01. the beginning


・:*:・゚☆∥ 01. the beginning

❝ the beginning is the most important
part of the work. ❞ *


plato

LA JOVEN SE DESPERTÓ CON UN SACUDIDO. Estaba sobre su cama junto a los libros y el papeleo correspondientes al proyecto en el que había intentado enfocarse antes de quedar dormida de imprevisto. Se suponía que solamente iba a revisar las correcciones finales que su madre le había dado a los nuevos contratos bancarios antes de mandarlo al concejo directivo de Whitmore's Industries, pero de un momento a otro no supo más de sí.

Parpadeó varias veces procurando adaptar su mirada a la oscuridad y desaparecer la confusión del tiempo y espacio en el que se encontraba. No tenía idea de cuánto había dormido o en qué día estaba. Su respiración estaba irregular y podía sentir su cuerpo cubierto en una fina capa de sudor frío, lo que no podía ser bueno.

Había tenido una pesadilla. No recordaba de qué, pero lo sabía por el persistente sentimiento amargo con el que había despertado que le formaba un nudo en la garganta. Enterró su cara entre sus manos después de incorporarse sobre su cobertor, sintiendo su colchón adaptarse bajo su peso. Talló sus ojos y enfocó su mirada al gran ventanal frente a su cama, el cual le daba una amplia vista de la vida nocturna en Central City. Ya había pasado tiempo desde que había regresado a la ciudad, pero el panorama nunca dejaba de impresionarla.

Se levantó, después de acompasar su respiración y consolarse con las miles de luces que le brindaban las calles y edificios que se extendían como un mar urbano hasta un horizonte lejano. Abrió el gran ventanal lo suficiente para poder asomar su nariz e inhalar aire fresco. Hubiera salido a su balcón completamente, pero no llevaba consigo ningún abrigo que la protegiera del frío nocturno.

―Espléndido, despertó ―habló una voz a sus espaldas, proveniente de su mayordomo Lewis Northrop. Ella se giró con semblante apacible e inexpresivo. Cerró el ventanal y esperó a que el hombre presionara el interruptor que llenaría toda la habitación de luz―. Una merecida siesta, diría yo.

―¿Qué hora es? ―preguntó, mientras se ponía en movimiento y comenzaba a recoger todas las pertenecías que había dejado sobre su cama.

Hizo una nota mental: Nunca volver a llevar su trabajo a la cama, siempre era una pésima idea.

―Tarde, me temo. Un representante de Whitmore's Industries ya partió rumbo a S.T.A.R Labs. ―La boca de la joven se abrió, sintiendo una punzada de decepción al querer protestar, pero el mayordomo interrumpió sus balbuceos—: Su madre dio la orden de que alguien más fuera en su lugar, pensó que un descanso le haría bien.

Ella suspiró, tomando asiento sobre su cama y mirando al suelo. Su madre sabía lo mucho que había esperado por la inauguración del acelerador de partículas. Había estado siguiendo el trabajo de Harrison Wells por años. Ella fue la que había insistido en que la empresa hiciera una aparición en el evento. Había estado tan sorprendida, cuando su deseo se le había concedido, pero claro que mandaría a alguien más en su lugar. Esto probablemente era uno de sus muchos esfuerzos por mantenerla fuera del ojo público y más irracional: se apagar su innato interés por el mundo de las ciencias.

Morgan había encabezado muchos titulares junto a su madre Angelique Whitmore gracias al gran imperio multimillonario que habían construido: Whitmore's Industries. Su madre se empeñaba en darle el mismo crédito que recibía a su hija, pero evitaba a toda costa que la prensa recayera en ella, todo por protección. La mayor exposición que Morgan recibía era en columnas de chismes:

     ¿Morgan estará trayendo nuevamente el encaje a tendencia?

¿Es la heredera de Whitmore's Industries la nueva pareja del famoso Miles Gold?

Los atuendos veraniegos de Morgan Whitmore, ¿genialidad o pecado?

—Oh, alguien dejó esto en recepción. Para usted. ―El hombre le tendió un pequeño sobre blanco sellado y ella lo recibió ligeramente extrañada―. No dejaron nombre de remitente.

―Bien. Gracias, Northrop.

—¿Hay algo más en lo que pueda ayudarla?

—No realmente. Tienen razón, realmente necesito un descanso. Puedes retirarte.

El hombre le dedicó un asentimiento amable antes de girarse y desaparecer por donde había venido. Morgan se levantó para cerciorarse de que ya no hubiera nadie cerca para así poder encender su televisor con una ansiedad casi palpable. Las imágenes invadieron la pantalla, mostrando a una gran multitud dentro de S.TA.R. Labs, así como grupos protestando contra el acelerador de partículas. No pudo evitar pensar que si de verdad lo intentara, quizás podría alcanzar a llegar a tiempo, pero no entretuvo mucho la idea. La unilateral guerra con su madre era una que nunca parecía ganar.

