VI
Para cuando Jungkook logró escapar de la adornada labia de su madre y las insufribles formalidades, el jardín lo recibió con neblina y las peculiares amarillas flores de siempre.
¿Su vista realmente le había fallado? Podría jurar haber visto a alguien...
Estuvo dispuesto a volver sobre sus pasos hasta que notó un error en la simetría de las hileras de plantas. Faltaba una flor. Un crisantemo había sido arrancado.
"La flor favorita de Tae" caviló con una sonrisa.
Echó un vistazo en dirección al salón, seguramente se darían cuenta de su ausencia en poco tiempo y su familia probablemente lo mate por no despedir a los invitados.
Podría haber sido Taehyung, o pudo no serlo.
¿Pero a quién rayos le importa?
Solo necesitó una señal para correr en busca de su amigo y la tomó.
Maldijo en voz alta cuando una segunda maldita rama de algún maldito arbusto le impactó en la cara. Sin nombrar las piedras y raíces con las que ya había tropezado.
Andar por el bosque cerca de la media noche, con los depredadores salvajes rondando y sin una lámpara de mecha plana, no era la idea más inteligente.
Pero en su defensa, esto no entraba en sus planes. La mansión donde se suponía debía encontrar a Taehyung, solo estuvo la familia de Kim Im Kwon cómodamente instalada, como si se hubieran criado dentro de esos muros toda la vida y por derecho les perteneciera.
"No lo sé, pero espero se tome su tiempo"
Fue lo que el bastardo le contestó cuando preguntó por su amigo, que al parecer llevaba tres días desaparecido y ni siquiera se cuestionaron dónde podría estar.
Jungkook tuvo que enterrar las uñas en la palma de su mano para no dislocarle la mandíbula a puñetazos.
Había estado todo este tiempo sumido en interminables reuniones con su padre, supervisión a fábricas y riguroso entrenamiento militar que había asumido que Taehyung estaba cómodo en su recámara, melancólico, pero al menos aún bajo la seguridad de su techo.
Ahora se sentía como un idiota por descuidarlo de esa forma. Debió estar más pendiente de él, velar por sus necesidades e incluso haberlo cargado sobre su hombro y llevarlo con él aquel día.
Ahora se arrepentía profundamente.
Antes de enloquecer, decidió comprobar el único lugar al que Taehyung podría haber ido que no fuese la mansión Jeon o su propia casa.
Así que aquí estaba, atravesando las puertas caídas del granero, con picaduras de insectos cerca del cuello y culpa, mucha culpa.
Estaba vacío.
No había rastro alguno de que alguien hubiera pasado por aquí. Recorrió el chico lugar pero no había mucho que inspeccionar.
Los mismos bloques de paja reseca apiñados en una esquina, los postes de madera carcomida y un gato mestizo que acababa de huir por la ventana.
Todo seguía igual de inalterable que casi podía oler el almizcle de la última vez que tuvo el cuerpo de su amigo enredado al suyo en este mismo suelo.
Resopló con impotencia.
Con un movimiento perezoso de la punta de su bota en la paja regada, se puso a pensar en otra locación posible, cuando una pequeña mancha roja en la madera del piso llamó su atención.
Con el ceño fruncido se agachó y con las manos removió las hebras de paja en el piso. Habían más gotas como esa.
Era sangre, se dio cuenta consternado. Unas pocas todavía estaban frescas. Gota tras gota comenzaron a aparecer a medida que revolvía las hebras, algunas de ellas aisladas estaban teñidas también.
Dejó un rastro en zigzag discontinuo que se extendió hasta las escaleras que daban al piso de arriba, donde suponía estaba solamente el ático.
Era difícil decirlo con seguridad, Taehyung ni él habían estado nunca allí arriba.
Abandonando todo cansancio que pudo haber en su cuerpo, subió las escaleras a toda prisa. En su mente, la posibilidad de su amigo malherido era todo lo que le inundaba.
Cuando llegó arriba, agitado, sintió como si una ola le hubiese golpeado el pecho repetidas veces ante la imagen que presenció.
