Capítulo 35: Sobre el escenario
Quince minutos no es que fuera demasiado tiempo para explicarle a ese chico todo lo que tenía en mente, de hecho... era tan poco que sabía que debía hacer un grandísimo resumen. Pensaba cómo abordar el tema tras cerrar la puerta del copiloto y dirigirse al volante. Nada más sentarse, miró las llaves colgadas sobre el contacto y suspiró. Él siempre había sabido qué decir... pero por algún extraño motivo, hoy no le salían las palabras adecuadas y estaba perdiendo ya unos valiosos segundos.
- No te vayas así – fueron las palabras que le salieron a Minato.
- ¿Irme así? ¿Así cómo? – preguntó Deidara extrañado.
- Como si te hubieran derrotado una panda de niños malcriados sólo porque sus familias sean o más importantes o con mayores ingresos. Tienes el mismo derecho a estar en ese hospital como ellos, te lo has ganado, has estudiado igual o más que ellos, estas compitiendo por una plaza y tienes opciones, muchas diría yo, así que no te dejes derrotar así sin más.
- Todo el hospital sabe lo que hago – comentó Deidara mirando por la ventana del coche parado en ese parking oscuro.
- ¿Que te desnudas? Bueno, yo también me desnudo, todas las noches antes de cambiarme al pijama – sonrió Minato como si eso quitase hierro al asunto, lo que hizo sonreír momentáneamente a Deidara.
- Sabes a lo que me refiero. Me desnudo frente a otras personas.
- ¿Y qué? ¿Lo haces porque te gusta acaso o porque necesitabas el dinero? – aquellas palabras hicieron que Deidara agachase la cabeza ligeramente hacia sus manos, se notaba que estaba nervioso por cómo entrelazaba sus dedos y los movía con rapidez – mira, Deidara, tal y como yo lo veo, no me importa el trabajo que tengas si lo que buscas es conseguir un sueño. Puede que desnudarte frente a otros no sea un trabajo muy bien visto, que tus compañeros aprovechen para reírse de ti pero... es tan digno como cualquier otro y si eso te permite pagar las facturas, llegar a fin de mes y encima sacarte los estudios, entonces es perfecto. No le debes nada a nadie y aunque es tu vida y puedes tomar las decisiones que quieras, no me gustaría ver cómo desperdicias todos estos años de sacrificios y lo tiras por la borda ahora que estás tan cerca de conseguir lo que querías.
- El hospital no aceptaría que estuviera allí sabiendo lo que ahora saben.
- Yo puedo ocuparme de los altos cargos del hospital, este asunto se debatiría, pero yo puedo estar presente. Si puedes salvar la vida a cientos de personas ¿qué importaría que en un pasado te quitases ropa por dinero? – preguntó Minato con una sonrisa – lo único malo de que quisieras volver es que yo me quedaría sin ver alguno de tus espectáculos.
- Oh... te haría un privado – sonrió Deidara casi como si bromease, lo que hizo sonreír a Minato.
- Qué halago – sonrió Minato al escuchar aquello, aunque no esperaba algo así – hablo en serio, Deidara, me gustaría que lo pensaras, porque tengo un puesto para ti en cardiología. Me gustaría mucho que trabajases conmigo y aprendieras junto a mis pacientes y al resto de los médicos de mi planta.
- Tendré que pensarlo, Minato. No es sencillo volver por el hospital escuchando los rumores sobre mí y dudo que muchos pacientes quieran que esté cerca de ellos un stripper – sonrió – y ambos sabemos que la noticia ya debe andar por todos los rincones.
- Piensa lo que quieras, pero quiero que sepas que sólo he podido aplazar los trámites hasta pasado mañana, si no das marcha atrás a tu dimisión, no podrás volver y lamentaría esa decisión, porque pienso que puedes ser un gran cardiólogo. Dime dónde vives, te acerco a casa – arrancó el motor.
- No hace falta, no vivo muy lejos.
- No voy a dejar que vayas solo en este barrio.
- Voy todos los días solo – sonrió Dei como si eso quitase peligro al asunto.
- Ya, pero hoy estoy aquí y puedo acercarte. Es un día que no tienes que ir solo.
