09. super sonic punch!

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・:*:・゚☆∥ 09. super sonic punch!

❝ Things done well and with care,
exempt themselves from fear.❞ *


William Shakespeare



ERA COMO UNA POTENTE INYECCIÓN DE EPINEFRINA. Era vigorizante, ¡indudablemente apremiador! Sus pulmones se sentían el doble de amplios de lo usual, conteniendo el aire de la noche que tomaba a profundas inhalaciones. El frío de este rasguñaba su pecho en un persistente ardor que simplemente alimentaba más su ímpetu.

Morgan no mentiría, cuando vio la formidable motocicleta estacionada en la plaza de aparcamiento de Nicholas, pensó que había cometido algún tipo de error. Más aún, cuando las llaves que su compañero de piso le había prestado le sacaron un pitido al tan particular transporte. ¡Era una motocicleta!

De todos los posible vehículos que había tenido en mente cuando Nicholas le había tendido el juego de llaves, una motocicleta se encontraba en los últimos de la lista de posibilidades. Jamás lo hubiera calificado como el tipo de persona que navegaba la ciudad a dos llantas, pero era claro que lo había subestimado. Últimamente se encontraba a sí misma haciendo todo tipo de prejuicios incorrectos con respecto a Hunt, algo que no tenía contemplado llegar a admitir.

Una vez que Morgan logró superar la sorprendente primera impresión, lo demás fluyó con naturalidad. Desde el acomodarse encima del asiento hasta el acelerar, ella se lanzó a zarpar por las calles sin dubitación. Agradeció haber pasado un verano en Río de Janeiro montada en una Honda CG 160. Aparentemente lo que se decía de que uno nunca olvidaba cómo montar una bicicleta también aplicaba para las que contaban con motores de alta velocidad integrados.

Se encontraba conduciendo entre el tráfico citadino, buscando llegar a su ex escuela primaria Carmichael lo antes posible, siendo ahí donde Tony había llevado a Iris.

―¿Te saltaste un alto?

La inesperada intercepción del borrón rojizo a su lado le sacó un agudo grito desde el fondo de la garganta y la llevó a dar un brusco movimiento con el volante de su vehículo. Como respuesta, un par de coches la maldijeron con pitidos.

―¡Hey! ―Morgan estabilizó su conducir y se permitió darle una corta mirada de reproche.

―¡Ojos en el camino en todo momento! ―le recordó en advertencia.

Ella frunció el ceño y lo obedeció, pero aceleró aún más en respuesta, ignorando que no tenía sentido desafiar al hombre más rápido del mundo. Su exaltado estado ánimo cayó exánime al ser recordada que Barry sería su supervisor en su primera misión.

Su viaje continúo siendo escoltado por el velocista, haciendo función de una silenciosa sombra complementaria de la motocicleta. Le estaba poniendo los nervios de punta. Morgan intentó ignorarlo, pero no podía amortiguar la palpable molestia que crecía en su pecho.

Estaba por dar un estrecho giro a la derecha, estando a un par de cuadras lejos de su objetivo, cuando perdió el control de su actual estado de realidad. Su respiración se cortó y su visión se hizo incomprensiblemente borrosa, perdiendo la sensación de estabilidad debajo de ella. Para cuándo pudo recuperar el aliento y el equilibrio, un grito de sorpresa se atascó en su garganta, congelándose en su lugar.

Había pasado de estar conduciendo la motocicleta por las calles a estar de pie en el centro de un estacionamiento vacío. Parpadeó estupefacta, analizando su alrededor y su mirada cayó en el edificio que se erguía frente a ella. Escuela Primaria Carmichael.

Su motocicleta se materializó a un lado de ella, siendo perfectamente estacionada con un ruido en seco. Morgan comprendió lo que había sucedido, cuando el rayo se posicionó frente a ella expectante: Barry la había trasladado con su súper-velocidad y sin su permiso. La castaña inspiró aire violentamente, deshaciéndose de su casco para lanzarlo con todas sus fuerzas hacia el héroe. El armazón dio contra el pecho de su cometido exitosamente, haciendo que este se encorvara sobre sí mismo con un audible quejido.

―¡Auch! ―reclamó con desconcierto―. ¿Eso por qué fue?

―¡No vuelvas a hacer eso! ¿Entendiste? ―exclamó de regreso, sosteniendo una llameante mirada de rabia―. Yo puedo llegar perfectamente sin tu ayuda.

