𔘓 12; even the night are better . . .
CAPÍTULO 12:
incluso las noches son mejores
Los últimos tres meses habían sido una montaña de emociones.
Finalmente Mike había aceptado a Nathan parte de su grupo, su relación con Will se había vuelto más estrecha convirtiéndose en grandes amigos, pasaban horas jugando calabozos y dragones o en el arcade, por eso había sido dificil para él cuando le dió la noticia de que se mudaría a otro estado.
Las cosas con Max iban bien, solía ir a su casa para intentar distraerla de todo, por lo general intentaba darle pequeños detalles a pesar de lo difícil que era conseguirlos pues su padre no le daba suficiente dinero para gastar y lo poco que tenía lo invertía en Max, porque ella se lo merecía.
Pero lo que más le gustaba a Max eran los poemas que le escribía y el tiempo que le dedicaba, no necesitaba cosas materiales para ser feliz con Nathan porque con solo verlo lograba sentirse en casa.
─ Por favor, déjame enseñarte a andar en patineta─ la pelirroja insistió.
─ Ya te dije que no, hay infinitas posibilidades de que muera mientras intento subirme a esa cosa─ contradijo.
─ No vas a morir, yo me encargo de eso─ Max dijo a lo que Nathan alzó una ceja.
─ Mejor me quedo sentado y veo como te ves linda mientras patinas─ dijo poniendo sus manos en su cintura.
Aquel acto hizo sonreír torpemente a Max quien sintió un escalofrío recorrer su cuerpo que erizó su bello. Nathan sonrió con arrogancia al notar el efecto que lograba causar en ella.
─ Ya basta─ murmuró sonrojada
─ Solo digo la verdad─ depositó un beso tierno sobre la punta de su nariz─ Hay que entrar, está comenzando a chispear.
Entrelazó sus manos y entraron a la pequeña casa Fleming. Nathan fue a buscar una sudadera para dársela a Max quien vestía con unos shorts de mezclilla y una blusa pegada sin mangas, no tenía que decirlo para que él supiera que Mayfield tenía frío.
─ Gracias─ Max dijo colocándose la prenda.
De inmediato el dulce aroma de Nathan entró por sus fosas nasales haciéndola sonreír. Le gustaba sentir a Nathan de esa manera.
Pronto el sonido de la lluvia golpeando los cristales se hizo presente, al igual que el aroma a chocolate caliente. Nathan salía de la cocina para prender la radio y después sentarse junto a Max quien se acurrucó a su lado tras dejar las dos tazas en la pequeña mesa de madera.
No necesitaban más cosas para sentirse en paz, estar abrazados en el sillón mientras Nathan repartía caricias en sus brazos o cabeza era lo suficiente para que Max lograra sentir tranquilidad y olvidar todo lo malo que estaba pasando en su vida.
A través de la radio comenzó una dulce melodía que Nathan reconocía, era Even the night are better. Comenzó a tararearla mientras hacía leves movimientos con la cabeza.
En su mente surgió una idea que sabía que Max no iba a poder negarse. Se puso de pie desconcertando a la pelirroja quien lo observó con el entrecejo arrugado.
─ Bella dama, permítame está pieza de baile─ dijo extendiendo su mano hacia ella.
Ella aceptó gustosa con una amplia sonrisa, algo que le gustaba de Nathan es que siempre tenía ideas románticas y divertidas para jamás aburrirse.
El chico movió la pequeña mesa para tener un poco más de espacio en la sala. Max vio acercarse a ella con una sonrisa para posar sus manos en su cintura mientras ella pasaba sus brazos por el cuello de Fleming.
Se movían de un lado a otro intentando seguir el ritmo de la música.
Ella descansó su mejilla sobre su pecho mientras el de ojos verdes se recargaba sobre su cabeza antes de envolver sus brazos alrededor de su cintura pegando más a él.
─ I never dreamed there'd be someone to hold me, until you told me and now that I've found you─ Cantó dándole una vuelta a Max mientras ella reía.─ Even the nights are better. Now that we're here together. Even the nights are better. Since I found you, oh...
El corazón de Max palpitaba tan fuerte que Nathan podía sentir sus latidos a través de su pecho.
En un principio había aceptado sus sentimientos hacia Max con la esperanza de que algún momento desaparecieran. Pero al hacerlo solo le hizo caer en cuenta de lo mucho que Max Mayfield le gustaba.
Y si era sincero, no se arrepentía de su decisión.
Se alegraba de haber conocido a Max, de haberse acercado esa vez solo porque le pareció bonito su cabello, de hablarle otra vez, de haberla seguido en la alberca. No cambiaría nada de su relación desde el día en que se conocieron.
Porque antes de ella solo había soledad. Y gracias a ella supo que había una vida más allá de la escuela.
─ Te quiero, Max, y soy afortunado de ser quien está a tu lado─ dijo mirándola a los ojos.
─ Yo te quiero más, Nate.
─ No creo, porque yo te amo tanto como tantas estrellas hay en el universo y cada día se crean miles y miles de estrellas más─ Nathan sonrió
─ Eres un nerd─ Max soltó una risa.
─ Y así te gusto─ guiñó un ojo antes de juntar sus labios en un dulce beso.
Quizá eran muy jóvenes para saber lo que en verdad era el amor, pero eran almas puras que solo disfrutaban del momento sin saber que después vendría un caos que terminaría con todo lo bueno que conocían.
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