Capítulo 39: Cenas contra juegos
¡No podía dejar de sonreír! Estaba tan guapo con ese disfraz que Sasuke le hizo de Luke Skywalker. Sin embargo, por otro lado, Naruto pensaba en lo que le debió costar hacer un disfraz así. La tela ni siquiera parecía buena, era posible que lo hiciera con su propia ropa vieja por falta de dinero, y las costuras, aunque eran firmes, se notaba que no sabía muy bien cómo coser.
Menma, sin embargo, no se percataba de nada de lo que pensaba su padre, tan sólo veía una maravillosa cena con Naruto creyendo ir elegante agarrado de la mano de su padre. La gente les miraba, pero la mayoría sonreía al ver al niño tan feliz con su padre, creando ese sentimiento casi familiar, creando un momento gracioso para todos los presentes que ven a un niño adorable pasando el día con sus familiares.
- Buenas noches, tengo una reserva. Naruto Namikaze – comentó en la recepción.
- Acompáñenme. Su mesa está preparada.
- Vamos, cielo.
Ambos caminaron hacia la mesa dispuestos a disfrutar de una agradable cena. Naruto ayudó al pequeño a sentarse en la silla y le colocó la servilleta de tal forma que no se pudiera manchar. No quería encima estropear el esfuerzo de Sasuke en aquel disfraz.
- Bueno... ¿Qué te apetece cenar?
- No sé... ¿Qué se suele pedir en estos sitios? – preguntó el pequeño.
- Langosta – comentó Naruto.
- ¿Y eso qué es?
- Es... pescado – dijo al darse cuenta de que la palabra crustáceo no sería una de las que tendría su hijo de cinco años en su vocabulario - ¿Te gusta el pescado?
- Sí. Papá dice que es bueno comer de todo.
- Eso está muy bien. Pues pediré langosta para los dos. ¿Te parece bien?
- Sí.
- ¿Y de beber?
- ¿Qué es lo típico aquí?
- Zumo – se apresuró a decir Naruto frente a la sonrisa que sacó el camarero, pues lo típico era el vino, pero no para un niño.
- ¿Zumo? – preguntó el niño algo confuso.
- Preparamos el mejor zumo de la ciudad – confirmó el camarero, guiñando el ojo a Naruto en señal de complicidad.
- Vale – comentó Menma elevando los hombros.
Con un simple gesto de cabeza, Naruto le indicó al camarero que trajera lo hablado, un par de langostas y zumo para acompañar. Enseguida el camarero se marchó para dar la orden y dejó a ambos que hablasen sobre el día que habían pasado juntos. Algunos de los clientes seguían mirándoles, cenando con lentitud y sonriendo al ver lo gracioso que era el niño.
Esperaron a los platos y cuando finalmente llegaron, los ojos de Menma se abrieron como platos al ver semejante langosta sobre su plato, mirándole fijamente. Naruto no pudo evitar reír al ver la cara del pequeño.
- Pero no lo mires así.
- Eso díselo a ella – comentó Menma sin atreverse si quiera a tocarla.
- Mira... esto se come así.
Naruto movió su silla que estaba frente al pequeño hasta colocarse a su lado. Tomó una de las grandes pinzas de la langosta y empezó a retorcerla para poder cortarla.
- Rompemos esto de aquí primero. ¿Lo ves? Y ahora... quitamos esto de aquí y cogemos este palito para sacar la carne. Toma, prueba esto.
No es que hubiera mucha carne en aquel pequeño tenedor que su padre le daba, pero Menma lo tomó entre sus deditos y probó lo que Naruto le ofrecía. ¡Le sorprendió el sabor! Le encantó.
- Esto está muy bueno.
- ¿Sí, verdad? Pero no te acostumbres mucho. Esto sólo está en restaurantes de lujo.
- ¿Es muy caro?
- Sí – comentó Naruto – si quieres comer esto a menudo vas a necesitar un buen trabajo. A mí no se me daba muy bien estudiar pero... seguro que a ti se te dará genial, has salido a Sasuke.
- ¿Te gusta papá? – preguntó Menma con curiosidad.