Barry la miró como si hubiera perdido un tornillo, sobando la zona que había sido golpeada.

―¿Perdón? ¿No entiendes la situación? Iris podría estar en serios problemas, no tenemos tiempo ―señaló con rigidez, posicionándose a la defensiva.

―Me sorprende que si quiera me esperaras antes de ir a darte de cabeza al peligro, baboso ―soltó bajo su aliento, este último insulto susurrado solo para ella.

Con grandes zancadas emprendió su camino al interior de las instalaciones y el velocista bufó detrás de ella.

―¿Eso qué significa?

―Eres un chico inteligente, averigualo solo.

La mordaz respuesta de la joven lo tomó por sorpresa. Había estado tan enfrascado en sus propias batallas con su pasado que no había notado la aparente apatía que había surgido en Morgan. Él era un chico inteligente, sin embargo intentó hacer memoria en vano. Por el momento no podría precisar qué le molestaba. Lo reflexionó un poco más, mientras se adentraban en los pasillos de la primaria, pero pronto el tema cayó a segundo plano. Guiándose por las voces, dieron con la ubicación de Iris y Tony.

El par tomó escondite en un acuerdo silencioso, pero a Morgan le estaba costando todas sus fuerzas no salir corriendo a asistir a su amiga. Iris se encontraba tan vulnerable, sosteniéndose firme ante el maleante con su característica valentía. La meta-humana ya había comenzado a acercarse inconscientemente, cuando su compañero la detuvo, oponiéndose en precaución. Cautelosamente Barry le pasó un pequeño dispositivo, haciendo que lo cuestionara con la mirada. Con una seña de sus manos, le indicó que era un auricular.

―Prepárate para el show de tu vida ―escucharon a Tony amenazar a Iris en el pasillo continúo―, porque no me iré sin una pelea.

Morgan recibió un cordial saludo por parte de Cisco, en cuánto se colocó el dispositivo en el oído. No pudo hacer mucho más, pues acto seguido Barry ya se había esfumado.

―¡Bien! Ya encontraste una —proclamó al hacer acto de aparición.

Los nervios de Morgan se dispararon al ser dejada sola. ¿No se supone que él tenía que asesorarla? ¿Cuál era el plan?

Siendo lo más disimulada posible, asomó su cabeza fuera de su escondite. No podía ver más que las espaldas de Tony y Iris, cada vez más llena de preguntas sobre cómo proceder o cómo ayudar. ¿Entraba en ese momento? ¿Esperaba algún tipo de señal?

Apretó sus puños nuevamente y se limitó a escuchar con atención.

―Te hubieras quedado muerto ―Tony bramó, avanzando hacia el héroe sin soltar el fuerte agarre que tenía en el brazo de su víctima―. ¿Viniste a ver a tu fan?

―Esto es entre nosotros. Déjala ir ―habló, manipulando sus cuerdas vocales para darle un sonido distinto a su voz.

Tony soltó a Iris con poca consideración al uso de su propia fuerza, haciéndola caer al suelo con un respingo de terror.

―Sí, podría ―la amenaza en sus palabras resaltó, mientras se posicionaba en el centro del pasillo―, pero prefiero que vea cómo rompo todos los huesos de tu cuerpo.

Morgan pudo ver cómo voluntariamente su piel se endurecía tomando un formidable brillo metálico y abrió la boca desmesuradamente. Escuchar a Barry hablar sobre su experiencia con el hombre de acero era una cosa; presenciarlo era completamente diferente.

Barry corrió hacia Tony, pero en vez de enfrentarlo, se deslizó por debajo de sus piernas y llegó hasta Iris exitosamente. La llevó hasta el final del pasillo para mantenerla alejada del conflicto, develando el escondite de Morgan. Cuando Iris cruzó su mirada con ella, la meta-humana puso un dedo sobre su boca, indicándole discreción. A pesar de su sorpresa, Iris no reaccionó notoriamente, queriendo mantener en secreto la presencia de una cuarta persona en el establecimiento.

―Espera aquí —Barry ordenó.

―Sí ―accedió, ahora interesada en quién era la nueva figura enmascarada de negro.

Barry no tardó en embotellarse de lleno en una pelea cuerpo a cuerpo con Girder (tal como lo había llamado Cisco). En un principio la ventaja parecía posicionarse indudablemente del lado del héroe, levantando sus optimismos. Su rapidez jugaba perfectamente a su provecho, dejándolo evadir golpe tras golpe con efectividad. La provocación resultaba en la creciente furia de su oponente, algo que Barry decidió aprovechar con arrogancia.

