19. about time


・:*:・゚☆∥ 19. about time

❝I fell in love the way you fall asleep: slowly, and then all at once.❞ *


John Green

UN VIAJE EN EL TIEMPO.

Barry no podía sacudir el estupor de ver los sucesos desenvolverse con una precisión conocida: los eventos, los diálogos, cada gesto y cada detalle. Su cerebro no podía terminar de creerlo, como si en cualquier momento fuera a despertarse de un extraño sueño. El Dr. Wells no tardó en darse cuenta de su extraño comportamiento y de dar con lo que estaba ocurriendo.

El tiempo es un constructo extremadamente frágil, le advirtió antes de ordenarle que no cambiara nada de lo que había hecho con anterioridad. Cada paso, cada palabra y cada acción debía ser idéntica a lo que había vivido. Se le veía muy tenso al respecto.

Sin embargo, ¿cómo se suponía que Barry hiciera eso? Es decir, ahora podría evitar tantas cosas: que su jefe terminara inválido a manos de Mardon, que Joe fuera capturado y amenazado de muerte, el tsunami gigante... Hasta podría evitar perder más tiempo con Morgan. ¿El tiempo estaba a su favor y se suponía que él no tenía que aprovecharlo? ¿Qué bien le había traído obedecer al científico en todo este tiempo?

Barry optó sabiamente por no hacer caso, teniendo cero razones de no desconfiar de ese científico engañoso.

Así fue como Morgan casi se atragantó con el puñado de cacahuates japoneses que se había metido a la boca; de un momento a otro, el héroe había traído consigo a un Mark Mardon esposado, llevándolo directo a la prisión en S.T.A.R. Labs. Morgan fue tras ellos boquiabierta, incapaz de comprender el cómo había dado con el hombre.

―P-pero... ¿cómo? ¡Por qué no me dijiste! ―le reclamó, golpeándole el brazo―. ¿Cómo sabías dónde estaba?

―Una corazonada ―se limitó a decir, intentando ocultar el orgullo y satisfacción que le causaba ver al criminal encarcelado.

Después de eso, no pudo salvarse de recibir una reprimenda por parte del genio, pero ni siquiera eso pudo aplastar su optimismo. Lo que inquietara al Dr. Wells estaba dejando de ser su problema. Ahora había algo más que le quedaba por hacer y esta vez sí seguiría los pasos del pasado. Aún recordaba el rostro de Morgan, cuando él le había afirmado lo siguiente:

―Arreglaré esto, ¿sí? Lo arreglaré todo.

Cumpliría su promesa.

El profesor Stein le había dado un valioso consejo que debió atender mejor en su debido momento: Cualquier hombre que conduzca a salvo, mientras besa a una chica bonita, no está dándole a la chica bonita la atención que merece.

Morgan era la chica bonita. Y él estaba cansado de conducir a salvo.

A la misma hora que la última vez, Barry entró a un Jitters que parecía desierto.

―¿Hola? ―habló con claridad, intentando llamar la atención de la persona que sabía que estaba arrodillada al otro lado del mostrador.

Como esperado, una figura salió disparada como resorte a atenderlo.

―¡Hola, bienvenido a Jitters! ¿En qué puedo... ―Morgan dejó la oración al aire unos segundos al reconocerlo. Nuevamente, la meta-humana notó el famoso saco que Cisco le había prestado, así como lo atractivo que lucía―... ayudarte? Hola.

Evidentemente, Barry jamás había viajado en el tiempo. Era realmente una cosa graciosa. Ahora que vivía nuevamente esa escena, podía notar detalles que había pasado por alto anteriormente.

Por los altavoces se escuchaba la voz de Jack White, el cantante de The White Stripes, siendo acompañada por una guitarra bastante diestra. Reconocía la canción, pues Morgan la había puesto unas cuantas veces en el Córtex, casi siempre tocando una guitarra invisible en el proceso con intermedios de batería agregados.

