♪Impresiones erróneas♪
El silbato suena consiguiendo aturdir los tímpanos de todos los estudiantes cercanos en el perímetro, es realmente molesto tener que escucharlo constantemente durante dos horas de clases ininterrumpidas.
Al cursar el primer año en cualquier carrera, la universidad obligaba a los alumnos a tomar clases deportivas como una actividad extracurricular, sin excepciones. Era una tradición y tortura que ha pasado de generación a otra; desventajas de que el campus sea uno de los principales entusiastas en deportes del país.
Y ahí estaban Soobin, Lia y Sunoo sufriendo al trotar bajo el sol, en la extensa área que sirve como cancha de entrenamientos exteriores, sobre todo es el azabache con lentes quien la pasa peor ante su pésima resistencia física y asma.
Soobin y Lia eran de los más adaptados en la clase, la rutina no les era tan fuerte ni pesada, pues les gustaba el ejercicio. El chico no era un fanático de las actividades deportivas o nada parecido, sencillamente le agrada mantener una rutina sana y tiene buena condición física.
––R-recuérdenme nunca más comer antes d-de las clases de educación f-física –– Sunoo jadea entre boconadas y con las mejillas más coloradas, inclinado y sujetando sus rodillas.
¡Al pobre le tiemblan las piernas, por dios!
La chica se aproximó con una risa condescendiente, palmeando suavecito la espalda del chico y tendiendo para él una botella plástica.
––Bebe un poco de agua, Sunsun.
El nombrado la aceptó con un quejidito al tener que erguirse y se bebió casi todo el contenido en unos cuantos segundos, mientras sus amigos se limpiaban el sudor como si nada y tomaban de sus respectivas botellas.
Claro que estaban cansados, pero no agotados como el pobre Kim.
La clase afortunadamente dio por finalizada. En la sombra todos guardan sus cosas, listos para irse a las duchas por un cambio de ropa y para deshacerse del estorboso sudor. Los amigos conversaban entre ellos y otros alumnos, hasta que se van dispersando y ellos tres deciden primero quedarse un rato a descansar, tenían hora libre en su horario y deben aprovechar de la maravillosa coincidencia.
––Lo han hecho bien, muchachos –– el entrenador se une a los únicos chicos que ahí quedan con una sonrisa, anotando en su tablero unos apuntes ––. Tienen buena condición física.
Lia y Soobin sonríen simpáticos, dando una corta reverencia.
––Gracias, profesor Miyamoto.
––Y tú... –– el hombre rebusca una palabra que no haga sentir mal al pequeño de lentes, palmeando su hombro con una sonrisa condescendiente –– Sigues aguantando, Sunoo.
El aludido hace un puchero, sus amigos apenas y disimulan unas risitas de fondo.
––No soy como estos dos. No tengo idea cómo Lia soporta esto junto a las clases de porrismo.
La de cabello cobrizo se encoge con desdén.
––Es entretenido, y además me dan puntos extras.
––¿En verdad? –– Soo inquiere con genuino interés.
––Los puntos extras de las actividades deportivas son más que las de otras actividades extracurriculares –– informa con suficiencia ––. Pueden salvarte el promedio de alguna materia, e incluso ayudarte a la mitad de una beca.
Soobin pestañea ante el asombro, no recordaba haber oído al respecto cuando fueron a la prueba de la chica, tal vez era muy despistado en ciertas cosas y en verdad no prestó atención al sistema de créditos del campus. Se sabe que la exigencia del campus en cada asignatura era elevada, mas en deportes era peor. Lia lo hizo espléndido en su prueba de ingreso y entró ese mismo día, tal vez debido a la emoción por eso no hablaron del beneficio agregado.
––Wow, no tenía idea.
Fue como encender un bombillo en la cabeza del hombre con gorra de Mario, un regalo de su hijo menor que solía ser burla de los alumnos, pero a sus espaldas, porque todos le temían.
––Si te interesa, sabes que mi propuesta para que te unas al equipo de baloncesto sigue en pie –– pone su mejor sonrisa de comercial publicitario ––. Necesitamos jugadores como tú, y no sólo lo digo por la altura.
––Lo voy a considerar, profesor –– otorga con otra reverencia, despidiéndose junto al otro par.
En realidad, Soobin sí se lo pensó luego de la charla. No era para nada mal alumno y sabe que apenas está iniciando su etapa universitaria, sólo lleva un semestre, pero no le vendría mal contar con puntos extras acumulados, esto en caso de alguna emergencia impredecible a futuro.