―Conozco gente como tú. Grandes en la escuela, luego decayeron. Todos estos poderes y mírate. Bravucón antes y bravucón ahora.

Morgan estaba por dar la misión por terminada, haciendo paces con la posibilidad de que el velocista simplemente terminaría su trabajo ahí sin necesidad de su asistencia. Eso fue hasta que lo vio armarse del asta de una bandera de metal, misma que procuraba usar para golpear a Tony. Inconsecuente a sus deseos, Girder logró tomar posesión de esta antes de que le hiciera algún tipo de daño y como respuesta atentó contra Barry. Lo azotó contra los casilleros un par de veces, protagonizando una dolorosa escena que heló los nervios de los presentes. Morgan estaba al filo de su escondite, víctima de su impaciencia.

―¿Intervengo? Voy a intervenir ―habló por el auricular.

¡No! No estás lista ―discrepó Cisco―. ¡Sal de ahí!

El semblante de la castaña se torció en aflicción.

―Pero... Dijiste que estaba lista ―alegó testarudamente.

Perdón, Morgan, no podemos arriesgarnos.

Ella se mordió el labio con fuerza, infundida en ardiente impotencia. Era su primera vez en una misión y no quería arruinarlo, pero no podía solo ver cómo le daban una paliza a Barry.

Dentro del Córtex se había establecido que sin tener a Barry para ayudarla, la intervención de Morgan sería demasiado riesgosa como para permitirla. Tendrían que dar un par de pasos hacia atrás, por más que esto pudiera decepcionar a la meta-humana. Contrario a la voz de la razón, el Dr. Wells se hizo un espacio entre los científicos y accedió a la comunicación con Morgan.

No, Morgan, interfiere. Tú sabes lo que tienes que hacer ―sentenció con seguridad, ignorando las miradas de pánico por parte de Cisco y Caitlin.

El pecho de la joven se infló en convicción sin tomarse ni una fracción de segundo para dudar de las instrucciones. Se adentró en el pasillo que daba lugar a la pelea sin un plan, pero con excelente postura. Dándole la espalda a Iris, se quitó la máscara que le cubría hasta el puente de la nariz y silbó para volver a colocarla en su lugar. El silbido fue suficiente para desviar la atención del bravucón.

―¡Oye, Tony! ¡Por acá! ―canturreó, logrando que la cabeza del criminal se girara a ella como un látigo.

―¿Tú quién demonios eres? ―escupió, desbalanceado a causa de la conmoción provocada por la nueva figura.

Tony no podía decidir si ella representaba una amenaza o si era simplemente estúpida.

―Buena pregunta ―murmuró más para Cisco que para los presentes. Para ser el encargado de los alías, sí que se había tomado su dulce tiempo para crearle uno adecuado―. Perdón, pero necesito que te detengas. ¿Por qué no lo hablamos?

La distracción le concedió a Barry el tiempo necesario para espabilarse, recobrando el sentido suficiente como para correr lejos de ahí. Todos lo miraron desaparecer sin dar crédito a lo contemplado. Tony fue el primero en romper en risas despectivas.

―¡Ahí va su "héroe"! ―estalló, dirigiéndose a Morgan con maliciosa expresión―. ¿Te arrepientes ahora de tu pequeña entrada?

Barry ya pudo escapar, está a salvo. Morgan, sal de ahí ―habló Caitlin en su oído con palpable preocupación, pero ella la ignoró.

Morgan suspiró con poca paciencia remanente. Si no podría enfrentarse a ese hombre de metal como parte de su entrenamiento, lo haría con el único propósito de desquitarse. Sus manos ya había comenzado a cargarse de energía con un distintivo cosquilleo, iluminando los pasillos de un azul eléctrico. Para cuando le sostuvo la mirada a su contrincante, sus ojos ya destellaban en el mismo azul luminoso en conjunto.

Tony alzó la cara con nuevo interés al ver el nuevo desafío que se avecinaba.

―Oh, no quieres hacer eso, muñeca ―advirtió con voz aterciopelada.

¿Usualmente hay tanta conversación en estos encuentros?, se preguntó a sí misma con exasperación.

―¿Quieres callarte? Atácame ―demandó con los brazos abiertos, dando una clara invitación.

El meta-humano enarcó una ceja, pero obedeció, emprendiendo camino en su dirección. Morgan se concentró; tenía que evadir su instinto natural que la empujaba a utilizar la energía eléctrica, porque de otra manera podría hacerlos estallar. Energía térmica, se recordó constantemente.