Ahí se encontraba el dibujo en el que él se veía alcanzado por un rayo, descansando sobre el mostrador en una pequeña libreta. La figura realmente no contaba con los rasgos suficientes como para que él pudiera haber adivinado que era su propio retrato. Lo que sí lo dio de cabeza fue el letrero encima de su cabeza que recitaba "Barry Allen". El dorso de la mano de la autora estaba manchado de tinta por haber hecho trazos tan pronunciados y haber pasado la mano sobre el papel distraídamente.

Morgan había recogido su cabello en una coleta baja, pero por el curso del tiempo dos mechones habían logrado escapar para enmarcar su cara. Su atención también cayó en las pecas de la castaña, mismas que ahora parecían ser resaltadas intencionalmente por el ligero rubor que había subido a su rostro. El mandil que recitaba Jitters acentuaba su cintura, aunque se encontraba ligeramente chueco, descansando mayormente en su cadera derecha. Tenía una mancha de café pequeña en su playera rosa y uno de sus tirantes estaba torcido.

Con todo en suma, Morgan se presentaba como una primorosa visión. Ya no se veía realmente pulida, como solía presentarse diariamente cuando la conoció, se veía más orgánica. Había tantas cosas fuera de lugar, tantas cosas conectando en ella de forma perfectamente imperfecta. El corazón de Barry podría explotar en cualquier momento.

―Hola, Morgan, no sabía que trabajabas a esta hora. ―Utilizó las mismas palabras que le había dado antes, mientras continuaba admirándola.

―Oh, sí lo hago, de vez en cuando. Se suponía que Sara cubriría el turno, pero...

―¿Su perro enfermó y tiene diarrea explosiva? ―completó la oración por ella con una sonrisa bobalicona.

Morgan ladeó la cabeza con el ceño ligeramente fruncido. Barry parecía brillar de felicidad.

―¿Cómo...? ¿Qué está ocurriendo contigo? Has estado actuando raro todo el día ―lo acusó, achicando los ojos en su dirección.

―Sal conmigo.

Hubo una pequeña pausa en la que Morgan se cruzó de brazos vacilante.

―¿Que salga contigo? ―repitió sin estar segura de haber escuchado bien.

―Sí, en una cita. Ser pareja. Lo quiero todo.

Morgan soltó una risa incrédula.

―¿Qué pasó? ¿te canceló tu otra cita? ―le dijo en tono burlón, queriendo descartar la seriedad de sus palabras―. P-porque si fue así, no es el fin del mundo, Barr. Hay más peces en el mar y... Y todo eso. Eres un joven apuesto, te podemos crear un perfil de citas en línea ―Ella rio cortamente, pero de un segundo a otro tragó grueso y se puso seria―. Mentira, no. Nunca se sabe quién está detrás de la pantalla... M-mi abuela decía que era mejor estar soltero que con la persona equivocada ―Morgan carraspeó al darse cuenta de que había comenzado a hablar muy deprisa, sin filtro y sin siquiera respirar correctamente, tropezándose con sus palabras―. Joder, espera. No recuerdo si eso lo dijo mi abuela o el experto en industrias Hassan Choughari. Fue cualquiera de los dos, ajá. Le preguntaría a mí abuela, pero está muerta.

Con una risa nerviosa le dio la espalda rápidamente para así palmear su frente con su mano. La había tomado desprevenida.

Barry intentó no reírse ante tal marea de palabras, acompañada del rojo intenso que había inundado la cara de la castaña, pero no pudo evitarlo.

―Tu abuela es muy sabia... O Hassan Choughari ―aseguró con una sonrisa. Negó ligeramente y reunió la confianza para añadir―: De hecho... Yo le cancele. No era con quien quería salir.

Morgan se dio la vuelta lentamente para encararlo otra vez, reflejando un tímido terror en sus orbes azules.

