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Matthew no había aparecido en toda la mañana.
Y odiaba admitirlo, pero se sentía algo decepcionado.
Realmente había esperado que este llegara con la malteada de moras que le había prometido.
Aunque jamás especificó que se la daría al día siguiente.
—Jiwoong, ¿estás bien? —preguntó Hanbin acercándose al mencionado. —La pelota pasó por tu lado y ni siquiera te moviste.
Por un momento había olvidado que se encontraba en las prácticas con el equipo de baloncesto, y que lógicamente necesitaban practicar.
Sacudió su cabeza levemente. —Sí, sí, solo sigamos.
Y así lo hizo, intentó no volver a pensar en el chico de pelos rubios y concentrarse en encestar el balón.
Tanta fue su concentración, que rápidamente las prácticas habían acabado, y casi todos se encontraban saliendo de la institución.
—Lo hiciste bien, Kim. —dijo una voz, una dulce voz.
Jiwoong volteó, encontrándose con Matthew y una malteada de moras.
—¡Yah! —exclamó Matthew. —Yo siempre cumplo lo que digo, ¿pensaste que no lo haría?
—Y-yo... —tartamudeó. —¿Tal vez?
Matthew reprimió una risa y le entregó la bebida a Jiwoong, la cual en ningún momento había dejado de observar.
Por un momento, Kim sintió la necesidad de levantar su vista, y así lo hizo.
"¿Siempre había sido tan lindo?" Sin duda sus ojos nunca tuvieron el placer de contemplar cómo se debía a Seok Matthew.
—No me mires tanto, me pongo nervioso. —confesó el rubio, que a pesar de su nerviosismo sonreía en grande al lograr que Seok por fin lo viera a la cara.
—Estás siendo muy lindo y adorable, me dan ganas de besarte.
Ante la confesión, Jiwoong solo atinó a tomar de su bebida, mientras que los tonos rojizos empezaban a adornar la cara de ambos.
—E-eh... —tartamudeó Matthew. —¡Ahora estoy más nervioso!
Jiwoong estalló en carcajadas.
"Sí, sin duda tengo ganas de besarte". Pensó observando a Matthew, el cual intentaba tapar su tierno rostro con sus pequeñas manos.
Fin
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