07

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Nada de esto es tu culpa”.

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Horas atrás.

En la penumbra de una habitación desordenada, las sombras juegan sobre las paredes, iluminadas solo por la luz tenue de una lámpara del cuarto. Taehyung, con el rostro marcado por la incertidumbre, sostiene una cámara digital en sus manos, la había sacado de la guantera del auto de Min, su mirada fija en las fotos que acaba de revelar. Cada imagen parece extraer un pedazo de su alma.

La cámara captura fragmentos de su pasado, pero esta vez, las imágenes revelan algo mucho más oscuro de lo que había imaginado. En una foto, ve a una persona muerta en el suelo, llena de sangre a su alrededor con un cuchillo al lado de su cuerpo y centímetros de ella una maleta roja. En otra foto, había un cuerpo cercenado dentro del equipaje, el suelo era una mar de sangre que parecía ser difícil de quitar con solo agua y limpia pisos, se necesitaba más para quitar esas manchas.

Se tapó la boca, ahogando su sorpresa al ver tales fotografía, grotescas y macabras que el hombre portaba.

A medida que avanza, las fotos se vuelven más aterradoras. Una imagen muestra a ambos padres, aparentemente tranquilos, en el jardín de su casa, pero al cambiarla, la escena es más tenebrosa. Era el sótano de su casa y sobre la mesa los cuerpos de ellos de la misma manera en la que los encontró aquel día que llego aquí. Kim lloro en silencio, después de todo, convivio con el asesino de sus padres, le abrió la puerta de su casa sin tener mayor idea. Se sintió un completo idiota, tuvo que haber desconfiado y dejado solo sin darle una mano.

Las manos del joven tiemblan mientras sostiene la cámara, el aliento se le corta.

Esa noche le fue difícil conciliar el sueño por lo que vio, las fotos se convirtieron en sus pesadillas, como si fuera espectador de todos los crímenes de Min que guardo como recuerdo en esa foto. Los peor es que no lograba comprender el motivo de sus actos, no había ni una razón por la cual destrozar de manera a la gente, acabando con sus vidas con muertes horribles.

Tenía miedo de acabar como una de esas personas de las fotos o como sus padres, llegando al punto donde su vida no tenía nada de sentido y se acabó con un hombre que fingió amabilidad, pero por dentro era un demonio con una perfecta fachada. Ahora estaba más que claro que todo lo que le dijo era mentira, no había familia a la cual ir o una madre, hasta podía dar por hecho que el mismo los mato a todos.

Iba a hacer algo, estaba más que seguro por más que le costara a vida hacerlo. Siempre quiso saber quién fue el mal nacido que le arrebato la vida a sus padres y siempre estuvo con el bajo el mismo techo. No queda más opción que ir a la policía, la cámara era una prueba de que Yoongi era un asesino perverso y con un claro desorden mental que ni siquiera el comprendía. Amable, peor por dentro con una maldad que se lo comía vivo.

Apenas logró cerrar los ojos y dormir, ya eran casi las seis, no pudo conciliar el suelo en toda la noche y madrugada por culpa de su mente que trabajaba en pensar como irse sin ser descubierto, entonces solo quedaba una opción.

Se levantó de la cama en un dos por tres, ignorando el sueño que le pesaba. Se vistió rápidamente y tomo al cámara metiéndola al pantalón de jeans que tenía puesto ahora. Sacos u celular, llaves el auto y nada más, con eso estaba listo para acabar con las mentiras del peli-naranja.

Abrió la puerta de su cuarto con cuidado de no hacer ruido. La puerta de la recova donde Min dormía estaba cerrada, esperaba que estuviera a hi dentro y no abajo. Bajo por las escaleras casi que de puntillas para que el crujir de la madera no lo delatara en ni un instante. A ese ritmo, llego hasta la sala principal y luego al recibidor de su casa, donde se colocó sus zapatos con velocidad.

Apenas salió continuo con normalidad sin querer levantar sospechosas de ni un tipo o hacer un ruido que alertara al joven dentro de su hogar. Sacó las llaves abriendo el vehículo.