A veces hay profesores tediosos o hijos de perra, uno nunca sabe, también hay ciertas materias en las que flaquea un poco, dos, siendo exactos.
Se lo comentó a sus padres y a Jay, a estos les pareció genial la propuesta y tuvo un inmediato apoyo que sólo acrecentó su intención. No titubea siquiera al ir junto a sus amigos al día siguiente, contándoles su plan.
––¿Es en serio? –– cuestiona Sunoo un tanto sorprendido.
–– ¿Tú? ¿En basketball? –– secundó Lia, con diferencia de que ella estaba confundida.
No es que tenían toda una vida conociéndose o fuesen íntimos amigos, pero Soobin les dijo que no tenía un gusto por los equipos deportivos, por algo no entró desde que el entrenador lo ofreció. De hecho, incluso ahora no luce tan entusiasta ante ellos.
––Me puede servir, y es más entretenido que las demás actividades que nos permiten a los de primero –– explica con indiferencia ––. No soy fanático, pero si me ayuda con las notas...
––Bueno, estoy segura de que pasarás la prueba –– la chica lo motiva con un asentir breve ––. El señor Miyamoto tiene semanas persiguiéndote para que te apuntes a algún equipo deportivo.
––Sí, estoy convencido de que te irá genial, Soobinssi –– Sunoo también aporta para darle ánimos.
Soo lo agradece, como el hecho de que los dos, y otros amigos suyos, lo fuesen a alentar durante la prueba de ingreso que realizó esa misma semana.
No fue nada sorprendente que quedara seleccionado, el señor Miyamoto veía mucho potencial en él y aseguró que lo puliría. Todos felicitaron y halagaron a Soobin ante ello, quedando algunos para ir a comer helado como celebración.
––Tal parece que ahora nos veremos más constantemente, señor basquetbolista –– Lia le dio la mano en señal de bienvenida, sonriendo como el pelinegro que le estrechó con la suya.
––Así es, señorita cheerleader.
Sunoo se incorporó de las gradas con una sonrisa encantadora.
––Yo los animaré desde la seguridad de las gradas.
Ellos se ríen y van junto al resto afuera de la cancha de baloncesto, esperarían a que el nuevo jugador del equipo fuera a ducharse un poco antes de salir a la heladería.
––Definitivamente tu popularidad va a crecer con esto, Choi Soobin.
Bin le restó relevancia, no era para tanto tampoco.
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––Te lo agradezco, pero soy alérgico a las nueces.
Yeonjun podía hacer un top de situaciones incómodas en su vida y, sin duda, esta sería una larga lista. Sin embargo, en ella encabezarían momentos como estos:
––O-ow, lo lamento, oppa. ¡A la próxima puedo traerle uno sin nueces para disculparme!
Sí, chicas declarándose o buscando sutilmente que él les dé una oportunidad para conocerlas, ya conocen en qué plan. Innegablemente era difícil de manejar para él, porque no sólo era una situación asfixiante e incómoda, sino que se le complica encontrar la manera más correcta para no lastimar a nadie, y eso le agobia.
Prefería ser directo y claro, pero suavizar el aterrizaje.
––Linda, me veo en la responsabilidad de decirte que no gastes tu dinero y energías en mí. Dudo mucho corresponder a tus intenciones, no quiero que te hagas falsas expectativas –– intentar poner esa sonrisa condescendiente, le jodía bastante, le remuerde ––. Aclaro que no tiene nada que ver contigo, en lo absoluto, tú estás muy bien.
––P-pero... –– tartamudea con un mohín, estaba abochornada y en parte molesta –– ¿Es por alguien más?
Yeon suspiró tendidamente. Eran las chicas así, las que le daban vueltas al asunto y no aceptaban fácilmente su consejo, unas de las peores.
––No, no hay nadie, pero tampoco te debo explicaciones de mi vida privada, Jiwoo.
La rubia endereza su postura con insolencia, sosteniendo la caja de bombones con típica forma de corazón y sonriendo con altanería.
––Correcto, espero que no te arrepientas de esto, Yeonjun oppa.
Jiwoo le batió el cabello en la cara, yéndose con el orgullo herido. Si bien fue un mal trago, al menos no era de las chicas que se ponían a llorar o le rogaban, esas eran las más difíciles de sobrellevar, hasta prefería las cachetadas.
