𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔

"𝐂𝐞𝐥𝐨𝐬 𝐲 𝐫𝐞𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨𝐬"

Una castaña bastante emocionada corría por los pasillos de la Academia. Había estado buscando a Jimin por todos lados, pero simplemente no lo había encontrado. Lo había estado buscando en el salón, también en la cancha de fútbol, lo había buscado por todas partes, pero el susodicho continuaba sin aparecer. De repente su mente se iluminó y todo se puso más claro, de modo que comenzó a caminar en dirección al jardín.

Caminó por el lugar hasta llegar a aquel alcornoque. Se paró junto al gran árbol y miró hacia arriba. Y justamente ahí estaba. Sentado en una de las ramas, precisamente la misma rama donde ella solía sentarse en sus momentos de soledad.

— ¡Jimin! Te he estado buscando por todas partes— Gritó haciendo que el castaño la mirará gracioso— ¡Baja de una vez que no tengo todo el día!— Exigió mientras le miraba amenazante, aunque a Jimin solo le pareció tierno ver a la castaña en ese plan de mandona.

Jimin suspiró y supo que ya no le quedaba mas remedio que bajar y hablar con la castaña que ahora parecía un poco molesta. Aunque en realidad, él sabía que no lo estaba realmente, sólo estaba desesperada. Por sus pensamientos sabía muy bien que lo había estado buscando por un largo rato y que ya se encontraba bastante cansada por ello. Bajó de la rama hasta llegar al suelo y mirar a la castaña a su lado.

— ¿Qué sucede, Liffy? ¿Para qué me buscabas?— Preguntó a la chica, la cual buscó un papel en su mochila el cual estampó con fuerza en el pecho de castaño. Jimin tomó el papel y lo miró, vio que era una boleta de calificación. Vió la nota recibida y luego miró a su compañera con asombro.

— Si, si. Tuvimos buena nota, Jimin. No te emociones tanto— Dijo la castaña cruzada de brazos y viéndole con una ceja alzada. Mientras que jimin sólo se limitó a darle un pequeño abrazo a la castaña.

— Gracias, Liffy. Gracias por ser mi amiga y no tenerme miedo, gracias por ayudarme con la tarea — Contestó mientras la miraba al rostro.

— No hay de qué. Eres un chico como todos los demás. Te agradezco por confiarme tu secreto y que aceptaras ser mi amigo. —Contestó la castaña con su típica sonrisa. Jimin pensó que aquel chico que tenía el privilegio de ser el crush de Liffy, era muy afortunado. Pero a la vez no pudo evitar pensar en el pequeño pelirrubio, últimamente este aprecia mucho en sus pensamientos, casi los invadía con cualquier cosa de insignificancia. Quizá el nunca podría acercarse a él. Él pensaba que quizá él rubio quería lo mismo que todos los demás. Una novia bonita, delicada y perfectamente normal. De modo que él mismo se bajaba la moral, y eso se notaba en sus rasgos faciales.

Mientras que desde la lejanía. Cierto pelirrubio miraba contristado el abrazo que se daba el par bajo aquel frondoso alcornoque. Por un momento pensó en que quizá su extraña obsesión con el castaño había sido solo una absoluta perdida de tiempo, ya que desde su llegada, casi siempre lo espiaba sin que se diera cuenta. Desilusionado, volvió a caminar por los pasillos rumbo a su salón de clase. Había escuchado que habría un estudiante nuevo llegando a la escuela ese día. Pero ahora era el turno de Hoseok para recibir a aquella persona.

Se sentó en su lugar y miró por la ventana. Las clases de la tarde estaban a punto de empezar, solamente tendría que recibir la clase de ingles, tendrían un pequeño receso y luego podría despejarse un poco en la clase de gimnasia. Vió a Jimin llegar y sentarse en su pupitre. El levantó la mirada y esta sin querer se cruzó con la de Jimin. Se mantuvieron inmóviles por unos cuantos segundos, Jimin sonrió y desvío la mirada. Mientras que por un momento Yoongi se sintió en el cielo.

La clase transcurrió con normalidad. La maestra Chaeyoung explicaba cada uno de las reglas gramaticales correspondientes al idioma que estaba impartiendo. Para Yoongi esa clase siempre le había resultado de lo mas aburrido, pero aun así no dejaba de sacar las mejores notas de su salón. Necesitaba notas impecables si quería aspirar a una buena universidad en el futuro.

La clase avanzaba de a poco. Aunque a Yoongi no le molestaba si eso significaba pasar tiempo con el castaño a su lado. Aunque en realidad no pudieran decir nada, con las miradas discretas que ambos pensaban que no serían notadas, era mas que suficiente para ambos. Sus miradas decían mas que mil palabras.

