extra tres.

extra dos.

Once años después.

—Mamá, ¿cuánto falta? —preguntó la niña pequeña con cierto tono cansado en sus palabras.

—Ace. —la rubia miró a su pareja, este sonrió.

—No mucho, estamos cerca. —los tres pequeños se quejaron. —No se quejen, cuando yo tenía su edad recorría todo este camino cada día para ver a su tío Sabo. —levantó al más pequeño y lo puso sobre sus hombros, luego con cada brazo levantó a los mayores.

— ¿Recorrías todo esto cada día? —preguntaron asombrados los niños, Ace asintió orgulloso. — ¡Eres asombroso, papá! Puedes hacerlo todo bien.

—Y vaya que sí. —murmuró Haru en voz baja, con un ligero toque pervertido en sus palabras, Ace carcajeó mientras los niños no entendían nada.

—Iremos a ver a su...abuela adoptiva. —dudó un poco al principio pero terminó por decirlo. —Dadán.

—Ya la conocieron antes, niños, pero eran muy pequeños para recordarla. —sonrió Haru.

Luego de caminar otros dos minutos llegaron a la punta del monte Corvo, se alcanzó a distinguir delante una pequeña cabaña, fuera de esta había un pequeño fuerte, Ace al verlo sonrió con nostalgia.

—Dame eso. —habló Ace luego de bajar a sus hijos, Haru le dio el cocodrilo que llevaba sobre el brazo y Ace lo levantó sin ningún problema. —Toca la puerta.

Haru asintió, tocó un par de veces mientras ponía cada mano sobre la cabeza de sus hijos y dejaba al más pequeño en medio, se escucharon unos pasos pesados hasta que la puerta se abrió dejando ver a una mujer peli-naranja robusta.

— ¡¿Quién es y qué quiere?! —gritó ella luego de abrir, al ver a Ace parado frente a la puerta su expresión cambió a una de asombro, y al ver a los tres pequeños niños la sorpresa aumentó considerablemente.

—Traje la cena. —sonrió él arrojándole el cocodrilo, la mujer cayó al suelo con el cocodrilo encima, Ace se abrió paso y entró seguido de sus hijos.

— ¿Está bien, Dadán-san? —preguntó Haru levantando el cocodrilo y tirándolo para el otro lado, la mujer parecía estar en shock. — ¿Dadán-san?

—Haru, ¿qué esperas? —llamó Ace, Haru se aseguró de que la mujer respirara y corrió a alcanzar a Ace.

***

—E-Entonces... ¿son tus hijos? —preguntó Dogra al ver a los tres niños correr como locos peleando por la carne que había cocinado Dadán.

—Sí, crecen muy rápido, ¿no? —habló Ace con orgullo, los bandidos tragaron en seco.

—Son iguales a los tres mocosos irrespetuosos que vivían aquí hace veinte años. —gruñó Dadán.

— ¿Nunca pudo controlarlos? —preguntó Haru apoyando sus manos sobre sus rodillas, ya que se encontraba sentada en el piso.

— ¡Eran incontrolables! —exclamó Dogra, Haru se giró a mirar a Ace y este solo siguió bebiendo de su tarro de Sake simulando que nada pasaba.

—Dame eso, es mío. —gruñó el pequeño peli-negro oji-azul, su hermano mayor le dio un zape en la cabeza y le quitó el pedazo de carne.

—Natsu lo volvió a hacer. —murmuró Ace con el ceño fruncido, Haru iba a regañarle cuando el menor de sólo siete años le dio una patada en la rodilla del mayor de diez años.

—Te dije que es mío. —gruñó el pequeño de nuevo tras quitarle el pedazo de carne y darle un gran mordisco, el mayor se abalanzó sobre él y comenzaron a pelear.

—Bien, creo que no fue lo mejor enseñarles a pelear. —murmuró Ace.

—Ya basta, mamá y papá se molestarán con ustedes. —se acercó la niña rubia e intentó separarlos, un golpe fue dirigido a ella, su semblante cambió a uno terrorífico y seguido se lanzó a la pelea también.

—Me recuerdan demasiado a ustedes tres cuando eran niños. —murmuró Dogra con una gotita cayendo de su nuca, Ace asintió con una carcajada.

—Natsu, Ann y Rin. Deténganse los tres. —llamó Haru, los tres niños se separaron aún mirándose con odio.

—Mamá, él me... —comenzó a hablar el más pequeño, pero al ver la mirada de Haru guardó silencio al instante.

—Una pelea más y se cancela la visita de su tío Luffy. —los tres bajaron la cabeza.

—Sí, mamá. —hablaron los tres al unísono.

—La obedecen con unas simples palabras. —habló Magra sorprendido, Ace sonrió con orgullo y besó tiernamente la mejilla de la rubia.

—Los educamos así desde pequeños, no dejaré que mis hijos sean unos irrespetuosos. —negó Haru.

—Me alegro, esperaba que no estuvieran aquí para dejarme a cargo de ellos...me ha pasado un par de veces. —murmuró Dadán con una expresión molesta.