Entre sus dedos, Morgan jugueteó con el pequeño sobre, volviendo a tomar asiento en su cama. Descubrió su contenido rasgando de un extremo del papel que para su sorpresa solo tenía una nota corta y directa que entregaba su mensaje en dos palabras:

De tener su atención mayormente puesta en el noticiero, su mirada cayó a enfocarse totalmente en ese extraño pedazo de papel. Ella intentó relacionar sus palabras con cualquier cosa, pero no podía entender a qué se refería. El corazón de la joven dio un salto, cuando su celular comenzó a sonar.

―¿Hola?

¿Méndez? ¿Es en serio? Me dijiste que ibas a venir y aparece Méndez ―la reprimió su novio.

Miles Gold era el típico niño rico con actitud malhumorada y Morgan estaba acostumbrada a eso. Estaba más que familiarizada con su tipo, pues era lo que ella había llegado a conocer desde casi siempre. Su relación se basaba en hacerse molestar para después arreglarlo, salir de fiesta y pelear un poco más. Podían llegar a hacer todo tipo de tonterías solo para mantenerse entretenidos.

―Me quedé dormida y Angelique mandó a otra persona.

Clásico Angelique ―dijo en voz baja y chasqueó la lengua―. Bueno, ¿estás en casa? Porque iré ahora mismo. Solo vine, porque no te callabas al respecto.

La chica rio ladeando la cabeza. Le dio un último vistazo a la nota para dejarla de lado y decidir que la mejor opción sería preguntar en la recepción de su edificio la mañana siguiente.

―Aquí te espero. Adiós, cuchurrumín ―habló con una dulzura cargada de ironía.

Ugh, ahorita no, Morgan.

―¿Cómo que ahorita no, chiquito? ―empujó su broma, sabiendo que él estaría en público. Probablemente cerca de inversionistas del banco de su padre, lo que hacía de todo ese show más humillante y divertido para Morgan―. Dije: adiós, cuchurrumín.

Miles suspiró y se acercó al auricular del móvil para responder lo más bajo que podía.

Adiós, mi pastelito de manzana.

Y colgó rápidamente, mientras ella se destornillaba de risa. Él caía cada vez obedientemente y jamás dejaba de ser satisfactorio.

Morgan se metió a la ducha para terminar de despabilarse, cambiándose a unos pantalones deportivos gris oscuro y a una sudadera a juego para estar cómoda lo que restaba de la noche. Miles no estaba acostumbrado a verla desaliñada, por lo que se aseguró de maquillarse un poco y agregar algo de joyería dorada como accesorio. Estaba en el baño cepillando su cabello todavía húmedo, cuando escuchó una voz llamarla desde su habitación.

―¡Ya llegué, preciosa!

―¡Voy!

Terminó de ponerse cremas, perfume y de acomodar su cabello antes de salir. Miles estaba acostado en su cama con las manos cruzadas detrás de la cabeza, viendo el televisor donde continuaban con el seguimiento de lo sucedido en S.T.A.R. Labs. Llevaba un traje plateado que resaltaba sus ojos azules y su cabello platinado peinado todo hacia atrás. Mínimo era guapo, eso sí le daría.

En cuanto la vio se incorporó reprimiendo una sonrisa. La tomó de la cintura y la atrajo hacia él para señalarla con un dedo acusador.

―Nunca vuelvo a llamarte estando en público ―murmuró entre dientes, acariciando un pedazo de piel desnuda en su espalda que se había descubierto cuando había estirado sus brazos hacia él.

―Bueno, de todo lo que pudiste haberme dicho, pastelito de manzana fue toda tu elección.

―Cállate, por favor ―pidió entre risas para atraerla por la nuca y besarla.

Se envolvieron entre muestras de afecto y caricias, que era lo que hacían la mayoría del tiempo. Morgan estaba a horcajadas sobre el rubio con su sudadera en el suelo, dejándola en un sujetador rosa claro de encaje. Miles besaba su cuello lentamente y acariciaba el largo de su torso. Sus manos seguían frías por su tiempo en el exterior y su cabello tenía un ligero olor a tabaco que ella extrañamente disfrutaba. Estaba por comenzar a desabrochar su camisa, cuando sintió el celular del contrario vibrar contra su pierna. El chico paró lo que estaba haciendo de golpe y comenzó a tantear alrededor en busca del móvil.

―Hey, hey, hey ―lo detuvo extrañada, tomando el celular del chico antes de que él lo pudiera alcanzar―. Yo lo atiendo.

Miles intentó quitárselo de las manos, pero ella alejó el aparato de su alcance.

―Morgan, dámelo.

―No entiendo por qué es tan importante. ¿Me estás engañando o algo? ―Esto lo dijo como una broma, intentando aligerar el ambiente. Los ojos de Miles se llenaron de terror unos segundos antes de forzar una risa nada convincente―. Debes estar bromeando.

