Capítulo VI

Happy Little Trees era un lindo preescolar con demasiada vainilla. En el plantel sólo dominaban los colores pasteles y bellos dibujos de caricaturas decoraban las coloridas paredes y hacían llamar la atención de los pequeños niños.

Como era de costumbre en el primer día de clases, los padres de los pequeños niños despedían a sus hijos en sus respectivos salones de clase. Ya sea dejándolos llorando o enojados, los maestros pacientemente lograban que los niños terminaran por reírse y sonriendo, en especial una tierna parejita de profesores que amaban con locura su profesión.

Samantha no lloró y no se enojó. En cambio... Su pequeña se había mostrado sumamente emocionada al conocer quién sería su profesora, una linda omega risueña que rápidamente había captado la total atención de la menor. Kumiko Takumi, así se llamaba aquella encantadora profesora.

Despedirse fue difícil para ambos, pero en especial para el omega quien no contuvo sus lágrimas al regresar a su hogar al ver a su pequeña crecer tan rápido... Su memoria no tardó mucho en hacerle recordar la primera vez que tuvo entre sus brazos a Sam, tan pequeña y frágil, pero tan etérea a la vez.

Felizmente, había cumplido su promesa y había estado junto a su hija en un día sumamente importante para ella, para ambos.

Regresando a la actualidad, Daniel corría despavorido en su habitación de aquí y allá arreglándose lo más rápido posible, pues nuevamente era tarde. Y justo el día menos indicado para estarlo... Su alarma no sonó y apenas le dio tiempo de ducharse, cambiarse, ponerse algo presentable y preparar el desayuno de su amada hija.

En esta ocasión se fue por prepararle algo más sencillo y menos laborioso. Le preparó pequeños hot cakes con crema de avellanas encima, fruta en sus características formas de dinosaurios pues así era cómo le gustaba a la menor y para beber le metió en su termo de conejito su amada leche con chocolate.

Tan pronto se despidió de su hija y cuñado salió disparado hacia la estación de autobuses. Y al llegar al enorme edificio no dudó en correr hasta la recepción de la empresa. La mayoría de empleados ya se encontraban en sus puestos y temió por supuesto por sí mismo unos momentos. Rápidamente negó y pensó positivo sonriendo de vuelta al ver la sonrisa amable de Jessica.

—Buenos días, Jessy — saluda recuperando el aliento después de haber corrido.

—El señor Lawrence aún no llega, estás de suerte— le dice Jessica al ver el rostro preocupado del omega.

—¿En serio? — Daniel suspira aliviado —Entonces corrí para nada— dijo y la beta rio.

—¿Recibiste la llamada para la compra del terreno que pidió el señor Lawrence? — preguntó Jessica.

—Sí— respondió —Aunque al principio no sabía si aceptar la compra... Era costoso, el terreno lo es.

—Es un terreno grande y está bien porque el señor Lawrence quiere comprar sólo y exclusivamente ese lugar.

—Oh... Perdona mi falta de conocimiento— el omega forma una mueca —No sabía sobre el terreno así que me puse a discutir con él Señor de la línea por 30 minutos...

—Tranquilo— la beta le calmó comprensiva —Me sorprende aún que le tengas paciencia al jefe, hasta ahora eres el asistente que más tiempo ha durado con él— contó Jessica.

—¿Por qué lo dices?

—Todos los asistentes del Señor Lawrence no duran ni tres días... La mayoría renuncia porque no soportan al jefe o el jefe los despide por ya sabes, "incompetentes"

—¿Es tan malo?

—Bueno... Sólo un poco— responde —Cuando lo conoces un poco más... Te das cuenta de que no es tan malo y grosero cómo parece. Si haces bien tu trabajo... no tendrás ningún problema con el señor Lawrence— aseguró.

—¿Y para qué quiere el terreno...?

—Bueno-

—Eso no te incumbe, omega chismoso— la beta y el omega dieron un salto del susto al escuchar la voz de Johnny.

—Buenos días, señor Lawrence— saludó Jessica tranquilamente, una vez se recompuso del susto.

—Buenos días— saludó de vuelta el alfa.

—Se...

Para cuando Daniel iba a saludar rápidamente se vio interrumpido por el alfa, quien sin importarle su respuesta le ordenó.

—Iré por unas cosas a mi oficina, ve a mi auto y espérame ahí— dijo —Prepárate amor, conocerás a tus lindos suegros.

