Capitulo 1
Despertó por el insistente sonido del teléfono. Se encontraba en una placentera siesta en el sofá un viernes por la noche, a caso el mundo le jugaba encontra solo por tomar un minuto de descanso. Dirigió su mirada al reloj, marcaban las 8:00pm. Le dolía la cabeza, a pesar de no haber contestado por primera vez, nuevamente insistente el odioso aparato no dejaba de sonar. Por un momento pensó en no contestar la llamada o tal vez si era posible tirar ese teléfono por la ventana, había tenido una larga tarde en la escuela, relamente estaba muy cansado. Miró a su alrededor todo estaba en silencio, su madre no había llegado todavía, podría ser ella si no constestaba tal vez vería el lado no tan complaciente de ella. Se levantó con toda la voluntad del mundo y contestó la llamada, esperaba que sea algo importante.
—Harold, Harold ¿Estás ahí?—dijo una voz desesperada a través del teléfono, sonaba apurada y un poco enfadada, se lamentó no haber contestado a la primera timbrada.
—Sí, mamá ¿Qué sucede? En serio, acabas de interrumpir el único día de la semana en el que puedo hacer la actividad que realmente me apasiona— respondió sarcásticamente fastidiado.
—Brian, no estoy para tus bromas, escucha, demoraré en llegar a casa- continuó diciendo con voz firme, pero a la ve sutil— Me acaban de llamar del trabajo, al parecer acaba de suceder algo inesperad, que luego te lo explicaré, está bien. Quiero que prepares tu cena, limpies el comedor, recuerdo que quedó un desastre por la mañana, y termines todos tus deberes, por favor -dijo la mujer un poco exaltada.
—De acuerdo ¿Algo más?— respondió alzando los ojos, sin embargo notó la voz de la mujer algo peculiar—¿Todo está bien, madre? Te escucho un poco alterada.
—Sí, solo siento preocupación sobre lo que estará ocurriendo allá si es que no voy de inmediato al hospital. No te procupes por mí, sabes que estaré bien, bueno te dejo, espero que cumplas todo lo que te dije.
—Esta bien, si lo dices así, todo la casa estará en perfectas condiciones cuando llegues, a tus ordenes- Respondió colgando el teléfono un poco fastidiado, a quien no le cansaría que le digan que hacer si ya era casi un adulto.
Brian a sus dieciseís años era un chico responsable con todos sus deberes, aunque le costara hacerlo, es por ello que su madre estaba orgullosa de él. Los problemas en la escuela eran casi nulas, y a pesar de su edad ya trabaja pues quería ayudar a su madre a cubrir los gastos de la casa al ser solo ellos dos. Muy aparte tenía muy planteado el ganar experiencia trabajando, tratando de vivir la vida como si fuera casi un adulto ya que no faltaba mucho para que se conviertiera en uno.
Tras la muerte de su padre, se propuso en ayudar a su madre en lo que sea ya que ella había echo lo mismo con él desde muy pequeño. Además, quería hacerle compañía para que no se sintiera sola, sentía que era su deber en brindarle cariño y brindarles medios económicos en todo lo posible. Sin embargo, su madre, Ruth, era un caso total pues siendo titulada como doctora, y con muchos trabajos a la vista, ella no veía necesario que su hijo haga todas esas cosas por ella puesto que tenía todo a su disposición. Sabía muy bien que Brian era capaz de realizar innumerables actividades, pues muy talentoso e inteligente como ella.
Después de la llamada, el chico se dirigió a la cocina, se preparó un plato de ensalada, lavó los trastes y subió a su habitación. Ahí quiso dormir, pero vio su guitarra tirada sobre su cama con un par de hojas y un lapicero, como si estuviera guiñandole, en efecto tenía demasiado sueño. Así el tentador instrumento lo llamó, lo tomó rasguenado algunas cuerdas. Una fresca tarde de fin de semana componiendo era todo lo que deseaba. Las cuerdas siguieron su ritmo continuando la nueva canción en la que estaba trabajando.
—You migh believe in heaven. I would not care to say...— tarareó, escribiendo todo en una hoja, lo que más amaba era la música.
Un grupo pequeño de psicólogos y médicos se encontraban en la sala de un hospital. Sus miradas analizantes registraban todos los movimientos de una personita ubicada detrás de un espejo especial que dividía la habitación en dos. Al parecer se encontraba desesperado pues tiraba todas las cosas que se encontraban allí. Él no podía ver al equipo, más bien ellos veían sus actuares y al encontrarse solo en un cuarto cerrado notaron que se sentía frustado por salir.
—¿Dónde dijeron que lo encontraron?— preguntó Ruth la cual había llegado hace unas horas al lugar, vestida con todo lo necesario, se limitó a visualizar al individuo.
—Fue encontrado a mitad de un bosque francés para ser exactos, estaba sucio un grupo de enfermeras lo ayudó a limpiarlo y alimentarlo fue casi imposible, lo tuvimos que dormir estaba muy inquieto— dijo un señor barbudo con lentes que estaba tipeando todo en una bitácora.
