Capítulo 12
Era una tarde muy fresca, ya que el sol iluminaba un poco menos de lo común, pero a la vez corría una fría ráfaga de viento. El apartamento de Brian cada vez lucía mejor por dentro que anteriores veces, este era limpiado por Roger que al estar todo el día dentro de casa trataba de ordenarla.
Él sabía que Brian era un chico que la mayoría de veces salía, mayormente en las noches. A veces le pedía a Brian si podía acompañarlo, pero el mayor nunca se lo permitía, no sabe por qué la mayoría de veces cuando él se disponía a salir, siempre le preguntaba "¿puedo ir contigo Bri? Estar todo el día aquí es muy aburrido" por lo que Brian respondía con diferentes excusas "No, no es muy tarde, te dará sueño y no podré lidiar contigo" y otra veces "No, los niños no pueden salir de noche".
Todas estas estúpidas excusas según el, poco creíbles, les fastidiaba pues, Roger quería conocer a personas nuevas y no estar todo el día en casa, haciendo nada. Él lo veía muchas veces hablar por teléfono probablemente con sus amigos, así que no había razón para que él no le permitiera tenerlos.
Esa misma tarde se atrevió a preguntarle si podía dar una vuelta alrededor de la calle, para respirar aire puro o correr por ahí. Ya era la hora del almuerzo por lo que ambos se encontraban comiendo un plato de ensalada echo por Brian.
—Bri, me preguntaba si después de esto, me dejarías salir afuera. Ya me cansé de estar aquí.
Brian tenía sus razones por las cuales no lo dejaba salir. Una de ellas era porque tenía el temor que alguien que conozca vea saliendo un niño de su departamento, temía que le agobiaran con preguntas, es más temía que Fred y John que vivían no tan lejos de allí, lo vieran y formen todo un alboroto sabía cómo eran sus amigos.
Aclaró su garganta y mirándolo fijamente negó con la cabeza— Ya sabes que no puedes salir, mira ya está anocheciendo— señaló la ventana donde el día estaba en su máximo esplendor.
—No es justo Brian, sigue de día, no sé qué noche vez, el sol sigue ahí— empujó su plato, en señal que ya no comería más—Ya se me quitó el hambre, se disponía a retirarse de la mesa un poco decaído.
—Rog ven aquí, tú ya sabes que no me gusta que salgas.
—Pero tú no me dices las razones siempre tienes excusas bobas, ya no soy un niño, no me las creo ninguna— reclamó Roger sentándose otra vez, pero esta vez en la mesa, apartando el plato de la mesa.
—Roger baja de ahí, vez por eso no quiero que salgas tus actitudes son muy malcriadas.
—Pero, tú me criaste— respondió burlón aguantándose la risa.
—¡Respetame, no me contestes!
Estás discusiones ya eran costumbre a la hora de sentarse en la mesa. Roger se encargaba de molestar a Brian mientras cocinaba o mientras comía, le lanzaba a veces comida como pequeños retazos de arroz o pedazos de verduras. A lo cual Brian se encargaba de recriminarle. Todo esto tenía una explicación: estaba cansado de quedarse todo el maldito día dentro de casa con un niño al cual cuidar, pero prestó más atención como respondía y actuaba estaba seguro que en cuestión de días se convertiría en su madre. No, era imposible, probablemente era la costumbre.
Brian suspiró saliendo de sus pensamientos que lo volvían loco. Acabó de comer y mirándo como el rubio, aún sentado en la mesa balanceando sus piernas, dejó en claro que no bajaría. Se artó de soportar los caprichos del rubio por lo que se le ocurrió una idea.
—Bien, ¿Qué te parece el zoológico?
—¿Qué?— preguntó el más pequeño un tanto confundido girando levemente la cabeza.
—Iremos al zoológico.
—¿Qué es eso?
—¿No dijiste, que querías salir? Pues es un pequeño lugar donde puedes ver animales— Vio como Roger se le acercó bajándose de la mesa, dirigiéndose hacia él.— Creo que hay uno no tan lejos si vamos con mi auto— esto último lo dijo un poco nervioso, porque con asombro vio como el rubio se sentó en su regazo, esperando que le cuente más cosas—¿Qué te parece?.
El chico se rió al ver su actitud, le causaba gracia como el mayor se asustaba y se ponía nervioso cuando actuaba de esta manera, no era nada malo, según él. Es decir al ver esta reacción se sentía superior como si lo tuviera en la palma de su mano. Esto intentaba hacer, cuando era un niño, solo que Brian no reaccionaba de la misma forma que actuaba ahora.
Lanzó una pequeña risa—¿Qué te sucede?— preguntó mientras agarró sus manos que se encontraban un poco frías, era extraño porque hacía calor.
—No tengo idea del por qué me preguntas eso estoy bien— Brian trató de calmarse, aclarando su garganta y sentándose un poco enderezado observó cómo Roger apartó unos mechones rulosos de su cara.