—Eso fue hace mucho tiempo, no hables de eso ahora. —negó Ace con el ceño fruncido.

—Todo es culpa de ese maldito viejete de Garp. —gruñó Dadán, de pronto se dio la vuelta rápidamente y suspiró aliviada una vez que comprobó que no había nadie detrás de ella. —La maldita costumbre. —volvió a gruñir.

—Bien, es hora de... —de pronto Ace cayó dormido, los bandidos y Dadán gritaron asustados pero al verlo roncar les cayó una gotita de la nuca, Haru se bebió de una sola el tarro de sake de Ace y le sonrió a Dadán y los bandidos.

—Esa es la señal de que es hora de irnos. —avisó ella, se levantó y tomó a Ace poniéndolo sobre su hombro, todos se quedaron mirando con la boca abierta, Haru sonrió y volteó a ver a sus hijos. —Niños, despídanse de Dadán-san.

—No queremos irnos aún... —los niños guardaron silencio al ver el semblante aterrador de su madre, formaron una fila por estaturas e hicieron un saludo de marines. — ¡A la orden, mamá!

Luego de despedirse de los bandidos y de su abuela adoptiva, los niños y su madre —con Ace aún sobre su espalda— salieron de aquella cabaña en la punta del monte, avanzaron un par de pasos pero Haru se detuvo en seco, para luego darse la vuelta.

—Es cierto, Dadán-san. —la mujer frunció ligeramente el ceño al escuchar que la llamaba. —Ace no lo hará, pero sé que si estuviera despierto ahora diría "Gracias por todo". —la mujer comenzó a llorar desconsoladamente un segundo después, los niños comenzaron a reír por lo bajo, Haru igual aguantó una carcajada.

—Sólo váyanse. —exclamó aún llorando, Haru asintió y tras agitar la mano continuó con su camino.

Las cosas eran así ahora, Ace y Haru estaban casados y tenían tres pequeños. Ann, una pequeña rubia de ojos azules, Natsu, el pequeño peli-negro de expresión ruda, y Rin, el menor, un pecoso de cabello gris y ojos azules.

Todos se habían independizado ya, eso ocurrió cuando los mayores tenían siete años, porque sí, ambos tenían siete...son compañeros de vientre.

Lo más divertido de todo eso fue el embarazo, los grandes antojos de Haru, sus cambios de humor, las burlas y mimos de la tripulación hacia ella. Además de las arduas peleas para protegerla. Algo más o menos así...

Hace algunos años.

Haru, siete meses de embarazo.

—Aquí está el coctel de frutas y las bolitas de Takoyaki. —el peli-negro dejó todo sobre la mesita de noche y se acercó a la cama.

—Tardaste mucho. —canturreó cansada, Ace enarcó una ceja.

—Perdón, la próxima vez le diré a Sanji que cocine a la velocidad de la luz. —dijo irónico, la rubia gruñó.

—No estoy de humor para eso. —tomó una bolita de Takoyaki y comenzó a comer. —Tú hablas así porque no pareces un planeta.

—Puede que no parezca un planeta pero sé bien por lo que pasas. —habló él tomando asiento frente a ella.

— ¿Y cómo así? Yo soy la que más sufre con esto del embarazo. —continuó comiendo con una expresión molesta.

—Yo también sufro con el embarazo, dime, ¿quién debe levantarse a cumplir tus antojitos a las tres de la mañana? —contraatacó él.

—Tú eres el que no deja que me levante. —respondió molesta. —Pero claro, Ace quería tener su tiempo a solas. —ironizó, Ace se sonrojó por el recuerdo y frunció el ceño.

—No vi que te quejaras una vez que comencé a besarte. —se acercó a ella bastante molesto, Haru se acercó también.

—No me reclames ahora, siete meses después. —gruñó.

— ¡Pero si tú comenzaste! —ambos chocaron frentes mientras rayos comenzaban a salir alrededor, de pronto Haru se separó sorprendida.

—Ace, mira, toca. —le tomó la mano a su novio y la colocó sobre su hinchado vientre. —Se mueve. —sonrió.

Cuando la panza de Haru comenzó a notarse ella y Ace decidieron irse de la tripulación por una simple razón; sería incómodo para sus nakamas tener a una embarazada en el barco.

Sus nakamas no estuvieron de acuerdo, preferían tener a Haru embarazada en el barco para poder protegerla, porque sí, el Gobierno Mundial ya sabía que en unos meses nacería el nieto de Shirohige con sangre maldita en sus venas. Gran combinación.

Por esta misma razón los convencieron de quedarse, Franky les construyó un pequeño cuarto para ambos y el bebé; ni Haru ni Ace estaban de acuerdo con tener un cuarto propio, pero los demás aclararon que no les molestaba y que era como un regalo por el bebé.

Lo más divertido, según Haru, fue la reacción de Nami al saber sobre el embarazo, porque si Koala se había portado como una FanGirl, Nami la superaba. Se la pasó gritando sobre que iba a ser tía, que ya tenía planeado el nombre para el bebé, y hasta cómo iba a lucir físicamente.