Se familiarizó con el ritual que había seguido en sus entrenamientos y antes de que Tony pudiera dar otro paso en su dirección, ella disparó un rayo singular de abrasadora energía con ambas manos. En cuánto consiguió el control de la temperatura que emanaba, se aseguró de subirla con la mayor cautela posible. Cisco le había enseñado que si llegaba a cierta temperatura, podría alcanzar el punto de fusión del metal que conformaba a Tony, pero eso podría matarlo. No había necesidad de llegar a esos extremos.

¡Oh, Morgan está calentando a Girder! ―exclamó Cisco en su oído―. Si podrías llevarlo a una temperatura más alta, la probabilidad de que Barry se rompa todos los huesos se reduce increíblemente.

―Bueno saberlo ―murmuró entre dientes, enfocada en sostener la fuerza de su descarga de energía directa.

Iris había retrocedido lo más que pudo, pegándose a los casilleros opuestos al enfrentamiento. Sabía que tenía que correr, huír a un lugar seguro, pero no podría dejar a su salvadora en la merced del hombre. A pesar de que su ataque lo había detenido un par de momentos, Girder se había recompuesto. Luchando contra la fuerza en su contra, comenzó a caminar paso a paso en dirección de la menuda meta-humana. El fuerte azul que se emanaba de su ataque había bañado la oscuridad de las paredes con imponente fulgor, cegando a la morocha ligeramente. Aún así podría asegurar que nada bueno pasaría si el hombre de metal acortaba la distancia entre ellos.

No era la única, Morgan ya se sentía alerta a ese detalle. Es decir, siempre tenía sus conocimientos en krav maga, pero dudaba que sus técnicas sirvieran de algo contra alguien de metal. No sabía cuánto tiempo podría mantenerlo alejado.

¡Barry, espera! ―El grito en su auricular interrumpió las estrategias que se enrollaban dentro de su mente.

¡Oh, sí lo va a hacer! ¡Vamos, amigo, vamos! ―exclamó Cisco.

―¿Qué sucede? ―preguntó Morgan a través de su esfuerzo. Girder se estaba acercando demasiado, debía actuar ya―. ¿Dónde está el rayo?

Al no recibir respuesta, entró en pánico, lo que la llevó a actuar. Soltó su descarga de energía para así liberar sus manos, listas para maniobrar su siguiente defensa. Cortando su adrenalina momentáneamente, Morgan se congeló en cuanto la falta de deslumbrante luz le permitió ver el rostro de Grider. Sus rasgos se habían distorsionado debido a las altas temperaturas, tal como helado derretido. Le daba un aspecto mucho más horripilante una vez que encontraba su mirada encolerizada entre los componentes de su deforme rostro.

Una variedad de coloridas maldiciones detonaron en la mente de Morgan.

Tony lanzó un golpe en su dirección que hubiera resultado fatal, de no ser por que ella instintivamente formó un campo electromagnético a su alrededor en defensa. El delgado panel cerúleo logró protegerla del primer impacto, sacudiendo su cuerpo entero como repercusión. Siendo algo completamente nuevo para ella, sabía que no había manera de que su pequeño truco soportara un segundo embestimiento.

―Necesito refuerzos ―apuró con urgencia, procurando no ser escuchada por Girder o Iris.

Ni un segundo más tarde, Barry apareció a una velocidad que Morgan no pudo registrar y golpeó con fuerza a su atacante. El impacto creó un efecto resonante de alta intensidad, disparando al velocista, a Tony y a Morgan en distintas direcciones del pasillo como consecuencia. Cada uno golpeó en las paredes con un estruendo, posteriormente cayendo en el suelo inertes.

¡Golpe súper sónico, bebé! ―gritó Cisco con emoción.

Morgan respiró con dificultad, después de haber golpeado su costado contra los casilleros. Puso ambas manos en el suelo, intentando recobrar postura y pudo ver a Girder hacer lo mismo. A diferencia de sus debilitados esfuerzo, él sí logró plantar ambos pies en el suelo. Como primer objetivo se dirigió al héroe escarlata, quien también parecía tener problemas para incorporarse. Antes de que cualquiera pudiera reaccionar, Iris lo derribó con el mejor gancho derecho que Morgan había visto en su vida.

―¡Joder, qué buen golpe! ―proclamó la meta-humana con sorpresa entre un jadeo.