––No lo haré, tranquila... – dice con ironía al aire, bajito, igual sólo él se escucharía.
Dispuesto a irse del jardín con las manos en sus bolsillos, es llamado por un chico que ya conocía más que bien.
––¡Yeonye! ¿Se te declaró esa chica? –– Beomgyu señala a la muchacha que se iba con su grupito de amigas de mirada asesina. Sonríe con un silbido en lo que se para junto a su hyung ––Es bonita.
––Sí, supongo –– responde fastidiado ––. Le dije que no, no acepté.
––¡¿Por qué?! –– abre sus ojos en grande por la perplejidad –– Pudo ser una oportunidad para conocerla, a ver si te quitas un poquito lo amargado.
Beom es... sí, un poquito chismoso y entrometido, pero al menos no con malas intenciones.
––Siempre tan divertido, Beomgyu –– arrastró la sentencia en lo que inicia su caminata con el menor a un costado. Claramente Gyu quería más detalles, por lo que brevemente añade con desinterés: ––. Sólo no me atrae, no me gusta, y tampoco me da muy buena espina.
––Si tu lo dices... –– suspende la frase con prolongación. Rememora el motivo por el que buscó al mayor y lo expone con un tronar de dedos –– Oh, me iré a casa de Baek hoy, no creo que pueda acompañarte a comprar las cosas que me dijiste, ¿No hay problema con ello?
Yeonjun se decepcionó un poquito, no iba a negarlo. Esos días casi no hablaron, no es que lo hacían con constancia o que él sea muy comunicativo, pero recientemente el castaño estaba ocupado y él también, se volvió una rutina aunque sea oír al parlanchín un rato.
Le resta importancia aún así, dando un ademán.
––No, descuida.
Beom le da un abrazo corto y apresurado, le gustaba darlos y que el peliazul se queje. Ja, pero no se apartaba.
––¡Genial! Nos vemos luego, hyung.
Al Yeon haber quedado -otra vez- solo en su excursión a la tienda de convivencia, luego de que salió de todas clases del día, saca la lista de cosas que le ordenó su madre. Goza de una buena memoria, pero una vez olvidó un producto de quince que habían en el papel que su progenitora anotó y ...
Aún tiene escalofríos del cómo esa mujer sonriente pasó a ser un demonio, todo por un desengrasante.
Ya en la caja registradora, espera pacientemente su turno, distraído en unos anuncios que estaban pegados en las paredes. Su atención es captada por la niñita que tiene por delante en la fila, es muy bajita y delgada, su uniforme escolar estaba ligeramente desordenado como sus cabellos amarrados en coletas, seguramente salió de la escuela hace poco.
Según entiende, la pequeña no tenía el dinero suficiente para unos caramelos del mostrador, el señor de la caja ignoraba sus ruegos y caritas tristes.
Pero a Yeonjun por dentro se le activó el botón de la compasión y la ternura.
––Yo lo pago, está bien –– se ofreció buscando su billetera, el anciano de la caja lo tomó y le dio los caramelos a la niña, sin ninguna reacción en particular.
La infante sonrió con dos dientes delanteros faltantes, luciendo muy graciosa y bonita.
––¡Gracias, señor!
Yeon frunció el entrecejo cuando la vio marcharse.
––¡De acuerdo, pero no soy un señor!
Terminó riendo un poquito a pesar del comentario. Los niños y sus cosas.
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Las clases terminaron a las cuatro y cincuenta de la tarde, pero el tiempo voló mientras se habían quedado conversando varios chicos de primero que eran amigos de Soobin.
A eso de las seis y veinte salieron del campus y el cielo ya estaba tiñéndose de colores más oscuros, unos pocos luceros titilando opaco entre las nubes ya dispersas. La fresca brisa estaba empezando a volverse más fría.
––No es una molestia, tranquila –– Bin insiste con cortesía ––. Tu casa no queda tan lejos de mi vecindario.
La más bajita lo meditó brevemente al verificar la cantidad de estudiantes en la parada de autobuses que usaba, podía pagar un taxi con alguien o esperar a que su hermana salga del trabajo para pedirle el favor de recogerla, pero prefirió ahorrarse modestias y molestias.
––Sólo porque ya es tarde y no quiero esperar a mi hermana o al transporte público. Estoy bastante cargada de tareas de por sí.