Yoongi dirigió su mirada a su libro y comenzó a realizar los ejercicios que en él se encontraban. De pronto escuchó la silla de al lado moverse. Levantó la mirada de nuevo y se dio cuenta de que era Jimin quien salía apresurado del salón. Lo vio pedir permiso para salir y luego lo vió desaparecer por la puerta. En parte le preocupó verlo salir de esa manera, pero pensó que quizá regresaría pronto a su asiento. Pero que equivocado estaba Yoongi. Pasaron más de quince minutos y el castaño no parecía querer dar señales de vida.

La campana del receso sonó y Yoongi salio como alma que lleva el diablo, y mas bien movido por la curiosidad de querer saber que le había pasado al castaño. Mientras que Jimin se encontraba en el baño casi muriendo de sed. Había buscado la llave de su casillero en su mochila durante varios minutos pero no la había encontrado y precisamente ese día había dejado una de las bolsas de sangre dentro del casillero. Ahora nuevamente estaba muriendo de hambre. Pero lo que mas le preocupaba era no saber si realmente alguien había tomado la llave o si él la había perdido en un descuido.

No había de otra en aquel momento, Jimin decidió tomar toda la fuerza de voluntad que le quedaba y salió del baño para ir a buscar al profesor Namjoon. Tal vez él tendría una bolsa de repuesto y podría convidarlo. Salió con dificultad, casi a rastras, mientras sostenía su garganta la cual ardía como el mismísimo fuego del infierno. Nuevamente sentía la impotencia, sintió sus piernas flaquear, sabía que se desplomaría en el piso en cualquier momento. Y precisamente así fue, cuando sus fosas nasales fueron llenadas de aquel olor a frutilla, fue ahí que sintió que ya no podría más.

Yoongi observó al castaño con las rodillas vacilantes y mas pálido que de costumbre. Luego y sin previo aviso lo vio caer al suelo. Sin pensarlo dos veces se lanzó para tratar de sostenerlo y tratar de llevarlo a la enfermería con rapideZ, eso sin importarle las miradas curiosas de quienes se acercaban para saber lo que pasan en aquel momento.

— ¿Qué sucede, Jimin?— Continuaba preguntando con insistencia. Pero sin obtener respuesta alguna por parte del castaño. Parecía que este yacía inerte en aquel lugar, aferrado, casi abrazado al cuerpo de yoongi. Jimin ya no pudo más, si seguía aferrado al pelirrubio lo mas seguro es que no podría controlar la sed que tenía por beber su sangre. De modo que sin ningún cuidado hizo a yoongi a un lado y trató de alejarse unos metros, pero volvió a caer. Yoongi revivió aquel momento, como si hubiese sido ayer que ambos se encontraban en el pasillo mientras Jimin lo rodeaba con sus brazos, casi se ruborizó al recordar aquel momento.

Yoongi se levantó dispuesto a recoger a Jimin del suelo, pero en el proceso se cruzó con una mirada profunda, oscura, hasta cierto punto tenebrosa, era muy gélida. Ahí se encontraba, parado del otro extremo. Un pelirrubio más alto que él, la seriedad se notaba en sus facciones. Este lo fulminó por unos momentos y luego se dirigió hacia Jimin. Lo levantó del suelo como si de una simple pluma se tratara y pasó uno se sus brazos por sobre su hombro. Luego de eso caminó por el pasillo hasta desaparecer de su campo visual, llevándose a Jimin consigo. Aquella escena lo había dejado confundido, ¿Acaso ese chico conocía a Jimin? Y si era así ¿Cómo y de dónde lo conocía? Un nuevo sentimiento lo estaba invadiendo, y aunque no quisiera aceptarlo, no eran nada más ni nada menos que unos adorables y tiernos celos.

El otro pelirrubio llevó al convaleciente Jimin a la enfermería. Entró y vio que la enfermera no se encontraba presente, de modo que recostó a Jimin en una de las camillas. Jimin abrió los ojos con dificultad y se encontró con aquel rostro que pensó nunca volvería a ver en su vida. Se había preocupado tanto por él, que ahora verlo era como estar soñando.

— ¿Taehyung? —Preguntó aún sin poder creerlo y mientras levantaba un poco su brazo, queriendo comprobar por su cuenta de que lo que sus ojos veían no era simplemente un espejismo o una especie de laguna en su cabeza.

