08. once a bully, always a bully
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・:*:・゚☆∥ 08. once a bully, always a bully
❝ A single leaf working alone
provides no shade. ❞ *
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―TRECE FRACTURAS. Un nuevo récord y solo en tu mano ―anunció Caitlin, ajustando un inmovilizador para la mano del héroe―. También sufriste una contusión, fractura de costillas, bazo lastimado... Incluso con tus poderes, necesitarás varias horas para sanarte.
Morgan se encontraba sentada en un banquito a unos pasos lejos de la camilla del héroe. Sus dedos no paraban de tamborilear sobre una gran taza de café vacía, misma que debía de haber desechado a esas alturas, pero que necesitaba para mantener sus manos entretenidas. Mentalmente maldecía haber pedido el triple shot de expresso esa mañana; pensó que le ayudaría a sobrellevar sus pocas horas de sueño, pero el gran susto que Barry le había pegado pareció concederle un efecto secundario. Y es que esa misma mañana, ella había sido recibida con la terrorífica imagen del cuerpo golpeado e inconsciente del velocista en medio del Córtex. Un par de horas después y ella seguía con un constante temblor en sus manos que solo la amenazaba con causarle un paro cardiaco.
Todos se habían reunido en la enfermería, ansiosos por una buena explicación.
―¿Qué fue lo que golpeó? ―preguntó el Doctor Wells con un par de dedos apoyados en su barbilla.
Barry suspiró mirando al techo.
―Un hombre. Enorme y muy malo, pero su piel cambiaba al golpearlo. Se convertía en metal.
Aunque sabía que podría ser de mala educación, la mandíbula de Morgan cayó completamente abierta. ¡De todos los materiales...! ¿Tenía que ser metal?, pensó la castaña,¿ninguno de los metas podría tener algún poder inofensivo como convertir cosas en algodón o algo?
―Interesante. Un hombre de acero ―Wells se cruzó de brazos con una ligera sonrisa de entretenimiento.
―¿Fuiste tras un meta-humano solo? ―lo cuestionó Cisco, caminando hacia la camilla.
―¿Por qué no nos llamaste? ―lo secundó Morgan, repentinamente encontrando las palabras en su boca.
―No sabía que lo era ―se defendió el chico, incorporándose con muecas de dolor hasta terminar sentado―. Además, estaba libre.
Al parecer Caitlin había pensado lo mismo que Morgan, pues le enarcó ambas cejas con un deje de desaprobación. ¿Qué hacía Barry en su tiempo libre usando su traje? Eso no podría ser normal, ¿cierto?
―Qué suerte que no golpeó tus dientes. Esos no vuelven a crecer ―Cisco cruzó sus brazos frente a su pecho, evidentemente molesto.
―Lo extraño es que siento que lo conozco ―añadió Barry pensativo.
―¿De qué hablas? ―Caitlin ladeó la cabeza.
―Lo que me dijo es familiar. Pero va a herir a alguien si no lo evitamos, ¿cómo peleo con una persona de metal?
Los ojos de Morgan se abrieron de par en par y se puso de pie.
―¡Yo puedo ayudar! ―exclamó sin intención de sonar tan emocionada, pero no pudo contenerse.
El Dr. Wells la miró con atención y asintió, medio sumido en sus pensamientos.
―Sería interesante. Descubriremos cómo mañana. ―Se giró hacia Barry, señalándole con un dedo y agregó―: Esta noche descansarás.
―Sí ―accedió acostándose nuevamente sobre su espalda, todavía reviviendo los hechos en su cabeza.
Al día siguiente, Morgan apareció en el laboratorio a primera hora. Se había tomado el día libre en Whitmore's Industries solo por haberse interesado de más con este hombre de acero. Si tenía suerte, sería la primera vez que entraría en acción y no quería arruinarlo.
Lo primero en su horario fue entrenar; lo hizo sola por un tiempo y después recibió dirección del Dr. Wells. Seguido de esto, se dio una ducha rápida antes de terminar frente a un computador con un tazón de fideos instantáneos junto a ella. A pesar de querer darse el día libre, la empresa había requerido unas cuantas relaciones financieras que ella mandaría rápidamente. Estaba por terminar ese pequeño pendiente para poder unirse a Cisco en trabajar en el diseño de su traje y algunos artefactos más, cuando Barry irrumpió en el Córtex.