—Es como sí... me tuvieras miedo— le dijo bajando la mirada— ¿No me tienes miedo verdad? Te siento un poco nervioso.
—No, no claro que no— mencionó queriendo soltar las manos de Roger que seguían en su cabello
—Entonces tal vez debamos solucionar esto con...
—¡¿Solo respóndeme vamos a ir al zoológico?! ¿Sí o no?
—¡Si!— dijo asintiendo muchas veces—Pero antes Brian quiero que...
—¿Qué pasa? enserio no es que me aterres, pero ya basta de actuar de esa forma me das escalofríos— dijo ocultando su temor, ese chico parecía tener personalidades múltiples pues de un momento a otro cambiaba de humor. En la mañana estaba tranquilo y ahora se encontraba así, todo provocativo. Se preguntó si Roger era consciente de lo que hacía o si se limitaba a disimular que era inconsciente de sus actos, esto no sería nada improbable ya que no sabía que vida habrá llevado cuando se marchó del orfanato aquel día.
Tenía dos caminos, seguirle la corriente o votarlo de nuevo como esa noche en la que tuvo el mismo comportamiento.
—Quiero que... No vayamos en el auto por favor por favor— suplicó haciéndole ojitos.
Dio un fuerte suspiro. Esta respuesta lo alivió completamente, fue como si todo su globo lleno de ideas se las reventara con un alfiler, se sintió muy relajado. Ya se había imaginado todo un rollo, creo que debería de dejar de pensar cosas malas sobre Roger, era un buen muchacho.
—Sí como digas, pero primero...— lo miró diciéndole con sus ojos que se baje de él.
—Oh si, si lo siento, es que me gusta... hacer esto, es muy divertido y cómodo— le lanzó una risa maliciosa y corrió a la habitación trayendo sus zapatos. Si Roger aún estaba acostumbrado a caminar sin zapatos.
Le hacía recordar aquellos tiempos.
Brian lo miró embobado mientras se colocaba estos.
Este niño ocultaba muchas cosas
Se pusieron en camino, Brian le había colocado a Roger un gran sweater azul que tenía mucho tiempo sin usar le había colocado también la capucha para que de una manera no llame mucho la atención, pues el rubio contaba aún con su cabellera larga hasta los hombros, este peinado no era muy usual en un niño, por lo que decidió en que no llamará mucho la atención. Vestía unos pantalones negros, con las rodillas rotas, no era como si estuviera de moda en ese entonces, estos pantalones rotos tenían un motivo Roger era un chico imperativo por la que al correr mucho, tuvo demasiadas caídas al trepar, si era un pantalón un tanto viejo.
—Abrígate bien, que ya está haciendo frío, no sé como te encanta vestir estas ropas todas estravagantes que personas normales no usan cuando van a salir.
—Brian me muero de calor aquí, en cuestión de segundos mi cara estará demasiada roja, no lo soportaré— agitó ambas manos para lanzarse aire.
—Pronto hará frío, así que aguántate solo es un simple abrigo— dijo acomodándose la capucha que Roger se la estaba comenzando a quitar.—¡Qué no te la quites!
—Pero Brian, tu simple abrigo hace que me vea como una bola de algodón ¡Esto es muy grande me sofoco!— gritó está vez haciendo que algunas personas del camino lo miraran raro, y comentaran entre ellas—No sé tú, pero yo me muero de calor, procederé a quitármelo, con su permiso.
Brian caminaba mirando al frente cuando se dio cuenta que el muchacho tenía la intención de quitarse la polera, alzándosela por los hombros— ¡No! ¡Roger que no entiendes! No tienes polo debajo, estarás expuesto ante mucha gente y qué podrían decir de mí— exclamó sujetando la polera para que este no se la quite, rogando en su mente que se comportará como ángel las próximas horas del paseo.
—¿Y eso que?—Roger emitió un sonido de queja— Tú paras caminando a veces en casa sin camisa ¿Es normal no?
No sabía que contestar, lo dejo callado— Eso, solo lo hago porque sé que no algún extraño que me esté mirando o alguien que realmente necesite ver— continuó caminando.
—Yo estoy en casa, y tengo que soportar viendo tu bien formado pecho— se rió escandalosamente, tapándose la boquita.
—Vamos, tu aún eres un chiquillo y no eresextraño, aún no sabes nada— mencionó secándose la frente del calor y de la desesperación—Me refería a mujeres.
—Ah a eso, si tu lo dices— guardo silencio de inmediato.
—Si muy pronto conocerás a una y...
—¡Ya llegamos!— gritó interrumpiéndolo—¿Ese es? ¿Brian ese es el zoológico?— corrió hacia la entrada de aquel gran lugar.
Es como si no le importara
—¡Ven corre! Hay que entrar— emocionadísimo se dirigió al lugar de ingreso, chocando con alguien, haciendo que su capucha se saliera y revelara su rostro—¡Auch!