―¿Qué haces? No hagas eso ―murmuró con un hilo de voz. Morgan poco a poco bajó sus defensas. Sintió la temperatura de la habitación bajar, siendo víctima de una avalancha de emociones que amenazaba con poder con ella―. No hagas esto.

Ella negó con la cabeza, siendo incapaz de sostenerle la mirada, y decidió distraerse con lo primero que encontró. Tomó un trapo húmedo de debajo de la barra y comenzó a limpiar el mostrador con este.

―Tienes que escucharme, Morgan.

Ella volvió a negar, concentrada en sus tareas. Recogía por aquí o por allá, lo que fuera.

―No, Barr. Tengo que cerrar aquí, nos vemos mañana.

―Por favor, tienes que dejar de alejarme.

―Barry, tienes que olvidarte de mí. Lo digo en serio ―le pidió con una firmeza que le sorprendió a sí misma. Se resistió aún más de encararlo, cuando lo sintió acercarse por su vista panorámica.

―¿Quieres que te olvide?

―Sí.

―¿Sí? ―Sus respuestas se disparaban una a otra sin piedad, cada una subiendo de tono.

―¡Sí, Barry! ¡Quiero que me olvides! ―gritó, azotando el trapo contra la superficie firme más próxima.

―¡Bien, olvídame primero! ―exclamó de regreso alzando su voz y echando su peso hacia delante de manera imponente. Morgan se sintió muy pequeña a su lado.

Dándose cuenta de que se estaba dejando llevar por sus emociones, él tomó un largo respiro para volver a estabilizarse. Se sentía tan cerca de sobrepasar las defensas que la meta-humana había subido contra él y no quería que lo consumiera el miedo de perder lo que tanto deseaba.

―Eres un idiota ―Morgan musitó entre dientes con la mirada pegada al suelo, mientras mordía el interior de su mejilla.

Los dos se sumergieron en un silencio que apaciguó lo que por un momento parecía querer tornarse en una acalorada discusión.

Un poco cansado de estar hablando a través de un mostrador, Barry usó su velocidad para poner el letrero de "cerrado" en la puerta y llegar justo a su lado. Morgan intentó darle la espalda, pero Barry se apuró a posar sus manos suavemente en sus antebrazos.

―Hey, hey, Morgan ―susurró con cariño, acariciando su piel con los dedos, para finalmente acunar su rostro―. Morgan, mírame.

Con un movimiento suave de pestañas sus orbes zafiros se alzaron, conectándose poderosamente con los ojos del velocista. La mirada del héroe se suavizó y ladeó ligeramente su cabeza. Acarició su mejilla con ojos de admiración y pasó uno de los mechones de cabello que estaba en su cara por detrás de su oreja.

―Sé exactamente lo que está ocurriendo y te lo voy a decir ―afirmó con tranquilidad, enredando sus dedos entre su cabello distraídamente―. Yo estoy asustado, porque me inquieta el no tener forma de mantenerte a salvo. No puedo guardarte en el Córtex, como lo hago con Cisco y Caitlin, ni mantenerte en la oscuridad como a Iris. No es una opción. Tú estás asustada, porque sientes que estar conmigo afectaría a tu desarrollo personal, pues jamás aprendiste a poner tus emociones y tus responsabilidades en un mismo plano.

―¡Hey! ―reclamó con el ceño fruncido, pero finalmente desistió y asintió―. De hecho, tiene sentido.

Barry sonrió de lado.

―Todo este tiempo hemos esperado a que el tiempo resuelva las cosas mágicamente, pero no es la respuesta.

―Entonces, ¿cuál es?

―Primero, que dejes de entrenar con el Dr. Wells.

―¿Eso qué...?

Él alzó un dedo, frenándola.

―Escucha primero. Cisco, Caitlin y yo podemos arreglarnoslas igual o mejor que el Dr. Wells. Tú lo sabes, no podemos confiar en que él tenga las mejores intenciones para ti. Y no seré "suave" contigo, aunque nunca lo he sido.

―Sí lo has sido.

―Claro que no.