- Sí – afirmó Naruto – claro que me gusta Sasuke.
- A papá también le gustas – sonrió Menma.
- Oh... me alegra saberlo. Voy a dejar que sigas comiendo esto tú solito, ¿vale?
- No, papá... quédate.
¡Papá! Le había llamado papá y aquello hizo que Naruto se paralizase. Sentía una alegría inmensa que le llenaba por completo. Era la sensación más bonita que había ido olvidando cuando Asahi creció. Los últimos años fueron muy complicados, intentó criar a Asahi lo mejor que pudo cuando su madre les abandonó. Recordaba la alegría que sintió cuando Asahi dio sus primeros pasos, cuando empezar a utilizar el orinal él solito, sus primeras palabras y por supuesto... cuando le llamó papá. Aun así, que Menma... el hijo al que no había podido conocer, el niño que había tenido con el amor de su vida le dijera "papá", le hacía recordar esas alegrías que ya vivió con su hijo.
- Me quedo aquí, cielo – sonrió Naruto, respondiendo así a su hijo y ayudándole con la cena.
***
Gritos y rock and roll, eso era lo que se escuchaba en el apartamento de Naruto, rock and roll puro y duro donde Sasuke y Asahi cantaban sin contención alguna. Los gritos seguramente llegarían hasta el pasillo pero les daba igual, ellos seguían allí, frente al televisor, cantando como posesos encima del sofá.
La canción finalizó y Sasuke se dejó caer sobre el sofá agotado como estaba. ¡Ya no tenía edad para esas cosas! O eso quería pensar él. Asahi, en cambio, se había tirado como un loco sobre los cojines que se habían caído al suelo, como todo un cantante de rock, fingiendo que esos cojines serían sus fans que le tomarían en brazos al lanzar del escenario.
- Sasuke... - susurró Asahi agotado desde los cojines del suelo.
- ¿Qué?
- Me gusta estar contigo.
- Oh... gracias.
- ¿Vas a casarte con papá? – preguntó sorprendiendo a Sasuke.
- Yo... no lo sé, Asahi.
- Pero... él te gusta, ¿no? Y a mí me gustas y a papá le gustas. También me cae muy bien Menma. Yo no quiero que te vayas de aquí.
- No es mi intención por ahora, Asahi. Tu padre y yo... digamos que vamos despacio.
- ¿Es porque te hizo daño?
- Eso es algo privado – sonrió Sasuke – pero sí. Aún tengo un poco de miedo de lo que ocurrirá en el futuro. Y luego está Sakura.
- Ohhhh, no puedo con ella – dijo Asahi enseguida – siempre hacía trabajar a papá los fines de semana. Creo que quiere a papá.
- Es muy posible. Tu padre es muy atractivo.
- Sí – sonrió Asahi – pero me gusta cuando está contigo. Es más divertido. Se nota que se divierte y además ha dejado de trabajar los fines de semana. Ahora está en casa con nosotros. No quiero que os vayáis.
- ¿Quieres que ponga otra canción?
- Dame un momento para descansar – sonrió Asahi – además tu cantas muy bien.
- No te creas, me ha cambiado bastante la voz.
- Aun así, cantas muy bien. Me gusta mucho tu voz. Podrías volver a tocar con papá. Él toca muy bien la guitarra.
- Lo sé.
- No había vuelto a tocar desde que yo era pequeño. Ahora contigo, ha vuelto a afinar y toca de vez en cuando. Hasta toca para que nos durmamos.
- Me alegro de que estés contento. Yo aún recuerdo cuando no me querías como niñero.
- Sigo sin quererte como niñero – sonrió – te prefiero como padre. Me encanta cuando estamos todos juntos.
- También a mí me gustaría ser tu padre, pero no se lo digas a Naruto – susurró Sasuke con una sonrisa - ¿Quieres que juguemos de nuevo a la play para descansar?
- Sí, esta vez voy a ganarte.
- Claro que sí.
Tan sólo les dio tiempo a jugar un par de partidas, porque Asahi prácticamente se caía del sueño. Sasuke se dio cuenta al ver que su personaje se quedaba parado un par de veces y podía ganar la batalla con facilidad. Apagó todo con mucho cuidado y tomó a Asahi entre sus brazos para llevarlo a la cama.