—¿Puedo entrar? Quiero conocerlo, mantenerlo en esas condiciones generará que su comportamiento empeore, necesita comprender que no le haremos daño, es parte de nosotros.
—Como le dije, doctora, fue dificil traerlo hasta aquí, ese chico a veces no se comporta de manera muy civilizada. Tal vez esa por el echo de que fue encontrado con una manada de lobos, según lo que han reportado los otros médicos no ha tratado con personas aún. Espero que no le haga daño siendo una experta en tratar con niños no hay problema en que pueda ingresar a la sala.
—De acuerdo, no habrá problema, me haré responsable de lo que suceda— contestó la doctora Ruth, dispuesta.
—Doctora la hemos llamado para que pueda analizar e interactuar más a fondo al pequeño no sabemos su reacción con las personas. Si tiene la suerte de comunicarse pregúntele su nombre responde palabras.
—Entiendo, entonces el pequeño habla, trataré de ser lo más cautelosa posible— tomando la iniciativa se dirigió hacia la puerta, tomo el pomo de la puerta apunto de ingresar, pero su compañero la detuvo.
—Le advierto— habló seriamente— Tenga cuidado, a veces se porta muy mal cuando ve rostros nuevos, estaremos atentos a lo que ocurra, tome esto, tal vez si le das algunas de estas frutas le gusten- dijo dándole una bolsita llena de frambuesas.
Ruth como doctora y psicóloga le ha ido fácil en trabajos de este tipo. Sin embargo, este era el más interesante y complicado que le haya tocado, no le habían explicado muy bien el tema, pero tomó la oportunidad para poder arriesgarse. Respiró profundo antes de ingresar, al abrir la puerta y cerrarla de inmediato notó en la habitación juguetes esparcidos y piecitas de cubos tiradas, las paredes rayadas con extraños dibujos junto a una pequeña cama ubicada en la esquina del lugar. ¿Dónde estaba el niño? se preguntó mentalmente al barrer con su vista el cuarto que estaba silencioso. De repente justo al otro de la cama vio dos ojos asomarse detrás de las cortinas. Ruth se acercó lentamente, no lo quería asustar.
—Hola—dijo ella con una voz dulce— Ven aquí pequeño, soy una persona como tú.
El niño al escuchar estas palabras salió de las cortinas rápidamente y se metió debajo de la litera que se encontraba en medio de la habitación—No— contestó secamente, tenía una voz muy suave al parecer ya sabía hablar.
—No te haré daño— dijo un poco temerosa— Ten, sé que te gustan las frambuesas así que te traje algunas—Lentamente el menor salió debajo de la cama al quere asomarse para verificar si lo que decía era real.
Tenía el típico rostro redondeado e infantil, junto a una nariz pequeña. Su cabello era largo y rubio, sus ojos grandes y de color azul presentaba una gran cicatriz que le atravesaba toda la garganta. Tenía aproximadamente unos diez años. Era impresionante ser capaz de ver a ese niño, es que como si fuera de otro mundo y no de un bosque cualquiera. Era realmente atractivo pues sus pesatañas eran largas y brillantes, sus mejillas estaban sonrojadas por el calor, al no haber ventanas. Ruth le vio y sonriendo con señas le dijo que se acerque, no encontraba razones el por qué de su abandono, ni el por qué tantas personas hacían lo mismo cada mes.
—Son para ti— dijo la mujer cuando tuvo al niño lo suficientemente cerca, haciendole entrega de la bolsa llena de frambuesas. Él niño un poco desconfiado la miró a los ojos y al ver que la mujer le sonreía, se asomó más para las tomar una y probar de aquellas frutillas.
Ruth para poder generar más confianza entre él, lo tomó de la muñeca para que no temiera, pero generó todo lo contrario, el niño se sobresaltó quejandose a parto su brazo de forma brusca—No me gustan, saben feo— lo dijo en un tono desagradable, escupiendo al suelo y empujando a Ruth se fue a esconder o través debajo de la cama.
—Oh no, no sabe feo, quizá la que te tocó estaba amarga o esté pasada, te aseguro que las demás están mucho más dulces— dijo tratando de convencerlo, sabía que había cometido un error, pero el niño con en el dedo indice en la boca, negó con su cabeza.
Ruth un poco decepcionada suspiró sin querer rendirse, no iba ser un mayor problema, solo era cuestión que se acostumbre. Sin ganas de rendirse tomó un juego de mesa que estaba tirado, debido al desastre que había echo al querer salir.
—¡Mira este juego se ve muy divertido!— dijo fingiendo su voz a una emocionada, no se daría porvencida— Ojalá alguién jugara conmigo, sería muy aburrido jugar sola.
El rubio al oirla, sintió un nudo en el estomago, avergonzado por lo que hizo, en sus pensamientos solo no quería que se lo llevasen a otras salas para que le hagan mucho más exámenes. Siempre era lo mismo, le ofrecían ese fruto para trasladarlo a cualquier sala donde se quedaba horas sentado, respondiendo aburridas preguntas, o de lo contrario realizandole analisis en todo su pequeño cuerpo. No sabía si confiar, pero al verla, su mirada fue que le transmitió confianza, podría verificar que con ella no sería de esa forma.
