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Comenzando con la trigésima cuarta batalla de Olivia contra Atsumu, el premio, la fruta más dulce del árbol, el sol de verano deseado por todos: Hinata Shoyo.

O al menos algo así sonaba en la mente de este par de imbéciles cuando estaba Shoyo cerca de los dos, Pero, este no era el caso ahora. Ambos estaban sobre el suelo acostados boca arriba en silencio, mientras realizaban los estiramientos post entrenamiento del día, Olivia asistía a Atsumu en estos ya que debido a su gran elasticidad, sus músculos no se estiraban correctamente con los ejercicios convencionales.

—Vamos a estirar los cuádriceps. —Dice la mujer levantándose el suelo y colocando un tapete en el suelo. —Te enseñaré el movimiento, pon atención. —Habia tenido que tomar un curso de Yoga por culpa de la gran capacidad de los músculos del rubio al estirarse. Era uno de esos momentos en los cuales estaban tan concentrados en su trabajo que dejaban su competencia infantil de lado, solo un Fisioterapeuta con su paciente de manera profesional en pro de ayudar al atleta. Olivia se coloca de rodillas sobre el tapete, su tronco se inclina hacia atrás y sus manos toman sus tobillos, son curvar su cuerpo y manteniéndolo recto. —Hay que apretar bien fuerte el abdomen y los glúteos, tienes que sentir el ardor en tus cuádriceps. Estaré cuidándote desde atrás. —Se levantó del tapete e invito al teñido a este imitó el movimiento y la extranjera solo corregía la posición detrás de el con cuidado para apoyarle en caso de que ocurriera algun accidente. Al verlo mantener la posición con algo de dificultad contó en su mente, puso las manos sobre sus hombros. —Listo, detente.

El aire salió de los pulmones de Atsumu de golpe, su cara se encontraba roja de tanto aguantar la respiración para mantenerse fuerte.  Olivia mira su cara y ahoga una risa en su garganta, este comienza a ponerse rojo de la vergüenza y ya no por el cansancio.

—Que poco profesional de tu parte, burlarte de un atleta de alto rendimiento.

—Ni que tú me pagarás. —Dice ella mientras toma su mano y comienza a estirar sus dedos manos para relajarlos. —Pronto cumplirá algo Shoyo, ¿Deberíamos hacer una de esas fiestas de parar en estaciones a los bares? —Pregunta con tranquilidad  aún tocando a Atsumu. Este mira sus manos manipular las suyas pensando en lo que acaba de decir. El sol del atardecer golpea el rostro de ambos haciendo que cierren los ojos y busquen refugio en un lugar con sombra. Huyendo como un par de cucarachas. Los dos se miran después de esto y comparten risas discretas.

—Bueno, embriagarlo no suena tan mal. —El gemelos pone una mano en su barbilla pensando en esto. —¿Ya te vas a casa? —Pregunta, Olivia asiente. —Ire a cambiarme, vámonos juntos, a ver qué podemos hacer para su cumpleaños. Creo que mi hermano aún no cierra, ¿Que tal si vamos a comer para pensar mejor?

—Ire a por mis cosas entonces. —Ambos correr a prepararse para irse juntos a casa. Al menos admitía que Atsumu tenía un lado caballeroso pese a tener el mismo interés amoroso, no era grosero con ella, solo era fastidioso en un modo amistoso. Entendía completamente el hecho de competir tan a la ofensiva por Shoyo, sabía que en Japón, eran más... Cerrados de mente en relaciones de hombre a hombre, Pero también lo había visto ligar y coquetear con chicas y era confuso.

Ambos adultos caminaron a casa mientras el sol caía y el calor del verano aproximándose se desvanecía.

—Necesito preguntarle al nutriólogo si pueden comer pastel todo el equipo. Y alcohol, no olvidemos lo importante. —Parlotea Olivia rumbó al restaurante Onigiris Miya. — ¿Ya le dijiste a tu hermano que vamos para allá?

