15
Yeonjun fue despertado por los sacudoncitos suaves de Park en su hombro.
——Yeonjun ——susurró ella, no quería despertarlo bruscamente ——Cariño, despierta ——insistió.
Yeonjun despertó desconcertado al segundo llamado. Frotó sus ojos varias veces antes de acostumbrarse a la luz, se reincorporó y miró con ojos entrecerrados a Park.
——Junnie, ya es tarde.
——¿Qué hora es? ——preguntó con voz adormilada y grave.
——Más de media noche ——respondió ella. Los ojos de Yeonjun resaltaron un poco por la sorpresa. ¿Tanto había dormido? ——. ¿Seguro que no quieres ir a casa? Por mí no habría problema con que te quedaras, pero algo me dice que Soobin está verdaderamente preocupado.
Yeonjun exhaló. Hubiera sido mejor que se quedara durmiendo tres días más.
——¿Podría quedarme por favor? Solo hoy, mañana iré. Tengo trabajo de todas formas.
Ella ni siquiera lo pensó.
——Está bien, cariño. Como tú te sientas más cómodo.
——Gracias ——musitó acomodándose en el sillón de tal forma que sus brazos envolvieran sus piernas. Aún se sentía exhausto, por lo que escondió su rostro entre sus piernas, su frente contra sus rodillas.
——Una condición ——dijo Park. Yeonjun levantó la cabeza hacia ella curioso ——: Llamaremos a Soobin.
Su ceño se frunció inmediatamente.
——Señora, de verdad él no-
——Ya estoy marcando ——decretó, efectivamente con el celular en la mano. Ella hizo el ademán de extenderle el celular, y Yeonjun, con una nueva oleada de nervios, negó lentamente con la cabeza cohibiéndose en su sitio, haciéndose más pequeño.
Park suspiró, ella lo entendía, no era fácil, así que no le impuso más presión y ni siquiera lo puso en altavoz.
Después de dos marcadas, Soobin contestó.
——¿Señora Park? ——Se escuchaba ansioso desde ya.
——Buenas noches, cariño. Lamento hablarte tan tarde ——empezó a hablar mirando al pelinegro, Yeonjun mordía su labio inferior mirando de vuelta.
——¿Como está? No, no se preocupe, no estaba durmiendo, no me está interrumpiendo, descuide ——Parecía taquilalia de lo tan rápido que escupió las palabras ——Yo... más bien quería preguntarle algo.
——Dime, hijo.
——¿Por casualidad se ha cruzado a Yeonjun o lo ha visto a eso de las 6:00 de la tarde? Él... salió y no ha vuelto, y... estoy verdaderamente preocupado. Ya llamé a portería y me dijeron que ningún avistamiento. No sé donde está o donde pueda estar, dejó su celular aquí y me preocupa que haya salido con todo este asunto de la pandemia y... ——Se escuchó una inspiración temblorosa ——Solo... dígame si lo ha visto hoy, por favor.
——Está aquí conmigo.
Yeonjun mordió su labio inferior con mayor fuerza dejándolo marcado y maltratado por sus dientes.
——¡¿E-En serio?! ¡¿Cómo está él?! ¿Bien? ¿Desde cuándo? ¿Lo encontró afuera? ——Park sonrió ladina, ojalá Yeonjun hubiera escuchado eso.
——Él está bien, Soobinnie.
——¡Muchas gracias por avisarme! Iré en este mismo momento a-
——No ——Park elevó la voz llamando de nuevo la atención del mayor ——. No sé que haya pasado, pero me pidió por favor quedarse la noche, espero entiendas y respetes su decisión. En estos momentos está durmiendo, no quiero despertarlo. Me dijo que mañana irá temprano. No te preocupes, Binnie ——Sonrió ladino de nuevo y vio a Yeonjun al decirlo ——. Tu chico está bien.
Soobin soltó un suspiro de alivio.
——Oh... E-Entiendo ——Se oyó claramente decepcionado ——. Muchas gracias por recibirlo y cuidarlo bien. Por favor, que duerma bien. B-Buenas noches...
——Buenas noches, Binnie, y no hay de qué. Saben que los amo como mis hijos. Descansa ——Colgó y se encontró con los ojos pequeños del pelinegro ——. Como puedes ver, le vales tres hectáreas como dices ——enunció con sarcasmo.
——Es porque es usted ——explicó en un adorable puchero. Park sonrió con ternura porque a pesar de que Yeonjun tenía casi veintiocho años, ella veía un aura de bebé en él.
Se levantó y se acercó a él a pellizcar su mejilla.
——¡Eres tan lindo! ——chilló, Yeonjun solo pudo reír bajito. Ni su madre lo trataba así. Él era un adulto a final de cuentas, aunque a veces no lo pareciera y siguiera protegiendo a ese corazón de pollito suyo de quinceañero ——Iré a preparar chocolate caliente. ¿Con azúcar y espuma?
Yeonjun sonrió sintiéndose cálido, tal vez... él no estaba tan solo después de todo. Siempre hay alguien, solo debemos abrir bien los ojos.
——Como siempre ——Le sonrió.
A la mañana siguiente Soobin se despertó a las cinco de la mañana. Una vez más teniendo un sueño pésimo.
Habían sido dos veces las que se había levantado en la madrugada, agitado y con un nudo en el estómago, mirando a su costado vacío, frío, una maldita sábana blanca en vez del cuerpo que solo a él le pertenecía. Y joder, que ya no podía sentirse peor con todo lo que estaba pasando.
