Back to black

Como una ola derribando un castillo de arena, borrando pisadas y los dibujos que los niños hacen en la arena húmeda esa cabellera negra borro todo rastro de cordura en el corazón del correcto Steve Rogers

El desde joven supo que se sentía atraído hacia los hombre y por más que lucho contra ello jamás se logró sentir algo por una fémina, hasta ese momento. Ese andar coqueto, el suave vaivén de caderas y la sonrisa ladina que se dibujaba en esos labios pintados de un carmín tan fuerte que rayaba en lo vulgar.

Los ojos maquillados con una sombra roja le vieron con coquetería, una suave seña le hizo seguirla hasta la puerta de un motel barato de la zona roja de la ciudad, ¿Como una simple pelea con su pareja logro que llegara hasta allá?

La chica de cabello negro le sonrió, dándole el numero de una habitación junto con la llave, adelantándose por unos minutos antes de que el rubio saliera de su aturdimiento, negando suavemente antes de seguirla, sabía que se estaba equivocando, estaba engañando a James, y no solo eso, lo hacía con una prostituta en un lugar de mala muerte.




Al entrar al cuarto estaba decidido a pagarle a la mujer por hacerle llegar hasta ese lugar, pero algo le detuvo, quizás fuera esa piel canela, perfecta y que aparentaba ser tan suave, quizás fuera esa sonrisa ladina pintada de carmín o quizás esos ojos miel que le veían tras esas largas pestañas postizas.

-Creí que no vendrías

A Steve sorprendió un poco al escuchar su voz, que si bien no carecía de belleza era más grave de lo que imagino, con curiosidad se acercó, siendo envuelto de inmediato envuelto por los brazos de la mujer, quien le sonrió mientras sus brazos se cernían en torno a su cuello, ella se paró de puntitas para alcanzar su oído y murmurar

-¿Que nombre debo gritar?

-Steve...-contesto sin pesarlo antes de comenzar a desabrochar su propia camisa, siendo sus manos ligeramente nerviosas remplazadas por los dedos de la chica, que los quitaron con rapidez, dejando su pecho descubierto, la piel del rubio se erizo por el hielo de la noche, robandole una sonrisa a la prostituta que toco con suavidad la piel hasta su ombligo, acercando sus labios, repartiendo besos que se marcaban carmín contra la pálida piel del rubio al tiempo que el color en los labios de ella comenzaba a desaparecer al igual que cualquier rastro de cordura en la mente de Rogers.

Los besos de la chica bajaron hasta su vientre mientras sus hábiles manos subían por sus piernas hasta el cierre de su pantalón, que bajo haciendo un ruido a penas distinguible, que pronto fue sustituido por un sonido mucho más obsceno

El cabello negro parecía una suave cascada que se movía cada vez que la chica tomaba entre sus labios el miembro del rubio, quien se dedicó a jadear, enredando sus dedos en la melena color carbón.

Un jadeo se escuchó unos minutos después, Steve vio satisfecho el rostro de la bella chica manchado de blanco, un blanco que apenas duro unos segundos, pues ella lo limpio con sus dedos, llevándolo a su boca para desaparecerlo

Las manos de Steve le levantaron sin demasiado cuidado por los hombros, recostándole en la cama para empezar a descender por sus piernas, hasta que el rostro del chico se quedó estático por la sorpresa, siendo seguido por una suave y melodiosa risa de quien estaba acostado

-¿Creíste que era mujer?- preguntó recibiendo un asentimiento por parte del rubio, el chico rodó los ojos negando suavemente con la cabeza- ¡Estábamos frente un bar gay en la zona rosa!...- el chico suspiro, la verdad no era la primera vez que eso sucedía- mira, igual debes pagarme, ¿Ok?- dijo antes de intentar levantarse siendo detenido por la mano del rubio en su pecho

-Aun no recibo el servicio por el que pague...

Los ojos caramelo brillaron con lujuria fingida al tiempo que abría ligeramente sus piernas y abría sus brazos para recibir a quien sería su amante esa noche, la mirada de deseo del hombre frente a él le quemaba, le hacía sentir tan pequeño que quería escapar, pero las cuentas no se pagan solas.

Jadeo al sentir como el hombre levantaba su falda, dejando al descubierto sus piernas y su cadera, arqueándose levemente cuando sus manos fueron ascendiendo por sus muslos hasta alcanzar su trasero, gimiendo cuando este lo apretó con fuerza

-Linda...

"Que soy hombre" pensó el gigolo justo antes de que su cadera fuera levantada de manera brusca, sintió como bajaba su ropa interior de golpe, dejando su entrada a la vista, a penas escucho el sonido del empaque del preservativo al romperse y vio de reojo como el hombre se lo colocaba, suspiro, lo que le faltaba, el hombre estaba bien dotado

-Ey, espera Steve...- el nombre se alargó en un gemido de dolor cuando este entro de golpe sin mayor cuidado, la espalda del joven se arqueo mientras sentía sus piernas temblar y sus ojos se cristalizaban- joder... Steve- gimió al tiempo que sentía una nueva embestida, cerrando las manos con fuerza en torno a las sabanas mientras intentaba enviar su mente de vuelta a su lugar feliz, sentía su cuerpo arremeter contra la cama como único fondo el ruido de la cabecera contra la pared, los jadeos del hombre y sus gemidos falsos




Sintió las lágrimas quemar en sus mejillas cuando la sensación caliente del semen atrapado en el preservativo le dio de lleno y el nombre de un hombre salio de los labios de su cliente, y ese nombre obviamente no era el suyo, y una vez mas se permitió pensar en cuantas parejas habrían muerto ya entre sus piernas.