—Sip, le he dicho, dice que nos espera. —Atsumu cargaba el equipo médico de Olivia mirando al frente. —¿Que mierda llevas aquí?,¿Piedras? —se queja del peso del maletín, este lo abre y saca una piedra. —SI LLEVAS PIEDRAS, ¿Que diablos, mujer?

Su rostro se entinta de un rojo y niega muchas veces con la cabeza.

—Es un trilobita, un fósil. — Atsumu asiente pensando. Y luego vuelvo a reclamar.

—¿¡Y por qué llevas un fósil al trabajo!? —Olivia aprieta los puños.

—¡Por qué son geniales!

—Rarita. —lo vuelve a guardar mientras Olivia habla de dinosaurios y fósiles y tantas piedras y tipos de minerales que pasen por su mente. Atsumu se disocia todo el camino.

—Ah, es tu hermano. —Y lo saluda con fervor al otro lado de la cuadra mientras devuelve el saludo. Para Atsumu, era la primera vez que Olivia se comportaba de una manera tan infantil, Pero aún la tenía encasillada en este concepto profesional médico, y no como una persona común y normal. —Y si me presentas a tu hermano. —El rubio frunce el ceño.

—Seria una buena idea, así me dejas paso libre con Shoyo, pero, no te quiero de cuñada. —Y saludo a su hermano también y cruzan la calle. Entraron al restaurante a cenar hablando de alimentación, dietas, suplementos, ejercicios.

Antes de que ingresará Shoyo a los Jackals sus pláticas eras prácticamente así, en mejorar su rendimiento. Olivia había ingresado ahí como ayudante, pero le ofrecieron un puesto oficial como Terapeuta deportiva. Obligándola a tomar certificaciones deportivas para el equipo, algo que le apasiono en muy poco tiempo, trataba de hacer su trabajo lo más impecable posible, claramente los japoneses eran estrictos en esos puntos, pero quiza lo que mas le apasionaba era verlos a todos saltar tan alto, algo que no tenia en sus capacidades. Al menos del equipo actual, le gustaban muchos los remates cruzados de Bokuto, aunque el decía que son los más fáciles de bloquear la anatomía de su hombro era muy especial, elástica, fuerte, y con mucho rango de movimiento para rotar. Siempre pensó que en ejercicios la natación era el ejercicio más completo, debido a que te opones contra la fuerza del agua. Pero ver a Shoyo saltar por primera vez tan alto, tan lejos del límite de la red del suelo, hizo que su corazón palpitara, al principio lo investigo como un ratón de laboratorio Pero al hablar con el tanto, y que conociera tantos idiomas incluyendo el que ella hablaba la hacían sentirse en casa. Cómo extranjero en una tierra extraña, escuchar a alguien hablar aunque sea una lengua romance le hacia más ligera la carga. Hinata le hacía recordar cuando tomaba siestas y el  el calor del verano la hacía despertarse, solo para descubrir que pronto se ocultaria el sol dándote una vista maravillosa desde la ventana. Era la sensación de confusión después de despertar de una siesta y no saber que día era... Era pura nostalgia.

—Te quedaste mucho tiempo embobada. —Dice Atsumu metiendo un trozo de sushi a su boca con una mirada pícara. Lentamente sus sentidos comenzaron a calentarse, se trago el Maki lleno de wasabi y levantó su pulgar en señal de aprobación. Este chasqueo la lengua molestó, olvidaba que aguantaba el picante. —¿Tienes más piedras en tu maletín?— Pregunta el rubio, esperando burlarse de ella.

—Si, tengo una obsidiana—Saca uno de los bolsillos laterales una piedra color negro, brillante y lisa.

—¿Cómo la de Minecraft? —pregunta él. Osamu interrumpe.

—Qué ñoño te escuchas 'Tsumu.

—¡Ella es la loca de las piedras! —Le grita a su gemelo. —Tiene un maldito fósil en la mochila. —Dice vaciando el maletín mostrándole las cosas a su hermano.

—Es como un cuervo. —Dice Osamu mirando todos los minerales. —Los cuervos suelen recolectar cosas.

Cuervos...

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