Capítulo 8: El karaoke.
¡Desquiciado! Así era cómo se encontraba Naruto en ese momento. "Que si ponte las zapatillas", "que si esa camiseta no", "deja de hacer el tonto con la leche", "no me saques la lengua"... Con Asahi cada minuto era una batalla, una en la que parecía perder siempre contra ese niño al que no paraban de llegarle ideas para sacarle más de quicio de lo que ya estaba.
Cuando el timbre sonó, Asahi se lanzó como un loco hacia la puerta sabiendo que sería Sasuke. Había quedado con él para ir al karaoke mientras su padre se iba a su aburrido trabajo. Una ligera sonrisa de incredulidad se mostró en el rostro de Naruto, quien no terminaba de creerse que su hijo prefiriera estar con su niñero después de haber atemorizado a la gran mayoría de ellos con anterioridad.
Al ver a Sasuke, con esa sonrisa y revolviendo el cabello de su hijo mientras se quitaba los cascos y los dejaba colgados del cuello, el pensamiento de lo ocurrido la otra noche llegó a su mente. ¿Le habría visto Sasuke desnudo? Sólo esperaba que no. Ese pensamiento hizo que un leve sonrojo se colocase en sus mejillas y mirase hacia el periódico antes de dar un sorbo a su café. ¡Tenía que quitarse aquella duda! No podía seguir dándole vueltas a la posibilidad de si le había visto o no.
- Buenos días, Sasuke. ¿Has dormido bien? – preguntó Naruto, pero aquel tema tan evidente hacia la noche, no pasó desapercibido por Sasuke.
- Muy bien, gracias. Me fui temprano a la cama – le mintió Sasuke sin decirle que realmente le había visto desnudo, lo que hizo que Naruto se relajase.
- Ya veo, imagino que estarías cansado de tener que cuidarle.
- No te creas. Estoy empezando a cogerle cierto cariño a tu hijo. Creo que empezará a dejar sus bromas conmigo – comentó mientras se sentaba en una de las sillas de la mesa frente a Naruto.
- ¿Te apetece un café o algo?
- No bebo café, ya lo sabes. No me gusta.
- Cierto. ¿Leche? – le preguntó divertido con una sonrisa.
- He desayunado, pero gracias por la oferta. ¿No llegarás tarde?
- Sí – susurró Naruto – es posible – resopló con aire cansado.
- No quiero meterme en tu vida, Naruto, pero... creo que necesitas unas vacaciones.
- No puedo permitirme unas vacaciones en mi trabajo – sonrió.
- ¿Y fines de semana? El cuerpo también necesita descansar y creo que llevas demasiados fines de semana trabajando.
- Son reuniones importantes.
- Pues déjale claro a tu maravillosa secretaria que no harás ningún fin de semana más y que ponga las reuniones entre semana.
- ¿Qué te ocurre con lo de los fines de semana?
- ¿Quieres sinceridad absoluta?
- Por favor... - sonrió Naruto sabiendo que la lengua de Sasuke era como si te clavasen mil cuchillos, siempre afilada pero... diciendo verdades como templos que no podía rebatirle.
- Sigues siendo un idiota, uno con dinero pero idiota. Tu hijo sólo quiere pasar tiempo contigo y tú necesitas descansar. Deberías poner límites en tu trabajo.
- No puedo hacer eso...
- ¿Es que no eres el jefe?
- Sí, lo soy.
- Pues aprende a delegar en tus subordinados. Si Sakura quiere poner reuniones los fines de semana, dile que se encargue ella de convencer a tus clientes, verás qué rápido deja de haber reuniones los fines de semana – sonrió Sasuke – ya sé que me dijiste que yo no era el padre de Asahi y lo entiendo, molesta mucho cuando alguien de fuera te intenta decir lo que tienes que hacer pero... lo digo por tu bien, Naruto, y porque me preocupa tu hijo, hay que aprender a disfrutar de esos momentos en familia, porque la vida es muy corta y cuando quieras darte cuenta, tu hijo será mayor, se irá a la universidad, o de casa, se echará pareja... y entonces te darás cuenta de que no puedes recuperar ese tiempo perdido.
- Tú siempre tan sincero con las palabras. Dime una cosa... ¿Cómo has conseguido que Asahi te acepte como su niñero?
- Hice un trato con él. Le dije que hablaría contigo sobre el trabajo de los fines de semana y lo he hecho.
En parte... no le sorprendía que su hijo se llevase bien con Sasuke, él mismo se había enamorado ya una vez de ese chico serio y de afilada lengua, se enamoró hasta el fondo antes de que él desapareciera. Dolor era lo que había sentido con Sasuke y aún lo sentía al verle. Quizá nunca le olvidó del todo y tenerle tan cerca... hacía que recordase todo lo bueno de estar con él, aunque una parte... recordaba también lo malo.