―¿Averiguaste algo? ―preguntó con interés al ver la extraña expresión en su rostro. Había detenido todo lo que estaba haciendo para girarse a encararlo, tomando el empaque de fideos con ambas manos.
Él parecía consternado.
―Realmente no creerás esto.
―¿Creer qué? ―Cisco apareció, dirigiéndose a ellos, mientras terminaba de hacer un par de anotaciones en su libreta.
―Ya sé quién es el meta de ayer. ―Morgan abrió grande los ojos, dándole toda su atención. Tenía la boca llena de fideos y el ceño fruncido, cuando Barry habló específicamente en su dirección―. Es Tony Woodward.
El bocado que la castaña estaba a punto de pasar se quedó atorado en su garganta, obligándola a echar todo su peso hacia el frente en un ataque de tos. Caitlin, quien acababa de incorporarse a su reunión, se apresuró a su lado y la auxilió. Cisco parecía no comprender nada, por lo que obligó a Barry a explicar lo que pasaba.
―Tu némesis de la infancia ahora es un meta-humano imparable ―concluyó, intentando no encontrar la situación graciosa―. Eso está muy mal.
―No puedo creer que Tony es el hombre de acero ―murmuró la ojiazul con la garganta rasposa y ojos llorosos de casi morir a manos de fideos instantáneos―. Accedí a ser su tutora en cuarto año para subir puntos en la clase de literatura. Me obligó a hacerle todos sus deberes, mientras él... Se entretenía quemando cosas con su encendedor.
―Tuve un némesis de la infancia ―agregó Caitlin―. Lexi La Roche. Ponía chicle en mi cabello.
―Jake Puckett. Si no lo dejaba copiar mi tarea, me molestaba.
Barry suspiró cruzado de brazos.
―Ya que establecimos que todos somos nerds, ¿qué haremos con Tony?
Cisco procedió a mostrarles su magnífico plan. Había construido una figura de metal robótica diseñada para el combate como parte de su entrenamiento. La observaron dar un par de movimientos de demostración, enseñándose extrañamente intimidante.
―Damas primero ―la apremió Barry.
Ella frunció el ceño y miró a sus otros dos amigos, quienes no se opusieron.
―Bien ―accedió con un bufido.
Intentando aclarar su mente para la concentración, se plantó justo delante del robot con ambas manos frente a ella. Casi de inmediato, la figura comenzó a mover sus brazos de lado a lado. Estuvo cerca de alcanzarla, pero esquivó los primeros dos golpes con efectividad. Sus manos se cargaron de energía, la cual descargó instintivamente contra su torso. El robot apenas y se movió un centímetro. Sorprendida, Morgan intentó bloquear el siguiente encuentro con un campo eléctrico, pero falló recibiendo un golpe en su estómago. La joven cayó al suelo de espaldas con un quejido burbujeando en sus labios, rodeando su torso con sus brazos.
Joder, cómo dolía.
Barry se había precipitado hacia ella, ayudándola a ponerse de pie sin molestarse en ocultar una sonrisa burlona. Mostraba demasiada confianza para alguien que acababa de recibir una paliza de parte del nuevo meta-humano.
―¿Estás bien, Morgan? ―le preguntó socarronamente. Aparentando ser víctima de la distracción, la castaña le soltó un toque eléctrico que lo apuró a alejar su mano de ella en dolor―. ¡Auch!
―Oops.
―Tenemos que trabajar en esos campos de fuerza ―concluyó Cisco, haciendo unas cuantas anotaciones de su encuentro.
Morgan asintió, frunciendo los labios.
―Tu turno, rayo ―murmuró entre quejidos por los pinchazos de ardor que continuaban esparciéndose por su estómago. Le dio un par de palmadas en la espalda al héroe, antes de que Caitlin la guiara a la camilla más cercana.
Morgan no pudo ver el intento de Barry, pero no pudo haber sido muy exitoso, pues poco después se encontraban ambos en camillas: ella con un desgarro abdominal y él con el hombro dislocado. Barry estaba a punto de tener su hombro reacomodado por Caitlin, cuando recibió una llamada de Eddie Thawne pidiendo su presencia en el seguimiento de un caso.
―Bien, hagamos esto ―apuró el castaño, después de terminar la llamada.
Caitlin se posicionó a su lado y lo miró con fingida curiosidad. Morgan nunca había visto a nadie recolocar un hombro, así que puso especial atención.
―Y... Barry, cuando dijiste que estabas "libre" anoche, ¿de casualidad no visitaste a Iris otra vez, ya sabes, con el traje? Porque eso sería negligente. Y escalofriante.
