24. come back home


・:*:・゚☆∥ 24. come back home

❝ One of the hardest decisions
you'll ever face in love is choosing whether to
walk away or try harder.❞ *

BARRY ESTABA DESHECHO SOBRE SU SILLA GIRATORIA. La noche había caído y su laboratorio en la comisaría se iluminaba por tan solo unas cuantas lámparas. Distraídamente trazaba con sus dedos el mismo camino de su mandíbula hacia sus sienes con la mirada enfocada en la pizarra de corcho frente a él. En ella se mostraban todos los artículos e información que habían reunido y conectado al Dr. Wells. Mejor dicho: a Reverse Flash. Entre todas las noticias del asesinato de su madre y de desapariciones misteriosas estaba la fotografía de Morgan.

Era eso lo que se encontraba atormentándolo en ese mismo momento. Ver a esa mujer de cabello castaño y vivaces ojos de un precioso azul sonreírle de regreso en esa maldita fotografía, una de las muchas que le había tomado con la cámara instantánea que ella misma le había regalado. Verla así no se comparaba con el dolor que había reflejado su mirada la noche en la que Eddie fue secuestrado, justo antes de desaparecer. De nuevo.

―¿Trabajando horas extra? ―Joe apareció en su vista panorámica, tomando asiento a unos pasos de él.

Lo decía irónicamente, pues estaba más que claro que su presencia ahí no tenía nada que ver con sus actividades de forense. Barry alzó un poco las cejas suspirando y se incorporó en su asiento, saliendo de su ensoñación. Permanecieron en silencio por unos momentos, ambos observando la investigación plasmada en la pizarra. El detective fue el primero en romper el silencio:

―Barr ―lo llamó con cautela y se aclaró la garganta. Sabía que él no querría escuchar lo que estaba por decir, pero era su deber hacerlo―. ¿No te has puesto a pensar que quizás ella estuvo trabajando con Wells todo este tiempo?

El héroe frunció ligeramente el entrecejo y posó su mirada sobre su padre adoptivo.

―No, no lo he pensado. No tiene ningún sentido, Joe.

―Sus entrenamientos, su extraña relación...

―Ella jamás me haría daño.

―La otra noche prueba lo contrario...

―Porque estaba bajo la influencia de Bivolo ―interrumpió, algo fastidiado de que eso tuviera que ser un tema de conversación―. Tú no la viste. Algo está muy mal, algo le hizo, no lo sé ―Se tomó una pausa en la que reguló su respiración―. Mencionó a su mamá. Así como el Dr. Wells nos ha vigilado a todos, seguro también tiene vigilada a Angelique.

―¿Tú crees que está haciendo todo esto para proteger a su mamá? ―Barry asintió con la mandíbula tensa. Eso es lo que tenía más lógica, pero Joe no parecía nada convencido―. Barry, creo que... Es decir, aún fuera del efecto de Bivolo, Morgan se fue. Regresó con Reverse Flash. ¿Cómo podrías explicar...?

El velocista echó su peso hacia delante, apoyando sus codos en sus rodillas y lo interrumpió abruptamente:

―La amo, Joe.

Ahí estaba, lo había dicho. El hacerlo trajo consigo una extraña sensación de alivio que pronto fue reemplazada por una aplastante tristeza. No importaban los hechos sobre la mesa, Barry no podía recurrir a la razón en nombre de su propia sanidad. Lo había intentado antes, si valía de algo. Quiso ver a Morgan como una posible traidora; una amenaza para las personas que amaba. Después de todo, él no sabía qué podría haberle hecho a Iris en el puente de no ser por su intervención. Sea lo que sea, lo dejaba desarmado en derrota. Su corazón tenía el mando y éste dictaba que tenía que esperar. Que debía regresarla a casa y que de ahí todo estaría bien.

Con sus ojos picándole, Barry escondió la cara entre sus manos. Recompuso su respiración y volvió a alzar la mirada, hablando con determinación―: Realmente lo hago. No pienso rendirme en ella, ni abandonarla. Ahora mismo no puedo explicar por qué hace lo que hace, pero sé que debe haber una razón. Algo que nosotros no vemos.

