Final• Lo que pasó en la primera noche
"Desde esa noche solamente pienso en ti"
Llegaron al río de Busan, ah, una vista maravillosa de noche.
Lástima que ninguno de los cuatro caballeros recordaría algo de allí. Alguien los haría pecar y olvidar, pero sería un secreto hasta la tumba.
Entre risas y empujones bajaron del Mercedes y se pararon en la orilla del río, éste daba directamente al mar solo un poco más lejos.
—Oigan, todo re cool, pero tengo contactos y me están esperando en un lugar. —Habló God.
Se dejaron hacer y llegaron a un bar de strippers masculinos.
A ninguno le importó el lugar, solo necesitaban pasarla bien.
Y quizás el efecto de la droga solo los afectaba internamente, pero frente a otras personas parecían completamente cuerdos.
Eso fue lo que pensó un chico castaño que los vio entrar. Qué parecían completamente normales.
Nunca escogió a los clientes para los cuales bailaría, solo, siempre lo escogían a él y ya. Pero cuando vio entrando a los cuatro caballeros se le hicieron sumamente atractivos, la belleza y el porte de elegancia en los cuatro hicieron qué tal vez, y sólo tal vez, su avaricia por tener un poco de dinero extra para él y su hijo, se encendiera.
Al ver que los recién llegados, se acomodaban con otro grupo, otros cuatro hombres, supo que no iba a ser fácil con solo él, pues seguramente todos querrían tocarlo y definitivamente no todos estaban igual de buenos.
Supo que necesitaba ayuda de uno de los mejores.
Bas, como buen mejor amigo, lo acompañó y ambos con coquetería y sensualidad dieron un show de baile personal y sumamente candente a los ocho hombres.
Gun no pensaba que uno de ellos iba a llamarlo para sentarse en sus piernas. Dudó, pero lo hizo.
—Bailas espectacular, ¿te lo han dicho? —Le puso una mano en la cintura.
De la nada se puso tímido. La voz del hombre era ronca y excitante. Claro que muchas personas le habían dicho que su baile era impresionante, pero oírlo de esa voz tan... peculiar, le hacía sentirse pequeñito y tímido.
—N-no... gracias. —Murmuró bajito.
—No tienes que agradecer, pero es una lástima que nadie te lo haya hecho saber.
Se sintió raro por esas palabras dichas en tono reconfortante.
—Mira, bonito. Quiero conocerte, pero me incomodan las miradas que te están lanzando aquí. —Le acarició la cintura y Gun sintió una pequeña descarga eléctrica recorrer por toda su espina dorsal—. ¿Hay algún otro lugar?
—H-hay... una habitación, pero casi nunca se usa.
Hacía tanto tiempo que nadie se portaba posesivo con él, incluso ninguno de los clientes que buscaban solo compañía; y eso que él nunca se "alquilaba".
El hombre le pidió que lo guiara, así que se aventuró tomando la pálida mano contraria y caminaron entre mesas y personas para llegar al pasillo largo que daba al baño y a las únicas dos habitaciones que habían allí. Entraron a una. Oscura, pero no completamente.
Había luces de neón que parpadeaban dando un aire más erótico a la pieza.
Caminaron aún con las manos tomadas hasta la cama matrimonial. Allí se sentaron en la orilla, frente a frente.
—Soy, Off, bonito. —Habló primero el azabache con coquetería.
—Sonrió genuinamente— Gun... —Movió la cabeza en señal de respeto.
—Seré directo, me tienes encantado, Gun. —Puso una de sus manos en la suave mejilla— Quiero conocerte.
Gun se sentía y podía afirmar que estaba sonrojado hasta las orejas. El aura de ese hombre lo tenía loco, ah, recién se conocían y ya se imaginaba un futuro donde Off lo aceptaba con su Chimonie.
—No se puede, señor Off. —Se alejó del tacto— Tengo un hijo.
—Oh. —Se alejó también— Eres comprometido, lo siento.
—Frunció el ceño —No, pero...mi hijo viene conmigo. Soy...p-padre soltero, señor Off.
—No me digas señor, Gun. Te ves menor, pero apuesto que no estamos tan lejos, tengo veintiséis.
—Y-yo tengo veinticuatro, Off. —Sonrió.
Eso dio inicio a un ambiente de mayor confianza. Ambos se soltaron tanto que pasaron horas hablando y ni cuenta se habían dado. Off se había atrevido a robarle pequeños piquitos de los labios al menor, y luego de eso soltaban sonrisas juguetonas.