Aún hablaba mientras lo llevaba por el pasillo, pero Sasuke no podía entenderle, eran balbuceos somnolientos más que palabras. Le dejó en la cama y lo arropó perfectamente para que pudiera descansar. No era tarde pero tampoco creyó que Naruto tardase mucho en llegar con Menma. Sólo esperaba que se hubiera acordado de sus pastillas.
- ¿Me cantas? – preguntó Asahi todavía adormilado.
- Vale. Vamos, cierra los ojos y yo canto. Te veo por la mañana.
Sasuke comenzó a cantar, un poco bajito para evitar molestar más de lo que ya habían hecho esa noche a los vecinos. Aun así, Asahi apenas tardó en dormirse, ya estaba cayendo hacía un rato y apenas en unos minutos, se quedó completamente dormido.
Una vez observó que ya no se despertaría ni le estaba escuchando, salió de la habitación, apagó la luz y entornó la puerta para recoger un poco el salón. Sobre todo los cojines que habían utilizado. Estaba terminando de poner todo en su sitio y apagar la consola, cuando Naruto entró por la puerta con un Menma feliz que abrazó a su padre y le dio un beso de buenas noches.
- ¿No quieres que te arrope? – preguntó Sasuke.
- No hace falta, soy mayor, he comido langosta.
- ¿Langosta? Mira qué bien. ¿Y te ha gustado?
- Sí, quiero comerla todos los días.
- Pues... vas a necesitar trabajar mucho para eso – sonrió Sasuke – o convencer a tu padre para que te invite más a menudo.
- Papá... ¿Me invitas otra vez?
- Al mes que viene hijo – comentó Naruto – ahora a la cama.
Ambos chicos se miraron unos segundos, pero fue Naruto el que se dirigió a la habitación para comprobar que Menma se acostaba y se tapaba.
- ¿Se ha tomado la medicación? – preguntó Sasuke colocando una copa de vino a su novio.
- Sí, entre el zumo y la langosta – comentó Naruto, tomando en su mano la copa de vino que le brindaba Sasuke.
- ¿Qué tal ha ido?
- Me ha llamado papá – sonrió Naruto.
- Ya te lo dije. Tiene cinco años, es una buena edad para que se acostumbre. No entiende aún todo lo que ocurre pero... dale un poco de tiempo. Sabe que eres su padre, hasta ahí es capaz de comprender.
- ¿Qué tal tú con Asahi?
- Genial... hemos despertado a media ciudad – sonrió Sasuke tras darle un sorbo al vino – pero en realidad, ya estaba deseando que los niños se fueran a la cama.
- ¿Ah, sí?
- Sí. Además esperaba que no tardases mucho – se acercó Sasuke hacia él, tomando el cuello de su camiseta para acercarle y poder besarle.
- Pero... ¿Aún tienes fuerzas para esto?
- Por favor, trasnochar un poco y unos juegos a la playstation no me van a quitar las ganas de tener sexo contigo. Hace mucho que no... estaba un rato a solas contigo.
- Hay que cerrar la puerta con pestillo. Imagínate que Menma tenga pesadillas con esa langosta – sonrió Naruto haciendo una mueca extraña con su rostro como si fueran esos ojos tan grandes y algo siniestros de las langostas.
- No me hagas reír, Naruto.
- ¿Qué? Es verdad. Deberías haber visto a esa langosta. Madre mía... era enorme y tenía esa mirada clavada en nosotros. Me ha dado miedo hasta agarrar su pinza.
Sasuke sabía que su novio exageraba, pero no podía dejar de reír. Naruto siempre era así, un poco tonto para algunas cosas, pero un encanto en el fondo.
- Vamos a la habitación – susurró Sasuke, tomando la mano de Naruto y guiándole hacia el dormitorio.
Naruto sonrió, agarrando la botella de vino con su mano libre y acompañando a su chico hacia el dormitorio. Al menos sabía que se le había pasado el enfado por la mentira de la vez pasada donde le hicieron cantar frente al público.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top