―Creo que me rompí la mano ―lamentó Iris, abrazando su mano contra su estómago en dolor.

―Yo también ― gimió el joven en rojo, rodando en el suelo sobre su espalda.






ϟ



―¡HEY! ¿Qué es esto? ―gritó Tony al recobrar conciencia dentro de la cámara para meta-humanos en S.T.A.R. Labs. Barry estaba parado justo frente a él de brazos cruzados y Morgan se encontraba unos pasos más atrás, recargada en la pared con la cabeza ladeada―. ¿Dónde estoy?

―En un lugar donde no volverás a lastimar a nadie ―sentenció el velocista con profundidad.

Llevaban un buen rato parados en esa posición esperando a que Girder despertara, lo cuál no tenía demasiado estilo. Sin embargo, había pagado bien al ver la expresión en el rostro del bravucón.

―¿Quién diablos creen que son? ―los desafió con molestia cargada en su voz.

Barry dio un paso hacia delante, dejando que la luz diera en su cara descubierta. Le hizo una señal a Morgan y esta se acercó, parándose a su lado y quitando la tela que cubría su cara para mostrarse también.

―Ya nos conoces.

Tony pasó de estar enojado a estar profundamente confundido.

―¿Allen? ¿Whitmore?

―Lo que te pasó a ti, Tony, nos pasó a nosotros también. Pero no solo nos dio habilidades, nos hizo más de lo que somos. Eres fuerte. Morgan manipula energía. Yo soy veloz... Lo suficiente para vencerte. Tú usaste tus habilidades para herir a las personas. No se repetirá.

Barry comenzó a retroceder con confianza, satisfaciendo a su niño interior y su gran esperada venganza contra ese abusón.

―Allen ―lo llamó con un deje de desesperación―. ¡Allen!

Morgan se acercó con una sonrisa en su rostro y besó el cristal, dejando el rastro de su labial sobre él.

―¡Un gusto, Tony! ―se despidió alegremente.

Giró sobre sus talones y no tardó en seguirle el paso a Barry.

―¡Whitmore! ¡Los dos! ¡No me dejen! ―vociferó golpeando las paredes de su cámara, mientras las puertas del pasillo se cerraban lentamente detrás de los héroes―. ¡Vuelvan aquí!

En cuanto ambos desaparecieron de la vista del villano, no pudieron contenerse de explotar en celebración. Morgan gritó y saltó con emoción, mientras Barry lanzaba un puño al aire en triunfo. La castaña se giró hacia su acompañante y víctima de su incontenible entusiasmo, se lanzó a envolverlo en sus brazos con fuerza. Barry no tardó en corresponder, rodeando su cintura con ambos brazos y alzándola ligeramente del suelo para mecerla de lado a lado.

―¡Fue increíble! ¡De verdad que...! ―Morgan se calló abruptamente con las risas de satisfacción del castaño cosquilleándole en una sección del cuello que su ropa dejaba descubierta.

Inoportunamente había sido abordada por un recuerdo significativo; ella estaba molesta con el héroe escarlata. Pataleó ligeramente hasta que Barry terminó por regresarla al suelo. En cuanto sus pies volvieron a pisar firme, Morgan se incorporó en postura defensiva. Dándole una mirada llena de fiereza, empujó al forense lejos de ella con sus dos manos. El semblante de Barry se infundió con genuina confusión, no pudiendo mantener el paso de sus cambios de humor, cuando la vio girarse a chocar las manos animadamente con Cisco.

―Eso debió sentirse asombroso ―el ingeniero expresó entre risas, ignorante a la novedosa tensión entre sus amigos.

―No tienes idea ―afirmó Barry con una gran sonrisa, mirando de reojo a la meta-humana.

―Tanto como para demostrar que me equivoqué con lo del golpe súper sónico ―Caitlin insinuó tímidamente, mientras todos comenzaban a dirigirse hacia el Córtex.

Barry ladeó la cabeza con una mueca.

―De hecho, esa parte dolió y mucho. ―Se detuvo para poder encarar a sus sus tres amigos, notando como su mirada era evadida por una de ellos―. Pero no podría haberlo hecho sin ustedes.

―¡Nueva victoria para el rayo y chispitas! Todo lo que quiero saber es a cuál bravucón de nuestra infancia venceremos después ―propuso Cisco con una sonrisa de lado―. ¿El mío o el de Caitlin?

―El de Caitlin, definitivamente ―afirmó Morgan sin dudar un segundo.

