029.

La fiesta de graduación estaba siendo un éxito. Todas las familias en sus respectivas mesas, que en muchas de las ocasiones se vaciaban porque todos iban a la pista de baile. Los equipos pasando sus últimos momentos como uno. Los directivos, maestros y entrenadores disfrutando la fiesta también.

Ya se había servido la cena y había sido el famoso baile padre-hijo, madre-hijo.

Las chicas lucían hermosas con sus vestidos, maquillajes y peinados, mientras los chicos demasiado guapos con sus elegantes trajes. Pero los ganadores a rey y reina habían sido Hoseok y Hyosun por su combinación guinda.

La fiesta casi estaba en su final y por eso mismo todos la estaban pasando al máximo.

— Lo siento chicas, pero me robaré a su capitana.— Hoseok se metió entre las chicas de Béisbol, quienes bailaban la canción que sonaba en esos momentos y tomó la mano de Hyo.

— ¿Qué tramas ahora?— Hyosun le preguntó al notar que Hoseok la llevaba a la salida del gimnasio.

— Nada malo, sólo ven.

Salieron del gimnasio y conforme más se alejaban caminando, la música se dejaba de escuchar. Hyosun no decía nada y tampoco entendía nada, sólo estaba concentrada en el agarre de Hoseok y la sonrisa que él mantenía y que claro, se veía hermoso así vestido.

— ¿Qué hacemos aquí?— Preguntó finalmente la chica al ver que estaban en su estadio.

— Ya verás.

Pero como estaba cerrado, Hoseok saltó la puerta y posteriormente tomó a Hyosun de la cintura y la hizo pasar sobre ésta. Ya estando adentro, buscaron los interruptores de electricidad, al estar frente a ellos, Hoseok tiró de la palanca que encendía las luces del estadio y ambos sonrieron emocionados. Ya adentro y con las luces encendidas, anduvieron como si estuvieran en su casa, aunque claro, después de todo era su hogar.

— Oh por Dios, Hoseok...— Hyosun saltó dentro del campo al ver varias cosas en el home.

Entre esas dos cosas estaban, un bate, un guante, pelotas y dos gorras. Hoseok la siguió y al llegar, tomó las gorras representativas de la escuela y le entregó una a ella.

— Póntela.— Así lo hizo él, se puso la gorra para atrás, se quitó el saco y dobló sus mangas. Hyosun lo miró con los ojos brillando. ¿Por qué el maldito es tan guapo?— No babees, nena.

— Cállate, idiota.— Dijo ella rápido y se puso la gorra correctamente. Hoseok rió y se acercó para darle un beso.

— Creo que la mejor manera de despedirnos de nuestra querida escuela es, tú haciendo tu mejor pitcheo y yo dando mi mejor home run. ¿Qué dices?

— No pudiste tener la mejor idea.— Hyo sonrió emocionada.

Tomó el guante con determinación, se sacó las zapatillas de los pies y descalza corrió por el pasto hasta llegar a la loma de tierra. Hoseok sonrió al verla tan emocionada, tan hermosa. Él agarró el bate y se puso en posición de bateo.

— Dale, cariño, mándame tu mejor curva.

Hyosun sonrió.

Elevó sus brazos y pierna, apretó la bola y le dio una última mirada a Hoseok, el sonreía también. Hyo hizo el lanzamiento y Hoseok lo recibió con un batazo por el central. Hyosun siguió la bola y justo en el momento en el que la bola cruzó la barda, la pantalla gigante del estadio, que estaba en blanco hace un momento, ahora estaba en negro y una frase apareció en esta:

Hyosun, ¿quieres ser mi novia?

— Santo cielo...— Hyo se cubrió la boca con ambas manos y cuando se giró a Hoseok, él ya venía caminando en su dirección con una gran sonrisa y un ramo de rosas. Qué demo... Pero Hyosun ni siquiera podía pensar por las mariposas que la atacaban.— Hoseok...

— Nena, ¿estás llorando?

Hyosun negó rápidamente, pero sus ojos estaban a punto de soltar lágrimas. Hoseok le entregó el ramo de flores y la abrazó. Hyo sin pensarlo le dio un beso antes de que él le diera vueltas en el aire.

— Sí Hoseok, sí quiero ser tu novia.

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