Capítulo 33: Funesto futuro
Sin pensarlo dos veces, Sasuke subió la primera rodilla sobre el asiento del sillón donde estaba Naruto, obligando a éste a tener que quitarse la guitarra de encima y dejarla a un lado al ver cómo el moreno quería subirse y sentarse sobre sus piernas. No le hizo falta ninguna invitación para saborear sus labios una vez, dispuesto a pasar al siguiente nivel con él, queriendo confiar en su palabra y en que todo podría funcionar.
Era cierto que le había hecho daño en el pasado, que siempre había sido un poco lento y atolondrado para temas del amor, pero no era un mal chico, jamás fue de los que hicieran daño a conciencia, sino por accidentes y malos entendidos de los que él no se percataba. Sólo esperaba que ahora todo cambiase entre ellos tras comprender sus errores del pasado.
Por algún extraño motivo que ni el mismo Sasuke entendía, una frase llegó a su mente y por mucho que trató de evitar pensar en ella, no podía apartarla. Quizá involuntariamente aún buscaba una excusa para no sufrir al lado de Naruto, no estaba seguro, pero algo le decía que no podría estar con él si su respuesta era afirmativa.
- Naruto – susurró Sasuke apartando sus labios y confundiendo al rubio – tengo que hacerte una pregunta importante y necesito que seas totalmente sincero conmigo.
- Vale – dijo Naruto al ver ese rostro de preocupación.
- Has dicho que... perdiste muchos años al lado de tu hijo, de Menma y querías recuperarlos, pero no me has hablado del futuro. ¿Qué esperas de nosotros?
- No lo sé, Sasuke, una vida normal y corriente como cualquier otra – dijo Naruto pero al ver cómo en su rostro parecía no terminar de gustarle esa respuesta poco concreta, intentó detallar más – no sé, no había pensado en ello, sólo quería estar contigo y con nuestros hijos, trabajar los dos en algo que nos guste, como es la música, hacer cosas juntos en familia los fines de semana... adoptar un perro... ¿Qué se yo? – sonrió Naruto.
- ¿Mudarte? ¿Ampliar familia? No sé... - susurró Sasuke.
- Sí, porque no, si tuviéramos más hijos, ¿por qué no mudarnos a un piso más grande?
- ¿Quieres tener más hijos?
- Sí – le contestó Naruto – si es contigo, sí.
Al ver cómo Sasuke se levantaba de sus piernas y trataba de huir, se dio cuenta de que algo estaba pasando por la mente de ese moreno, y no era algo bueno.
- Sasuke... cuéntame qué es lo que te preocupa.
- Lo que me preocupa... es no ser suficiente para ti, Naruto. Mi vida ha cambiado mucho y tengo miedo de no poder ofrecerte la vida con la que tú sueñas.
- Yo no sueño ninguna vida. Me has preguntado algo que ni yo mismo sé qué responder. No sé lo que me depara la vida, pero sí sé que quiero estar junto a ti y con mis hijos. ¿Qué es lo que piensas? – le repitió Naruto dispuesto a llegar al fondo del asunto que angustiaba a ese moreno.
- Es que... no creo que yo sea la mejor opción para ti. Tú quieres... ser padre, tener más hijos, dedicarte a la música y yo... no tengo las mismas prioridades.
- ¿Hablamos de la música o de los hijos? – preguntó algo confuso.
- De todo.
- No es cierto. Hace un momento estabas maravillado con el tema de ayudarme en la discográfica, no creo que sea por la música. ¿Es que no quieres tener más hijos? ¿Soy yo el problema? Ya has visto que no soy el padre ejemplar y no quieres tenerlos conmigo. ¿Es eso?
- No... no es eso – se quejó Sasuke – es cierto que no... no quiero más hijos.
- Vale. Me pondré preservativo.
- No entiendes nada...
- Quizá es porque no me lo explicas – se quejó Naruto – no quieres tener hijos, por mí está bien.
- No está bien, sé que quieres.
