedazos y se mueve en tus manos, pidiendo ser reconstruido. Y no importa cuánto te tome, puedo esperar. Siempre puedo esperar por ti.

—Lo hiciste genial, aunque te falta para llegar a mi altura —digo con soberbia cuando ya estoy cerrando el negocio, pero tu silencio me llama la atención—. ¿Soo Ae?

Miras un segundo tu celular y a mí se me paraliza el corazón.

Hemos recobrado nuestra amistad, estoy intentando hacerla sentir bien... No me jodas con que de repente Eunhyuk está aquí de nuevo.

Pero te veo más decepcionada que otra cosa y puedo notar cómo te ¿sacas una foto? Es raro, pero puedo jurar que veo cómo haces eso. ¿Es algo cotidiano que hacen los chicos con bienestar económico para presumir que acaban de sufrir su primer golpe con la realidad?

Me sumo rápido a tu fotografía, tomándote por los hombros y sacando la lengua. quizás pusiste el filtro de perrito. Pero cuando veo la pantalla, no me parece una cámara.

¿Por qué aparecen corazones en ella? Incluso si solo puedo verlo unos segundos antes de que ella se aleje de mí, juro haber visto una especie de contador de corazones y a ella la aparecían más de un billón y a mí dos de cero. ¡¿Qué clase de aplicación trucha tiene?! No me gustaría competir contra un billón de personas.

—¿Viste eso? —pregunta con un tono tembloroso y yo me peino el cabello hacia atrás.

—Desintala esas aplicaciones truchas —murmuro y recuerdo que a mí me salieron 2/0 corazones. Cosa rara que usan las mujeres.

Escucho cómo ella se ríe con ligereza y asiente.

No tengo que darle mucha importancia a esa cosa, ¿no?

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