Claro, eso fue antes de que comenzaran a subir de tono.
Ahí fue cuando Gun puso un alto.
—N-no, Off. —Lo alejó— Yo n-no puedo... no... yo busco algo serio, no pienso comerme el mismo tentempié que antes, no tendremos sexo. —Se limpió la boca e impuso una distancia mayor.
Se sentía idiota.
Estuvo a punto de hacerlo con un complejo desconocido, no, ese no era él. Se puso de pie y comenzó a caminar hasta la puerta.
—No. —La mano del pelinegro le sostuvo la muñeca— No te vayas, en serio, verdaderamente me interesas, Gun. Puedo... conocer a tu hijo, solo si tú quieres.
Se quedó en shock. Eso...sería definitivamente algo que nunca olvidaría. Un hombre en sus cinco sentidos le pedía conocer a su razón de vivir. Definitivamente caería por el pálido.
Nunca conoció a alguien que lo aceptara aún con el hecho de que venía con un pequeño de casi dieciocho meses de edad, que necesitaba de muchas cosas.
Sonrió en grande.
—T-tú...harías eso? —Lo miró a los ojos.
—Me casaría contigo si es la única manera en la que puedo ver tu rostro todos los días, Gun.
Eso solo hizo sus esperanzas crecer más y más.
Dijo que iría por su hijo y lo vería en un restaurante de las 24 horas.
Bas, quién quedó encantado con otro pelinegro, lo acompañó entre chillidos emocionados por su angelito a la casa de su amiga Jenny.
Cuando llegaron al restaurante, estaban solo seis de los ocho.
Se sentaron y Off se atrevió a presentarlo como su futuro prometido. Qué emoción sintió.
Sus nervios crecieron más cuando su bebé se removió entre sus brazos buscando su calor; lo apegó más y luego Off pasó uno de sus dedos por la mejilla del infante.
—Es muy bonito. —Sonrió pequeñito— Puedo...cargarlo?
Gun miró instintivamente a Bas buscando su aprobación, éste le sonrió de labios cerrados y le movió la cabeza hacia Off en señal de que lo hiciera.
Con una sonrisa, puso a su ángel en los fuertes brazos del hombre pálido.
God le tomó una foto alegando que no iba a verlo así todos los días, también se atrevió a grabarlos. Fotos de ellos tres, el bebé sonriendo en los brazos del azabache, Gun feliz, Off dando besitos por las regordetas mejillas de ambos. Parecían una cálida familia.
Pero Off dijo que tenía que hacer algo importante.
—Fui al hotel por algo importante. —Miró hacia el castaño— ¿Recuerdas lo que te dije en la habitación? ¿Qué incluso me casaría contigo si es la única manera en la que puedo verte todos los días? —Gun sintió su corazón latir con fuerza—
Sacó un anillo de plata del bolsillo de su pantalón y miró a los ojos color miel del menor.
—Quería apostarlo pero, ahora que te veo, me doy cuenta de que solo quiero que esté un lugar. —Le tomó la manita y lo puso en su dedo anular—. Sé mi prometido.
No mentiría. Lo dudó de cierta forma, recién se conocían, pero Off contradijo diciendo que se podrían conocer después.
Además, ver a su bolita de algodón entre los brazos de aquel hombre hizo que una calidez extraña se instalara en su ser y Aceptó.
El pequeño lugar donde estaban ellos ocho se llenó de risas y gritos de emoción. Todos les felicitaban y su hijo balbuceaba feliz por ser parte del bullicio.
Uno de ellos sugirió algo súper loco.
—Yo conozco una capilla en donde se pueden casar ahora mismo. —Soltó de la nada— El seminarista es un doncel, como usted, señorito.
—¿Habla de White? Bas y yo lo conocemos muy bien, es de los pocos donceles que es seminarista, así que apoya el matrimonio igualitario. —Sonrió— Es una buena persona.
—Y los hará un matrimonio feliz. —Sonrió.
Lo único que Gun sabe es que se casó, no fue como lo tenía planeado, pero había hablado tanto de eso con su amigo White, que éste trató de arreglar muy bonita la capilla para el castaño.
Todo fue fiesta y celebración, Gun dejó a su bebé en la suite con Bas y los demás, estaba hecha un desastre pero su bebé dormiría bien en alguna cama.
Off lo llevó a un hotel, allí les pidió una cena romántica tipo luna de miel, y luego de darse una ducha, se estaban besando con hambre.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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