Capítulo I

Al sonar el despertador a las ocho en punto de la mañana, unos piececitos regordetes y descalzos se mueven sobre el frío piso. La pequeña Samantha se dirige a la habitación de su bonito padre para cumplir con su misión del día.

¡Despertar a papi!

La pequeña castaña se cuelga de la manija de la puerta de la habitación de su padre para poder abrirla, parándose de puntitas para poder lograrlo. Con cuidado la pequeña rodea la cama de su padre y con la ayuda de sus cortitas piernas logra subirse y llegar a la cama, dónde su papi se encuentra profundamente dormido.

—Papi— le pica la mejilla con la intención de despertarlo, pero su padre ni se inmuta. Decide removerlo cómo puede, pero tampoco tiene éxito, así que recurre a su última opción —¡Papi! — grita lo más alto y fuerte que puede.

Su padre se levanta de golpe, aún desorientado busca con la mirada a la personita dueña de esa voz chillona. Iba salir disparado de la cama, pero Daniel se detuvo en cuanto observó a su hija con su pijama de ositos, sonriéndole tiernamente, sentadita frente a él.

—¡Buenos días papi!

El alma regresa al cuerpo.

—Buenos días, mi princesa traviesa— Daniel tomó por los costados a su pequeña, sentándola en su regazo —¿Dormiste bien, mi amor? — Daniel le pregunta tiernamente, mientras que Sam asiente sonriendo y abraza el cuello de padre.

—¡Dormí muuuy bien papi! ¡No tuve pesadillas! ¡El señor osito me cuidó!

—Eso me alegra muchísimo, mi amor— besó la mejilla de su pequeña —¿Qué te gustaría Desayunar?

—¡Hotcakes! — Sam alza sus bracitos al aire.

—¡Hotcakes! — Daniel repite su acción.

Con cuidado, Daniel baja de la cama con Sam en sus brazos y ambos cantando alegremente una canción infantil se dirigen a la cocina. El omega sienta a su pequeña en su sillita especial y se dirige a preparar el desayuno no sin antes darle un besito en la frente a su hija.

Cuando finalmente el desayuno estuvo listo, se sentó a disfrutar los hotcakes mientras criaba a Sam y jugaban al avioncito.

Cuando terminaron de desayunar, ambos se dirigieron al baño para cepillarse los dientes y quitarse sus pijamas. Cuando bajaron a su pequeña sala Sam le pidió ver Tierra de osos (nuevamente) era la película favorita de ambos así que no se negó al pedido de su hija. Cuando ambos ya iban por la mitad de la película la puerta sonó así que, con pereza, Daniel se dirigió a abrir.

Eran su hermano y cuñado.

—¡Tío Chozen! — Sam salió disparado hacia los brazos del pelinegro.

—¡Bebé! — Chozen empujó a su pareja para poder sostener entre sus brazos de forma correcta a Sam —¡Te extrañé mi pequeño bonsái!

—Al parecer el dúo inseparable no me quiere— Mike puchereo —Hola hermanito ¿tú si me quieres? — Mike se dirigió a Daniel, quién rio para después acercarse y abrazarlo.

—¿Qué hacen aquí? ¿No tienen trabajo? — preguntó al separarse del abrazo.

—¿Acaso no quieres que vengamos de visita? — Mike fingió estar ofendido.

—¡No! — negó rápidamente —Es que la mayoría del tiempo andan muy ocupados, siempre vienen los fines de semana...

—Queríamos verlos— Mike respondió y sonrió al ver la tierna escena de Chozen siendo atacado por los besitos de Chozen —Chozen los extrañaba mucho y yo también.

El omega se acercó con el pequeño Sam colgado cómo un koala a su cuello.

—Hola, Daniel— Saludó —Perdona por no saludar antes, Sam se robó mi atención— el omega puchereo.

—Está bien, Chozen— le restó importancia —Esta princesa no te deja ni por un instante.

—Mike y yo también veníamos por otro asunto...— El omega miró con una sonrisita cómplice a su pareja —Pero eso es mejor que Mike te lo diga...

—¿Pasó algo malo? — Daniel preguntó con notable preocupación.

—No— rápidamente negó Mike —Sólo necesito hablar contigo sobre algo... No es nada malo, no te preocupes.

—Iré con mi bebé a jugar con sus peluches— Chozen dijo prácticamente huyendo y dejó a los hermanos solos.

Cuando finalmente quedaron solos y Chozen desapareció de por el pasillo, Mike le sonrió a Daniel y del bolsillo de su pantalón sacó su billetera.

—Toma— el alfa le entregó una buena cantidad de dinero, cosa que sorprendió al omega.

—¿Para qué me das esto?

—Samantha está a punto de regresar a la escuela y sé que el uniforme es caro y ni hablar de los materiales que le piden, sé que es un gran gasto — le explicó y volvió a hablar en cuanto notó que el omega se iba a negar —Por favor, acéptalo.