El detective suspiró profundamente y asintió, nada sorprendido por su respuesta. Internamente, él quería creer que Morgan era inocente, pero no tenía cómo probarlo. Cada vez era más difícil bajar la guardia y confiar.

―Está bien, no lo haremos. ―aseguró, después de escrutar la imagen de la castaña que tenían en la pizarra―. Vamos a casa.





ϟ




ODIABA ESTAR AHÍ ABAJO. Es decir, no creía que nadie en su sano juicio disfrutaría estar dentro de ese hoyo. Era la combinación de humedad, falta de iluminación y pestilencia lo que lograba una ambientación tan detestable. Muy terrible, pero el desagüe era mejor opción que quedarse un minuto más con Eddie en su nueva guarida.

¡Morgan! Eres tú, ¿verdad? Barry, Iris, Joe, todos te están buscando. ¿Por qué haces esto? Tienes que ayudarme ―Eran ejemplos de cosas que le había dicho en cuanto quedaron solos.

Si le habían revelado su identidad a Eddie, Morgan consideró la probabilidad de que Iris también lo supiera. No tenía palabras para describir lo mucho que eso le causaba querer huir y esconderse en un oscuro agujero por siempre; que era, más o menos, lo que se encontraba haciendo en ese momento.

También su corazón pesaba en presencia del detective. Sabía que él quería proponerle matrimonio a Iris, pues había visto el anillo. Si tan solo supiera que ella no se casaría con él, sino que terminaría con Barry. Era deprimente. Todo le resultaba lo suficientemente mortificante como para encontrarse caminando por las aguas de la alcantarilla, presentándole una visita a Grodd, el gorila con poderes que Thawne había estado criando ahí abajo.

No tardó en divisar la enorme figura del gorila a tan solo unos metros de ella. En cuanto el primate la vio venir, le concedió un suave gruñido como saludo. Grodd no estaba solo, Thawne también se encontraba ahí.

Morgan ―habló en su cabeza.

―Hola, Grodd.

El velocista alzó una ceja en su dirección y la miró de arriba abajo. No quería verse tan decepcionado de no verla agonizar en terror, víctima de las habilidades mentales del gorila como la primera vez que los había presentado, pero sí, estaba algo decepcionado.

―¿Cómo lograste agradarle?

Morgan se encogió de hombros.

―Puse en práctica lo que me enseñaste sobre manipular la actividad eléctrica del cerebro. Y jugamos damas inglesas.

El hombre meditó sus palabras un momento, mirando a Grodd y después a la castaña simultáneamente. No sabía si considerarlo peligroso o dejarlo pasar. Hasta el momento, Morgan no había presentado un riesgo para él. Poco a poco se había mostrado más cooperativa, con una actitud de pesadilla, pero dispuesta a fin de cuentas.

―¿Todo bien?

―¿Después de que me frieras el cerebro con tu estúpida tecnología de Bivolo para que atacara al equipo Flash? Sí, todo bien.

―Venga, no me digas que no lo disfrutaste un poco.

―Disfrutaría más que dejarás de meterte en mi cabeza ―respondió mordazmente con una sutil sonrisa cínica y sarcástica.

―Seamos honestos, no lo hubieras hecho si una parte de ti no quisiera hacerlo. ―Él se encogió de hombros con simpleza―. No hay nada de vergüenza en eso.

La joven asintió secamente, queriendo dejar pasar el tema. A Thawne comenzaba a exasperarle la falta de expresión en su rostro. Era como si no hubiera nadie dentro. A estas alturas, él hubiera esperado algo de entusiasmo de su parte. Confiaba en que éste no tardaría en aparecer. Por su parte, Morgan no sabía qué era peor: si Eddie queriendo picotear la bondad restante en su corazón o Thawne intentando abrirle los ojos para que asumiera la maldad dentro de ella. Ambos casos lograban disgustarle equivalentemente.

Para fortuna de Morgan, Eobard no tardó en decir que tenía más cosas que hacer, formular sus despedidas y salir de ahí.

Morgan no estaba segura de cuánto tiempo había pasado sola con Grodd, horas quizás. El tiempo le importaba poco. Había conseguido un lugar donde sentarse y, no muy lejos de donde se encontraba, había colocado un tablero de ajedrez con todas sus piezas.