―Claro que sí.

Barry le rodó los ojos con aire divertido y ella reprimió una sonrisa.

―En fin, yo no quiero ser un obstáculo para ti, al contrario. Y haré que sangres, llores y te rompas todos los huesos del cuerpo si es necesario, nada de ser blando contigo, de verdad ―afirmó sin poder evitar contagiarse en sonrisas, señalándola con un dedo.

―Suena bien. ¿Y qué hay de ti? ¿Cómo arreglarás el no poder ponerme en una cajita de cristal por siempre? ―incitó ella, jugando con el botón de su saco.

―Bueno... Tú y yo nunca dejaremos de ser lo que somos. Probablemente nunca dejaremos de tener estos poderes ni de querer ayudar a las personas. Jamás podré controlar el riesgo en el que estaremos, así como jamás dejaré de quererte tampoco. Eso lo entiendo ahora.

―Jamás es una palabra muy grande ―murmuró de forma más sombría.

Él se encogió de hombros sin culpa.

―Me gusta como suena.

Después de un tenso silencio, la castaña tragó grueso con un nudo en la garganta.

―¿Hablas en serio? ―preguntó con un tono más tímido del que hubiera deseado.

―Hablo en serio ―aseguró sin tinte de duda en su voz. Sus ojos verdes jamás se habían visto más profundos―. Eso es todo lo que quería decir. Si realmente quieres que me aleje, solo pídelo y lo haré. Pero que sea lo que de verdad quieres ―recalcó, tomándola por la nuca con firmeza―. Tienes que ser completamente honesta conmigo, porque una vez que me quieras lejos, jamás volveré a molestarte. Así que... ¿Me dirás que no sientes nada por mí?

―Y-yo... Te he dado la impresión incorrecta, quizás.

―¿Ah sí? ―la interrogó, enarcando una ceja.

Morgan asintió con la cabeza, retrocediendo lentamente. Él le siguió el paso, acortando la distancia. No tomó mucho para que la espalda de la castaña topara con el mostrador, siendo acorralada entre este y la anatomía del héroe.

―Sí ―intentó asegurar.

Lentamente Barry se inclinó hasta apoyar ambas manos en el mostrador detrás de ella, una a cada lado de su torso.

―No te creo ―dijo de regreso.

―No podría gustarme alguien tan engreído, desorganizado y mandón.

Fue el pronunciar esas palabras, que no pudo contener más su fachada y una risa se escapó de sus labios. Él achicó sus ojos en su dirección con una sonrisa astuta.

―Eres muy mala mintiendo ―afirmó con cierta diversión.

Barry escaneó el rostro de la castaña, ambos compartiendo un brillo en sus miradas. Paulatinamente sus ojos viajaron a por el cuello de la meta-humana. Morgan sintió su recorrido visual como si fuera un tacto; la estaba haciendo sentir vulnerable. Él se tomó su tiempo para subir una de sus manos con la cual acarició la piel de su clavícula, hasta atrapar el dije de rayo que él mismo le había regalado la pasada Navidad. Jugueteó con el accesorio para después volver a posarlo en el centro de su pecho suavemente.

Ella se esforzó por mantener su respiración estable.

―¿Qué pasa si no funciona?

Barry suspiró con pesadez, asintiendo ante el escenario impuesto.

―Siempre está la posibilidad, pero poco me importa ―recalcó con seguridad.

―¿Poco? ―repitió con una risa ante el tono de ingenua rebeldía en su voz.

―¡Poco, muy poco! ―aseguró con una sonrisa―. Quiero estar contigo. Quiero afrontar todas las dificultades que vengan con eso, y no pienso rendirme en nosotros. Eres lo mejor que me ha pasado, Morgan. Siento que te necesito, lo que no puede sonar saludable, pero así es. Quiero todo de ti. ―Suavemente enterró una de sus manos en la nuca de la joven, juntando sus frentes por un par de segundos, antes de volver a separarse mínimamente para continuar hablando―. Te encontré y tú me encontraste a mí, esas fueron tus palabras. Esto es lo que yo quiero, Morgan. ¿Qué quieres tú?