— Soy yo, Jimin. Te pondrás mejor, solo debes beber esto —Contestó extendiéndole una bolsa de las mismas que le preparaba su madre. Con dificultad la tomó y comenzó a beberla sintiendo como la vitalidad regresaba a su cuerpo. Se sentó a la orilla de la camilla, dejó la bolsa a un lado y miró al pelirrubio frente a él detenidamente— ¿Qué tanto miras, Jimin? —Preguntó un poco tosco y seco.

— Yo pensé, pensé que...- No pudo terminar, no podía simplemente decir aquella frase como sus fuera cualquier otra, era demasiado difícil con aquel nudo en la garganta.

— Pensaste que estaba... ¿muerto tal vez?— Preguntó con ironía — No me sorprendería, después de todo siempre he sido un chico problema — Sonrió ladinamente y luego le miró divertido— Y veo que tu tampoco haz cambiado. Sigues siendo el Jimin descuidado, tímido, y genial de siempre —Comentó y Jimin solo soltó una carcajada ante las palabras del rubio.

— Te creo en lo de tímido y descuidado, pero lo de genial lo dudo mucho —Dijo Jimin volviendo a sonreír— ¿Así qué ahora estudiaras aquí? —Preguntó a Taehyung, quien parecía querer evadir esa pregunta. Pero con Jimin le era imposible hacerlo.

— El concejo, —Hizo una pausa para mirar por la ventan— ellos me dieron otra oportunidad. Pero dijeron que si vuelvo a cometer un error. Pues, tu ya sabes que pasará— Comento esta vez con la cabeza gacha.

— Entiendo, a mi me alegra saber que estas bien. Supongo que volverás a quedarte en casa, ¿cierto?— Preguntó, mientras que el contrario solo asintió afirmativamente.

— Debo irme. Un tal Hoseok estaba mostrandome la escuela y creo que lo deje hablando solo para salvarte. Iré a buscarlo ahora mismo— Dijo y Jimin asintió. Lo vió salir por la puerta y luego desaparecer de su campo visual. En ese momento Jimin no recordaba del todo lo que había pasado, una parte de él estaba consciente, pero la otra poco a poco tomaba posesión de él, haciéndolo casi perder la cabeza.

Estaba confundido. Pero al escuchar la campana sonando supo que tenía que cambiarse de ropa para su clase de gimnasia. Se levantó de la camilla ahora sintiéndose renovado, caminó hacia afuera y luego por los pasillos. Subió al aula y volvió a buscar la llave en su mochila, pero nuevamente esta no estaba, ¿cómo podría abrir el candado si no tenía la llave? Lo mas seguro es que su maestro de gimnasia le daría un castigo si lo veía llegar con el uniforme normal, pero faltar a la clase sería aún peor que llegar sin su uniforme.

Después de pensarlo mucho decidió salir del salón e ir al campo de fútbol. En el camino pensaba en cómo él pudo haber perdido su llave. Él sabía que a veces podía ser un poco descuidado, pero nunca perdería algo tan importante como su llave. Llegó y vió al pequeño grupo de estudiantes reunido en el campo. Sus ojos se toparon con los de Liffy, los cuales parecían confundidos. Y no era para menos, se suponía que el castaño no debería presentarse con esa vestimenta en esa hora de clase, pero ahí se encontraba, con sus zapatos de lustre color negro, su pantalón de vestir y su camisa, así como también su chaqueta, se encontraba presentable para recibir clases dentro de un salón, pero no al aire libre.

El profesor Sungjae se acercó al pequeño grupo de estudiantes. Comenzó a pasar lista de cada uno de los alumnos, y cuando mencionó el nombre de Jimin y lo miró, entonces se dio cuenta de que aquí algo no cuadraba en lo absoluto — ¿Por qué no está usando su uniforme deportivo señor Park?— Preguntó con el semblante serio.

— No he encontrado mi llave profesor. Esta mañana la traía conmigo, pero desapareció y no he podido abrir mi locker— Contestó de manera respetuosa.

— ¿Está seguro de que no lo ha hecho a propósito? Hemos tenido alumnos que lo han hecho a propósito solo para saltarse la clase— Insinuó el profesor Yook, haciendo que Jimin se sintiera incomodo. Era obvio que él no haría semejante cosa. Pero solo se dedicó a asentir y a callar— Bien, señor Jeon. Vaya al aula y verifique que lo que el señor Park dice es cierto.

Jeon asintió gustoso y se retiró, no sin antes sonreírle de una manera cínica a Jimin. Como si este tuviera algo que ver en lo que había pasado con su llave. Mientras este volvía todos se dedicaban a hablar entre ellos. Mientras que cierto pelirrubio no dejaba de pensar en la escena que anteriormente había vivido. Los fuertes brazos del castaño rodeándolo, su cuerpo fornido y bien trabajado, era un hombre simplemente hermoso. Todo lo contrario de lo que él pensaba de si mismo, y es que la situación era diferente. Yoongi era de cuerpo sumamente delgado, de complexión pálida, con rasgos felinos y con piernitas de pollo, como decía su madre. Incluso el mismo reía al recordar lo ciertas que eran sus palabras.