Caballo a E5 ―le ordenó Grodd mentalmente, de donde quiera que estuviera en esos momentos.

Él era las piezas negras y la meta-humana las blancas. Con un movimiento del dedo, Morgan había estado modificando la energía cinética de las piezas para moverlas al lugar deseado a distancia. Después de analizar el tablero cortamente, formuló una media sonrisa e hizo su siguiente jugada.

―Jaque.

Una secuencia de pasos pesados pertenecientes a Grodd retumbaron en las paredes, pues estaba regresando de cualquier alcantarilla que estuviera explorando. Apareció en su campo de visión con los hombros tensos, bufando en su dirección. Gruñendo examinó el tablero una y otra vez. Al darse cuenta de su derrota, propinó un golpe al juego de mesa, volcándolo todo.

―¡Grodd! ―se quejó Morgan, incorporándose en su asiento con el ceño fruncido―. ¿Qué haces? ¡Vas a tener que recogerlas tú!

El primate ya llevaba un par de veces con el mismo berrinche y Morgan se negaba a complacerlo al recoger su desastre de nuevo. Grodd ni siquiera le contestó, sino que alzó la cabeza en alerta. Se estaba molestando. Morgan se puso de pie confundida.

―¿Qué? ¿Qué sucede?

Intrusos ―Fue lo único que le dijo, antes de desaparecer en uno de los túneles que los rodeaban.

Morgan soltó una expresión de frustración antes de ir tras él a toda velocidad. No estaba de humor como para permitirle que volviera a aterrorizar a la pobre alma que acababa de terminar en ese drenaje. A Grodd no le tomó mucho llevarle la delantera. Realmente no pudo haber hecho mucho para evitar perderlo de vista, pues sus cortos pasos no se comparaban con las largas zancadas del animal. Cada pocos metros, el túnel divergía en más túneles, dificultando la decisión de a dónde dirigirse.

―¡Grodd! ―protestó contra las paredes vacías a su alrededor, sabiendo que no recibiría respuesta.

Resignándose a dar como infructíferos sus esfuerzos, dio la vuelta sobre sus mismos pasos. Regresar a la guarida de Grodd tampoco fue tarea fácil, pero eventualmente lo logró. Para su fortuna, lo encontró ya de regreso.

―¿Qué era, Grodd? ¿Qué encontraste?

El primate ni siquiera le contestó, simplemente movió su cuerpo para permitirle ver lo que había traído consigo. Era una persona inconsciente, parecía lastimada.

No era cualquier persona.

Era Joe West.


ϟ




A PESAR DEL PASO DEL TIEMPO, el silencio no parecía hacerse más sencillo. Morgan había salido a conseguir algo de comida para el detective, sólo para regresar y encontrarlo siendo terriblemente atormentado por Grodd. Con un poco de convencimiento, el gorila se había hecho a un lado y había permitido a la joven encargarse. Teniendo cautela, Morgan se dispuso a limpiar las heridas del hombre, procurando mantener la mejor higiene que podría conseguir estando en el desagüe. Joe la había bombardeado con todo tipo de preguntas, que ella logró ignorar olímpicamente hasta caer en ese insufrible silencio.

―Barry consideró que estarías bajo el control de Grodd. ¿Sí sabes que te sigue buscando? ―Morgan no pareció dar la más mínima reacción, cien por ciento enfocada en su tarea―. Di algo. Lo que sea. Podemos ayudarte. ¿Siquiera quieres ayuda?

La meta-humana fruncía los labios con gran esfuerzo.

―No lo entiendes ―murmuró a duras penas.

―Ayúdame a entender.

Morgan paró de curar una de las heridas que Joe tenía por su mandíbula al darse cuenta de que su mano estaba temblando. Su respiración se entrecortó al alzar su mirada por primera vez en todo su encuentro. Al detallar sus ojos, Joe comprendió de dónde venía la preocupación de Barry. Algo se sentía fuera de lugar, algo muy oscuro.