El coche avanza a toda velocidad, las ruedas dejando una estela de tierra. Taehyung no pensaba detenerse. No puede. Sabe que, si lo hace, si frena, aunque sea un segundo, Min se daría cuenta de que estaba huyendo con uno de los objetos valiosos para él.

El sendero se abre paso ante él.

No se detendrá. No ahora.

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La noche está envuelta en una capa densa de niebla, la cual cubre todo como un manto gris que distorsiona la realidad. El sonido del motor de su auto se apaga con un retumbante susurro al detenerse frente de su casa. Nadie más vivía en aquella zona boscosa, todo está en silencio absoluto, solo interrumpido por el sonido de las gotas de lluvia que caen pesadamente sobre el techo del vehículo.

El joven de cabello castaño respira hondo, sus manos aun sujetando el volante mientras observa la fachada de su hogar. La luz tenue del farol sobre la puerta de entrada parpadea intermitentemente, como si no pudiera decidir si seguir encendida o sucumbir a la oscuridad. Siente una extraña opresión en el pecho, pero no puede identificar si es el cansancio, la ansiedad o algo más... algo que no puede explicar. Algo que no está bien.

Tarda unos segundos en soltar el volante y, finalmente, abre la puerta con un chirrido sordo. La humedad de la noche lo golpea de inmediato. La niebla se eleva en pequeños remolinos, como si quisiera absorberlo en la oscuridad. El aire es frío y pesado, y un escalofrío recorre su espalda. Avanza lentamente hacia la puerta de entrada, sintiendo cada paso, como si el camino hacia su hogar se alargara más de lo que debería.

Cuando llega a la puerta, duda por un momento. Algo en su interior le grita que no debería entrar. Pero se fuerza a mover la mano hacia el pomo de la puerta. Al hacerlo, la madera resuena con un crujido profundo, y el sonido parece tragarse toda la quietud de la noche.

Al girar la perilla, el sonido de un suspiro suave, apenas audible, lo hace detenerse. Un suspiro que no proviene de él. Algo en el aire cambia, y es como si la atmósfera de la casa se volviera más espesa, más densa, como si el aire ya no fuera el mismo que dejó al salir horas antes.

Abre la puerta con cautela y entra. La luz del pasillo se enciende automáticamente. La casa está en completo silencio, el tipo de silencio que llena los oídos, pesado y tenso.

Taehyung da un paso más, pero entonces, en la penumbra del pasillo, Min Yoongi aparece, en la oscuridad de la sala de estar. Un estremecimiento le recorre la columna, y su instinto le grita que está corriendo peligro. El aspecto del hombre no era el mejor, estaba lleno de sangre mientras que en su mano derecha descasaba una copa de vino tinto.

—Te tardaste. —La voz suave, casi un susurro, emana desde la garganta de Min, y Taehyung siente cómo su piel se eriza.

El castaño toma la cámara y se la lanza hacia el piso cayendo a sus pies.

—Toma tu cámara y deja ir a Namjoon y Jin...

Min se comenzó a reír casi burlándose de él mientras le daba otro sorbo a la copa. Kim no entendia porque no quería aceptar, pensaba que solo con eso acabaría con todo lo que estaba pasando.

—¿Crees que es fácil? —Bajo la copa caminando hasta Kim. —¿Piensas que yo te dejare ir asi como si nada solo porque me entregaste lo que es mío? —Lo acorralo contra la puerta ya cerrada. —Nunca dejo testigos, Taehyung. Tengo mi cámara, pero puedo asegurar que fuiste a la policía.

Kim negó.

—Lo iba hacer, pero llame a Jin y respondiste tu... —Habló con la voz temblosa. —No alcance...

—No seas un maldito mentiroso. Uno me intento hacer lo mismo, ¿y te digo que paso? —Yoongi dejo la copa en el mismo mueble donde se golpe la frente. —Lo enterró vivo en el patio de mi casa. —Rio entre dientes.

—Eres un psicópata... —Se hizo pequeño en su posición. Min era imponente, tan así que le daba miedo mirarlo a los ojos solo porque la maldad que había en ellos era abrumadora. —¿Por qué haces esto? ¿Por qué... mataste tu a mis padres? ¿Qué te hicieron? —Kim lo miro con rabia. —¡¿Qué te hicieron, maldito enfermo?! —Lo empujo.