—¿Cómo voy a aceptar esto, Mike? — el omega se negó —¡Es mucho dinero! Y...

—Y no puedo creer lo tienes que gastar. Se supone que mi sobrina está en una escuela pública pero aún así parece que hasta te cobrarán el banquito que ocupará — el alfa dijo con indignación.

—Mike... No puedo aceptar esto. Suficiente tengo con que me ayudes a pagar algunas cosas de la casa— lo último lo dijo avergonzado —Mike realmente agradezco tu apoyo y el de Chozen porqué sé que él también tiene que ver en esto, pero Sam es mi responsabilidad, no la de ustedes.

Mike suspiró y negó. Realmente su hermano a veces podía ser muy terco.

—Bien... Te propongo algo— dijo Mike y Daniel le miró atentamente y curioso —Tú aceptas el dinero, le compras todo lo necesario a mi sobrina para su regreso a clases, buscas un trabajo estable y ya a lo último me pagas— mencionó con desinterés.

—Ya tengo un trabajo...

—Ser mesero en un bar no es suficiente, Daniel.

—Ya sé... Pero a las editoriales y empresas que voy siempre me rechazan...

—Tienes que seguir intentando, no puedes rendirte. Entonces... ¿Aceptas?

—De acuerdo...

—Buen chico— el alfa sonrió —Te quiero omega terco.

—También te quiero alfa estúpido...

Dijo para después abrazar fuertemente a Mike. Agradeciendo infinitamente el tenerlo a él y a Chozen.

...

Era un hermoso día soleado, fresco y perfecto que hacía del día uno bueno. Las personas andaban tranquilamente con sonrisas de buen humor plantadas en sus rostros, si... Al parecer todos estaban de buen humor, todos menos Johnny.

En cuanto su lujoso auto deportivo rojo se estaciona frente al gigantesco edificio "Lawrence industries", rápida y automáticamente los guardias se preparan y se encargan de darle la bienvenida a su ya conocido jefe. Quien cuelga bruscamente el celular desde el interior del automóvil y maldice mientras sale elegantemente de su auto y le entrega sus llaves a unos de los guardias para que lleve su deportivo a parquear.

Al entrar los empleados automáticamente dejan de hacer sus deberes y se levantan a hacerle reverencias y darle un respetuoso saludo mientras que Johnny simplemente les observa con desinterés y con aires de superioridad. El alfa les da una última mirada y continúa con su camino sin devolverles el amable gesto.

John es perfectamente descrito por seis cortas letras "oscuro" desde su vestimenta, hasta su hostil personalidad. Muchos lo verían cómo un jefe sumamente atractivo, sin embargo, su mal genio, arrogancia y poca paciencia hacía que la mayoría de sus empleados y gente a su alrededor realmente lo deteste.

Y a él verdaderamente le valía un carajo agradarles a sus empleados.

Mientras el alfa avanza observa que su secretaria le mira con intenciones de hablarle, Johnny la ignora y la beta al notar esto le sigue hasta el ascensor con un leve puchero en sus labios y cejas fruncidas.

—Buenos días, Señor Lawrence— su secretaria le saluda con su característica sonrisa amable.

—¿Qué noticias y asuntos tengo para hoy? — le pregunta —¿No deberías estar en tu puesto? — la mira interrogante —¿Dónde está Lynn? Sabe que detesto la impuntualidad.

—Oh... ¿Lynn? — duda un poco —Ella... Bueno señor... Ella-

—Al grano Jessica— le ordena tratando de controlarse para no despedirla ahí mismo.

La chica suspira derrotada y dice: —Ella renunció esta mañana...

—¿Renunció? — el alfa pregunta con fastidio.

—Sí, así es señor— asintió —Dijo que usted era un total grosero y arrogante, que ya no le soportaba y que prefería lanzarse desde la ventana de su oficina antes de seguir trabajando con usted.

Johnny rodó los ojos y suspiró molesto. Ya era la quinta asistente que perdía en menos de un mes, que ante sus ojos era realmente un trabajo muy fácil. Y sus anteriores asistentes eran unos ineptos que no podían manejar un trabajo tan fácil y sencillo como el simple hecho de asistirle.

Lo único rescatable de la situación es que esta vez por lo menos no le dijeron que eran capaces de cortarse el cuello frente a él con tal de no seguir soportándole. O como la vez que uno de sus asistentes le aventó una pluma y salió corriendo fuera de su oficina mientras le decía una y otra vez que renunciaba por no soportarlo.

—Veré dónde consigo un asistente de mi nivel— le dice mirando su reloj —En lo que busco un nuevo asistente, tú te encargarás de llevar mi agenda.