―¿Qué? ―preguntó incrédulo―. Yo voto por el mío.

―¡A ella le pegaban chicle en el cabello! ¿Alguna vez te han pegado chicle en el cabello?

―Mmmh, no, pero...

―¿Quieres saber lo horrible que es?

―¡Morgan, no!

Ella ya estaba por tomar trayectoria directo a atormentar a Cisco, cuando Barry se interpuso en su camino. Morgan hizo una pequeña mueca, viendo como Caitlin y Cisco continuaban su camino sin aludir a su retraso, evidentemente dándoles su espacio. Quería evadir la confrontación, pero sabía que continuar empujándolo o lanzándole cosas no sería un futuro realmente sostenible.

―Estás enojada ―afirmó de primera, ladeando la cabeza en busca de su mirada.

―Sí.

―Hice algo mal ―continúo.

―Sí.

―¿Quieres hablar de ello?

―No.

―Morgan... ―se quejó suavemente, manteniendo su paciencia.

Ella bufó.

―Bien. Yo... Me he estado esforzando, ¿sí? He mejorado muchísimo ―comenzó como preámbulo y carraspeó para mantener su tono de voz firme―. No soy Chuck Norris ni nada por el estilo, pero eso no te da el derecho de hacerme de lado cada que hay una emergencia. La primera vez que enfrentaste a Grider por tu cuenta lo dejé pasar, la segunda ya fue demasiado. Esta última vez me dejaste sola sin incluirme en tu magnífico plan, tuve que... Improvisar. Tú dijiste que seríamos un buen equipo, fueron tus palabras. No sé qué signifique eso para ti, pero te aseguro que no es lo que has estado haciendo.

Conforme ella iba pronunciando las palabras, el entendimiento se asimilaba en la mente de Barry. Las cosas tenían mucho más sentido de esa forma, sacándole un suspiro de alivio al contemplar que la cuestión era perfectamente razonable.

―Sí, tienes razón ―concedió. Morgan asintió confiada sin haber esperado que Barry soltara su ego de forma tan sencilla―. Quizás tenga más experiencia que tú en estas cosas, pero es por una escasa diferencia. Yo también estoy aprendiendo cómo navegar todo esto. Me metí demasiado en mi propia cabeza y no pensé en ti, perdóname. No sé qué hubiera hecho hoy sin tu ayuda.

La postura de la castaña se relajó notoriamente, así como la pared invisible que los mantenía tensos el uno del otro. El gélido azul en sus ojos se derritió en calidez, sacándole una pequeña sonrisa al héroe. Barry bien pudo haber estado sosteniendo un guión en sus manos, pues acababa de decir todo lo que ella necesitaba escuchar.

―Bueno... Eso fue fácil ―concluyó con satisfacción.

―¿Qué puedo decir, Morgan? Soy un hombre de cosas simples ―respondió con un ligero tono de arrogancia que rozaba la sorna.

Ella no pudo contener una risa despreocupada, enganchando su brazo al del velocista para retomar su camino hacia el Córtex juntos.

―Vale, gracias por entender, hombre simple.

―Si te hace sentir mejor, creo que eres mejor que Chuck Norris en combate.

―¡No me mientas!

―Jamás te mentiría.

Morgan le sonrió de oreja a oreja y asintió con lentitud.

―Sí, sí me hace sentir mejor.


ϟ



―¡PEQUEÑA WHITMORE! ¡Qué gusto verte! ―la saludó cálidamente en cuánto ambos pegaron sus respectivos auriculares en sus orejas, todavía terminando de acomodarse en sus asientos cara a cara con el ya familiar grueso cristal interponiéndose entre ellos.

            ―Si no es el mismísimo señor Allen ―saludó de regreso con una sonrisa de oreja a oreja―. Cada vez te ves mejor, Henry. ¿Cuál es tu secreto?

            Él se rio en respuesta, no muy acostumbrado a recibir cumplidos.

            ―Gracias, gracias. El secreto está en saberse cuidar... ―La miró significativamente y enarcó una ceja acusatoria―. Comer bien, por ejemplo.

            ―¿Qué estás inquiriendo?

            ―Te ves muy delgada, quiero saber si te estás alimentando bien ―señaló, cambiando al tono de voz que usaba para hacer notar su continua preocupación por su bienestar.

            Morgan suspiró, ladeando su cabeza con semblante de juvenil testarudez.