Ella realmente consideró contárselo todo, quería hacerlo. Quería que Joe la entendiera, pero a final de cuentas ella quería muchas cosas que ya no tenían lugar. No pudo vocalizar nada de interés, pues en ese momento se generó un gran alboroto en la alcantarilla. Un montón de bombas de vapor explotaron por todas partes, haciendo que Morgan cayera en sus espaldas del susto. Escuchó a Grodd gruñir con furia y sintió sus pesados pasos alejarse.

―¡Grodd, espera! ―le gritó en vano. ¿Por qué nunca la escuchaba?

―¿Qué sucede? ―alzó la voz el detective, incapacitado en la vista por las espesas nubes de vapor que no paraban de salir.

Morgan sacó sus conclusiones de inmediato.

―Barry.

―¿Barry? ―repitió Joe.

La castaña se las ingenio para ponerse de pie a gran velocidad.

―Joe, quédate aquí. Estarás bien ―le aseguró antes de comenzar a correr por donde Grodd se había ido.

Si antes le era difícil encontrarlo, las nubes de vapor lo hacían peor. Sin embargo, ella mantenía un poderoso instinto latiendo en cada célula de su cuerpo que la impulsaba a tomar decisiones rápidas y certeras, porque no se trataba de cualquier persona. Se trataba de Barry.

Derecha, izquierda, derecha otra vez... En un punto, simplemente le bastó con seguir el origen de los ruidos de pelea. Durante su recorrido no podía parar de pensar en las consecuencias de su posible intervención. Ver a Barry hacía realmente insufrible tener que llevar a cabo su plan. Lo más conveniente era que el velocista escarlata la odiara. Si no era odio, cierto nivel de desagrado sería útil. Esto en principal beneficio de Morgan, más que de cualquier otra persona. Era tiempo de que sus caminos tomaran distintos rumbos, pero la meta-humana no estaba segura de poder hacerlo, si una parte de Barry quería quedarse con ella tanto como ella lo deseaba. Claro, todo esto se iba al drenaje cuando Barry iba de cabeza hacia el peligro en cada oportunidad que tenía.

No importaban sus cuestionamientos, sus piernas avanzaban como si tuvieran vida propia.

Ahí estaba Flash golpeando a Grodd a toda velocidad, recorriendo círculos a su alrededor. Llevaba una pieza tecnológica en la cabeza, seguramente regalo de Cisco. Los golpes no funcionaron. El gorila alcanzó a rodear su cuello con la mano y lo alzó del suelo, asfixiándolo. Morgan no tuvo tiempo de reaccionar, cuando Grodd lo lanzó contra una pared, usando tanta fuerza como para que el velocista atravesara los ladrillos de ésta.

―¡Grodd, no!

El primate se giró violentamente e instintivamente le soltó un golpe a Morgan que la mandó disparada en dirección contraria. Al darse cuenta de lo que acababa de hacer, Grodd la miró con arrepentimiento. Sacudió la cabeza, decidiendo que lidiaría con ella más tarde, y fue tras el velocista escarlata.

El canal auditivo de Morgan fue perturbado con los resonantes gritos de Barry. A duras penas se puso de pie, tragando grueso e ignorando el zumbido en sus oídos junto con el dolor que vibraba en su espalda. Lo que sea que el héroe estaba usando para protegerse del control mental de Grodd, ya no estaba funcionando.

La meta-humana cruzó el hoyo en la pared. En el otro lado se estaba continuando el enfrentamiento entre el gorila y el velocista. Ella no dudó en tomar un salto para alcanzar al héroe, pero fue interceptada por la firme mano de Grodd rodeando su cintura. Sin esfuerzo la levantó del suelo, provocando que ella le propinara múltiples golpes que resultaron inservibles.

Si Barry ya había notado su presencia, el dolor había impedido que lo demostrara.

Como si las cosas no pudieran ponerse peor, el sonido de un tren a la proximidad le añadió urgencia al asunto.

―¡Detente! ―le ordenó al primate, viéndolo con fiereza.

―¡No!

Los ojos de la meta-humana se iluminaron bruscamente de un azul eléctrico, mismo que servía de amenaza. Aunque la tentación de atentar contra el animal era grande, la agonía de Barry continuaba martillándola con insistencia. Estiró la mano en su dirección y con algo de concentración palpó los impulsos eléctricos en su cerebro. Podía sentir el miedo desbordando de él, mismo que intentó reducir con cautela.