El alfa suspira fuertemente mientras gruñe, definitivamente no había iniciado bien su día.

—Está bien, Señor— la chica simplemente asiente.

—Llama a Steiner, dile que la necesito en mi oficina inmediatamente.

La pelirroja asiente y hace varias reverencias hasta salir de la oficina

...

—Estoy aquí— Amanda entró sin importarle tocar la puerta de la oficina de su jefe.

Después de todo tenía el privilegio de ser su mejor amiga y la única persona en la tierra que era capaz de soportarlo.

—¿Podrías al menos tocar la puerta, Amanda? — preguntó un Johnny irritado.

—Uy ¿un mal día? — observó a su alrededor —¿Y Lynn?

—Renunció.

—Puff... Al menos ella sí duró más de cuatro días... Tus otros asistentes renunciaron al día siguiente— rio.

—No bromees, Amanda— bufó —Necesito tu ayuda...

—¿Qué quieres? Si quieres que te acompañe a un bar de mala muerte, yo paso. Yo si me preocupo por mi vida y tengo a una bella esposa por la cual vivir.

—No es eso— le miró mal —De verdad no sé porque eres mi mejor amiga.

—Si lo sabes, pero ese no es el punto. ¿Qué necesitas?

—Un asistente... Necesito que me ayudes a buscar un asistente que sea realmente competente— dice masajeando su sien.

—Yo creo que has tenido buenos asistentes, pero tu carácter no ayuda John. Tal vez si cambias un poquito tu forma de ser con tus asistentes y te portas no sé... ¿Amable? podrías al menos mantener una semana a un asistente...

—Si ellos no cumplen bien con su trabajo ¿cómo esperas que sea amable? — le reprocha.

—Eres un... Caso— Amanda negó —Tengo un amigo... Es cómo de la familia. Es muy inteligente y muy competente— y te pondrá en tu lugar. Pensó Amanda —Es un omega muy fuerte y de buen carácter.

—¿Es de tu total confianza?

—Lo es.

—Bien... Dile que lo espero en mi oficina a las ocho en punto. Ni un minuto más ni un minuto menos.

—Yo le diré... No te preocupes.

...

Daniel se encontraba desesperado. A todas las editoriales y empresas que iba lo rechazaban ya sea directamente o simplemente le decían que luego lo llamarían mientras arrojaban sus papeles a un rincón frente a sus narices.

Claramente no le llamarían.

Sabía que le rechazaban por no tener experiencia, pero... ¿Cómo esperaban que la tuviera si ni siquiera le daban una oportunidad?

Era tan frustrante.

Toda la tarde había estado yendo de empresa por empresa, agotando ya sus opciones. No sabía que hacer ya que realmente se sentía tan desesperado.

Ya era de noche y lo único que quería era comer algo ya que no había comido nada desde que salió de su hogar en su búsqueda de empleo y dormir acurrucado junto a su hija.

Suspiro tranquilo al estar finalmente frente a su casa. Pero al abrir se encontró con Carmen y Amanda platicando animadamente con Chozen.

—Buenas noches— Daniel saludó agotado, pero con una linda sonrisa —¿A qué se debe su honorable visita?

—Te tenemos buenas noticias, Danny — Carmen le comentó animadamente —Pero siéntate que debes estar muriendo del cansancio.

Daniel asintió mientras se sentaba al lado de Chozen quien le sonrió con emoción. Supuso que su pequeña ya se encontraba dormida al no verla por ningún lado de la sala. Realmente era muy tarde.

—¿Por qué tan felices? — Daniel preguntó al ver tanta alegría plantada en los rostros de sus amigos.

—Está mañana Amanda estuvo hablando con su jefe— Carmen comenzó a relatar —Se quedó sin asistente y... Mandy te recomendó, dijo que te esperaba a las ocho en punto en su oficina, y si todo sale bien... ¡Tú tendrás empleo! — Carmen le contó con emoción y Daniel le miraba boquiabierto.

—Confío plenamente en ti, Daniel— está vez fue Amanda quien habló —Como dijo Carmen, si todo sale bien en tu entrevista, tendrás asegurado el empleo. La paga es realmente muy buena y créeme que te irás de lado al saber lo bien que ganarás al aguantar al tonto de mi mejor amigo.

—¿Lo dicen en serio? — Daniel aún analizaba las palabras de sus amigos.

—Lo digo muy enserio— le aseguró Amanda con una sonrisa.

—¡Oh por dios! ¡Muchas gracias, Mandy! — Daniel abrazó eufórico a la única alfa —¡En serio te lo agradezco!

Si, ahora se encontraba llorando.

—¡Chozen! ¡Tendré un empleo! — Daniel daba pequeños saltitos cual niño pequeño emocionado.

Esa noche, después de mucho tiempo, se fue a la cama sin preocupaciones rodando tortuosamente por su mente

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