chapter three | the talk


— OCTUBRE 2024 | tercera semana.

Olivia fue salpicada con champaña tras la carrera, ya que los tres pilotos ganadores —Carlos, Lando y Charles— celebraban animadamente. Con un toque de humor, el líquido terminó alcanzándola, y ella se lo tomó con una sonrisa.

Carlos, divertido, vertía alcohol en la boca de la mujer, salpicando también su cara y cuerpo, dejándola completamente empapada. Ella juró que se vengaría de él cuando tuviera la oportunidad.

Sin embargo, le molestó que Charles aprovechara la situación para acercarse, así que apenas le puso el champán en la boca, ella se lo escupió de vuelta. Nadie, salvo él, se dio cuenta, ya que el exceso de líquido volando por todas partes cubrió el incidente.

Ella simplemente no podía entender cómo podía ser tan descarado. Se le acercaba como si nada hubiera pasado. Para Olivia, ya resultaba difícil verlo, pero tenerlo tan cerca era algo mucho peor.

Durante toda la celebración, fue difícil desprenderse del monegasco. Sus intentos de acercarse, por mínimos que fueran, resultaban incómodos y molestos, especialmente porque ella deseaba mantenerlo lo más alejado posible. Sin embargo, era complicado lograrlo, ya que él la buscaba insistentemente en cada lugar al que iba.

— ¡Olivia! — Le dice mientras la observa alejarse. Ella intenta ignorarlo, pero él sigue siendo terriblemente insistente. — ¿Podemos hablar?

No entendía de qué quería hablar cuando todo estaba más que claro. Probablemente la había engañado miles de veces siempre que ella no estaba. ¿Qué podía hacer o decir que cambiara lo que ya había ocurrido?

Olivia se dio la vuelta con furia, enfrentándolo cara a cara después de tanto tiempo. Había llegado a extrañar ese rostro que solía ver a diario, pero ahora esos ojos de perrito atropellado solo le provocaban odio.

— ¿Qué carajo quieres, Charles? — Ella le pregunta mientras se cruza de brazos.

Lo que más le dolía de su comentario era, probablemente, la frialdad con la que lo dijo; era evidente el desprecio en su mirada. Resultaba increíble cómo podía ver eso en alguien que, en el pasado, lo había mirado con los ojos más enamorados. Ahora, el desdén era lo único obvio.

— Hablemos, ¿si?

No estaba segura de si quería terminar con todo de una vez o si, en el fondo, necesitaba una explicación que justificara sus acciones. Tal vez por eso accedió a hablar con él. Y ahora estaban allí, solos, en una situación en la que Olivia jamás pensó que volvería a encontrarse con el piloto, con la ansiedad y el nerviosismo a flor de piel.

Al principio, ninguno de los dos dijo una palabra. Ella miraba al suelo, esperando que él encontrara la valentía que a ella le faltaba para finalmente romper el silencio.

Él la observaba como siempre lo hacía. Ella era simplemente hermosa. No intentaba ser diferente ni destacar; su belleza emanaba de su simplicidad. ¿Era esa la razón por la que le había gustado? No, no era el tipo de mujer que normalmente atraía a Charles. En realidad, ella representaba algo nuevo para él, y tal vez fue precisamente esa novedad lo que le agradó.

— Te extrañé. Te extraño. La casa se siente vacía sin ti. — Le dice y se acerca un paso más, de modo que su nariz roza su frente.

La escena era peculiar: Olivia estaba apoyada sobre una superficie, casi sentada, mientras Charles se encontraba cerca de ella. La diferencia de altura era evidente. El monegasco se acercó a sus muslos, apoyando las manos sobre sus rodillas en un intento de acercarse un poco más a ella.

A ella se le acelera la respiración, como si fuera la primera vez, como si todavía fuera esa chica que sentía la adrenalina de enamorarse de un piloto de Fórmula Uno. Siente cómo los labios de Charles buscan los suyos, y, instintivamente, gira el rostro para evitar que se encuentren, lo que hace que él termine besando su mejilla.

Chérie, soy yo, por favor... — Él insiste, esparciendo besos por su piel, ahora descendiendo hacia su cuello y dejando muestras de cariño en esa área.

Olivia lucha por ser fuerte y, a pesar de que realmente lo detesta, no puede evitar sentir debilidad por él. Lo extraña y, en el fondo, lo desea. No ha logrado apartarlo porque, en el fondo, aún lo ama y anhela que todo vuelva a ser como antes.

Se derrite ante el tacto de su mano que abraza su cintura, sintiendo sus besos húmedos en el cuello. Sin embargo, a pesar de lo mucho que adora esa sensación, hace un esfuerzo por alejarlo suavemente, recordándole que no estaban allí para revivir lo que una vez fueron, sino para hablar.

— Fue un error. —  Admite finalmente, provocando que Olivia levante una ceja con curiosidad.

Olivia se cruzó de brazos, incapaz de creer que realmente estaba diciendo eso. Su declaración sonaba como si hubiera sido extraída de una mala comedia.

— ¿Un error? Charles, ponerle azúcar en lugar de sal a la comida es un error, no tirarte a la mitad de Mónaco cuando yo no estoy.

Charles se muerde el labio con frustración. Lo peor de sus palabras era que tenía razón. Ni siquiera sabía por qué lo había hecho en primer lugar. ¿Qué estaba buscando? ¿Adrenalina, pasión, alguna sensación desconocida? ¿Era porque no logró encontrar nada de eso que había venido a buscar el perdón de Olivia, o realmente la quería?