- Tengo dos hijos, Sasuke, dos maravillosos hijos y uno es con la persona a la que más he amado en mi vida, no renunciaría jamás a ellos y desde luego... no renunciaré a ti. Soy padre, ese sueño está hecho, me da igual no tener más hijos.
- Pero a mí no me da igual – derramó una lágrima Sasuke, una lágrima que hizo que Naruto se paralizara al instante viendo cómo el moreno la limpiaba con rapidez como si no hubiera pasado nada – mierda.
- Tú nunca lloras – dijo Naruto - ¿Qué está ocurriendo? Por favor... cuéntame la verdad.
- Yo... yo quiero ser suficientemente bueno para ti pero no puedo darte lo que tú quieres – se quejó – yo... no puedo darte hijos.
- Sé que eres un hombre, Sasuke, con una deformación genética que me da igual, si no quieres más hijos, está bien por mí. Seguimos siendo una familia.
- No lo entiendes... no puedo darte más hijos, no es que no quiera, es que... ya no puedo... tener más.
- ¿De qué estás hablando? – se sorprendió Naruto.
- Durante el parto, tuve un derrame, el cuerpo masculino no está preparado para el parto, Naruto, me estaba destrozando por dentro. El útero empezó a descolgarse y, tras sacar a Menma de urgencia, tuvieron que pensar si extirparme el útero o intentar salvarlo. La probabilidad de que muriera si lo dejaban era mayor que la de extirparlo así que... ya no lo tengo. No voy a poder volver a hacerte padre, jamás.
Un peso de encima fue lo que sintió que sacaba, pese a la tristeza que sentía al recordar aquello. Sólo se alegraba de que Menma consiguiera salir vivo de aquel espantoso parto y que él aún siguiera allí para contarlo tras haber estado al borde de la muerte. Nadie sabía cómo tratar aquella insólita situación. Nunca se habían encontrado con algo semejante. Las lágrimas brotaron con mayor intensidad aunque Sasuke trató de limpiarlas con rapidez, sin embargo, no dejaban de salir y no podía hacer nada.
Rompió a llorar todavía más al sentir los fuertes brazos de Naruto agarrarle. Se había levantado y le agarraba con fuerza, hundiendo su rostro contra su clavícula y acariciando su cabello con suavidad.
- Lo siento – fueron las primeras palabras que Naruto dejó escapar – lamento que pasases por todo eso tú solo, lamento que el embarazo te lastimase tanto como para estar a punto de perder tu vida, lamento ser yo el culpable de todo esto, pero no lamento que Menma esté aquí ni que decidieras tenerlo pese a los riesgos. Sé que debió ser muy duro cuando te dijeron que no volverías a tener niños y estarías solo en ese momento. Sin tus padres, sin mí... sólo tenías a Menma pero eres un luchador, saliste adelante y te aferraste a la vida que acababas de engendrar para luchar y encontrar nuevas esperanzas. Yo no necesito otro niño, Sasuke, yo sólo te necesito a ti. Siempre se puede adoptar y no me parece una mala idea, pero eso es algo que se vería en el futuro, porque ahora mismo lo único que me importa es que dejes de buscarme excusas para alejarte de mí. Quiero hacerte feliz y es lo único que me importa en este momento. No voy a volver a alejarme de ti, no volverás a pasar ningún momento a solas, sea bueno o malo.
- Naruto... ¿Estás seguro de esto? No hay vuelta atrás y lo sabes. Yo nunca te daré más hijos.
- ¿Crees que podré arrepentirme de enamorarme de ti sólo porque no puedas darme más hijos? – le preguntó Naruto, consiguiendo que elevase su rostro para mirar aquellos profundos ojos azules – jamás. Tú me has dado lo más importante de mi vida, me diste un hijo y sé que me amas, jamás te dejaría porque ahora ya no puedas concebir, Sasuke. Cuando me enamoré de ti hace años, ni siquiera creí que pudieras darme hijos y, aun así, quería estar contigo. ¿Por qué iba a cambiar algo ahora? – sonrió.
- Eres un idiota.
- Tú sí que lo eres por pensar así.