―¡Barry, concéntrate! ―le gritó, forcejeando para ser liberada por el gorila―. ¡Tienes que defenderte!

Grodd apretó más su agarre contra el menudo cuerpo de la castaña, sacándole un lastimero quejido de aflicción. Se estaba molestando mucho con ella. Por su parte, Barry seguía revolcándose de dolor con ambas manos aprisionando su cabeza.

Humano malo ―quiso recordarle con furia.

―¡Barry, por favor, escúchame! ¡Sé que puedes, no te dejes vencer! ―Eso último apenas fue lo suficientemente audible. Sus poderes estaban perdiendo efectividad, resultado de la poca oxigenación que tenía por lo fuerte que el gorila la estaba sujetando.

―¡Humano malo!

Algo tronó dentro de Morgan.

―¡Barry...! ―Con esa última exclamación al aire, ella perdió la conciencia.

Grodd apenas se daba cuenta de lo que había hecho. Con frustración desechó el cuerpo de la meta-humana contra los rieles del tren. Ahí Barry la vio con perfección. Su cuerpo inerte en la grava con el tren moviéndose a toda velocidad en su dirección.

―Morgan ―susurró.

No había estado imaginando su voz, ella realmente estaba ahí y estaba en peligro. Sin tomarse otro segundo más, la speed-force se disparó dentro de él con ímpetu. Barry llegó a tomar a Morgan entre sus brazos y jalar de ella hasta ajustarse en un costado de los rieles, habiendo estado a milisegundos de que el tren los alcanzara. Él la pegó contra su pecho con fuerza, utilizando un brazo para rodear su cintura y su mano libre para proteger la parte trasera de su cabeza. Cerró los ojos, jadeante por lo cerca que había estado de ocurrir un desastre.

―Nunca más, nunca más, nunca más...―se repetía una y otra vez bajo su corto aliento, encontrándolo extrañamente confortador.

Nunca más volveré a perderte, es lo que quería decir, pero no lograba empujarse a terminar la oración.

Todo ese tiempo, lo único que había querido era sostenerla una vez más, pero no así. No cuando todavía no podía tenerla a salvo.

El tren eventualmente pasó, volviendo a dejar a Grodd a la vista justo enfrente de ellos. Barry recostó a Morgan en el suelo, lejos de los rieles del tren, para así poder enfrentar al gorila de una vez por todas. Grodd se impulsó contra él, gruñendo con violencia. Ni siquiera tuvo la oportunidad de alcanzar al velocista, cuando un tren pasó, arrastrándolo con él.

Los jadeos de Barry sacudían su pecho, agradeciendo su suerte. Con sumo cuidado volvió a tomar a Morgan entre sus brazos y la llevó a un lugar seguro, lejos de cualquier otro tren. La depositó en el suelo y pegó su oreja a su pecho, comprobando que siguiera respirando. Un suave quejido salió de sus labios, haciendo que Barry levantará la cabeza con rapidez. Tomó la cara de la castaña entre sus manos y la inspeccionó.

―Morgan, está bien, estoy aquí ―le aseguró con voz temblorosa. Lo más probable es que Grodd le hubiera roto una costilla o más, Caitlin tenía que revisarla inmediatamente.

―Barry ―susurró en un aliento. Morgan parpadeó un par de veces, enfocando su vista. Se le veía muy preocupado con sus ojos humedeciéndose rápidamente.

―Te encontré, Morgan. Te encontré, estás bien ―pronunció firmemente.

Ella frunció el ceño. No, pensó. Él tenía que verla de villana, no podían estar haciendo eso. Débilmente alzó su mano con un quejido, apuntando en dirección al héroe. Al ver que sus dedos comenzaban a recargarse de energía cerúlea con aires de atacar, Barry le frunció el ceño. Tomó de su mano para envolverla contra su pecho, ahogando la posible detonación.

―¿Qué haces, Morgan? ¿Qué...?

―Eres un dolor en el culo, Barry Allen ―murmuró con una risa que se acortó por el dolor que le causaba en las costillas.