Soo y Lia ingresaron al auto del primero, saliendo por las calles entre charlas amenas. La mención de Jay salió a colación en plena conversación, puesto que el chico había dejado en el reproductor un disco de rock que les hizo reír.
––Él está bien, sólo un poco estresado con la universidad, ya sabes.
––Todos creen que nosotros los de primero no sufrimos por ser novatos, pero es una perra mentira –– resopla, dejando caer su cabeza en el respaldo.
"Como Yeonjun en su modo de superioridad como estudiante de segundo" Le viene a la cabeza, pero no lo expresa en alto.
––Es más complejo cuando son carreras tan complicadas, como la de Jay –– opta por comentar, callando la situación más compleja de su amigo, porque no le gusta esparcir datos de la vida privada de otros sin antes consultar.
Lia soltó un gemido quejumbroso.
––Uf, ni que lo digas. Las matemáticas no son lo mío.
Bin asintió con una risa.
––Somos dos, para algo existen calculadoras.
Hacen una rápida parada cerca de una plaza, no tan lejos del campus, ya que hay locales alrededor y los estudiantes suelen frecuentar la zona por ser más económica.
––Aprovecharé de comprar un corrector y lapicero en la papelería –– Lia indica cerrando la puerta, escuchando posteriormente la alarma de los seguros que activa el chico.
––Voy primero a comprarle comida a mi Odi, ¿Me esperas en la papelería o vienes conmigo? –– rodea el auto y camina al lado de la de cabello cobrizo, señalando los locales que están cercas.
––Voy contigo –– resta importancia, yendo hasta la tienda de mascotas primero. Se distrae viendo los lindos peces, hamsters y animalitos en las zonas de mascotas, pero le extraña que Soobin estuviera buscando en otros pasillos –– ¿Odi es tu perrito o gato?
––Es un erizo –– sonríe victorioso al hallar la comida indicada. Se ríe al ver la expresión extrañada de la chica ––. Es cariñoso y muy inteligente.
Lia se contagia al segundo.
––Vaya que eres especial, Choi Soobin.
Sí, no es muy usual tener un erizode mascota, pero Soobin se muestra tan orgulloso de cargar el paquete de comida que a cualquiera contagia de alegria.
No tardan demasiado en salir e ir a la papelería por lo demás, el hecho de que iban en auto hace que a Lia todavía le rinda el tiempo.
Precisamente, Yeonjun estaba por la misma zona acompañando a su hermana por unos útiles de su universidad y unas medicinas de su padre. Había pasado buscando a su noona después de clases porque salió más temprano, y ahora aprovecharon de hace las diligencias juntos.
Fue casualidad que divisara a unos pocos metros a los dos que salían de la papelería.
Pero la escena le dio cierta curiosidad.
––¿Tienes frío? –– Soobin pregunta, sacándose sin más su abrigo y posándolo en el cuerpo más pequeño por cortesía –– Puedo darte mi chaqueta.
Lia pestañeó al percatarse del hecho, boqueando un poquito al girarse, hasta que escapó una risa y se quitó la inmensa prenda para entregarla a su dueño.
––No seas bobo, no soy una damisela en esos clichés de cine. Tolero bien el frío.
Soobin no se ofendió ni apenó porque ya tenía semanas conociendo esa conducta tan libre y transparente de su amiga. De hecho, le caía muy bien porque era distinta al resto de las chicas que se había cruzado, no era delicada ni buscaba llamar la atención de los demás.
Entre burlas y empujoncitos de la muchacha, se fueron al auto.
Yeon fue espectador de todo en su posición, ignorando a su hermana que hablaba por teléfono de fondo.
––Listo, era Minji –– ladeó la cabeza por la mirada fija de su menor en una pareja de chicos ––. ¿Qué estás viendo?
––Nada, no seas chismosa –– replicó en tono ligeramente gracioso.
Seung golpeó su hombro con un quejido.
––Yah, es curiosidad. ¿Son amigos tuyos? Hacen linda pareja.
Jun se encogió con labios fruncidos. No podía afirmar ni negar nada, es la verdad.
––Son compañeros de la universidad, a ella no la conozco más que de vista. Vamos a casa, papá debe de estar esperándonos.
––Hmm, oki doki.
Pero aquello dejó un poquito intrigado al peliazul.
––Deberías de animarte, será una fiesta genial, hyung.
Yeonjun cierra su bolso al terminar de colocar sus libros, observando la carita de cachorro maltés que tiene el castaño frente a él.