***
Los susurros eran audibles desde la mesa de la cafetería donde estaba tomando su café matutino. Llevaba ya diez horas de guardia y sólo le quedaban un par para poder marcharse. Últimamente sólo hacían que ponerle en urgencias cuando él quería ir a cardiología, sin embargo, no era eso lo que le preocupaba, sino los cuchicheos de sus compañeros.
Apartaban la mirada de él cuando les miraba, se callaban cuando pasaba cerca pero desde cierta distancia... era consciente de cómo estaban hablando de él. Había sido un despiste y una mala coincidencia que uno de los interinos entrase en aquel club de striptease y le viera, pero ya no podía hacer mucho excepto aguantar que los rumores empezaran a expandirse. El único problema era que aún no sabía cómo iba a salir de ésa, porque si los jefes del hospital se enterasen, no iban a querer a un stripper merodeando por sus pasillos. Era cuestión de tiempo que todo el hospital lo supiera.
Frente a él, la hoja en blanco esperaba a ser rellenada, pero aún sentía dudas. ¿Qué hacer en una ocasión así? ¿Marcharse él mismo con la poca dignidad que le quedase y perder su sueño y todo por lo que había luchado y peleado? ¿Quedarse y tratar de ganar una batalla ya de antemano prácticamente perdida? Él no había elegido ser stripper o bueno... elegido casi a la fuerza para poder pagarse la matricula. No venía de padres ricos, ni siquiera tenía unos padres que se sacrificasen para poder pagar sus matrículas. Ésa era su única opción para poder llegar donde estaba ahora.
- Te he estado esperando – sonrió Minato sentándose frente a él en la mesa, lo que hizo que Deidara se sonrojase, apartase la mirada de sus compañeros que seguían cuchicheando sobre él y doblase con rapidez la hoja para evitar que viera lo que era.
- Lo siento, creí que estabas ocupado. Tengo que volver al trabajo... - intentó huir Deidara, comenzando a levantarse de la silla.
- Por favor, quédate sólo unos minutos. No me gusta desayunar solo – comentó Minato, lo que hizo que Deidara resoplase y volviera a sentarse.
Ese hombre frente a él era su mayor perdición. Cuando le pedía algo de esa forma tan educada no era capaz de marcharse, no quería ser descortés con él pero... por otra parte, tampoco quería que se acabase enterando de todo su asunto.
- Aún te debo un café.
- Da igual, no importa – le comentó Deidara sin siquiera mirarle.
- Hoy te veo un poco apagado. ¿Estás bien?
- Sí. Algo cansado, ya sabes cómo es urgencias.
- Te colocan ahí porque eres bueno y les resuelves problemas con rapidez.
- No me quejo, aprendo mucho, cada caso es diferente y puede ser cualquier cosa pero...
- Te gusta cardiología.
- Sí – sonrió por primera vez – siempre soñé con ser cardiólogo y no sé... cada vez veo mi sueño más lejano.
- Sabes que la última decisión es de los médicos, ¿verdad? – preguntó Minato – si pido que seas mi ayudante, acabarías en cardiología.
- ¿Ves toda esa mesa del fondo? – le preguntó Deidara – todos quieren ser cardiólogos, todos están ahora mismo trabajando en tu planta y yo soy el único que sigo en urgencias, así que ellos tienen más probabilidades de captar tu atención que yo, por lo que seguramente uno de ellos sería el elegido.
- ¿Recuerdas el último ejercicio que hicimos?
- Evaluar toda la planta de cardiología – comentó Deidara – decir lo que tenía cada paciente sin tener acceso a sus expedientes.
- Ése. La mayoría acertó al cincuenta por cierto, alguno llegó al ochenta por cierto, siempre hay algún caso complicado que no puedes identificar pero... tú obtuviste el cien por cien, acertaste cada uno de los problemas de los pacientes. Eres mejor que ellos. Y sin embargo... - añadió, levantando con rapidez la hoja frente a él y desplegándola ante los ojos sorprendidos de Deidara – tú eres el único que quiere renunciar a ser médico. ¿Por qué?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top