Min lo agarró del cuello y lo puso contra la puerta mirándolo con severidad. Taehyung le agarro los brazos para buscar alejarlo y que lo dejase respirar, pero tenía más fuerza que él. Su contextura no era musculosa ni mucho más, pero la fuerza predominaba en él. Su cuello dolía y el aire comenzaba a ser escaso.

—¿Sabes por qué maté a tus padres? —Le miro con una sonrisa mientras lo ahorcaba. —Por lo mismo que hiciste tu...

Kim frunció el ceño ya mareado.

—Me abrieron las puertas de su casa. —Murmuró en su oído. —Me gusta la hospitalidad de la gente, y lo fácil que es de engañarla. Y bueno, es una linda casa que me gustaría quedarme. Tus padres la querían vender, pero no cualquiera. —Lamio sus labios.

—¿Q-Qué...?

—Lo que me gusta me lo quedó y sino lo arrebato. La gente que me hace difícil el camino, la quito y la desaparezco. ¿Sabes a cuentos no han encontrado? Hago un buen trabajo, los meto en esas maletas roja porque a sangre se camufla cuando me hospedo en algún lugar; cabo agujero o lo lanzó a río y con el peso caen... —Habla con aires de grandeza, como si fuera una gran hazaña.

Le soltó el cuello dejándolo caer al piso, a los pies del peli-naranja.

—¡Mis padres jamás venderían su casa! —Tosió recuperando el aire. —¡No es un motivo para matarlos, imbécil! —Le gritó.

Min se agacho y se apoyó en sus rodillas mirando a Taehyung.

—Me contaron de su hijo, Taehyung. Que nunca iba por su trabajo y que una casa grande para dos ancianos era mucho, asi que la publicaron en una página, asi llegue aquí un día. —Miro el techo tronándose el cuello, estaba tenso. —Fingí lo mismo que hice contigo, venir a ver a mi madre. ¿Te suena?

—Estás loco...

—Me abrieron las puertas de esta casa y le dije que me interesaba comprarla, pero me dijeron que no se la vendían a cualquiera que no conocieran bien, tenía dinero, mucho y lo daba por este lugar. Asi que me quede más días buscando convencer a tu padre, pero era muy testarudo, por eso me costó matarlo. —Contó. —No tengo mucha paciencia asi que solo los quité de mi camino. Pensé que, si iba al remate del banco me la darían, pero justo la adquirió el hijo que nunca veía a sus papis. —Le apretó las mejillas.

—Lo eran todo para mí y los mataste como si fueran... animales. ¡¿Por qué?!

—¡Ya te dije por qué! ¡El que hace le puto fin de semana difícil, me deshago de él como el maldito imbécil de Seo-Joon! —Lo miró fijamente. —Por cierto, deberías agradecerme, sino estarías en las páginas más baratas donde vendería tu video cogiendo con tu exnovio.

Taehyung lo abofeteo con fuerza girando su cara hacia a un lado.

—¡Cállate maldita sea! ¡Eres un jodido enfermo mental! —Le vociferó. —¡Mataste a mis padres sin que hicieran nada! ¡Si le hiciste algo a mis amigos te juro que...!

—¿Me matas? ¿Quieres ser la misma calaña que yo? —El castaño bajó la mirada. —No te quieras hacer el héroe ahora, porque te va salir muy caro, Taehyung. Estoy siendo amable contigo solo porque nos acostamos, pero ya paciencia no me queda.

La casa estaba envuelta en la penumbra de la noche, los vidrios mojados reflejaban las luces titilantes de los faroles del exterior. Las respiraciones de Min resonaban levemente en el aire, marcando el ritmo de su agitación. Él lo miraba confiado, sin saber que alguien iba por detrás de sus espaldas. Era Seokjin con un martillo en la mano.