Los sensores de Morgan se activaron ante la peculiar y nueva información, imaginando qué posible escenario empujaría a Barry a visitar a su mejor amiga en su traje del rayo. No solo eso, ¿qué lo llevaría a hacerlo más de una vez?
―No ―murmuró Barry, cohibido por haber sido descubierto.
―Bien ―la doctora le sonrió antes de empujar su hombro a su lugar con un movimiento certero, haciéndolo gritar.
El joven se recuperó en unos segundos, dejando pasar el dolor. Antes de que Barry saliera de ahí, se tomó una pausa para checar a la otra meta-humana herida en la camilla vecina.
―¿Estarás bien?
Morgan dio un largo suspiro teatral, poniendo una mano en su frente.
―No lo sé, ha sido algo fuerte. En cualquier caso, ha sido un honor trabajar contigo. Este podría ser mi lecho de muerte ―dramatizó, echando su cabeza de lado y cerrando los ojos.
―Ja-ja ―dijo sarcásticamente, picándole el costado con un dedo, pero mostrándose horrorizado al ver que ese simple movimiento le había causado dolor.
―¡El estómago no! ―se quejó, disfrutando su cara de arrepentimiento.
―Perdón, perdón.
―La evolución de sus poderes ha dejado que su recuperación acelerada evolucionara también. ―Ambos miraron a Caitlin, quién les sonrió con calma―. Estará bien en un par de horas.
―No te preocupes ―lo alentó, dándole un par de palmadas en el brazo. Una sonrisa regresó a los labios de la castaña, acompañado de un brillo de burla en sus ojos―. Entonces... ¿Estás visitando a Iris usando tu traje?
De verse casi realmente preocupado, pasó a abrir los ojos de par en par y fruncir su ceño ligeramente.
―¡No estoy visitando a Iris con el traje! ―Con la mirada buscó a Caitlin, como si lo que Morgan acababa de decir fuera completamente inconcebible. En su lugar, la doctora simplemente le enarcó una ceja, intentando reprimir una risa―. ¡Yo no...! Oh, como sea.
―No es nada de qué avergonzarse. Es bastante tierno. ¿A quién no le gusta un hombre en mallas?
Eso logró sacarle una carcajada a Caitlin, pero la disimuló pretendiendo que acababa de estornudar. Barry las miró a ambas simultáneamente con Morgan dándole un gracioso movimiento de cejas, hasta que él negó.
―Me voy.
―¡Adiós, Romeo!
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―¿QUÉ ESTABAS PENSANDO? ¿Qué estabas pensando? ―lo reprimió el Doctor Wells, evidentemente furioso―. ¡Te dije que descubriríamos cómo lidiar con él!
Los bramidos del hombre ocupaban la habitación entera y alimentaba el vívido despecho que Morgan sentía carcomer su pecho. Estaban reunidos en la enfermería, otra vez. Ella se había apoyado contra el marco de la puerta, cruzando sus brazos sobre su pecho con tensión. Tenía tantas cosas que decir; se enredaban unas con otras haciendo un firme nudo en su garganta, pero tenía temor de comenzar a gritar si abría la boca y no quería causar una escena con ella de protagonista. Es por eso que se mantenía tan callada, pero estaba igual de molesta que el Dr. Wells.
Una vez más, Barry había tomado la deliberada decisión de enfrentar al nuevo meta-humano por sí solo, recibiendo una nueva paliza bien merecida. Cisco, Caitlin y Morgan tuvieron que ir a sacarlo de debajo de un estante que no fue nada fácil de levantar, poniéndolos en una posición de pesada preocupación que resultaba insoportable. Morgan no podía comprender por qué la juntaría a formar parte de todo eso, si seguiría dejándola de lado cada que era momento de actuar.
―Me curaré ―replicó frotando su frente con cansancio.
―No puedes curarte estando muerto ―sentenció el mayor con la mandíbula tensa―. Pudo matarte.
―Lo sé, ¿sí? ―Barry se levantó de su asiento, abandonando la enfermería para adentrarse al Córtex. En su camino cruzó miradas con Morgan, esperando un tipo de reconfor, pero se topó de narices con las llamas dentro de sus ojos y con sus puños apretados. Él bufó y volvió a responder a sus silenciosos reclamos―: ¡Lo sé! En las últimas 36 horas he recibido una golpiza dos veces por el mismo tipo que me torturaba de niño. No pude pararlo antes y no puedo pararlo ahora. Ni siquiera con mis poderes, ¡sigo sin poder vencerlo!