La verdad era que esperaba ansioso que Yeonjun entrara por esa puerta y lo abrazara como antes, que después de un día cargado de trabajo de estrés, el mayor se tirara en la cama junto a él a conversar de su día, insultando a los inversionistas con apodos ridículos, sentir sus latidos resonar con los suyos mientras este se apoyaba en su pecho y él le proporcionaba dulces caricias en los cabellos, a veces quedándose dormidos y otras solo conversando mientras descansaban de sus vidas diarias.
Eso lo hacía tan feliz antes...
Exhaló decepcionado y decidió utilizar esa ansiedad en algo productivo. Se puso a ejercitar.
El único problema era que con cada plancha que hacía, solo podía seguir repitiéndose a sí mismo que era una persona despreciable.
Yeonjun merecía a alguien mejor, y él no lo era, pero pensar en su Junnie siendo más feliz con alguien más, era lo suficientemente tortuoso como para preferir matarse.
Se forzó a desviar esos pensamientos y se concentró en efectuar los ejercicios correctamente.
Soobin estaba viendo unos papeles en la mesa de la cocina/bar cuando escuchó el sonido del picaporte y después vio a la puerta abrirse.
Su cuerpo se movió solo, levantándose con una sola intención; atraparlo entre sus brazos. Sin embargo, la mano alzada del mayor quien ni se molestó en mirarlo, lo detuvo.
——Yeonjun... ——pronunció su nombre con alivio y necesidad.
——Solo no, ¿ok? Ya no ——espetó serio.
——Junnie, quiero habl- ——Tenía que hablar con él, disculparse aunque sea de rodillas.
——No ——tajó frío ——. Ya me cansé, Soobin ——Intentó reír, fallando porque había sonado más como una inspiración ——. No tengo ánimos para hablar honestamente.
——Pero-
——Soobin, por favor ——Sus ojos caídos y cansados hicieron un esfuerzo más al buscar esa mirada perdida del azabache. Yeonjun, con la voz apagada prácticamente le rogó ——. Por favor, Soobin, de verdad, te lo pido, no.
Y es que no quería oír mierdas parecidas como lo que le dijo antes de que huyera del departamento.
El tono de suplica que usó más su expresión abatida, le clavaron a Soobin como una estaca, entreabrió sus labios en aceptación, aceptación que rechazaba. Ya no podía hacer nada, ¿verdad?
Vacío, sintió un vacío en el estómago, justo como cuando éstas en la bajada más mortal de una montaña rusa, esa clase de vacío.
——Faltan cinco días para que se cumpla un mes y se acabe la cuarentena absoluta obligatoria. Me iré a apenas suceda, no tienes nada de que preocuparte. Solo... guarda tu distancia, es el último favor que te pido. ——No esperó por una repuesta porque se fue a encerrarse directamente a la habitación a darse una ducha.
En ese momento, las piernas del menor le fallaron, y tuvo que sostenerse de la mesa para no caer desbaratosamente sobre sus rodillas.
A veces lo que deseamos no es lo mejor para nosotros, y solo por esa razón, Soobin cumplió y no se le acercó a Yeonjun más de dos metros, ni siquiera para dormir, pues él estuvo durmiendo en el sofá esos tres días.
Yeonjun era mucho para él y eso lo tenía muy claro, estaba orgulloso de como podía poner a sus sentimientos en segundo plano con tal de perseguir su salud y estabilidad. Era algo que él no podía hacer, no hubiera podido darse ese lujo si solo fuese él, pero como se trataba de su Yeonjunnie también, él lo entendió y respetó su decisión.
Soobin le había pedido salir casi seis años atrás, y ahora Yeonjun era quien terminaba las cosas, gracioso.
Una vez aceptada la realidad, o bueno en proceso de aceptación, Soobin se esmeraba por desviar la mirada a cualquier otra cosa que no fuera él, cada vez que Yeonjun salía a la sala, él ingresaba a la habitación y viceversa, evitándose a toda costa.
Y es que no podía no querer llorar con solo verlo e imaginarse un estilo de vida nuevo, como aquella que llevaba ese Soobin de 17 años aún sin conocerlo, él era feliz en ese entonces, ¿pero ahora? ¿Podría volver a eso? ¿Podría acostumbrarse a una vida sin sus besos, sin su cuerpo, sin sus dulces gemidos, sin sus jadeos que pronunciaban solo su nombre, sin su sonrisa, sin sus burlas, sin él?
Soobin era un masoquista, porque cada que no tenía su mente ocupada en algo, se ponía a pensar en eso, en su ausencia o en las veces que se reía como un niño pequeño, o cuando lanzaba gritos random asustándolo, o esas veces que hacía sus berrinches de bebé, la forma en la que bailaba, como se hacía uno con la música, como mecía sus caderas, como se veía cuando cocinaba con el delantal de girasoles que le regaló muchos años atrás...
Soobin era un masoquista, sí. Pero si sumados a sus pensamientos, lo miraba, no iba a poder evitar pedirle de rodillas que no se fuera de su lado por más que lo mereciera.
Estaba practicando. Porque no había jodida forma de que Soobin pudiera verlo cruzar la puerta.
Literalmente no lo había mirado en esos tres días, viceversa era de la misma forma, Yeonjun tampoco quería seguir torturándose con verlo.
Solo faltaba 48 horas y cada uno sería libre por fin.
Dos días.
♪ Di que me amas hasta el fin del mundo ♪
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