- Pensaré lo de los fines de semana, ¿de acuerdo? Pasadlo bien donde sea que vayáis.
- Claro. Diviértete en tu reunión.
Asahi salió con rapidez de su cuarto llevando la mochila a la espalda. Eso hizo que Sasuke sonriera. ¡Ni que fueran a la escuela! En aquel momento, Naruto entendió que de esas escasas sonrisas que Sasuke tenía era de lo que se enamoró en su momento, de esa misma sonrisa que le salía con su hijo y que hacía que siguiera atrayéndole como lo hacía antaño.
***
¡Pucheros! Eso era lo único que veía Sasuke en el rostro de ese pequeño que le insistía para que cantase y a lo que él se negaba en rotundo. Años hacía que no cantaba y no le apetecía iniciar de nuevo. Tan sólo fue un sueño frustrado, uno de tantos y recordar aquello era algo que no le hacía gracia.
- Por favor – insistía Asahi con el micrófono de la sala donde estaban.
- No – se negó Sasuke una vez más.
- ¿Es que no te gusta la música?
- No – volvió a decir Sasuke aunque Asahi sonrió con cierta perversión, esa sonrisa que le recordaba a Naruto cuando tenía una idea fija.
- Mentiroso, siempre estás escuchando música.
- Escucharla es una cosa y cantar es otra.
- Te prometo que no me reiré mucho si cantas mal – sonrió Asahi.
- Ya, claro... paso.
- Por favor... papá no canta muy bien que digamos y ya apenas lo hace. Antes aún me cantaba alguna nana para dormir pero...
- Ni lo intentes.
- ¿El qué?
- Intentar darme lástima con el tema de tu padre, no funciona conmigo. Aunque es cierto que he escuchado cantar a Naruto... era mejor no oírle cantar – sonrió Sasuke – aunque la verdad, es que se le daba bien tocar la guitarra, en eso tu padre era un crack.
- ¿Le conocías del instituto?
- Sí, le conocí.
- ¿También a mi madre?
- Sí – sonrió Sasuke – conocía a todos los del grupo de amigos de tu padre.
- ¿Cómo era mi madre? Papá nunca habla de ella.
- Deberías preguntarle eso a tu padre.
- Pero... es que él nunca quiere contarme nada y...
- Era amable con todo el mundo – susurró Sasuke – y era bastante guapa. No la conocí mucho pero sé que estaba muy enamorada de tu padre, así que debió ser bastante trágico cuando la perdió.
- ¿Tú tienes pareja?
- No – sonrió – no la tengo.
- ¿Por qué? Eres joven y guapo, también eres inteligente y te gustan los niños.
- Creo que sólo le caigo bien a los niños – sonrió Sasuke.
- A papá le caes bien.
- No es cierto, nos llevamos bastante mal pero intentamos disimular.
- ¿Por qué? ¿Os enfadasteis? – preguntó el niño inocentemente, como si fuera simplemente una discusión de niños que se puede arreglar tras devolver el juguete usado al otro.
- Sabes... tienes razón, me apetece cantar – intentó salir Sasuke por la vía rápida de aquella conversación que no quería mantener con un niño. Él no debía por qué saber nada acerca de su vida o su pasado con su padre.
- ¿Papá quería a mamá? – preguntó súbitamente cuando Sasuke cogía el micrófono.
Aquella pregunta lo paralizó. Pensó en ello... lo pensó durante unos segundos que parecieron convertirse en horas. Cuando era un adolescente creía que no, que eran amigos, muy buenos amigos, luego descubrió que eran novios y finalmente... ¡Sí! Era posible que la quisiera, era lo más lógico por la forma en que Naruto le utilizó a él, por la forma en cómo le despreció. Naruto nunca le había amado, pero sí debió hacerlo con la madre de Asahi, al fin y al cabo, la eligió a ella.
- Sí – dijo finalmente Sasuke – creo que amaba a tu madre.
Recordar aquella parte de su vida hizo que sintiera de nuevo ese pinchazo en el pecho, ese dolor que durante años trató de reprimir, ese pensamiento que le recordaba que no fue nada más que un error para Naruto.