            ―Me estoy alimentando bien, de verdad. Tú dices delgada, yo digo definida. Jamás he estado más fuerte, lo único que te salva de que te lo demuestre es este cristal ―aseguró con fingida confianza, dándole un par de toquecitos a la aludida ventanilla.

            ―Si tú lo dices ―replicó entre risas, dejándose recargar en el respaldo de su silla―. Solo digo que no te costaría nada cocinarte más carbohidratos, cosas que te llenen.

            ―Henry, eres el único que se atrevería a animarme a cocinar. 

            ―¿Tan malo es?

            Ella asintió lentamente con una mueca de resignación.

            ―Pero bueno, ¿cuáles son los avances del club de lectura? ―adelantó la castaña con escondida emoción.

            El famoso club de lectura con la impresionante cantidad de miembros reducida a dos: Henry y Morgan.

Con el paso de los años Morgan no había sido la única en estar manteniendo vivo un legado de Piero Whitmore con sus visitas, Henry lo hacía también. Los meses previos a su terrible fallecimiento, Piero y Morgan habían alcanzado una escasez de formas en las cuáles pasar su tiempo durante los lánguidos periodos de quimioterapia. Todas las enfermeras parecían cansadas de sus incesantes conversaciones, sumándole la culpa que sentía como padre al ver la acumulación de días que su hija faltaba a la escuela por no querer abandonar su lado. Algo de provecho tendrían que hacer. Es así como comenzó el club de lectura de exclusivamente dos miembros, lugar que ahora ocupaba Henry Allen.

            No eran los más ávidos lectores, pero hacían lo mejor que podían.

            ―Terminé Al este del Edén de John Steinbeck.

            ―¡Henry, te adelantaste! Pensé que discutiríamos sobre Metamórfosis ―lamentó con un deje de decepción.

            ―¡Lo sé, pequeña! Soy culpable, perdona. Es que Metamorfosis fue una lectura muy corta y bueno... Tengo mucho tiempo en mis manos ―explicó con ojos llenos de característica compasión, mismos que hacían bastante difícil que Morgan pudiera enojarse con él.

            Con un chasqueo de la lengua la castaña apoyó sus codos en la mesa frente a ella, dejando su cabeza caer sobre una de sus manos hasta aplastar suavemente su mejilla.

            ―No, ha sido mi culpa. He tenido la cabeza por todas partes.

            Él la inspeccionó con interés, esperando estar alcanzando el tema que tanto quería tocar.

            ―Eso me imaginaba. Escuché lo que te pasó, Morgan ―confesó con severidad.

            Los dedos de Morgan se congelaron alrededor del auricular por el que se comunicaba, repentinamente sudando por cada poro de las palmas de sus manos. Parpadeó cortamente en perplejidad, no estando preparada para ese abordaje. No había manera de que él supiera sobre sus poderes... ¿No es así? ¿Sabía todo lo que había pasado tras el acelerador de partículas? ¿Barry le había dicho algo?

            ―Lo que pasó en el evento de Whitmore's Industries ―Henry se apuró a explicar ante su gélido silencio―. Los hombres que te atacaron llegaron a Iron Heights hace unas semanas. ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño?

            Sus palabras lograron detener el frenesí que se había desatado dentro de su mente, siendo acaparada por la cálida y genuina preocupación que comunicaba el hombre frente a ella.

            ―Oh, eso ―rio nerviosamente, acariciando el lóbulo de su oreja con la punta de sus dedos―. Estoy bien. Fue el susto más que nada, realmente apenas llegaron a mí.

            ―¿Qué te ha dicho la policía? ¿Estás fuera de peligro?

            ―Sí, eso parece. Planeaban usarme para pedir dinero a cambio de mi libertad, un trabajo de novatos ―soltó las mismas palabras que los oficiales le habían dado numerosas veces.

            Henry no parecía muy convencido. Su rostro había adoptado una sombra de desconfianza que provocaba que Morgan se precipitara en su asiento inconscientemente en anticipación.

            ―¿Eso es todo? —él quiso confirmar.

            ―Sí, ¿por qué?

            ―La gente habla, nada importante. Solo me preocupo.

            Morgan no pudo evitar revivir la noche del suceso, lo cerca que estuvo de perecer bajo el agarre de uno de ellos. El mal presentimiento que había empujado de lado, decidiendo que sería más práctico el confiar en las autoridades y dejarlo pasar. Ahora estaba inquieta. Suerte para ella, ahora era mucho menos indefensa que antes.

            ―Seguiré atento por cualquier cosa ―aclaró el hombre.