Salió caminando timidamente hacia hacia Ruth que se encontraba sentada en el suelo. Al llegar ahí hizo lo mismo, generando que la doctora se sintiera complacida de su gran logro.
—¿Ya los haz jugado antes?—preguntó la científica mostrando interés.
—Sí, los doctores siempre me lo dan, para que pueda armar cualquier palabra— dijo con voz bajita y tímida— Es mi juego favorito, asi como armar bloques.
—¿Así? Se escucha divertido, vamos a ver ¿Qué palabras interesantes puedes armar?—
El chico mirandola por un momento, con emoción se dispuso a tomar las piezas y formó una palabra inusual.
"R E G O R" —¡Mira ese es mi nombre! Los doctores dicen que así me llamo— dijo dando brinquitos de alegría en su lugar.
—¿Regor? Creo que está al revés—dijo no sonando tan dura, para que el menor no se sienta mal— si acomodamos las piezas de este modo sonorá mucho más bonito. Si lo leemos, dice Roger— le respondió esfatizando y vocalizando la última palabra.
—Rog...Rogeg ¿Lo dije bien?— dijo tratando de vocalizar— Si lo dije bien, ¿Puedo irme?
—Esta bien, esta bien cálmate Roger, mira como todavía no sabes pronunciar algunas palabras te llamaré Rog por mientras, pero hasta el momento tienes un buen avance— dijo Ruth.
—¿Rog? es un nombre raro... Ellos dicen cosas que no entiendo me dan miedo siempre me tienen aqui, ¿Me va a llevar a más exámenes? No quiero, estoy muy cansado- dijo Rog soltando una lagrimita—¿Puedo ir afuera?
—Tranquilo, escucha te dejaré un momento, de acuerdo. Hablaré con los médicos sobre tu avance— Roger no tuvo problema y asintió aún temeroso, la vio alejarse y siguió jugando con las piezas del suelo.
Al salir de la habitación se reunió con los demás científicos y agentes que se encontraban ahí.
—Y ¿Cómo le fue?— preguntó uno de ellos.
—Bien, puedo decir que hasta el momento tiene un gran avance a pesar de su edad, se comporta como un niño de seis o cinco años. Al principio fue un poco pesad, pero si se expresa. Pensé que no se comunicaba mucho.
—Son buenos resultados, hemos estado trabajando con él durante casi tres años— dijo una psicóloga que se encontraba también en el lugar— Pero fue muy difícil, a veces le temíamos por lo que nos haría ya que empujaba y se resistía a cualquier trato.
—No creo que sea de esa forma, mas bien lo opuesto. Es muy probable que ese niño les tenga miedo, ya sea por lo que lo han condicianado a realizar como actividades monótonas y constantes que no debería estar haciendo a su edad— dijo Ruth seria.
—¿Cómo que miedo? A veces es un chiquillo rebelde, cambia de humor constantemente, pero no podemos negar que es muy inteligente.
—Sí, de eso también me he dado cuenta, les propongo que sea expuesto más a la calle o ya sea el parque, estando todo el día encerrado en un cuarto con ventanas pequeñas es incómodo. Como les digo les tiene miedo, Roger debe relacionarce con chicos de su edad es apenas un niño no puede estar todo el día solo.
—Asi que, Roger, bien ¿Qué planea hacer?
—Probablemente llevarlo a un orfanato, trabajo en uno, podría ayudar, de esta manera podrá aprender modales y conocerá niños de su edad ¿Qué opinan?
—Si eso es tu plan, antes de llevártelo debes saber toda su bitácora- el hombre con barba se dirigió a una repisa llena de folders. Tomó uno y dirigió a la computadora—Mire, aquí usted puede encontrar como fue todo su proceso durante los estudios.
"Ya había sido avistado varias veces, mientras intentaba recoger bellotas y tubérculos para poder subsistir, pero no fue hasta ese momento cuando dieron de lleno con él. No se dejaría capturar fácilmente. En una de sus visitas a St. Sernin, se introduciría en una casa abandonada para ser capturado de nuevo. Se le llevó al hospital de Saint-Afrique y más tarde al de Rodez, en el que estuvo varios meses. Durante ese tiempo, se mostró distante, con una actitud salvaje y rebelde."
—Wow, esto es increíble, habrá mucho trabajo de ahora en adelante.
—Sí, entonces usted está dispuesta a encargarse del niño, quiero decir de Roger— dijo un médico que se encontraba acomodando las carpetas llena de archivos.
—No tengo inconvenientes, yo dirijo el orfanato así que solo espero que se acostumbre y veremos que resultados nos ofrece— dijo Ruth esperanzada.
—Muy bien, entonces todo claro, empacaremos sus cosas ahora antes de irnos, aunque no tiene muchas, mañana en la mañana estará listo para irse— respondió el doctor, al parecer quería librarse de Roger, porque se le notaba su cara de entusiasmo.
—Entonces me marcho, un gusto en conocerlo— dijo un poco cansada.
—Esta bien. Buenas noches señora May.
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