Al ver que no iba a conseguir hacerle cambiar de opinión, simplemente tomó el cinturón de seguridad y lo deslizó para poder anclarlo, observando cómo Minato le imitaba. Apenas hablaron durante todo el camino, quizá porque ambos estaban inmersos en sus pensamientos.
El edificio frente al que le hizo detenerse encogió su corazón. Aquello debería estar en orden de demolición, sin embargo, se mantenía en pie por algún milagro de la naturaleza, o eso pensó Minato aunque no se atrevió a decir nada al respecto.
- Dei... - le llamó Minato, queriendo insistirle sobre que volviera al hospital, porque estaba claro que ganaría más dinero que siendo stripper, porque podría salir de esa casa que parecía caerse a pedazos.
- Dulce hogar – sonrió Dei al darse cuenta de lo que Minato debía pensar por la cara que había puesto – lo pensaré.
- Piénsalo rápido, por favor.
- Sí, lo sé, los trámites.
- No... tengo miedo de que el edificio se te caiga encima – dijo con una sonrisa como si eso fuera a pasar de un día a otro, lo que hizo sonreír a Deidara.
- Gracias por acercarme. Ya nos veremos.
- Por cierto, Dei...
- ¿Sí? – se giró hacia él aunque ya tenía la puerta abierta y estaba dispuesto a bajarse del vehículo.
Minato se acercó con rapidez a él, evitando al poner la mano tras su nuca que pudiera echarse hacia atrás, atrapando sus labios entre los suyos e imponiendo su ritmo, uno que, aunque pilló por sorpresa a Deidara al principio, empezó a continuar en breve.
- Buenas noches – sonrió Minato.
- Eh... - se quedó mudo de la impresión, aún no podía creerse que el mejor cirujano de la ciudad le hubiera besado, el que tenía que ser su maestro en prácticas – buenas noches... - susurró algo confuso y desorientado por lo ocurrido.
Bajó del vehículo, pero cuando iba a cerrar la puerta, se agachó nuevamente para mirar al interior, algo más sereno y recapacitando sobre lo ocurrido.
- Sabes que no puedes besarme, ¿verdad? – preguntó Deidara.
- Que yo sepa has dimitido – sonrió Minato – así que no eres mi estudiante ni mi chico en prácticas.
¡Era cierto! No podía rebatirle aquello. Los chicos en prácticas como él no deberían ni tenían permitido ir seduciendo a sus profesores. Tampoco sus profesores tenían permitido los acercamientos íntimos hacia sus alumnos, pero no podía negar que él tenía razón, había entregado el papel de dimisión, ahora mismo no era nada suyo.
- ¿Qué pasaría si volviera? – preguntó Deidara.
- Eso tendremos que pensarlo si decides volver.
- Ya, muy inteligente – sonrió Deidara, incorporándose para cerrar la puerta y volviendo a agacharse al pensar su siguiente pregunta - ¿Y si no vuelvo? ¿En qué se convierte este beso?
- Mira, Dei... sé que soy mayor para ti, pero por eso mismo que soy mayor, no pienso andarme con rodeos, llega un momento en la vida que sabes... que tienes que aprovechar cada segundo y me atraes, no sé exactamente lo que es, pero sí puedo asegurarte que esta sensación de querer verte a cada instante, sólo la tuve una vez y fue con la mujer con la que me casé, con la madre de mi único hijo. Aquella vez no la dejé escapar y no pienso hacerlo esta tampoco – le aseguró.
- ¿Estás intentando ganarte un baile privado? – preguntó con una gran sonrisa.
- No sé. ¿Lo consigo?
- Es posible – cerró finalmente la puerta del coche para ir a su casa, girándose una última vez en el portal para ver a ese rubio sonreírle antes de arrancar el coche de nuevo.
***
Respiraba con rapidez pese a que intentaba relajarse. ¿Cómo se había dejado convencer de una locura semejante? Hacía años que no pisaba un escenario y de hecho... nunca había pisado uno con tanta gente al otro lado esperando. Para colmo, todos esperaban ver a Matthew, el cantante original de la banda, pero iba a salir él en sustitución sólo porque seguía afónico.
Observó a Matt, sentado en una de las sillas y riendo con sus compañeros, indicándole con las manos que se calmase, pero no podía calmarse. Iba a salir ahí ante cientos de personas, a cantar unas canciones que no eran suyas, con un grupo con el que había ensayado una semana. Era de locos.