Ni siquiera en sus pesadillas de infante había evocado el horror que esta noche presenciaron sus retinas.
Las paredes tenían cardenales de manchas secas, en tono escarlata oscuro. Habían dos cuerpos tirados en el suelo con el ángulo de su cuello en una posición antinatural, abierto. La piel estaba rasgada en algunas áreas de sus rostros húmedos y macilentos. Con el torso descubierto y mutilado, el esternón separado y un hueco donde debía estar el corazón se hallaba vacío.
Había demasiada sangre como para poder distinguir otra atrocidad.
Taehyung sujetaba el cuerpo de su tercera víctima, que hace algún tiempo había dejado de removerse en espasmos.
Esta noche había sido un poco distinta, había asesinado por desquite y no por alimento. No fue amable ni otorgó una muerte rápida. Todo lo opuesto, torturó a sangre fría el tiempo suficiente que a su mente le llevaría borrar la rabia gélida que sintió esta noche.
Entregó las riendas a sus emociones más nocivas y el resultado fue pernicioso.
Afianzó sus dientes con más zaña en el cuello ajeno cuya piel había sido desintegrada hace mucho, rota y fundida junto a músculos, venas y vasos. Sus colmillos hicieron de eso una mezcla homogénea que bebió, tan perdido en ello que no se percataba de la presencia ajena.
Cuando las vértebras crujieron por la fuerza de su agarre y no quedó más que drenar, dejó que el cuerpo cayera como un costal de trigo al suelo.
Pasó la punta de su afilada uña por la comisura de su labio, rescatando una gota del líquido carmesí que se resbalaba.
Estuvo a punto de llevársela a la boca cuando un jadeo estrangulado dispersó su lujuria.
El rojo brillante de sus iris chocó con negro abrasador e inquieto de los ojos contrarios.
"¿J-jungkook?"
¿Cuánto tiempo había estado ahí parado? ¿Qué hacía aquí?
No se suponía que Jungkook le descubriera tan pronto. No se esta forma.
Por qué...
Su mente se abrumó, de repente fue consciente de sí mismo y del caos sangriento que había a su alrededor. Que él mismo causó.
Tenía la tela de su camisa pegada al cuerpo, mojada y teñida en rojo al igual que sus garras. De la nariz hasta su mentón aún podía sentir el espeso líquido coagularse, que creaba un fuerte contraste con su piel pálida.
Para un humano como Jungkook esto debía ser como menos nauseabundo y espantoso.
"Un humano que te despreciará en cuanto note tu naturaleza".
Las palabras de Bogum resonaron en su cabeza. Taehyung confiaba en que Jungkook lo entendería a toda costa. El afecto del uno por el otro era mayor a cualquier desafío.
Pero ahora que lo tenía enfrente no estaba tan seguro.
El rostro de su amigo estaba congelado en una sola expresión, sin embargo su mirada perpleja no paraba de ir del cuerpo tendido a sus pies hasta Taehyung.
"Q-qué..."
"Jungkook. Kook, espera" dio un paso al frente y el contrario retrocedió otro. "Déjame que te explique"
"Tú... Acabas de arrancarle la cabeza a alguien" acusó. En un punto sintió que se le revolvía el estómago. "¿Qué demonios eres?"
"Soy tu amigo" contestó desesperado señalándose a sí mismo. "Que sea un vampiro ahora no cambia nada entre nosotros"
El pelinegro apartó los ojos de aquel cuello -o lo que quedaba de él- del que seguía brotando sangre, y le miró entonces con un marcado surco entre ambas cejas.
"¿Vampiro?" por un momento creyó que Taehyung lo tomaba por tonto al mencionar esa vieja leyenda de la que nadie tenía pruebas. Pero sus colmillos y el color rubí de sus ojos no mentían. "¿Por cuánto tiempo has estado ocultándome esto?"
El menor se rodeó con una mano que frotaba su hombro izquierdo, en un intento por recobrar seguridad.
"El abrazo que me diste fue el último que disfruté como humano" respondió a la pregunta en voz tenue. "Luego de eso yo... Tuve un accidente y..."
"¿Qué accidente?" interrumpió Jungkook.