––Dudo asistir, pero tú ya sabes eso y aún así me invitaste. Gracias, Beom.
––Tengo que dar la pelea –– exhala con dramatismo, jalando un poco la camisa del más alto que se burla de él ––. Por cierto, ¿Me acompañas a buscar a Baekhyunnie? Está practicando en el campo de fútbol americano.
El recuerdo de su caída en las gradas le hace torcer la boca en una mueca de desagrado, pero tampoco es que pudiese evitar transitar por ahí durante los siguientes años de carrera. Peores recuerdos tenía.
––Seguro, igual debo atravesar el campo para ir a mi clase.
Ambos Choi van hasta la zona deportiva del exterior académico, era temprano y las porristas ensayaban con diligencia su rutina, los jugadores estaban calentando a unos metros de ellas también.
Entre las gradas hay estudiantes que, o son deportistas, o hacen compañía a su amigos. Este último era el caso de Soobin y Sunoo.
––¡Levanten esos glúteos y piernas, niñas, no están menstruando para estar tan tiesas!
Los gritos y el silbato de la entrenadora hacen que varios pongan cara de espanto e irritación. La mujer era bastante gritona y estricta, las pobre chicas estaban sufriendo en pleno sol.
––No sé cómo Lia tolera esto –– Sunoo estaba agotado de tan sólo ver los ejercicios, estaba impresionado.
Soobin afirma concentrado en su libro y dando cortos vistazos hacia el entrenamiento. Había ido para drenar sus nervios antes de una exposición que le tocaba a la siguiente hora y para darle ánimos a su amiga.
––Es buena en ello.
––Sí que lo es.
Todo iba de maravilla, pudo ser una práctica tranquila, sin conflictos.
Pudo, porque Choi Beomgyu iba distraído entre su parloteo y no se percató a tiempo de la palanca del aspersor...
––¡Carajo!
Con la que tropezó.
––¡Beomgyu!
Y un desastre, digno de un parque acuático, se desató.
Todas las animadoras terminaron empapadas de pies a cabeza junto a la entrenadora y personas que iban cerca. Los gritos, quejas, risas y maldiciones no tardaron en hacer aparición en la escena.
––¡¿Quién demonios encendió los aspersores?!
Soobin y Sunoo abrieron sus ojos en grande como sus bocas, era un espectáculo. El primero en reaccionar fue el más alto, guardando sus cosas y yendo hasta la pobre Lia.
––Mierda.
No duró tanto tampoco, en lo que Yeonjun levantaba y sermoneaba a Beomgyu por semejante vergüenza que captó toda la atención de los presentes en la zona, uno de los deportistas corrió a apagar los aspersores.
Gyu se incorporó frente a la furiosa entrenadora, totalmente asustado.
––F-fue un accidente, señorita Cheng.
Yeon alzó sus palmas al instante.
––Yo sólo lo acompañaba.
Es un buen amigo, le hace saber que debe ser responsable con sus actos, eh.
––Gracias, eh –– musitó con una mirada fulminante.
––Fue un accidente, entrenadora –– Jun corrigió con un entornar de ojos.
La mujer regañaba, gritaba y le daba un castigo al despistado castañito, a lo lejos las porristas lo querían estrangular y trataban de escapar a los vestidores para no ser el hazme reír del resto.
––¡Lia, ven aquí! –– Bin no tardó en cubrir con su chaqueta el cuerpo mojado de la de cabellos cobrizos, apartándola del escrutinio público.
Yeonjun volteó a verlos en ese instante.
––Soobin, lo siento –– negó con su cabeza, retrocediendo para no ser cubierta por la prenda ––. No, no la mojes.
––Está bien –– insiste con la vista gacha, acercándose al oído de la bajita para explicarle apenado: ––. Se te va a ver todo sin censura si no hago esto.
Ella no lo capta hasta que se detalla la blusa y se da cuenta de que el agua transparentó y apegó la tela; mal día para usar brasier deportivo. Sus mejillas se calientan y se aferra más a la chaqueta.
––Maldita sea.
Soo la rodea y cubre más, siendo comprensivo en la bochornosa situación.
––Vamos a los vestidores, damisela.
Lia cubrió su rostro con una risa lastimera y agradeció que su amigo estuviese para socorrerla.
––Cállate.
Sunoo hizo señas a sus amigos para indicar que se quedaría a cuidar sus pertenencias mientras iban.