Cualquier rastro de diversión se borró de su semblante, siendo reemplazado por un ceño fruncido, mientras introducía la contraseña del móvil con dedos rápidos. Aún con una pierna a cada lado del cuerpo del rubio, posó una mano sobre su pecho y lo empujó contra la cama para evitar que le arrebatara el celular de las manos. Miles suspiró pesadamente, peinando su cabello hacia atrás con exasperación.

―Vamos, no seas paranoica.

Morgan se levantó de la cama para poder darle la espalda, leyendo todos los mensajes de texto que saltaban a sus ojos. Estaba tan concentrada, que no alcanzó a escuchar el escándalo que estaban armando en S.T.A.R. Labs mostrado por la televisión.

―¿Cómo sabes mi contraseña?

―No es tan difícil cuando tu contraseña es tu cumpleaños en todas partes, cerebro.

―Morgan, regrésamelo ―le ordenó, tensando la mandíbula.

―¡Dos semanas, Miles! ¡Tan solo hemos sido oficiales por dos semanas! ―le reclamó, sintiendo la vergüenza plantarse en su pecho.

Una vez más, él intentó quitarle el móvil de las manos, pero Morgan retrocedió, empujándolo lejos. Antes de que él pudiera intentar otra cosa, salió a su balcón y se encerró desde afuera. Miles le reclamó con la mirada, después de que sus esfuerzos por abrir el ventanal fueran en vano. Ella cruzó sus brazos sobre su pecho, sintiendo el frío envolverla por completo. No había sido una buena idea salir prácticamente desnuda de la cadera para arriba, pero no quería quedarse a escuchar disculpas vacías. Los mensajes describían perfectamente cómo Miles había estado viendo a más personas a sus espaldas.

     Dos jodidas semanas, pensó incrédula.

―¿Valery? ¿Marco? ¿Sophie? ―enlistó los nombres sabiendo que la escucharía a través del cristal―. ¡Eres un idiota!¡Lárgate de aquí!

Miles se limitó a rodar los ojos, tomar su chaqueta y obedecer su orden.

Morgan soltó un bufido de exasperación. Ella no estaba enamorada de Miles ni nada por el estilo, ni siquiera se tomaba esa relación tan en serio. Para ser sincera, la mejor cualidad de Miles era que cumplía con el perfil que su madre aprobaría. Sin embargo, nunca lo engañaría.

¡Ugh, solo esperaba que el bobo hubiera sido cauteloso con las apariencias! Si los medios se enteraban de que ella había sido humillada de esa forma, ella jamás se lo perdonaría.

Apretó los labios en un intento de combatir el frío, aferrándose fuertemente al celular en su mano. No pudo evitar pensar en su visita a Iron Heights la semana antes. ¡Tontamente ella le había hablado a Henry de su nuevo prospecto con Miles! Que vergonzoso. Ojalá se hubiera esperado a la siguiente visita, debió haber sido más inteligente.

Sin querer entrar todavía, ella se apoyó en el barandal de su balcón, admirando la vista una vez más y buscando algo que atrapara su atención. Quizás podría mentir por un par de meses, decirle a Henry que Miles era un perfecto caballero y después inventarse alguna trágica excusa para su "súbito rompimiento". Miles se mudó a Tombuctú, fue una verdadera pena. Eso sonaba bien, pero ella jamás le mentiría al señor Allen. Él se daría cuenta de inmediato.

Desde ahí fácilmente pudo localizar S.T.A.R. Labs de forma circular e imponente. Su papá hubiera perdido la cabeza con las noticias del acelerador de partículas. Y él nunca la hubiera dejado estar con un idiota como Miles.

En ese momento, una explosión de luz salió disparada del edificio, haciendo una disrupción en el horizonte y quitándole completamente el aire. Morgan retrocedió un par de pasos ante lo que estaba sucediendo. La dilatación expansiva comenzó a recorrer la ciudad a una velocidad impresionante. La joven intentó mantenerse sobre ambos pies con profundo terror inundando cada nervio de su cuerpo. Al ver ésta onda de energía cada vez más cerca, ella cerró los ojos, rindiéndose ante la poderosa detonación y ante el majestuoso y terrorífico celaje. Su cuerpo sufrió un fuerte impacto, pero Morgan no supo más; todo se volvió negro.


* "El inicio es la parte más importante del trabajo."

(n/a) hiiiiiiii <3 bien, bien aquí se acaba el mini maratón de estar publicando diario, porque considero que la historia ya comenzó formalmente. de ahora en adelante estaré publicando un capítulo por semana, idealmente cada sábado.

¡ya tenemos 100 leídas! gracias por el apoyo que he recibido, espero que este proyecto termine siendo todo lo que esperan. ¡no olviden dejar un voto!

cualquier comentario, pregunta o crítica constructiva es muy bien recibida.

les mando muchooo amor y nos vemos la siguiente semana,
NIAM ROCA

[ editado 30 de agosto, 2021. ]

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