Todas sus palabras salieron cargadas de frustración. La tensión de la habitación se disipó ligeramente con los segundos de silencio que le siguieron. Cuando fue el momento correcto, Wells continúo en una dirección más proactiva.
―No necesariamente. Cisco ―llamó la atención del mencionado y continúo―: Cualquier material al ser golpeado a alta velocidad puede debilitarse.
―Hicimos un análisis del metal de la huella de Tony ―Cisco secundó al Dr. Wells―. Basado en su densidad y estructura atómica, si lo impactas en el ángulo correcto, a la velocidad correcta, podrías hacerle mucho daño.
―¿Qué tan veloz debo ser?
―Contando la fuerza maleable del metal, estimando el grosor dermal, la temperatura y presión atmosférica, debes golpearlo a aproximadamente... ―Cisco se inclinó al computador, asegurándose de que sus cálculos fueran correctos― Mach 1.1.
Más rápido que la velocidad del sonido.
Las reacciones dispararon en distintas direcciones en toda la habitación. Cisco parecía estar completamente emocionado ante la posibilidad de que Barry creara una explosión sónica, admirando lo genial que resultaría. El velocista en cuestión se veía extrañamente dudoso, no teniendo la completa confianza de alcanzar esa marca. También estaba Caitlin, quien hacía todo lo posible para que pudieran descartar ese plan de inmediato; era completamente peligroso, si Barry diera el golpe incorrectamente, podría romperse todos y cada uno de sus huesos.
Morgan rascó las costuras de su suéter contra su piel con inquietud, cada vez más disgustada. Con un carraspeo suave, alzó su mano.
―¿Qué hay de mí?
Wells la miró con una sonrisa apenas perceptible.
―Señorita Whitmore, debido a la naturaleza de sus habilidades y las de Tony Woodward, ambos podrían generar lo denominado como condensador eléctrico ―explicó con una expresión apacible en los ojos―. Se produciría una descarga disruptiva, una atmósfera explosiva.
―Podrían causar un incendio o explosión ―aclaró Cisco.
―Sería peligroso, ¿cierto? ―Ellos lo afirmaron.
Morgan se resignó, intentando parecer comprensiva. Su decepción se vio evidente y antes de poder detenerse a sí mismo, Barry intervino:
―Debe haber alguna manera en la que pueda ayudar, ¿no?
―Nunca dijimos que no ayudaría, solo que no puede impactar directamente a Tony con una carga demasiado alta. Así que no estará atacando con descargas eléctricas ―Morgan ladeó la cabeza interesada. Hasta ahora, su entrenamiento se había enfocado en eso, no había usado la energía de otra forma. Cisco se giró hacia ella con emoción en los ojos―. Morgan, tendrás que manejar energía térmica.
ϟ
MORGAN SE ENCONTRABA EXHAUSTA PARA CUANDO LLEGÓ A CASA. Masajeó su cuello vigorosamente, colgando su bolso en el perchero de la entrada, y se dio el lujo de relajarse en la seguridad de su hogar. Estaba disponiéndose a buscar entre su información telefónica el local en el que pediría su cena, cuando escuchó una serie de sonidos extraños provenientes de la habitación que solía ser la oficina de su madre. Extrañada, fue a investigar qué ocurría.
―¡Veintiséis, veintisiete, veintiocho...!
La joven frunció el ceño ante la extraña imagen con la que se había tropezado al cruzar la puerta. Nicholas había convertido el espacio en un gimnasio personal y ahí estaba él en ropa deportiva saltando una cuerda, mientras un hombre musculoso le gritaba con lo que Morgan interpretaba como... Furia.
―¿Nicholas? ―preguntó sobre la música energética que estaban escuchando a todo volumen.
El castaño la miró, pero apenas se inmutó. Estaba demasiado concentrado, cubierto de sudor.
―Morgan, él es Esteban, mi entrenador ―explicó entre jadeos.
Esteban le hizo un gesto con la mano en forma de saludo.
―¡Mountain climbers! ―gritó e inmediatamente Nicholas soltó la cuerda, se puso en posición de plancha y comenzó a llevar sus rodillas al pecho, una a una. El hombre se giró a la muchacha que seguía sin moverse de su lugar―. ¡Mountain climbers! ―le ordenó.