Amor

Amor, amor y amor. El alfa no paraba de llamarle así, cosa que solo hacía molestar al omega y alegrar a su lobo.

Molesto y bufando Daniel simplemente asintió con un leve puchero.

—Nos vemos Jessica— se despidió amablemente —Tengo que conocer a los padres del señor Lawrence— dijo con una notable pesar en su voz.

Daniel nuevamente se despidió de la mujer y se dirigió de mala gana al auto del alfa. Dejando a la beta boquiabierta y mirándole completamente sorprendida.

...

Desde la ventanilla del auto, Daniel podía visualizar una enorme casa. Era de color blanco y tenía un gigantesco pero hermoso jardín delantero con bellos arbustos y flores, con una gran y elegante reja negra asegurando la entrada.

Si, se encontraba en la mansión de los Lawrence.

—Bien, toma mi mano— le ordena el alfa una vez ambos bajan del auto.

—¿Perdón? — Daniel pregunta mirándolo acusadoramente.

—Será más creíble si mis padres y familia nos ven tomados de la mano— dijo sin mirarle —Creo es lo que normalmente hacen las parejas...

—De acuerdo— el omega aceptó y con mucho trabajo, Daniel tomó la mano del alfa —Sí tus padres me hacen preguntas ¿Qué tengo que responder? ¿Qué les diré? No ensayamos nada...

—No debes preocuparte por eso. Sólo trátame cómo el amor de tu vida y ya.

—¿Cómo el amor de mi vida? — Daniel se echó a reír y Johnny frunció el ceño.

—Habló en serio, LaRusso.

—Esto me será más difícil de lo que pensé...— murmuró el omega —Pero está bien... Haré el intento.

—Bien. Antes de entrar, práctica.

—¿Ahora? ¿En la entrada de la casa de tus padres? — preguntó y el alfa asintió.

Daniel solo deseaba que los padres de su tonto jefe no salieran por la puerta y los atraparan.

—Sí, ahora. Trátame cómo el amor de tu vida.

—De acuerdo— le miró —Bien, agáchate— ordenó el omega ganándose una mala mirada por parte del alfa, pero Johnny hizo lo que Daniel le ordenó —Buen alfa ¿Quién es un alfa estúpido? Si, tú lo eres, tú lo eres— Daniel acarició los cabellos de Johnny, mientras le hablaba de forma aniñada.

—¿Qué... ¿Qué haces?

—Dijiste que te tratará cómo el amor de mi vida y mi hija lo es, sólo que a él lo llenó de halagos y besitos— dijo obvio.

—O sea que... ¿¡Me estás tratando cómo a un niño!?

—Sip— el omega sonrió inocente —¿Por qué siempre te atas tan mal la corbata? — dijo el omega y Johnny le miró confundido.

—Yo no me-

Y el alfa cerró la boca al notar que el omega se había acercado a él y había comenzado a anudar de forma correcta su corbata. Sólo por esta vez, no se quejó, pues la cercanía y el aroma del omega no le desagradaba en lo absoluto.

—¿Sabe? Incluso mi hija, que tan sólo tiene cinco años, ya sabe cómo hacerse el nudo de la corbata correctamente— comentó divertido.

—¿Qué hace una niña de cinco años atándose la corbata?

—Anoush siempre lo hacía frente a él cuando se iba a trabajar, así que un día le entró la curiosidad cómo cualquier niño y Anoush le enseñó a anudarse la corbata.

—¿Quién es Anou...-

—Bien, ya está listo— el omega le cortó —Pará ser un gran empresario, anudarse la corbata de forma correcta debería ser pan comido para usted— Daniel le miró a los ojos con una pequeña sonrisa adornando sus labios.

—No puedo ser tan perfecto— dijo el alfa, perdido en los ojos marrones del omega. Quien rio y rodó los ojos ante el comentario de Johnny y finalmente se separó de él.

—Bien— tomó la mano de Johnny —Qué el Show comience.

Daniel muerde sus labios con nerviosismo al seguir a Johnny hasta dentro de la enorme casa. Llegan a una sala gigante y elegante dónde una mujer de cabellos rubios sonríe enormemente al ver al alfa.

—¡Johnny! ¡Cariño, estás aquí! —dice la mujer acercándose hasta ellos.