Taehyung miró de inmediato a Yoongi quien se iba a poner de pie para irse y seguramente ir por algo con lo que deshacerse del castaño, para poder detenerlo le sujeto el rostro con sus manos y el peli-naranja aprecia no gustarle esa reacción. Con el pulso firme, continuo con el beso impidiendo que viera a Jin que ya estaba cerca, hasta que el sonido del martillo ser estrellado en la cabeza de Min lo separó de sus labios. Sabía que, si hacía el menor error, todo se desmoronaría.

—Taehyung levántate, apúrate. —Lo agarro de brazo izquierdo mientras este lloraba por el miedo que sintió al tener cerca al joven, quien estaba inconsciente en el suelo. —¡Taehyung, muévete ya!

El mejor amigo del castaño, abrió la puerta encontrándose con la lluvia caía a cántaros, oscureciendo aún más el bosque desolado mientras los dos corrían hacia los autos, intento con el de Namjoon, pero ante de poder subirse vieron que las ruedas estaban pinchadas.

—¡Tu auto, ahora!

Los corrieron hacia el de Taehyung que tenía las llaves aun puestas, pero cuando lo quiso echar andar no pudo porque se había enterrado por culpa de un charco de barro que se hizo bajo de él.

—¡Taehyung hazlo ya!

—¡No puedo!

Ambos vieron la puerta ser abierta con cuidado.

—Hay que irnos, apúrate. —Se bajaron de su nuevo.

Juntos entraron hacia la zona más boscosa. Sus pasos eran frenéticos, sus respiraciones entrecortadas, cada uno tratando de mantener el ritmo del otro sin perderse entre las sombras. El sonido de las gotas golpeando en la tierra se mezclaba con el eco de sus pasos.

Seokjin miraba atrás, su corazón golpeando con fuerza contra su pecho, aunque no podía permitir que el pánico lo detuviera. Sus manos, heladas por el frío y la presión, se aferraban a la mano de Taehyung que no lo soltó por nada del mundo.

—¡Hay que ir hacia la carretera! —Gritó, girando bruscamente hacia la derecha, adentrándose en un acercándose más al sendero principal. El sonido de los pasos de su mejor amigo, lo seguía de cerca, pero él también sabía que el tiempo se les agotaba. Tenían que escapar como fuera.

La figura de Taehyung, más alto y delgada, se movía con agilidad a pesar del terreno resbaladizo. La luz de luna ayudaba, pero solo alcanzaba a iluminar los caminos difusos. El sonido de un motor rugiendo en la lejanía aumentaba en volumen, y con ello, la tensión en sus cuerpos. Podían sentir la amenaza acercándose, casi como si el aire estuviera cargado de electricidad estática.

—¡Jin, apresúrate! —Taehyung no era dado a los gritos, pero su tono de urgencia era claro. Él giró, sus ojos se encontraron por un breve segundo, y sin palabras, había una zanja la cual lo ayudaría esconderse. Asi que solo se deslizaron por la tierra, de paso Kim se cortó con la punta filosa de una roca en el brazo sacando un grito de dolor.

El sonido del motor ya estaba demasiado cerca. Se quedaron apenas ahí mientras esperaban que el ruido fuera más lejano. Taehyung mientras tanto tomo el teléfono que tenía en su bolsillo mojado por la lluvia y busco el numero de la policía.

—¿Qué haces? —preguntó en voz baja.

—Fui a la policía, y le dije todo y les mostré todo. Estarían aquí en media hora, máximo una, pero no creo sopórtalo más... —Lloró aterrado.

—Mierda... —Jin lloró abrazando sus rodillas. —Lo mató... —Sollozo. —Mató a Nam...

—L-Lo lamento... Lo siento mucho... —Lloriqueo junto a él.

La señal era débil, debían acercarse más a la zona del sendero que era la única salida a la carretera principal. Estaban cerca por suerte, asi que Taehyung trato de pensar cono claridad y se puso de pie tomando la mano de su mejor amigo.

—Estamos cerca, ven, por aquí... —dijo Kim.

Ambos corrieron hacia el sendero, sin mirar atrás, sólo con la idea fija de que, por ahora, el peligro no los había alcanzado. Pero sabían que la huida no había terminado. Los perseguirían hasta el final.