Podría habérselo dicho en broma, pero casi por instinto, Morgan obedeció la instrucción del hombre que se apelmazaba en músculos. Era absurdo, pero su cerebro había puesto el mando en automático. Solo rezó por que sus shorts de lino no subieran de más por sus muslos.
Nicholas la alcanzó a ver por el rabillo de su ojo y, a pesar de estar molesto por la interrupción, no pudo evitar soltar una risa que se ahogó con el sonido de su música.
―Nick, pediré algo de cenar ―le dijo, intentando hablar con su respiración agitada sin parar de empujar sus rodillas al frente―. ¿Quieres algo?
―¡Quince, dieciséis, diecisiete...!
Él aceptó sin quitar su mirada de determinación.
―Una ensalada de salmón ―pensó unos segundos antes de agregar―: De Santoro's.
Ella asintió, demasiado incómoda con la escena en la que se veía involucrada como para decir otra palabra. Estaba esperando a que el entrenador cambiara de ejercicio para poder desaparecer en ese espacio, cuando su celular comenzó a sonar. Con eso se disculpó y salió de ahí, considerándose salvada.
―¿Hola? ―respondió la llamada, apoyándose en la pared más cercana.
―Morgan, Iris desapareció.
En un segundo, la chica olvidó todo y su corazón bajó a sus pies.
―¿Qué?
―Tony se la llevó, tienes que intervenir ―Cisco la apuró.
―¿Podré usar mi traje?
―Mmmh ―el ingeniero dudó con una mueca―. No, todavía no está listo.
―¡Cisco!
―¡Solo ponte lo que tengas, no hay tiempo!
En cuanto terminaron la llamada, Morgan corrió escaleras arriba. Sin perder mucho tiempo pensando detalles, busco ropa de color negro que le diera movilidad. Sus manos viajaron con presura por toda la extensión de su clóset, teniendo prendas volando de lado a lado en la habitación. Su madre le había enseñado a vestirse para múltiples ocasiones, pero luchar contra un meta-humano de metal no figuraba entre ellas.
Su último vistazo en el espejo la tenía vestida con leggins, una playera pegada de manga a tres cuartos, una chaqueta con gorra y unas zapatillas deportivas; todo color negro, todo ridículo. Como toque final, tomó una máscara de exteriores de tela con forma circular. La pasó sobre su cabeza hasta acomodarla en su cuello. De ahí tomó el extremo delantero y lo subió hasta posicionarlo en el puente de su nariz, cubriendo la primera mitad de su rostro exitosamente. Después de todo, ni Iris ni Tony deberían saber quién era.
Con una bata de baño cubriendo su sospechoso conjunto, bajó las escaleras gritando.
―¡Nicholas! ¡Nicholas!
La música paró y el castaño se asomó por la puerta, algo que no hubiera hecho si no pareciera como si Morgan estuviera siendo perseguida por un asesino empuñando un cuchillo. Tenía la piel brillosa y su pecho subía y bajaba con rapidez, causante de su extenuante actividad física.
―¿Sí? ―preguntó, evidentemente molesto por las continuas interrupciones. El verla enrollada en una extraña bata le sacó una sonrisa con gracia―. ¿Qué llevas puest...?
―Tú tienes coche, ¿cierto? ―lo cortó rápidamente, borrando la sonrisa de su boca―. Lo necesito, por favor.
―Yo no dije que tenía coche, dije que tenía cómo moverme ―corrigió, caminando al mueble de la entrada de donde sacó unas tintineantes llaves del primer cajón.
―Lo regresaré con el tanque lleno, lo prometo ―exclamó, casi tropezándose al salir, mientras le arrebataba las llaves de las manos―. ¡Gracias, te debo una!
Y moviéndose lo más rápido que sus piernas le permitían, Morgan se lanzó a salvar a su amiga de Tony Woodward.
* "Una sola hoja trabajando sola no proporciona sombra."
(n/a) ¡YESSSSS, 1.14K LEÍDAS, NENESSSS!
para celebrar les hice un maratón, como podrán haber visto. les voy a publicar otro capítulo hoy en unas cuántas horas <3 NO SÉ COMO AGRADECERLES, han sido increíbles todos. me encanta ver sus notificaciones en la app.
¡no olviden dejar su voto y comentar! ¡es muy bien apreciado!
en el siguiente cap. les daré un anuncio muy importante ooopppppddd, ahí nos vemos. les mando un besito,
niam roca
[ editado 20 de octubre, 2021. ]
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