Cogió el micrófono y esperó a que la siguiente canción diera inicio, aunque para su mala suerte, fue una que conocía demasiado bien, fue la canción con la que Naruto le había reclutado para la banda. Aquella vez tan sólo estaba haciendo el tonto con su mejor amigo. Naruto buscaba con desesperación un buen ritmo y Sasuke le había pedido que se relajase y todo saldría. ¡Tocó algo de los Beatles para relajarse antes de seguir! Al ver aquello, Sasuke decidió seguirle y cantó, dejando impresionado a su amigo que jamás habría imaginado que Sasuke tuviera aquella voz.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Asahi al ver a Sasuke paralizado al ver el título de la canción.
- Nada, no es nada – sonrió Sasuke – estaba recordando algo.
"Don't let me down", aquella canción marcó todo en su vida. Como la misma letra decía, se enamoró y al final... le fallaron. Fue su canción favorita durante años, fue la que le acercó a Naruto, la que le hizo enamorarse de él y al final... sólo quedó la decepción.
Apretó con fuerza el micrófono y entonó la primera frase sorprendiéndose a sí mismo de que sus cuerdas vocales todavía pudieran llegar a entonar como antaño. Quizá era algo que nunca se olvidaba. Asahi, en cambio, se quedó con los ojos muy abiertos al escucharle cantar. Le había prometido no reírse mucho cuando cantase, pero no pensó jamás que ese chico cantase tan bien, eso le había sorprendido.
Sasuke cerró los ojos en los últimos instantes de la canción. Ni siquiera necesitaba guiarse por la letra que aparecía en la pantalla, se la sabía de memoria aunque la había eliminado de su vida para evitar recordar a Naruto. Parecía que últimamente su pasado le perseguía. Primero poniendo a Naruto de nuevo en su vida y ahora... recordándole aquellos sentimientos que una vez tuvo por él con esa canción.
Al finalizar, una lágrima resbaló por su mejilla aunque la limpió con rapidez evitando que el niño la viera, pero no fue eso lo que le impactó, sino escuchar un aplauso a su espalda, uno que no venía de Asahi. Se giró con rapidez observando a Naruto apoyado en el marco de la puerta. ¡Él ni siquiera debería de estar allí!
- Nuestra primera canción juntos – sonrió Naruto al recordarla – con ella entraste en la banda. No sabía que seguías cantando.
- Y no lo hago – le aclaró Sasuke – lo dejé hace mucho.
- Sasuke... te lo dije una vez y te lo repetiré, tienes la mejor voz que he escuchado en mi vida y...
- No voy a dedicarme a la música, Naruto – le cortó Sasuke.
- Eras bueno, nuestro grupo tenía futuro contigo.
- Te recuerdo que me echasteis.
- No te eché – le aclaró Naruto – tú te largaste y nos dejaste tirados.
- ¿En serio no sabes el motivo por el que me marché? – sonrió con incredulidad – entonces no es mi problema, Naruto, es el tuyo, pero no es eso lo que me preocupa sino el motivo por el que estás aquí.
- He acabado pronto la reunión y decidí venir a pasar tiempo con Asahi. Os lo prometí a los dos.
- A mí no me prometiste nada – le aclaró Sasuke cogiendo su chaqueta para irse.
- Sasuke... quédate.
- Tengo cosas que hacer en casa. Si puedes estar con tu hijo, no necesitas un niñero – le dijo con seriedad.
- Déjame que te pague al menos el día de hoy.
- Ya me lo darás...
Asahi tan sólo miraba aquella escena y entendió una cosa... esos dos tenían un pasado del que ninguno quería hablar, pero los dos parecían mantener un enfrentamiento debido a esa época. Tan sólo podía significar una cosa... habían sido grandes amigos y algo les cambió, algo hizo que estuvieran de esa forma y eludiesen el tema para evitar discutir de nuevo. Esperó hasta que Sasuke se marchó y miró a su padre en la puerta, golpeando el marco de la puerta y lanzando una maldición, frustrado por la situación.
- Canta muy bien – dijo Asahi hacia su padre.
- Lo sé. Siempre fue bueno aunque no confiaba en sí mismo. Imagino que por su padre que le intentaba apartar siempre de la música. Estuvo en mi banda y venía a ensayar a escondidas de su familia. Creo que le gustaba cantar.
- Creo que le gustaba algo más que cantar – le dijo Asahi – creo que le gustaba el grupo.
- No... él siempre fue muy raro – sonrió Naruto.
- No... no era raro, era solitario, como ahora – entendió Asahi, dándole a entender a su padre que él también se sentía un poco como Sasuke cuando prefería el trabajo a él.
- Asahi... lo lamento mucho – se disculpó su padre agachándose a su lado para darle un abrazo – no volveré a trabajar un fin de semana. Sé que mis promesas no sirven ahora, pero te lo demostraré con hechos, te lo prometo.
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