De pronto fue sacado de sus pensamientos al escuchar a Jeon Jungkook regresando, y lo hizo con la ropa de Jimin. Se acercó y se la dió al profesor. El señor Yook miró a Jimin con desaprobación, y luego de eso soltó su castigo: - Señor Park, deberá dar cincuenta vueltas al rededor de la cancha como castigo por querer pasarse de listo conmigo.- Dijo dándole la ropa, y sin mas se dio la vuelta para dar otras indicaciones a los alumnos restantes. A Jimin no le preocupaba tanto el castigo impuesto, después de todo esas cincuentas vueltas no serían absolutamente nada debido a los beneficios otorgados por la inmortalidad de su cuerpo. Pero si le importaba su imagen y reputación, él no quería que los demás pensaran que era un alumno problemático, o que no se tomaba en serio el estudio.

Jimin se retiró a las duchas y se cambió de ropa. Cuando volvió a salir, el profesor le dijo que podía empezar con su castigo. Resignado comenzó a dar vueltas por la extensa cancha. Por momentos desviaba la vista y notaba como los ojos del pelirrubio no se despegaban de él en ningún momento. Trató de ignorarlo y siguió mirando al frente, de pronto alguien mas empezó a correr a su lado. Sonrió al ver de quien se trataba, ya que como le había prometido desde niños él estaría junto a su lado para ayudarle.

— ¿Qué haces aquí? Pensé que te estaban mostrando la escuela— Le dijo mientras continuaba corriendo.

— Eso fue hace horas. La verdad no tenía que ir a clase, pero vi que te castigaron y me pareció divertido intentar esto contigo— Contestó con su característica sonrisa cuadrada de siempre.

— Ya veo— Contestó sin más.

—  ¿No crees que se vera raro que le des cincuenta vueltas a la cancha y tu no hayas sudado ni siquiera un poco?— Le preguntó haciendo que Jimin ahora abriera los ojos de sorpresa. Él ni siquiera había pensado en esa posibilidad.

— No,—Dijo frenando de repente— ¿Qué voy a hacer? —Dijo poniendo sus dos pequeñas manos en su boca.

— Ya, ya, quita tus manos de muñeca de tu cara— Dijo taehyung mientras le miraba con diversión. Sacó un pequeño bote y le roció agua en la cara a Jimin y luego sobre si mismo.- Listo, esto disimulará un poco la falta de transpiración.

Jimin asintió y continuaron corriendo, ya solo faltaban unas cuantas vueltas para poder terminar. Taehyung y él reían como los buenos amigos que siempre habían sido, y aunque aquello fuera un castigo, Jimin no podía evitar sentirse feliz al lado de su amigo, y el saber que este no estaba muerto, le hacía sentir aún mejor, quizá más aliviado. Pero mientras del lado de Jimin había amor y felicidad, por el lado de Yoongi había una especie de aura oscura y pesada. Yoongi quería estar al lado del castaño, y quería darle una patada en el trasero al rubio para que dejara de sonreírle a Jimin. Él quería estar junto al castaño, él quería volver a ser abrazado por el castaño, él quería ser protegido por él, pero en su lugar estaba ese rubio con porte de malote, estaba ardido en furia en su interior, y los que estaban a su alrededor lovnotaban a kilómetros, era obvio que a Min algo le pasaba. Y sí, ahora había un nuevo sentimiento apoderándose de Yoongi, y no eran nada más ni nada menos, que los celos.

"𝐄𝐥 𝐜𝐚𝐬𝐭𝐚ñ𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐨𝐝í𝐚 𝐨𝐜𝐮𝐥𝐭𝐚𝐫 𝐥𝐚 𝐚𝐥𝐞𝐠𝐫í𝐚 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫 𝐚 𝐮𝐧 𝐯𝐢𝐞𝐣𝐨 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨, 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐑𝐮𝐛𝐢𝐨 𝐬𝐞𝐧𝐭í𝐚 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞 𝐡𝐚𝐜í𝐚𝐧 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫 𝐞𝐥 𝐜𝐚𝐬𝐭𝐚ñ𝐨. 𝐃𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬, 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐥𝐠ú𝐧 𝐝í𝐚, 𝐭𝐞𝐧𝐝𝐫í𝐚𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐬𝐞"

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