En su puesto, Yeonjun parecía el espectador de una jodida película americana. Ya iban dos veces que atrapaba a Soobin con esa chica.
Antes los había visto por ahí, no les prestaba atención porque es ajeno a lo que otra hagan, estaba más sumido en sus cosas y nunca prestaba interés en los demás, pero sí conoce que Soobin era amigo del chico que Beom tutelaba, como de la chica que ahora escoltaba a la zona de vestidores, supone.
Le generó mucha intriga el motivo de su cercanía.
Ajeno a aquello, Soobin dejaba en la puerta de los vestidores a Lia, había un alboroto de porristas y la histeria le aturdía.
––Listo, aquí estamos –– refutó ante el ademán que ella dio para regresarle la prenda ––. Quédatela por hoy.
––Ah, muchas gracias. Prometo que la lavaré para ti.
––Descuida, ¿Y ves? A la final tuviste que aceptar mi abrigo –– le saca una risita que los contagia, la situación era divertida en cierto punto ––. Sécate rápido y ponte algo limpio antes de atrapar un resfriado o que la entrenadora Cheng enloquezca con su megáfono.
Lia se despide con otro agradecimiento y se adentra con una sonrisa al vestidor.
Tenía mucha suerte con sus amigos, sinceramente.
||||
Yeonjun era quien no tenía nada de suerte aquel viernes.
Partiendo por el hecho de que la jodida señorita Kim le mandó un informe de un día para otro para el que tuvo que madrugar, y por ello despertó tarde esa mañana. Esto causó que se ensuciara el suéter con jugo, que olvidase la billetera con su dinero y que todo el día su amargura le provocara una puta migraña.
Idiota efecto dominó.
Para ir al campus su padre le llevó después de dejar a su hermana en su universidad, hasta ahí no se percató de la billetera.
En el almuerzo, lo hizo. Primera vez en mucho que se quiere dignar a comer en la cafetería, y no llevaba el dinero encima, ja.
Tendría que caminar a casa de regreso, o rezar a que Beomgyu le pudiese socorrer, sólo que estaba medio evitándolo esa semana debido a la fiesta que éste le insistía para que asistiese el domingo.
––Parece que quieres estrangular a alguien.
Y para colmo, era día de tutorías.
–Hoy no me jodas, Choi. No he tenido un buen día.
Soo lo examinó con detenimiento, como era usual. Yeon no lo veía a los ojos, más concentrado en tener ese gesto enfadoso de cejas fruncidas y boca arrugada. Por bien de su pacto, ofreció con tono casual:
––Puedes contarme, si gustas. No ayuda, pero sirve para drenar.
Jun descartó la idea de contarle tan pronto se le asomó por la mente.
––No, no es nada. Una racha de mala suerte y acontecimientos en cadena –– muerde su labio inferior, tamborileando sus dedos en la madera.
––Uh, esos son los peores.
Concordaron en mutuo silencio. No aportaron más, pero innegablemente, y por la naturaleza de Soobin, éste quería indagar más en lo que acongoja al mayor.
¿Será académico o en su vida familiar? ¿Quizás amoroso? ¿Yeonjun podía llegar a estar en una relación con ese carácter de los mil demonios? Tan sólo la imagen es extraña.
Divagó tanto y sin sentido, que en un chasquido las horas volaron y ya estaban yéndose del salón libre que usaron.
––Nos vemos luego –– dijo sin mucho esmero, separándose del menor.
Soobin frunció el ceño y trotó hasta él para acortar la poco distancia que se alejó.
––Oye, la parada está por allá.
Yeon farfulló bajito.
––No tomaré bus, iré caminando.
––¡¿Qué?! –– se le escapó una exclamación que hace que el peliazul ruede sus ojos –– Estás demente, ¿Dónde vives?
––Cerca de Gaebong dong.
––Es como a treinta y cinco minutos en auto, ¿Quieres morir? –– protesta con su acento natal luego de sacar los cálculos en su cabeza.
Puede que le dé cierta gracia a Yeonjun. El chico siempre se tomaba tantas consideraciones que era absurdo.
––¿Y tú eres el señor deportes? No es para tanto.
Soobin bufó con una expresión decidida.
––Te llevo, y no acepto un no por respuesta.
Impresionantemente, Yeon sólo suspiró y lo siguió.
––Tampoco me iba a negar.