Jadeo suavemente cuando el hombre salió de su interior y le vio con su mejor sonrisa fingida. Las uñas postizas del gigolo se pasearon con suavidad por el brazo del hombre

-¿Volverás a hacerme ver estrellas?

Menciono como una de esas preguntas con el único fin de que el cliente vuelva, sorprendiéndose por la mirada herida que obtuvo por respuesta, suspiro mientras le veía con atención, esperando la ráfaga de confesiones que solían seguir a esas expresiones cargadas de dolor

-Yo, mi novio, joder... como voy a explicarle...- el moreno no supo más que colocar su mano en el hombro del hombre mientras le murmuraba como muchos hombres solían ir a desahogarse ahí, que su pareja no tenía porque enterarse, que nadie les vio entrar juntos, que nadie tenía por qué saberlo

Pasaron varios minutos hasta que los rastros de culpa del hombre se borraban de su rostro, se levanto de la cama sin mayor cuidado, tomando su camisa del suelo. Desde la cama Tony mordió su propio labio al notar una pequeña mancha roja en un borde de la prenda azul, una sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro, mientras se repetía a si mismo que el tipo se lo merecía por brusco, se levanto aun con la falda desarreglada colocándose atrás del hombre

-Si deseo buscarte de nuevo... ¿Por quién pregunto?

-Por Iron- sonrió mientras le abrazaba por la espalda, rodeándole el pecho con los brazos- espero verte pronto






Tras varios minutos de promesas de silencio, y de regresar, el moreno al fin le vio marcharse del cuarto, recibiendo tras unos minutos a un chico de cabello negro por debajo de los hombros y ojos tan verdes como esmeraldas

-Te toco un cliente lindo ¿Eh, Anthony?

Tony dibujo una mueca de pesar al escuchar su antiguo nombre, sonriéndole a medias a quien se sentó a su lado

-Sí, Loki... me recordó mucho a alguien que conocí hace años. Fue horrible

-¿Tan mal lo hace?- pregunto el de cabello negro mientras intentaba desviar el tema, robándole una sonrisa a su pareja

-Demasiado brusco, ya quiero que borres la sensación de sus manos de mi piel- ambos chicos sonrieron, dándose un suave beso en los labios antes de recostarse, los ojos de Anthony mostraban rastros de lágrimas que Loki se encargó de secar.




Ambos lo sabían, si bien la vida los había golpeado a ambos, a Tony le resultaba más difícil aceptarlo, quizás por todo lo que perdió, quizás porque Loki nunca tuvo algo que en verdad fuera suyo.

Esa noche en el sencillo apartamento que compartían el antiguo heredero de Stark y su pareja, Loki encontró a Edward dormido junto a su diario abierto, con las palabras corridas por las lágrimas que habían caído sobre el papel


Suspiro suavemente mientras sus propios ojos se enturbiaban levemente a medida que leía


"Estoy seguro que era él, estoy convencido... tenía que ser ese Steve. Yo sé que él me ha olvidado ya. Me pregunto qué pensaría si le hubiera dicho que yo soy el chico que beso en la secundaria tras las gradas del estadio, a quien le hizo olvidar lo que era desear a una mujer...

Estoy seguro que si no lo hubiera conocido probablemente siguiera en esa estúpida mansión, oyendo los gritos de mi padre, estudiando a diario y buscando complacer sus expectativas... no estaría viviendo de hombre en hombre para ganar lo suficiente para evitar que Loki y yo muramos de hambre... quizás aun mereciera un abrazo de mi madre...

No sé cómo maldecirlo, ni tampoco como agradecerle, pues si bien él fue la llave para abrir la puerta a este infierno, gracias a él pude conocer a quien me ha ayudado a sobrellevar toda la basura que viví desde que Howard me hecho de su casa...gracias a el descubrí a ese ese dios de las mentiras que se esfuerza tanto para que no odie esta dura realidad, quien me ayudo a buscar un final feliz para este drama... a quien me recordó que mi vida es un libro que solo yo puedo escribir...

Algunas veces me pregunto que hubiera sido de mi vida sin Loki, y joder, no quiero imaginar en que callejón estuviera viviendo... o con que mujer interesada me hubiera unido mi padre...

Él aun no lo sabe, pero al fin logre vender uno de mis inventos, este es el primer paso para que ambos salgamos de acá. Ambos seremos libres..."



Loki sonrió mientras cerraba el cuaderno, dejándolo sobre la mesa antes de alzar al chico en brazos y llevarlo al lugar donde dormían, dándole un suave beso en los labios antes de envolverlo en sus brazos

-Yo también me lo pregunto, Tony- sonrió cerrando los ojos-¿Que hubiera sido de mi vida sin ti?











En ese mismo momento, en otro lado de la ciudad, Steve esquivo a penas un florero, justo antes ver el rostro furibundo de Bucky acercarse desde la habitación de al lado con la camisa que llevaba puesta horas atrás en la mano.

El brazo tatuado con un patrón metálico se sujetó al cuello de su pijama mientras una sonrisa forzada se dibujaba en sus labios

-No me vengas con mentiras, Rogers, esta maldita camisa esta manchada con labial, ¿Fue la prostituta de Sharon?

Steve solo supo tragar saliva sin atreverse a contestar que efectivamente había sido una prostituta






Como podrán notar el formato de las historias variaran un poco en cada capitulo

Los comentarios siempre son bienvenidos

En verdad espero les gustara, un gran abrazo

Misora H



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