—Mamá— dice el alfa besando tiernamente la mejilla de su madre, recibiendo igualmente un beso por parte de la omega.

—Cielo, ya te extrañabamos en casa, tu hermana me contó que la empresa va de maravilla— dijo la mujer orgullosa —Pero aun así deberías visitarnos más seguido querido.

—Lo siento mamá... He estado muy ocupado con lo de la empresa.

—Eso veo... Cielo sabes que mucho trabajo en exceso es malo— reprendió levemente la mujer —¿Qué te dice al respecto sobrecargarse con el trabajo? Ya hablamos de esto, pero deja que tu padre llegue.

Daniel no pudo evitar reír, ante las palabras de la señora Lawrence. Era gracioso y un poco adorable ver a su jefe de otra forma, una en la cual no era un grosero narcisista.

Si tan sólo la madre de su jefe supiera lo estúpido que era su hijo.

Daniel suspira y sonríe algo incómodo a la hermosa mujer que posa su mirada en él y le regala una amistosa sonrisa.

—¿Y este bello chico quién es? — preguntó la omega mirando a su hijo, en busca de una respuesta.

Johnny rápidamente toma de la cintura a Daniel, quien se encuentra un poco cohibido, pero aun así sonríe amigable a la mujer y muestra su mejor sonrisa.

—Es un placer por fin conocerla señora Lawrence, me llamo Daniel LaRusso.

—¡Ya te recuerdo! Eres el chico de la voz linda— la omega le dice sorprendida e inesperadamente le abraza, causando así un sonrojo en Daniel.

Daniel se sintió más sorprendido al saber que la señora Lawrence lo había reconocido por su voz. Cuando habló con ella por primera vez, claramente por teléfono, la mujer le había dicho que su voz era linda.

—Madre— Johnny habla, una vez su madre rompe el abrazo con Daniel —Te presento oficialmente a mi pareja, mi omega.

Mi omega... aquellas palabras hicieron revolver su estómago y no de una buena manera.

Pero... ¿Por qué su lobo aullaba de felicidad?

—¿Tu pareja? — Johnny asiente —¡Oh por dios, que emoción! ¡Mi hijo ya no es un solterón! — la mujer abraza feliz a la "pareja" —¡Deja que tu padre vea el hermoso omega que tienes!

—¿Me mencionaron? — y es entonces dónde Daniel observa a un hombre algo mayor, con barba, pero elegante entrar a la lujosa sala.

Era sumamente parecido a Johnny.

—¡Alfa tonto! Ven, conoce a la pareja de tu hijo— dijo la omega.

—Ya decía yo que tantos gritos no se debían por nada— el hombre sonríe en dirección a la pareja —Es un placer, soy Jonathan Lawrence— el hombre se presenta al omega.

—Daniel LaRusso.

—Tu hermana y primo no tardan en llegar, así que... ¿Qué tal si nos adelantamos al comedor? — propone la madre de Johnny.

Todos asienten, y Johnny toma la mano de Daniel, guiándolo hasta el comedor y se sienta justo al lado del omega. Con sus padres al frente de ellos.

Luego de unos minutos escuchan unas voces y Daniel visualiza a una hermosa chica embarazada venir tomada de la mano de un hombre y al lado de ellos otro chico venía, pero con una expresión seria.

—¡Johnny! — la chica exclama al ver al rubio.

—¡Julie, no corras! — dice el alfa observando con preocupación a la omega, que se soltó del agarré de su pareja y prácticamente corría a su dirección.

—Ya, no seas tonto. Si puedo correr— le responde la omega restándole importancia al asunto —Mejor abrázame hermanito— dice y Johnny corre cual niño pequeño a los brazos de su hermana.

Daniel simplemente observa la escena algo asombrado, realmente le sorprendía ver el lado humano de su jefe.

—Los niños del orfanato te extrañan— comenta la omega al romper el abrazo —Debes darte una vuelta por ahí cuando estés libre.

¿Orfanato? Ahora Daniel miraba curioso al alfa.

—Prometo ir pronto, también los extraño— responde Johnny.

La omega más joven asiente y toma asiento en el gran comedor junto a su pareja, quien amigable saludó a Daniel antes de sentarse.

Daniel observó también curioso al ver que, al otro chico, que al parecer era alfa por su aroma fuerte. Pero lo que más curiosidad le causó fue el ver que Johnny no le dirigió la mirada y ni siquiera se tomó la molestia de saludarlo.