—¡Hey niña! Primero tienes que pagar, ¿A caso piensas que el cartel de aquí está colocado está cómo adorno? Visitantes de 10 años para abajo pagan entrada — un guardia de seguridad lo detuvo. Esto causó que su rostro emocionado se convirtiera en uno de susto.
—¡Bri!— fue corriendo hacia el más alto ocultándose detrás de él.
—No te preocupes— lo tranquilizó alborotándole su rubia melena, esto hizo que se calmara un poco.
Brian dirigió la mirada al encargado y de manera brusca, le dio los boletos, ya los había comprado— Deberían despedirlo por el carácter que tiene— le lanzó una mirada asesina— Además es un niño no una niña... Imbécil.
Pasaron ignorando todos los insultos que les lanzó la persona anterior, ya dejándolo de lado.
—Eso, si me dio miedo, se veía muy grande— mencionó Roger su rostro alegre había cambiado— No deberían dejar que trate así a la gente.
Brian lo vio todo desanimado, esto le causó un poco de tristeza por el niño pues es la primera vez que salía y ya se llevaba una mala impresión de las personas.
Se adentraron un poco más hasta llegar a la sección de animales Roger por momentos se asombraba, pegando ambas manos a las barandas queriendo alcanzarlos, con un Brian desesperado a lado. En uno de esos intentos de querer alcanzarlos casi se cae, pero Brian se las solucionaba.
Este niño lo hacía vivir estresado, pero le gustaba.
Le preguntó muchas veces porque los animales paraban en jaulas y no libres. Por lo que se generaba una charla amena.
—¡Ya estoy cansado! ¡Quiero ir a casa!
—Como no te vas a cansar si estás que corres por todos lados pareces un...— se quedó callado al ver que cara lo miraba el rubio—¡Ven!, ¡Vamos por unos helados!— se inclinó ante él, presionándole una de sus mejillas regordetas. Que al contacto de él, originó que diera una pequeña sonrisa.
—Está bien Brian, vamos por un helado— mencionó Roger, sobándose su mejilla. — ¡Con tal que no hagas eso! ¡Ya soy mayor!
—¡Sigues con eso! Por favor no comiences— se agarró el puente de la nariz, disimulando.
—Ya no exageres, solo te advierto— dijo mirándolo con ojo amenazadores.
—¿Ahora me amenazas?
—¡Ya vamos, no lo digo enserio!— lo tomó del brazo.
Un joven amable los atendió y les dio a ambos los helados, Brian se había pedido uno de fresa, y Roger uno de frambuesas.
—¡Está delicioso! Nunca había probado algo así, creo que deberías preparar seguido esto para la cena— sugirió Rog, mientras relamía su helado.
Brian lo observaba vio como el muchacho se había divertido mucho, por lo que rechazó la idea de mantenerlo todo el día en casa. Estaba muy claro que Roger todo lo que necesitaba era salir por lo que estuvo satisfecho con el plan de ese día.
El rubio acabando su helado se dirigió corriendo emocionadísimo hacia un malecón. Se podía observar todo un hermoso panorama.
—Este lugar tiene cosas asombrosas— habló para sí observando todo. Corrió hacia un mirador, que estaba abandonado, colocándose de puntitas para poder alcanzarlo—No logro ver nada.
Brian lo miraba desde una esquina como disfrutaba aquella vista, se acercó hacia él— Se tiene que colocar una moneda— le dijo sacando una de su bolsillo.
Cogió otra vez el mirador. Admirando así el paisaje, el único problema que había era que al tratar de empinarse su vista se veía interrumpida por los movimientos que realizaba.
—¿Me podrías ayudar?— preguntó mostrándole su cintura. Brian entendió la señal.
—Está bien— con ambas manos lo alzó, se sorprendió al sentir que el chico no pesaba mucho.
—Sí, ahora se ve mucho mejor— mencionó moviendo el mirador hacia todos los lados.
Su cabello se veía muy hermoso de cerca mientras, podía ver con detalle cada hebra rubia. Su cuello blanco se veía sumamente limpio y emitía un agradable olor. Lo acercó un poco más para así. Acercando su rostro hacia su cuello. ¿Qué pensaría la gente? No le importaba. Tenía la intención de besar su cuello ¿Qué diablos está haciendo?, la mitad parte de él decía, si mientras que la otra, no. Estaba confundido. Iba romper la promesa que se había hecho, no tocarlo por ningún motivo.
Al diablo todo, esto se ve tentador.
Besó su delicioso cuello.
—¡Cuándo pensabas contarnos!¡Que tenías un hijo perdido!— exclamó una voz conocida y escandalosa.
—¡Sí Brian, me has decepcionado otra vez!
Unas voces burlonas gritaron detrás de él.
—Mierda, Fred, John, ¿Es una broma?
Roger giró también al escuchar esto—Brian ¿Quiénes son?— sus ojos azules lo miraron un tanto confundidos.
Brian aún lo tenía cargado.
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