El viento susurra entre los árboles, y las ramas parecen moverse solas. De vez en cuando, un grito lejano rompe la quietud, una carcajada distorsionada, pero saben que el asesino está cerca.

La Seokjin tropieza y cae, sus manos rozan el suelo húmedo, levantando una nube de tierra que se dispersa rápidamente en la penumbra. Taehyung lo ayuda a levantarse, pero sus ojos, en busca de algo que los guíe, se encuentran con la oscuridad interminable. El sonido del auto siendo acelerado les llega desde atrás, implacables.

—¡Corre! — grita Seokjin. El joven mayor mira a su alrededor, pero no hay salida, nada más que árboles que parecen apretarse contra ellos. Sus pasos, ya torpes, aumentan de velocidad, pero el sonido del perseguidor nunca se aleja, siempre presente, cada vez más cerca, más cercano.

El frenar del auto sobre la tierra, mira hacia atrás y Min se había bajado del auto con su hacha ya llena de sangre. Jin se intenta poner de pie, pero fue tarde cuando siente que por la espalda le clavan el filo entre su hombro y cuello. El castaño grito horrorizado cayendo al suelo sin poder hacer con su amigo que estaba desangrándose en la tierra mientras que el peli-naranja apretaba sus manos, tensaba su mandíbula y miraba a Taehyung como la próxima victima de su jornada.

La luna, apenas visible, ilumina momentáneamente el filo del hacha. Avisándole a Kim que Min iba por él para acabar con todos sin dejar rastro de nadie. Su aspecto era más visible gracias a la luz del vehículo que el alumbraba. Seguía repleto de sangre, además de la suya que caía por la cabeza luego del golpe que Jin —ya muerto— le había propinado.

—Ha sido una noche muy larga, ¿no lo crees, Taehyung?

—A-Aléjate de mí... —Retrocedió en el la tierra para alejarse, sin embargo, Yoongi lo agarra del tobillo para arrastrarlo hacia el auto. Lo iba a llevar lejos, donde mejor podía deshacerse de él. —¡Suéltame! ¡Déjame en paz! —Gritó con suplicas.

Kim paso cerca del charco que dejo la sangre de su amigo manchándose la ropa ente fluido, barros y tierra con algo césped que se pegó en sus prendas. Más aun que estaba luchando para soltarse del agarre de Yoongi.

El asesino no desistió, cuando lo tuve cerca, alzo su hacha para cortarle los tobillos para asi imposibilitar su huida. Pero no conto con que Taehyung estaba tan aterrado y enojado, que tomo fuerzas de la poca valentina que le quedaba agarrando una roca que estrello en al frente de Min. NO lo noquea, pero si lo aturde por segundo permitiéndole ponerse de pie y volver a huir, dejando el cadáver de su mejor amigo atrás con un gran dolor y vacío en el alma.

Su aspecto no era el mejor de todos; la camiseta blanca con un gran estampado en el medio, se manchó por culpa de la tierra y el fango cuando cayó intentando huir. Además de la sangre pegada que tenía del cuerpo ajeno de una de las víctimas del hombre que había llegado a su casa. Sus jeans estaban rotos en las rodillas debido a la caída.

Por cosa de minutos, la persecución seso, pues logro alejarse lo suficiente.

Mientras caminaba solo por el bosque que, rodeada el terreno de su vivienda, la oscuridad que se cernía sobre él más densa con cada paso. No era la primera vez que sentía que algo la observaba, pero esa noche, la sensación era más fuerte. Los árboles, altos y rectos que tapan todo destello de luz de luna, se alzaban como sombras que susurraban en un idioma que solo ellos comprendían. De repente, un ruido sordo, como un golpe seco, rompió el aire. El muchacho de tez canela se detuvo, el corazón latiendo con fuerza. Miró a su alrededor, pero no había nada. Solo el eco lejano de su respiración y el crujido de la hojarasca bajo sus pies.

Pero entonces lo vio: una figura al final del camino, casi invisible entre la niebla. Un destello de algo brillante en su mano, era el hacha. Lo ha estado esperando en el silencio, que había escuchado el crujido del árbol cuando él no lo hizo.

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