No soportaba verla así. Se veía tan lastimada y frágil en sus propias manos.

―Te voy a sacar de aquí.

―No, Barry. Te he dicho que no.

―¿Por qué? ―insistió―. ¿Por qué no? ¿Qué está pasando?

―Porque...

Morgan cerró los ojos, tomándose un segundo. Una de sus manos comenzó a tantear el hombro del joven, subiendo hasta encontrar el camino hacia la curva de su cuello. Utilizando un imprevisto impulso, la castaña rodeó a Barry con sorprendente fuerza; como si él se hubiera convertido en aire para respirar. El dolor que este movimiento le había causado alimentó su necesidad de no soltarlo. El velocista fue tomado desprevenido, pero no tardó en encajar su brazo alrededor de su cintura y tomar un puñado de su castaño cabello para pegarlo contra su nuca, como si de esa forma pudiera anclarla a él definitivamente.

Había cierta asperidad en su abrazo. Era el olor a sudor y barro con un tinte chamuscado combinados con el aroma característico de Barry. Eran los rítmicos choques de sus pechos gracias a sus erráticas respiraciones. Era el latido del velocista presente contra la garganta de la meta-humana. Era el sabor metálico dentro de la boca de Morgan. Era el temblor de la silueta que descansaba debajo del héroe, como el de una estructura que tentaba con quebrarse.

Todo resultaba tosco, pujante y desposeído.

Morgan... Joder, por favor, corazón.

El agarre de Morgan hacia el héroe se aflojó, pero no se separaron en lo absoluto, pues Barry se negaba a dejarla ir.

―Estoy con Reverse Flash ―pronunció en seco, sin poder escapar del dolor que causaba con sus palabras―. Tomé la decisión.

―¿Cómo piensas que te crea?

El daño causado por las heridas de Morgan no hacía más que aumentar, generándole un sentimiento de adormecimiento en la punta de los dedos. Ella dejó escapar un suspiro tembloroso. Hablar le costaba montones, no solo por lo que sabía que venía a continuación, sino por el prominente dolor en su torso

―Barry... ―repitió con un hilo de voz―. Es Joe... Está muy herido, tienes que ir rápido ―Lentamente, él tomó una corta distancia de la meta-humana para inspeccionar en su rostro si lo que decía era verdad. Barry pareció debatirse mentalmente en qué hacer, pero Morgan sabía que era inútil. Él siempre elegiría a su familia primero―. Ve, yo estaré bien. Sano más rápido que él. Aquí te espero.

Él bufó y juntó sus frentes con fuerza, como si así pudiera absorber completamente lo que era estar en presencia de Morgan Whitmore.

―No me tardaré nada ―balbuceó y la miró con ojos suplicantes―. No te vayas, por favor. Regresaré pronto y te llevaré a casa, ¿sí? Vamos a estar bien, sea lo que sea que Thawne te haya dicho, lo arreglaremos.

Morgan asintió tragando grueso, ésta vez sus ojos llenándose de lágrimas.

―Sí. Ve.

Ella lo culpó mentalmente por ponerla en esa posición, aunque no fuera su culpa. ¡Pero, vamos! ¿Qué se suponía que debía hacer, cuando él tomaba la deliberada decisión de arriesgar su vida contra un gorila con poderes?

Dudando un poco más, Barry se alejó penosamente de la castaña y corrió por el desagüe en busca de Joe. Al encontrarlo se dio cuenta de que él estaba aterrado, pero no en tan mal estado como había imaginado. Sus heridas estaban decentemente limpias, por ejemplo.

―Morgan me ayudó ―le había dicho―. Ella está aquí.

Con un extraño sentimiento de náuseas, Barry regresó al último lugar en donde la había visto solo para encontrarlo vacío.

La había perdido otra vez.

Así que Eobard Thawne sí que había tenido razón en una cosa: nunca falla ir al corazón de Barry Allen. Él jamás se resistiría.


ϟ




GRODD ESTÁ MUY APENADO POR LO QUE PASÓ. Se siente muy mal, de verdad.

Morgan soltó un bufido del dolor, cruzando sus brazos sobre su cabeza.