Debía tener el cabello negro de Ace, largo y ondulado, con sus ojos azules, y unas lindas pequitas en sus mejillas. La combinación perfecta, según Nami.

Pero eso no es todo, la boda fue algo que merece ser recordado también, y no sólo por el hecho de que hubo una boda, sino porque todos...exactamente, todos estuvieron presentes en ella.

El gran día de la boda entre Puño de Fuego y la Princesa Pirata.

—Debes de estar bromeando, Robin. —murmuró nerviosa la rubia. —Nami, el velo ya está bien, déjame ya. —se quejó, la peli-naranja dejó de acomodar su cabello y se separó quedando a un lado de su nakama.

—Luces preciosa. —halagó Nami mientras algunas lágrimas se acumulaban en sus ojos.

—Pareces mi mamá. —rodó los ojos mientras un sonrojo se apoderaba de sus mejillas. —Estoy nerviosa.

—No tienes por qué estarlo. —habló Robin sacando un pañuelo y pasándoselo a Nami.

—Ahora entiendo cómo te sentías en tu gran día, Robin. —habló Haru sintiendo ese nudo en su estómago.

—Los nervios pasan rápido. —animó la peli-negra. —Debemos irnos, las damas debemos estar antes al frente. —le guiñó un ojo, Haru respiró profundo y asintió. —Suerte.

Ambas corrieron fuera de la pequeña cabaña dejando a la rubia tras la puerta, sólo esperaba a que llegara Marco para poder salir y que la entregara formalmente a su esposo.

¿Adivinen dónde sería la boda? Exacto, en esa isla del Nuevo Mundo...la isla natal de la novia.

— ¿Qué tanto hace Marco que no se apresura? —murmuró ella mirándose al espejo.

Marco sería quién la entregaría al altar, ella había decidido que así fuera. Sus damas eran Nami y Robin. Mientras que Ace ya tenía a sus padrinos, claramente eran Luffy y Sabo.

Sus manos comenzaron a sudar cuando escuchó que abrían la puerta tras ella, suspiró tratando de calmarse y aún sin girarse comenzó a hablar.

— ¿Por qué tardaste tanto? —preguntó con un gruñido.

—Lo siento, tuve que venir desde el East Blue hasta acá, ¿sabes lo difícil que es hacer eso en tan poco tiempo? —los ojos de Haru se abrieron al doble al escuchar esa voz, se dio la vuelta rápidamente para ver al hombre frente a ella. —No es mi culpa que me avisaran a último minuto que la pequeña Haru se casa.

— ¡Shanks! —exclamó ella feliz abrazándolo de pronto, el pelirrojo rió ligeramente.

—Te ves hermosa. —alagó él separándose de ella, la rubia se cubrió la boca con una mano mientras con la otra tomaba la mano de Shanks.

— ¿Cómo es que estás aquí? —preguntó asombrada.

—Ace me contactó, además, las noticias vuelan, ¿sabes? La Princesa Pirata y Puño de Fuego se casan, hasta parecen celebridades. —Haru rió ligeramente, Shanks acomodó su brazo de forma en que Haru lo tomara y sonrió. — ¿Lista para hacer de este día tu día?

—Por supuesto. —le correspondió a la sonrisa y juntos salieron de la pequeña casa.

***

Mientras el hombre que los casaba —que de hecho era Jozu leyendo un libro sobre bodas— leía, los ojos de Haru vagaban de un lado al otro.

Del lado del novio estaba en primera y segunda fila todos los Mugiwaras, además de Koala que sostenía alegremente los sombreros de los tres hermanos. Dadán y los bandidos estaban ahí también. Sus pequeños hijos de tan solo dos años estaban con los Mugiwaras, Ann, estaba sobre los hombros de Usopp, jugando con su rizado cabello, mientras que Natsu se encontraba sentado al lado de Zoro, tratando de quitarle su espada, cosa que Zoro impedía aventándolo ligeramente.

Mientras que del lado de la novia se encontraba toda su ex-tripulación, Marco, Haruta, Vista, además de los piratas del Pelirrojo y una linda mujer que acompañaba al capitán, Makino y Shanks además de su hijo.

Algunos invitados extras se encontraban algunas bancas detrás, entre ellos Hancock y sus hermanas, el viejo Garp junto a Coby y Helmeppo, que por cierto estos últimos no estaban seguros de querer estar ahí, menos compartiendo lugar con tantos piratas poderosos. Rayleigh junto a Shakky tampoco faltaban.

Y por supuesto, Trafalgar Law se encontraba entre los Mugiwaras también.

—...en una relación debe haber respeto, fidelidad y... ¿a quién más ya le aburrió esto? —preguntó Jozu cerrando el libro de pronto, todos levantaron la mano, hasta los novios. —Bien, por el poder que me concede este traje y este libro...los declaro marido y mujer, puede besar a la novia. —Ace se lanzó a Haru y la besó de pronto, los aplausos y gritos no tardaron en comenzar a sonar.

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