Taehyung agachó la cabeza, incapaz de sostenerle la mirada mientras confesaba lo que había hecho.
"Intenté acabar con mi vida. Tomé el rifle de mi padre y lo disparé directo a..."
"Basta. No sigas" demandó el mayor. Tenía los gestos duros y en sus ojos cualquier resquicio de calidez estaba perdido.
Taehyung incluso hubiera suplicado su lástima antes que esta mirada fría que estaba recibiendo.
"Por favor, dime que no me rechazas" imploró, sin poder contenerse estrechó la distancia entre ambos. Animado por que esta vez su amigo no se alejó, colocó ambas manos en su mejilla y su pecho. "Sigo siendo yo, tu Taehyung. El mismo que con el que creciste"
"No"
Esa sola palabra bastó para reducir sus esperanzas a polvo.
"¿Qué?"
Jungkook quitó las manos de su cuerpo como si de mera inmundicia se tratase y no tolerara más tenerlo cerca suyo. No era consciente de como sus acciones rompían a Taehyung cada vez más.
"No quiero tener nada que ver contigo, y desde luego esta maldita relación ya está rota"
"Jungkook, no. ¡Escúchame, por favor, escúchame!" frenético negaba con la cabeza una y otra vez, deseando que el mayor se retractase de lo que había dicho. "Sigo siendo tu mejor amigo ¡Tú me quieres!"
"¡Eres un monstruo! ¡Eso es lo que eres!" elevó un grito que resonó en todo el lugar.
Taehyung se quedó inmóvil, su semblante atónito y su mirada herida que no tardaría en derramar lágrimas. Observó como Jungkook se volvió de espaldas a él, el movimiento de esta debido a las hondas respiraciones que tomaba mientras mecía con ambas palmas su cabello hacia atrás.
Permaneció en silencio y lo dejó calmarse. El menor entendía que se sentía frustrado y lo que vio esta noche era demasiada información que asimilar.
Si necesitaba tiempo Taehyung se lo daría, todo el que quisiera. Pero no tenía que lastimarlo de esta forma.
Tras un breve momento, Jungkook se giró hacia él con sus ojos como dardos apuntándole. Había lava y, al mismo tiempo, no había nada en ellos cuando dijo.
"Olvídate de mí como has estado haciendo muy bien hasta ahora. Yo haré lo mismo"
Se dirigió a la puerta, pero a pesar de sus duras palabras no podía permitir que se marchase.
"Jungkook, no me hagas esto" suplicó con los primeros indicios de sollozo en su garganta. "Te amo, sabes que lo hago así que por favor... No me abandones tú también"
La silueta del pelinegro permaneció firme sin mover un solo músculo, excepto pos sus blancos nudillos que se afianzaron al marco de la puerta.
"Me prometiste que estarías para mí pase lo que pase ¿Recuerdas?" cuestionó tembloroso. "¿Fue todo una mentira?"
"Eso parece"
Fue todo lo que dijo antes de desaparecer de su vista.
Taehyung lo dejó ir esta vez. Ya no había nada que pudiera decir o hacer para retenerlo, todo lo que podría haberlo hecho cambiar de opinión estaba dicho, y no fue suficiente.
Ni su declaración de amor repentina, ni su tono desesperado, ni el estruendoso llanto.
Jungkook no soportaba verlo llorar, nunca fue bueno para eso.
Taehyung todavía puede recordar como si hubiera sido ayer a su yo de siete años, y las veces que fingió gimotear solo para que Jungkook le cediese su pastel de arándanos tras haberse comido la suya.
"Te estoy dando mi postre favorito porque te prefiero más que a él"
Le había dicho al pasarle el plato a escondidas de su madre.
Mas a partir de hoy, Jungkook solo viviría junto a esas dulces memorias en sus recuerdos.
Esta noche había sido un trago amargo.
Oigan sorprendida ando por la disciplina en cuanto a actualizaciones que tengo con esta historia.
No quiero escupir
hacia arriba pero... Sip
Por cierto, quedan dos capítulos más y podemos dar por finalizado este mini fic
Les deseo un brillante día (≧▽≦)
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