―¡El pulgoso de Grodd me rompió las putas costillas! ―contraatacó colérica.

Se encontraba sobre una camilla en la guarida que tenían debajo de S.T.A.R. Labs. Eddie estaba ahí, pero la meta-humana estaba pasando por el suficiente dolor como para no preocuparse por eso. No tenía más que hacer que soportar su recuperación por unas horas más.

Thawne se encogió de hombros y asintió. Comprendía su punto de vista, pues el gorila sí le había aplastado el tórax. ¿La había matado? No, así que ¿cuál era el problema?

―Número uno, Grodd no tiene pulgas. Número dos, quizás no lo hubiera hecho, si no te hubieras metido para proteger a tu preciado Flash.

Morgan suspiró derrotada. Lo último que quería era recordar lo sucedido con Flash.

―Lo iba a matar. Se supone que ese es tu trabajo, ¿no?

―Uh ―Thawne frunció el ceño, pasándole una bolsa de hielo―. Baja tu actitud, cielo.

Morgan lo miró reclamante y terminó por rodar los ojos, aceptando el hielo que le ofrecía. Levantando delicadamente su playera para descubrir su abdomen, pegó la fría bolsa donde el hematoma era más prominente. Soltó un suspiro de alivio y cerró los ojos, tapando la luz que provenía del techo con su antebrazo.

―¿No tenías algo que decirme? ―le recordó con voz ronca, sin siquiera molestarse en abrir los ojos.

―Claro, claro. Hace rato, poco después de que te desmayaras del dolor, te perdiste la mejor parte. Eddie, cuéntale ―le ordenó con voz animada.

El detective resopló sonoramente.

―Tiene la llave ―dijo sonando el opuesto a Eobard: apagado y sin gracia.

―¿Llave de qué?

―Lo mismo le pregunté ―replicó exasperado.

El velocista acercó una silla a la camilla de la castaña para sentarse a su lado. Se inclinó hasta su oído y le habló en voz baja:

―Iremos a casa. Bueno, a mi hogar, pero iremos juntos.

Morgan creyó no estar escuchando correctamente. Quitó su antebrazo de su cara y giró su cabeza hacia él.

―¿Te refieres al futuro?

Él asintió con una sonrisa. Sus ojos brillaban expectantes, pero al no recibir la misma respuesta ladeó su cabeza ligeramente.

―¿Qué? No me digas que no quieres ir. Ya habíamos hablado de esto. ¿Acaso no has destruido tu vida en esta temporalidad lo suficiente? En lo que yo tenía entendido, tú no tienes nada más que perder.

Morgan tragó grueso y giró su cabeza hacia el techo.

―Supongo que sí ―habló sin emoción.

―Bueno ―concluyó palmeando su hombro―. Te dejo para que sanes, pronto te necesitaré. Esto está a punto de ponerse realmente interesante.

En eso ambos estaban de acuerdo. Porque a pesar de haber estado jugando el juego de Thawne al pie de la letra, Morgan tenía sus propia agenda que cumplir.

"Una de las decisiones más difíciles que enfrentarás en el amor es elegir si alejarte o esforzarte más."

(n/a) HOLAAA, DE NUEVO.

BARRY YA ADMITIÓ AMAR A MORGAN.

Rápidamente, sé que probablemente se estén aburriendo con esta persecución del gato y el ratón de Morgan y Barry, pero ya estamos muyyy cerca del final. AGUANTEN CONMIGO, NO ME PUEDEN ABANDONAR AHORA.

TAMBIÉN, se me olvidó decirles el miércoles. Yo les había mencionado sobre un flashback de Halloween, que ya tengo escrito, pero me pareció que interrumpe mucho la trama. Estaba pensando ponerlo todo en capítulos "extras" una vez que acabe con el libro lol.

PERO DIGANME USTEDES, si de verdad quieren cortar esta tragedia de Morgan con capítulos más ligeros, comenten aquí juasjuas. Lo dejo en sus manos.

¡GRACIAS POR TODO EL APOYO! <333 No olviden votar, comentar y cuidarse mucho.

les ama un chingo,

NIAM ROCA

[ editado 12 de marzo de 2022]

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