            ―No hace falta, todo se arregló, en serio―desvió con un tono ligero. Lo último que quería era involucrarlo en sus complicaciones―. Mejor hablemos de algo más, tengo noticias.

            ―¿Tiene que ver con...? ¿Cómo se llamaba? ¿Michael? ¿Miles?

            Morgan abrió la boca en genuina sorpresa.

            ―¡Miles! ―Sus mejillas comenzaron a calentarse ante el recuerdo. Su mente había bloqueado por completo el haberle mencionado su efímera relación a Henry cuando apenas se estaba formando. El arrepentimiento la embargó con abrumadora fuerza―. Oh... Lo recuerdas. Miles, mi amigo.

            ―¿Tu amigo? No, el muchacho con el que estabas saliendo. ―Morgan maldijo por lo bajo al no haber podido evadir su buena memoria. Por su parte, Henry cada vez disfrutaba más cómo la castaña se hundía en su asiento por el bochorno―. ¿Te ha tratado bien? Tenía miedo de que lo terminaras por mensaje.

             Morgan abrió los ojos de par en par, abriendo y cerrando la boca como pez fuera del agua, cada vez más aireada.

            ―¡Lo del mensaje fue solo una vez! ―exclamó, sabiendo que el hombre estaba consiguiendo entretenimiento de calidad a sus expensas―. Lo de Miles no funcionó, partimos por distintos caminos como adultos.

            Él asintió con comprensión.

            ―No es por nada, pero qué alivio.

            Morgan alzó una ceja interrogativa.

            ―¡Hey! ¿Eso qué significa?

            Él se encogió de hombros.

            ―Tu selección en parejas no siempre ha sido la mejor, pero eres increíblemente necia. Tu padre era igual.

            Eso era algo que no se podía negar. Henry la había escuchado hablar de parejas como si de temas legales se trataran: exponía el perfil del contendiente dando datos tal como se explicaba un contrato. Una vez había traído un Diagrama de Venn para decidir cuál de sus pretendientes le traería más beneficios a los demás aspectos de su vida. No era normal. Aún así, aunque estuvieran evidentemente destinadas a fallar y fueran terriblemente superficiales, ella se empeñaba demasiado en hacerlas funcionar. Henry ya había organizado una intervención al respecto años atrás, a lo que ella había respondido que no tenía arreglo. Esa era su manera de mantener todo fluyendo de la forma más racional y prudente posible.

            Prudente y racional. Si algo sabía Henry, y esperaba con paciencia, es que en algún momento ella se comería sus palabras. El día en el que Morgan se enamorara, todo la golpearía como un tren; lo prudente y racional que ella tanto había protegido saldría por la ventana en el primer momento.

            ―Bien, bien. Tienes razón, como de costumbre ―refunfuñó inmaduramente antes de recobrar la postura con una sonrisa divertida―. Mi verdadera noticia es que volví a encontrarme con tu Barry hace poco.

            Morgan agitó su mano libre en manos de jazz para enaltecer su revelación, pero solo consiguió una apacible sonrisa de su parte.

            ―Lo sé.

            Ella lo cuestionó con la mirada.

            ―¿Lo sabes?

            ―Barry me lo dijo y te seré sincero, me da gusto. Cuídense el uno al otro. La ciudad no es lo que solía ser.

            Cuidarse. Sin duda una petición que Barry y ella acatarían exitosamente y mejor de lo que él podría imaginarse. El recuerdo de su nuevo equipo formado, su pequeño secreto bien guardado, le sacó una sonrisa furtiva, sintiendo a su corazón aletear alegremente en su pecho.

            ―Eso haremos, Henry.


* "Las cosas hechas bien y con cuidado, se eximen del miedo."

(n/a) SE VIENE EL ANUNCIOOOOOOO.

ok, no lo creerán, pero ya acabé este libro. está prácticamente listo en su totalidad en borradores. son apróx. 26 capítulos. AAAAAAA, QUÉ EMOCIÓN. el destino de esta obra ya está escrito, la pregunta es:

¿serán lo suficientemente pacientes para averiguarlo?

lololol, muy dramática.

btw, el siguiente capítulo se les viene larguísimoooooo. Ojalá les guste omggg, ya veremos el sábado. estoy súper feliz ok, gracias por todo.

¡no olviden dejar su voto y comentar! ¡me encantaría escuchar de ustedes!

un besazo,
NIAM ROCA

[ editado 11 de noviembre, 2021 ]

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