—Bien... Ya que toda la familia está presente, tengo que decirles algo muy importante— la señora Lawrence habló con una radiante sonrisa —¡Johnny tiene novio! — señaló a Daniel.

Todos los presentes posaron sus ojos en el omega, todos sorprendidos al saber que finalmente el menor de los Lawrence había sentado cabeza.

—¿¡Escuchaste eso Eric!?— la hermana de Johnny dijo a su esposo —¡Johnny no morirá sólo! — Eric asintió divertido.

—Felicidades por tu nueva relación, Johnny. Espero que sean felices y que su amor perdure— deseó su cuñado.

A Daniel nuevamente se le revolvió el estómago "Que su amor perdure" con tan sólo esas palabras su cuerpo se estremeció por completo.

—Gracias, Eric— Daniel le regaló una pequeña sonrisa a su cuñado.

—Vaya, ahora veo que lograste tu cometido, serás el único heredero de las empresas Lawrence— Daniel, por primera vez escuchó hablar al quien era primo de su jefe.

—Yo no logré nada, Eddie— Johnny respondió perdiendo la amabilidad en su voz —Trabajé muy duro en la empresa, ame y adore y estuve desde el principio apoyando al abuelo con la compañía... Cuando la empresa estuvo a punto de irse a la ruina, yo estuve ahí ¿y tú? ¿Dónde estabas cuando el abuelo más te necesitaba?

La tensión era palpable, pero el resto de la familia y Daniel simplemente se limitaron a escuchar en silencio.

—Yo también apoyé a mi abuelo con la empresa— Eddie le miró desafiante y su ceño fruncido apareció al escuchar la risa de Johnny.

—¿Apoyaste? Si sólo pusiste por primera vez un pie en la empresa cuando fue la primera lectura del testamento del abuelo. Saliste furioso al saber que no aparecía tu nombre y que el abuelo prefirió a su estúpido amigo antes que a ti.

—Me largó de aquí— Eddie salió hecho furia del comedor.

Johnny río.

—¡Adiós primito! ¡No vuelvas nunca! — dijo Johnny burlonamente.

—¡Johnny! — su madre le reprendió.

—Finalmente, la familia por fin está completa— dijo la hermana de Johnny comenzando a comer felizmente.

Daniel estaba curioso por todo, pero no quería parecer metiche al preguntarle por lo sucedido al alfa. Así que prefirió guardar silencio.

Finalmente, todo eran problemas familiares y él no era realmente parte.

La señora y el señor Lawrence se disculparon por lo sucedido anteriormente con Daniel. El omega negó alegando que todo estaba bien y todos procedieron a comer tranquilamente. La familia del alfa era divertida y todos eran amables. Se sintió cómodo y feliz al estar rodeado de personas tan buenas y amables.

Cuando todos terminaron de comer, se dirigieron al salón de la casa. Dónde había un precioso piano blanco que robó por completo la atención del omega castaño.

Rápidamente llamó su atención.

—Daniel, querido ¿tocas el piano? — su suegra le preguntó al notar que el omega no dejaba de mirar el piano con ojos brillantes. Johnny por su parte, miraba curioso al omega.

—Sí, se tocar el piano— dijo Daniel con una brillante sonrisa —Se tocar varios instrumentos, pero el piano es mi favorito.

—¡Pero si te sacaste la lotería, Johnny! — chilló la señora Lawrence —¿Tocarías algo, querido?

—¿Puedo? — Daniel no pudo evitar ocultar su emoción, pues desde hace mucho tiempo no tocaba el piano.

—Claro que puedes, es todo tuyo— le dijo la omega mayor.

Daniel asintió y lentamente, sentándose en el taburete de madera blanca. Con una enorme sonrisa tocaba las teclas, pensando en que tocar.

—A Samantha le encantaría ver el hermoso piano— Daniel dijo sin borrar su sonrisa, sabía que su pequeña igual adoraba tocar instrumentos y adoraba la música tanto cómo él.

—¿Quién es Samantha, querido? — preguntó curiosa la señora Lawrence.

—Oh, es mi hija.

—¿¡Tú que!?

Daniel escuchó decir al unísono a las omegas. Pero él estaba tan maravillado ante él hermoso piano que ni se inmutó ante sus palabras.

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