Ella se relamió los labios dubitativa. Esa siempre había sido una de las preguntas más difíciles de responder a sus ojos.

―Tengo miedo.

Él le sonrió con dulzura y asintió.

―Yo también.

―Yo...

¿Barry valdría la pena el riesgo? Sí, sí lo valía.

Sí lo valía.

Con un suave suspiro ,y su pecho llenándose de un hormigueo emocionante, la castaña apoyó ligeramente su cara contra la mano que Barry sostenía en su nuca.

―Yo te quiero a ti ―terminó por pronunciar.

La confianza de Barry parecía renovarse, acompañada de una suave sonrisa que iluminó su rostro. Su mano libre rozó suavemente su cintura hasta ceñirse a ella, causando que Morgan sostuviera su respiración. El velocista bajó su cabeza, ladeándola a la derecha para finalmente poder dejar un beso en la piel desnuda a un lado del tirante de su playera. Morgan dejó salir el aire que estaba conteniendo con lentitud, casi pausado. Todas sus terminaciones nerviosa comenzaron a bailar justo donde los labios de Barry habían hecho contacto, recorriendo todo su pecho hasta alcanzar su espalda, dándole escalofríos por toda la columna vertebral.

El mundo podría estar prendiendo en fuego y Morgan no se enteraría.

Barry volvió a sonreír, pues casi podía ver la piel de la castaña erizarse bajo él. Se relamió los labios antes de subir por la curvatura de su cuello. El olor de café y canela combinado con su perfume llegaba a llenar sus fosas nasales de placer. Con su nariz rozó su cuello, y después de unos tentativos segundos, dejó un par de lentos besos en la piel descubierta. La respiración de Morgan se cortó, haciendo que su mano derecha se aferrara al hombro del velocista con miedo a que sus piernas se rindieran en cualquier segundo.

Terminando su agonizante recorrido, Barry dejó un beso apenas debajo de su oreja, haciéndola soltar un suspiro audible. Ahí mismo susurró con algo de sorna y satisfacción:

―Entonces, ¿decías que me habías dado la impresión incorrecta? ¿Que yo no te gustaba o algo así?

Con esas palabras casi haciendo eco en el imperturbable silencio, el héroe se alejó de ella lo suficiente como para verla rodar los ojos reprimiendo una sonrisa. Ella exhaló con toda la temperatura subiendo a sus mejillas. En un rápido movimiento, Morgan tomó el collar de su camisa con sus dos puños y jaló de él para besarlo con firmeza.

A diferencia de su primer beso, este fue mucho más esperado y ansioso. Sus labios encontraron sus ritmos sin titubear, mientras se aferraban el uno del otro. Tomándola por los muslos, Barry la subió al mostrador de un salto y se pegó a ella, sin querer perder sus labios en el movimiento. Como acto reflejo, Morgan correspondió rodeando sus caderas con sus piernas y atrayéndolo más a ella, como si fuera posible.

Jugaban con las velocidades, intentando ir lento, pero tropezándose con sus propios deseos y moviéndose con más urgencia. Morgan abrió ligeramente más sus labios, lo suficiente para que sus lenguas pudieran rozarse suavemente, haciéndolos desear más. Sus acciones reflejaban toda la frustración de los últimos meses, el guardarse tantas cosas, pero anhelar tanto al mismo tiempo.

Barry subió una de sus manos, enterrándola en su nuca y la separó de él a duras penas.

―Dímelo ―le ordenó, escudriñando cada centímetro de su rostro―. Quiero escucharlo y quiero que estés segura. Quiero que estemos cien por ciento en esto, ¿lo estás?

Ella quiso quejarse de su abrupta interrupción, pero al escuchar su petición, terminó por morder su hinchado labio inferior.

