8• Mi Ángel

Cuatro individuos bajaron del Mercedes Benz. Uno de ellos con un pequeñito y delgado cuerpecito en sus brazos. God, Mew, Off y Gun con Chimon en brazos, se encaminaron a la entrada de la pequeña capilla azul pastel.

Ninguno tenía el mejor semblante, y todo el viaje habría sido incómodo, de no ser porque el pequeño Chimon había estado soltando risitas infantiles y jugando con su papi.

Entraron.

Era linda, muy linda verdaderamente. Las bancas estaban pulcras y sin polvo, había una custodia en el centro del altar de madera, y dentro de ésta, había un pedazo circular de ostia.
Caminaron en silencio hasta la puerta de la sacristía, y allí se encontraron con un seminarista de rodillas frente a un crucifijo de madera.

—Buenos días, White.

Éste volteó a verlos y luego de hacer una reverencia se levantó y abrazó al castaño.

—Gun, que alegría tenerte aquí. Veo que has traído al pequeño Chimon. —Tomó la mejilla del infante— Y también a tu esposo, eh. —Sonrió amablemente— ¿Qué necesitan?

—White, él necesita hablar contigo. A solas. —Dijo señalando al pálido.

Ambos fueron al confesionario para poder hablar sin interrupciones. Off dijo todo al seminarista White y éste habló a Gun, quién, solo firmó un papel (a vista de los otros dos) y de allí volvieron a la suite.

"No puedo entregarles éste acta de divorcio hoy, la tendría hasta en la noche, pero será peligroso, así que vengan por ella en la mañana."

Esas palabras resonaban en la cabeza del castaño. Le dolía, y no sabía por qué.
Solo llevaban un día de conocerse, no más, y aun así su pobre y estúpido corazón se había hecho estragos en sentimientos no-aptos para él.

Aún no se había ido de la suite porque Bas le había pedido que lo esperase mientras arreglaba cosas con God. Y los dos se encontraban hablando en una de las habitaciones.
Aparte, su razón de vivir estaba dormida y lo dejaría descansar solo un poco más para que no llorara en el camino a casa.

—Hola. —Se sobresaltó— Lo siento, no quise asustarte.

—N-no te preocupes, Mew. —Una mueca tomó el lugar de su sonrisa— ¿Crees que Bas tarde mucho?

—No lo creo. O... No sé, lo siento, Gun. —Dijo amable— Mira...todo es difícil, y tal vez ahora mismo necesites tu espacio, pero... quédense hasta mañana. —El castaño frunció su ceño— God nunca, créeme, nunca le había rogado a nadie; y Off...bueno, él es otra historia, pero no puedes irte hasta mañana.

Gun negó con una sonrisa irónica.

—¿Y dejar que Mí Hijo vea como el hombre al que le tomó cariño, y lo adormeció hoy entre sus brazos, se va de la ciudad en un Mercedes Benz para no volver, mientras llora? —Escupió con algo de odio— Me gusta Off, me ilusioné con él y también dejé que sus palabras dulces y tiernas esa noche tomaran mi corazón, pero Chimon es mi todo. Y siempre lo voy a elegir a él.

"O-Off... bésame."

—Lo sé, y el hecho de ser un idiota con paquete incluido no compensa nada. Pero sólo te pido eso, sólo, quédense hasta mañana que nos vayamos. —Pidió con súplica al de ojimiel— Todo estará saldado aquí, no tendrás que pagar nada. Pero sólo haz eso, es lo único que pido.

"Déjame amarte..."

Hubo un silencio que reinó por unos segundos en los que el más bajo solo se dedicó a observar a su angelito dormir plácidamente para luego asentir detenidamente al pedido del moreno.

Sin duda alguna sería una noche difícil...para todos.

Incluso para Off.

Aunque no lo creyeran, la estaba pasando muy mal, no logró dormir ni una mísera hora en toda la noche, y sólo lo confirmó cuando se dio una ducha y en el espejo se reflejaban unas horribles ojeras.

Se arregló deduciendo que era el primero en levantarse y, con ganas de prepararse una taza de café negro, salió de su habitación para ir a la cocina. Claro que no se esperó que quedaría encantando con una voz suave y tierna cantando, ni mucho menos con risitas infantiles viniendo de allí. De la cocina.

Eres mi penicilina...

Lo que me salva...

Mi ángel...mi mundo...

Entró en la cocina y vio de espaldas aquella cabellera castaña de la que huía. Asimismo vio al pequeño cuerpecito pelinegro sentado en una silla de bebe (que no sabía, había en la suite) mientras tenía una cuchara en la mano para jugar y balbuceaba intentado seguir la letra de la canción que tarareaba el castaño.
Se quedó en el marco de la puerta.

Cuántas veces deseó despertar y encontrar a Ploy en la cocina preparándole el desayuno antes de ir al trabajo.

Mierda...no.

"P-pa..."
"pa..p-pá..."

Sacudió la cabeza al oír aquello y fijó su mirada en esos ojitos negros. Esos que le veían brillantes y con un dedito regordete y una sonrisita de dos dientitos le señalaban.

—Pa... p-pá. —La risita infantil se escuchó.

Pero Off no reaccionaba.

Estaba congelado en su lugar con un doloroso nudo en la garganta.
Eso hasta que un delgado cuerpo cubrió su campo visual a los ojitos del... bebé y un pequeño lamento de escuchó.

—No...Chimi... no es tu p-papá... —Se oía en susurros— Y-yo soy tu papá...mi ángel.

"Papá."

"Papá..."

Esas sílabas lo persiguieron todo el día.

En la mañana después de que Gun se llevase a su hijo.
Cuando fue por el acta oficial de divorcio a la capilla.

Y cuando subía al auto para salir de Busan.

Justo allí fue cuando más dolió, porque Chimon no quería soltarse de su ropa. Se aferraba con sus manitas a la camisa que llevaba puesta, y cuando logró soltarse de él comenzó a llorar. Forcejeó inocentemente con Gun para que lo soltase y se fuera a sus pálidos brazos.

Lloró con dolor, con lagrimitas saladas bañando sus gorditas mejillas.

Y nuevamente, a Off lo persiguieron esas dos sílabas.

"P-pa...pá..."

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top