––Si que tuviste un mal día –– susurró intrigado, guiándolo hasta su carro en el parking.
Una vez dentro del vehículo, hubo un recuerdo que asaltó la mente de Yeonjun e hizo que se voltiase en el asiento de copiloto.
––¿No tienes que esperar a esa chica o algo?
––¿Cuál chica? –– inquiere confundido.
––La porrista pelirroja.
La claridad vino al pelinegro con la vaga descripción.
––Ah, te refieres a Lia. Supongo que ya se fue a casa, salió más temprano.
––¿Ustedes no están como saliendo? –– se atreve a preguntar algo inseguro tras un corto silencio, el azabache ni se inmutaba, ocupado en la vía y enarando una ceja en cuestionamiento. Ante ello se le generó una mayor duda –– Digo, como pareja o algo.
Entonces tras la aclaración hubo una carcajada de parte de Soobin.
––¿Nosotros? Sólo somos amigos, ¿De dónde sacaste ese rumor?
El más bajito da una mueca, centrado en las calles.
––Se ven cercanos, no debo ser el primero en pensarlo.
––¿Choi Yeonjun me está espiando?
––Ese eres tú, idiota.
Soobin tuvo la necesidad de instruirlo un poquito sobre su vida, sólo porque sí.
––Somos buenos amigos, nos conocimos desde el ingreso este primer semestre –– otorga con serenidad ––. Sunoo, Lia y yo somos un grupo. Nos llevamos bastante bien y somos muy compatibles para juntarnos.
Yeonjun lo observó de perfil mientras el junior manejaba, lucia relajado, no descubre ninguna señal que indique que era mentira lo que exponía.
––Tienes más amigos, he notado casualmente que hablas con varias personas.
––Conozco a algunos, aún somos relativamente nuevos en el campus, y me gusta socializar.
––Bueno, tendrás mucha vida social en esta universidad –– resalta con ímpetu ––. Casi todos aman hacer planes, fiestas y eso.
Aquello trajo un fragmento de memoria al Choi menor, quien durante la mañana fue abordado por el tutor de Sunoo. No le dio muchas vueltas porque estaba por entrar a un examen, pero ahora lo meditó.
––Hablando de fiestas, este domingo darán una, Beomgyu sunbaenim me invitó junto a Sunoo y Lia. Imagino que te contó.
––El menso no deja de parlotear al respecto –– sonríe ladino en confirmación.
––¿Irás? –– no contiene la pregunta, de soslayo atento al peliazul.
––¿Yo? ¿En una fiesta de campus de pleno domingo? –– se apunta con desconcierto, era cierto que ambos difieren en opiniones. Da una sacudida a su cabeza, no le apetecía abordar más el tema –– No me van mucho esa clase de eventos.
Soobin por alguna razón, experimentó un poco de decepción.
––Lo supuse...
––¿Me estás diciendo aburrido?
Soobin lanzó un vistazo rápido para el de ojos entrecerrados y no pudo contenerse una burla.
––¿Sabes? Esta carrera te va perfecta, siempre tienes una defensa.
No es la primera vez que se lo mencionan, así que el mas bajo se queda mudo y fastidiado el resto del trayecto a casa.
Cuando Soo siguió las indicaciones y aparcó en la acera de la modesta casa Choi, el peliazul tomó sus pertenencias en automático.
––Gracias. Espero que se diviertan mucho en ese estallido hormonal de alcohol y pubertos.
––Gracias, y tú ten un buen fin de semana –– lo examina salir y cerrar la puerta, relame sus labios en indecisión y luego da un silbidito para que el otro voltee, viéndole por la ventana al agacharse un poco –– Considera ir.
––¿Esto es porque intentas mantener la tregua en vigencia? –– aventura con un siseo divertido.
Soobin resopla en lo que cierra la ventanilla.
––Adiós, Choi.
El bonito auto desapareció en un pestañeo de ahí, pero Yeonjun se mantuvo unos segundos viendo la calle por donde el mismo se marchó.
Al menos el día no terminó tan mal y-
––Carajo, ¡¿Por qué no cuidan dónde cagan sus perros?!
Tremendo fail el de Beomgyu, sí me pasaría a mí JAJAJAJAJA
Capítulo calmado porque este fic es una montaña rusa, siquesi.
Un grupito como Lia, Soobin y Sunoo, amén uwu
Ok pero Soobin en baloncesto es UFFF
¡Voten y comenten! 💙💟
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