―Primero, prométeme que no me dejarás. Hablo en serio. ―Lo picoteó con un dedo acusador, todavía fallando en recuperar su aliento correctamente―. Pase lo que pase, promételo.

Él la miró con una extraña admiración. ¿Por qué tenía tanta inseguridad en sus ojos? Si ella supiera lo que ocurría en su cabeza, jamás volvería a dudar de lo que él haría por no tenerla lejos.

―Te lo prometo. No hay nada que pudieras hacer para alejarme, ya no más.

Morgan soltó una risa boba con una felicidad abrasadora creciendo en su pecho.

―Me gustas, Barry Allen. Estoy segura de todo, cien por ciento.



ϟ



EL SONIDO DE UN PITIDO LE NOTIFICÓ QUE SU LLAMADA HABÍA IDO DIRECTO AL BUZÓN. Dejando salir un suspiro, se conformó con dejar un mensaje en la línea telefónica de S.T.A.R. Labs.

―Dr. Wells, una lastima que ya no pude alcanzarlo, seguro ya se fue a casa. Llamaba para decirle que ya no me reuniré con usted mañana temprano. Ni ningún otro día, de hecho. He decidido tomar mi preparación en mis propias manos ―afirmó de primera, teniendo las palabras ya ensayadas. Sin más que decir, carraspeó―. Bueno, espero pueda entender. Adiós.

Para cuando colgó, el elevador ya había alcanzado su piso, obedientemente abriendo sus puertas de par en par para que Morgan pudiera adentrarse casi bailando. Para ella caminar ya no era caminar. Morgan estaba flotando. Tarareaba una canción en voz baja con una sonrisa inamovible en sus labios. Su corazón ya no solamente latía para mantenerla viva, sino que con cada pulsación ella se llenaba de una dicha indescriptible. Todavía podía sentir el tacto de Barry cosquillear sobre sus labios, cada caricia parecía marcada de por vida sobre su piel.

Su rutina nocturna fue recorrida de forma mecánica, pues su mente seguía fijada en los ojos verdes del velocista que tanto le gustaba. Había durado tanto tiempo queriendo mantener sus sentimientos en línea, que ahora con un leve empujoncito se encontraba en una imparable caída libre. Y seguía cayendo, pero cada vez era menos aterrador y más emocionante.

Tomó una ducha que empañó cada ventana y espejo en su baño, tomándose su dulce tiempo para pasar la espuma jabonosa por cada centímetro de ella. No podía parar de reflexionar en lo extraño y encantador que se sentía el amor. Saber que alguien tan increíble como Barry la amaba, hacía que ella misma se viera con nuevos ojos. Si un alma tan pura como la del héroe podía ver algo bueno en ella, entonces debía haberlo. Ser alguien digno de amor era una sensación deleitable y embriagadora.

Una vez afuera, enrolló su torso con una toalla y se dispuso a seguir su rutina con placer. Cubrió su cuerpo con suave crema corporal, lavó sus dientes minuciosamente, cepilló su cabello con más suavidad y conciencia de la usual y terminó por envolverse en su fragancia favorita. Ya en su habitación, se deslizó con facilidad en su pijama conjunta de seda color rosa pastel.

No recordaba la última vez que se había sentido tan dichosa y cómoda en su propia piel. Se sentía segura, envuelta en una extraña afirmación de que todo estaría bien. Ya no tenía que enfrentar las cosas sola, no más.

Por un largo segundo había estado aterrada de ser consumida por las peores partes de sí misma y ahora divisaba la luz al final del túnel. Todo estaría bien. Barry la había encontrado, y seguía haciéndolo.

Sin poder conciliar el sueño, bajó hasta la cocina para prepararse un té. Ella continuaba muy sumida en sus pensamientos al poner el agua a hervir, cuando un ruido llamó su atención. Morgan alzó la cabeza, intentando ver la entrada de su hogar.

―¿Nicholas? ―preguntó, pues probablemente era él llegando. Solía ser muy silencioso al entrar―. ¡Nicholas!