- Es la última vez que hago algo así – le dijo Sasuke, lo que hizo sonreír a Matt aunque no habló, evidentemente, seguía "afónico".
- Sasuke, relájate – sonrió Naruto a su lado, apoyando su mano sobre su hombro – sólo sal ahí y diviértete como antes.
- Antes tocabas la guitarra conmigo y sabía que estabas detrás.
- Y sigo detrás de ti, sólo que tras el telón – sonrió Naruto.
- No es lo mismo. No puedes salvar errores.
- Tú nunca tenías errores – se quejó Naruto – eras "Don perfeto", además has ensayado con ellos y dicen que te lo sabes perfectamente. Sólo tienes que disfrutar, nada más.
- Lo intentaré.
El griterío aumentó considerablemente en cuanto las luces se apagaron por unos segundos, indicando así que el concierto iba a dar comienzo. El resto de integrantes del grupo le indicaron a Sasuke que les siguiera para acceder al escenario. Respiró hondo una última vez y salió tras ellos cuando volvían a encender las luces, esta vez sólo las que les iluminarían a ellos.
Estaba nervioso, demasiado, pero ver la oscuridad frente a él hizo que se relajase mínimamente. Caminó hasta el micrófono y cerró los ojos, dejando que los primeros acordes llegasen a sus oídos y empezando a cantar entonces.
- ¿Vas a ir al escenario? – preguntó Naruto tras el telón.
- Dale un par de canciones solo – respondió Matt con una gran sonrisa – luego saldré a cantar con él.
- Sabes que va a querer matarte, ¿verdad?
- Sí, pero no creo que lo haga en el escenario. Primero se quedará confuso al verme llegar, pero seguro que acaba cantando conmigo por no quedar mal ahí arriba – sonrió – ya cuando salgamos del escenario, me gritará por fingir estar afónico toda la semana.
- Está muy tenso – sonrió Naruto.
- Es normal, lleva mucho tiempo sin actuar. Con un par de canciones empezará a relajarse y disfrutar. Es lo que querías, ¿no? Ahí lo tienes cantando, aunque no sé cómo vas a convencerle para que vuelva a la música. Es muy cabezón.
- No es que quiera que vuelva a cantar o algo así, no como algo profesional – dijo Naruto – aunque sé que podría vender muchos discos si lo hiciera, tiene una voz genial pero... con que simplemente volviera a gustarle y pudiéramos compartir la música de nuevo, sería genial. Quiero volver a tocar con él.
- A eso es posible que acceda.
- Es posible – sonrió Naruto – esta semana que estuvo ensayando con vosotros, volvimos a tocar juntos y fue fantástico. No quiero perder eso.
No podía apartar los ojos de ese moreno que, lentamente, parecía relajarse en el escenario, abriendo con lentitud los ojos para poder observar lo que debería ser una de las mejores experiencias de su vida. Estaba seguro que los nervios los llevaría por dentro y eso no se podía evitar, pero ver con sus propios ojos que la gente simplemente disfrutaba, era suficiente para que empezase a disfrutar él también.
- Voy a entrar ahí – comentó Matt finalmente al ver cómo iba a finalizar la tercera canción.
- Sí, ve. Han venido a verte a ti y a tu grupo.
- Gracias por representarnos.
- Vuestro CD se venderá bien, estoy seguro. Suerte con Sasuke y su mal genio – sonrió Naruto.
Al ver cómo Matt salía al escenario con un micrófono en su mano, no pudo evitar fijarse detenidamente en Sasuke. Iba a llevarse una gran sorpresa, sin embargo, al llegar hasta él, Matt pasó el brazo por los hombros del moreno, quien al instante se giró a mirarle sorprendido al ver que se disculpaba por su ausencia en las primeras canciones pero agradecía la intervención de su mejor amigo, captando la atención de la gente sobre Sasuke y contando cómo ese chico había dejado de cantar hacía años, por lo que pidió un fuerte aplauso para él y una ovación de ánimo para alentarle a no volver a dejarlo. Tras aquel breve comentario donde Sasuke intentó huir del escenario con rapidez, Matt se lo impidió, intensificando su agarre sobre sus hombros y acercándole de nuevo a él y pidiéndole que cantasen el resto de canciones juntos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top