— ¿Sabes cuál es la peor parte? Que adelanté mi vuelo para verte en tu cumpleaños, y por eso me enteré. De lo contrario, seguiría siendo la imbecil cornuda. Incluso pienso que fue un error haberte querido tanto, que mi vida haya girado en torno a ti.

Auch.

Si lo anterior ya había sido doloroso, lo que vino ahora se sentía como un slasher: apuñalada tras apuñalada, sin piedad. Sabía que lo merecía; era consciente de ello. Sin embargo, en su alma competitiva, no podía permitirse perder una batalla sin luchar.

Segundos después, cuando Olivia pensó que nadie podía ser tan ridículo, Charles se arrodilló frente al cuerpo de la chica, levantó la cabeza para besar sus rodillas y fijó su mirada intensa en sus ojos.

Los ojos hipnóticos del hombre distrajeron a Olivia por un momento. Era extraño, porque si no fuera por la torpe estrategia que él usaba para intentar que ella lo perdonara, aquella escena podría haber sido incluso erótica.

— Charles, párate, por Dios, esto es un ridículo. — Le dice ella, aunque por alguna razón no puede apartar la mirada de él.

El piloto sonríe y se acerca con descaro para besar la cara interna de sus rodillas. Finge no notar cómo ella se estremece bajo su toque, tan simple en comparación con todas las veces que se habían tocado antes.

— Lo siento demasiado, chérie. — Él levanta la mirada para observarla con cariño y, mientras lo hace, sus labios continúan besando su piel sensible. — Sabes que tú eres la única, mon amour; ninguna de ellas significa nada para mí.

Olivia cierra los ojos, sintiendo una mezcla de frustración y deseo. Odiaba cómo él la hacía sentir; tenerlo cerca era como un pecado. Su tacto, su voz, sus besos, incluso la forma en que se acercaba a ella, todo resultaba tan placentero que la idea de aceptar sus disculpas se volvía tentadora. Sin embargo, ella sabía que debía ser más fuerte que eso.

Sin embargo, cuando su mano amenazó con acercarse aún más, ella decidió que ya había tenido suficiente de sus intentos de convencerla por el lado sexual. Se apartó, empujándolo con sus rodillas, y lo miró de nuevo con esa expresión de desdén que parecía distante y perdida.

— Charles, ¿de verdad crees que estas son unas disculpas? ¿Piensas que estoy tan desesperada como para perdonarte solo por unos besos?

El hombre finalmente se puso de pie, elevándose considerablemente por encima de la chica. Antes, esta diferencia de altura le gustaba, pero ahora solo la intimidaba. Se inclinó hacia ella, manteniendo una distancia prudente para no arriesgarse a ser rechazado de nuevo.

— ¿Por qué no podrías perdonarme? Me amas.

Olivia se sintió ofendida por la afirmación, pero, lamentablemente, era completamente cierta. Amaba a Charles; todavía lo amaba. Se odiaba a sí misma por no poder dejar de quererlo; era como una droga para ella.

— Si, Charles, te amé. Tiempo pasado.

Él sonríe y ella maldice en su interior. Nunca imaginó que una sonrisa pudiera ser tan hermosa hasta que lo conoció.

— Pero, chéri, ¿por qué no podrías amarme de nuevo?

La mujer quería decirle que podía, porque su amor no había desaparecido; seguía vivo y fuerte en su pecho. Sin embargo, simplemente negó con la cabeza, mientras las lágrimas que habían estado cayendo durante las últimas tres semanas volvían a amenazar con brotar.

— ¿Cómo puedo hacerlo si ni siquiera puedo confiar en ti? Es como si tú y el Charles Leclerc que conocí fueran dos personas distintas. — Le dice, a punto de llorar frente a él, un acontecimiento que había estado tratando de evitar. — El hombre del que me enamoré nunca me habría engañado, ni habría venido a rogarme perdón, porque en primer lugar, no habría hecho nada malo. ¿Qué te sucedió, Charlie? ¿Fueron los vicios, el sexo, la fama, o qué fue lo que te llevó a alejarte tanto de quien eras y de mí?

Él jamás imaginó que las palabras más dolorosas que había escuchado no fueran insultos directos, pero ahí estaban. Lo que ella dijo le dolió tanto que no pudo evitar que las lágrimas empaparan sus mejillas, comenzando a llorar lentamente, tal como ella lo había hecho.

— Tal vez fue la soledad. — Confesó, hablando con total sinceridad. — Viajas mucho por tu trabajo, al igual que yo, y a menudo me sentía solo.

Olivia se sintió sorprendida por su confesión. Escucharla solo incrementó su inquietud. No podía contar cuántas oportunidades tuvo para engañarlo durante sus viajes, pero las había rechazado porque lo quería demasiado y no podía traicionar a alguien como él. Todo esto, para ser recompensada de esa manera, con tan poca fidelidad.

— Entonces, está claro que el problema soy yo, Charles. — Dijo ella finalmente, decidida a irse y dejarlo solo, tras una conversación que no había conducido a nada y que solo había terminado con ambos llorando como adolescentes. — Amé a alguien que no fue capaz de esperar una semana por mí, cuando yo te habría esperado toda la vida.

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