Sin recibir una respuesta, se encogió de hombros y se dispuso a sacar su taza favorita: una de porcelana color verde pastel con un arcoíris encima de una de sus frases favoritas. Ella misma la había pintado en una clase que había tomado en la universidad. Dejó la taza sobre una de las islas al lado de la estufa para buscar en los cajones una bolsita de té de manzanilla.

Y un borrón pasó a su lado.

Morgan se irguió rápidamente, mirando a ambos lados en busca de alguna anomalía. Quizás había sido un fallo en su vista periférica. Le quitó importancia y volvió a centrar su atención a buscar la bolsita de té.

Nuevamente un borrón pasó a su lado en lo que parecía un pestañeo. Esta vez no pudo haberlo imaginado. Morgan cerró el cajón y enfocó todos sus sentidos a sus alrededores.

―¿Barry? ―preguntó, creyéndolo poco probable.

De un segundo a otro, Morgan terminó por ponerse a la defensiva. Ambas manos a sus lados comenzaron a brillar en el ya conocido azul zafiro, teniendo energía alimentándose en la punta de sus dedos.

―Sapphire―la llamó una extraña voz ronca.

La meta-humana se giró y soltó un grito ahogado. Era Reverse Flash en su cocina. Tenía su traje amarillo y sus inconfundibles ojos rojos iluminados. Como acto reflejo, Morgan atentó contra él, usando una esfera de energía eléctrica que el velocista esquivó sin esfuerzo. Así lo hizo un par de veces más, todas terminando en sus paredes.

Afortunadamente, anticipó el momento en el que el velocista se había abalanzado sobre ella, por lo que utilizó la energía cinética para empujar todas las sillas a su alrededor en su contra. Al verlo enredado en la inmobiliaria, Morgan comenzó a correr lejos de ahí, buscando alcanzar su celular para llamar a refuerzos. Al haber recorrido la mitad de la escalinata, una mano se enrolló en su tobillo, tirando de ella para hacerla caer. La castaña soltó un jadeo ante el golpe, sintiendo a los escalones encajarse en su torso y cara. Rápidamente se volteó para encarar al maleante.

―¿Qué quieres de mí? ―demandó, apenas escondiendo su terror, mientras forcejeaba con su agarre.

Erráticamente formó un campo de fuerza entre ellos, obligándolo a separarse de ella. Quiso emprender el camino hacia su habitación, pero sin que Morgan pudiera preverlo, el hombre apareció con rapidez a su espalda.

―Oh, eso ya lo verás ―le dijo al oído, al tiempo que le inyectaba una gran jeringa en el cuello.

Morgan cayó al suelo inconsciente sin oportunidad de reaccionar y no supo más de sí.

*"Me enamoré como te duermes: despacio, y luego de golpe."

(n/a) HOLAAAA, BESTIEEEES. Prepárense, porque esta será una nota larga oki.

PRIMERO, GRACIAS POR LOS +5K LEÍDOS Y LOS +700 VOTOS. El crear esta obra y recibir todo su apoyo a alegrado un montón mis días. TAMBIÉN, gracias a todos los que me han acompañado hasta este, el capítulo 19.

Ya por fin se vienen todas las respuestas de Eobard y Morgan oop-, además del arco del personaje de Morgan. Que obvio será un desmadre, pero trabajaré para que los capítulos queden lo mejor posibles y entregar la narrativa que quiero entregar lol.

También, qué onda. No sé escribir momentos románticos AAAA. Soy súper pesimista en el amor, y al tiempo en el que tengo que poner una escena de reconciliación, me parto la cabeza un chingo JAHAJJA. Lo peor es que Barry es un súper enamorado empedernido, lo que lo hace mil veces más difícil. Pero me seguiré esforzando, a ver qué sale. Pasen tips o qué.

ESO ES TODO.

les ama,

NIAM ROCA

[ editado el 30 de enero de 2022 ]

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