🎸𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝓸 ℐ𝒱
𝐻𝑒𝑒𝑠𝑒𝑢𝑛𝑔
Jamás esperé que Jake viviera en una mansión tan rica y lujosa como la que se encontraba frente a mí, si a caso la única que conocía era la de Jay cuyo pasado era la de un niño rico que era prodigio en el piano, hasta que por su cuenta se salió de su vida de lujos y terminó siendo contratado por TOEI Entertainment.
La verdad es que yo no estaba muy familiarizado con el linaje o con la vida de los Shim, pero por lo que escuché de Jay, ellos eran old money una familia con linaje de aristócratas importantes bastante apegados a lo tradicional. Estaba tentado a darme la vuelta e irme porque yo pensaba «Estaré en problemas si algo grave le pasa a Jake por mi culpa»
Mi plan era darle lo que quería a Jake e irme, hacerlo de mala gana y hacer que él mismo me aleje pero la cosa no fue fácil cuando entré a su habitación y él se lanzó a mis brazos.
El olor acaramelado estaba en toda la habitación y su calidez no me dejó tratarlo mal. Sí, yo soy un alfa dominante, puedo tomar el control y hacer lo que quiera con cualquier omega pero no con él; quizá si hablamos solo por teléfono o chat puedo ser rudo y dominante pero al tenerlo frente a frente me convierto en la presa.
— Te estaré vigilando, más te vale que no le hagas daño al joven maestro o te aproveches de él — esas fueron las palabras del mayordomo al dejarme frente a la habitación de Jake.
Terminé correspondiendo al abrazo del omega y pase mis dedos por las fibras de su cabello castaño, después me separé y solté una risita al ver qué sus lentes estaban chuecos sobre su naríz. Me tomé la molestia de acomodarlos y luego el me miró de una forma tímida lo que se me hizo aún más adorable.
— ¿Quieres algo de café? — me ofreció el chico, al mismo tiempo que me ofrecía una taza.
Yo negué con la cabeza y tomé asiento en su cama, él se sentó a mi lado mientras acercaba la taza a sus labios y me quedé mirándolo un rato, era imposible que aquella noche yo pudiera resistirme a sus encantos.
— Entonces ¿Qué es exactamente lo que tengo que hacer? —pregunté un poco intrigado sobre la extraña recomendación de su doctor.
— Tus feromonas, son eso lo que necesito, son lo único que puede mantenerme estable y terminar mi celo —respondió él.
— Está bien, puedes tomar todas las que quieras — dije extendiendo los brazos.
Jake dejó la taza en la mesa de noche y se sentó en mis piernas, después tímidamente pasó sus manos por los bordes de mi sudadera y yo vi como estás temblaban así que las tomé con cariño y le dije.
— Está bien, no va a pasar nada por unas cuantas caricias.
Jake asintió y me levantó la prenda un poco dejando a la vista mi abdomen, lo acaricio con las yemas de sus dedos y luego puso su nariz en mi cuello, cerré los ojos y dejé que él hiciera lo que quisiera conmigo y mi cuerpo.
Después de un rato acariciándome él me besó, me dió un beso igual al de aquel día donde estaba llorando y yo no pude hacer más que corresponderle, mi cuerpo se movía solo, mis labios y mi lengua se volvían uno con los de él y fué así que terminé cayendo en la cama encima de él
Las mejillas de Jake parecían dos exquisitas frutas, tan rosadas y suaves, besé ambas y luego él intentó quitarse su sudadera pero yo lo detuve y antes que aquel encuentro "medicinal" fuera a más, mi razón me dijo que me alejara.
— ¿Que pasa? — preguntó él con un tono de preocupación en su voz.
— No quiero que tú y yo... Bueno ya sabes...
Las palabras se atoraron en mi garganta y al notar mi nerviosismo Jake puso una mano en mi hombro al mismo tiempo que levantaba mi rostro y me miraba.
— Hey, está bien no tenemos que tener relaciones, el doctor dijo que solo con estar cerca de ti me sentiré mejor, así que ven aquí.
Jake me jaló del brazo y terminé cayendo a su lado en la cama, luego se acercó a mi y se acurrucó en mi pecho. Mis brazos rodearon su cintura a pesar de que el miedo de terminar haciéndole algo malo seguía en mi.
—Buenas noches Heeseung —susurró Jake entre bostezos.
Quisiera poder decir que aquella noche dormí de lo mejor, pero no fue así en ningún sentido, al contrario de Jake quien se quedó dormido al instante abrazado de mi yo no podía conciliar el sueño de ningún modo.
Por más que cerraba los ojos mi cabeza no dejaba de pensar y cuando finalmente me pude quedar dormido comencé a tener pesadillas y en todas terminaba hiriendo a Jake, despertaba de golpe y mientras me quedaba mirando la lámpara que colgaba del techo otra vez mi memoria recorrió la noche en la que Jake se entregó a mi.
De nuevo la culpa se volvió un peso en mi corazón, para mí Jake era un niño a pesar de que ya iba a la universidad se veía tan inocente y tan puro que el simple hecho de haberlo profanado me volvía un monstruo.
Llorando me decía a mi mismo que mi intención nunca fué hacerle daño, fueron los tontos instintos lo que me hizo hacer tonterías.
Era inútil seguir intentando dormir, así que en la madrugada me levanté de la cama con mucho cuidado para no despertar al omega. Caminé hasta el balcón y el aire frío me hizo estremecer, miré hacia abajo donde estaba el jardín de la mansión y por un momento paso por mi mente la idea de saltar.
Voltee la vista hacia Jake y lo único que me detuvo de hacer una tontería fué el hecho de pensar que sin mi, tal vez su condición empeorara hasta que encontrara otro alfa como yo.
Tomé asiento en el banquito que estaba al lado del balcón y, a la mañana siguiente cuando los primeros rayos de sol se reflejaban en las blancas cortinas de la habitación, decidí que era hora de confesar aquello que tanto guardaba en mi interior.
Tenía miedo de la resolución que Jake escogería, por supuesto que él podía denunciarme y quizá hasta odiarme, mi carrera estaba acabada si el juez fallaba en favor del omega, pero aún así yo no podía seguir haciendo cómo si nada pasara.
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