05
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Solo te tocó ser una víctima en todo esto.
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—¿Qué mierda estás haciendo acá, Seo-Joon?
Park abrió sus ojos sorprendido y rio entre dientes.
—¿Acaso así recibes a las vistas? —Entró enseguida empujando un poco a Kim.
Se quitó los zapatos y miró la entrada de la casa. Quedando sorprendido por el nuevo de hogar de su exnovio. Sabía que era la casa de los padres de este, nunca entró y el motivo de que no le abrieron la puerta fue porque al señor Kim nunca le agradeció Seo-Joon. Por ahora estaba muerto, así que podía darse el lujo de conocer dónde se escondía el cobarde del hijo.
—Vi en las noticias los de tus padres e intenté llamarte, pero cambiaste de número. —Explicó, entrando más a la casa, quedando parado en medio de la sala. Silbó al ver lo grande que era la sala. —No te pude llamar para darte el pésame.
-—No necesito tu lástima, así que vete, ahora. —Ordenó dirigiéndose hacia Seo-Joon, quedando frente a frente de él.
—Vine desde muy lejos para ti. —Park le sujetó el rostro con sus manos. —Te he extrañado mucho, me has hecho falta y no sabes cuánta.
Lo iba a besar, pero Kim lo empujo con fuerza haciendo que tropezara, generando que su ex pareja cayera sentado en el sillón en forma de "L" que había colocado en la sala de estar de la casa.
—¡Lárgate! —Le gritó. —¡No te quiero ver! ¡Solo vete de aquí y déjame en paz de una vez! —Se desesperó.
—No es necesario que te pongas de esta forma. —Se acomodó mejor en el sofá, mostrando relajado como si ver a Taehyung mal no fuera la gran cosa. —Hablemos las cosas, nos faltó mucho que conversar, quizás hasta... no sé, podemos darnos una segunda oportunidad. —Le dijo sin vergüenza alguna.
-—¿Qué carajos dices? —preguntó sin entenderle. —Me arruinaste todo, mi trabajo, mi vida...
—No exageres. —Río un poco.
—¡Seo-Joon, me vetaron de cinco hospitales por ti! —Atacó. —Todo por tu culpa...
El joven chasqueó la lengua, poniéndose de pie, quedando parado nuevamente frente al castaño que lo miraba con la ira en sus ojos. El exnovio ni siquiera sintió pena o vergüenza por haber llegado como si nada, sin avisar, sin pedir permiso para entrar y, además, con aires de grandeza, actuando como si nada hubiera pasado. Siempre fue así, dejaba a Kim como exagerado y él, como el pobre muchacho que soportaba una relación sin futuro.
Mentiras, siempre fue mentira.
Era todo al revés, siempre fue Taehyung el que buscaba remar y darle un sentido a lo que tenía, porque Seo-Joon creía que acostarse con el y decirle “te amo” una vez al mes, era normal. Para Kim no lo era, se sentía como si fuera el amigo con derecho con el que se acostaba cuando se acordaba o que miraba como banco cada qué salida con sus amigos a bares y aparecía a los dos días.
Taehyung estaba agotado.
El hombre lo miró a la cara.
—¿Quién se lo buscó primero?
Kim arrugó la frente.
—¿Estás diciendo que es mi culpa que hayas publicado eso en el foro? —preguntó ofendido. —Eres un grandísimo hijo de perra. —Escupió. Le dio un empujón más fuerte. -¿Te vas a ir de mi casa? O llamo a la policía por invadir propiedad privada y acoso.
El chico sacó su teléfono y comenzó a marcar a la policía. La ex pareja le miró la mano con una ceja alzada, como si tuviera a un niño pequeño incapaz de tomar tales decisiones. Siempre lo supo, Kim no tenía las suficientes agallas para hacérselo o las soluciones a sus problemas llegaban tarde. En ocasiones, dejaba que las cosas se acumularan, es decir, que los problemas crecieran lentamente porque nunca se daba cuenta del daño que podía llegar a generar, hasta alcanzar ese punto en que reaccionaba demasiado tarde.
—Aún tengo el video. —Habló de pronto Park, buscando amenazar y, sobre todo, manipular al chico. —Ese video tuyo donde sales gimiendo como perra mientras te cogía en mi cama. ¿Acaso quieres que lo suba al foro de tu hospital o se lo mande a tu familia? —Frunció los labios. —No sería lindo que el hijo de los Kim haga esas cosas luego de que hayan encontrado a sus padres descuartizados.
—¡Cállate! —Le gritó. —¡Cierra la maldita boca!
Seo-Joon lo agarró con fuerza del rostro. Kim luchó para que lo soltera, sin embargo, Jeon tenía fuerza en los brazos.
—Escucha bien, tú intentas llamar. Te juro que voy a subir el video de nuevo y será mil veces peor.
Kim sollozó, y los recuerdos lo volvieron a atormentar.
Fue una noche, que celebraba su primer año de relación con Seo-Joon. Fue a su apartamento a pasar la noche en una cena que le había ofrecido con vino tinto, comida y ambiente romántico, haciendo creer a Taehyung que existía algo, por lo cual seguía juntos. En el transcurso de la noche, y ambos acabaron teniendo sexo en la cama de Park; juntos abrazados mientras Kim jadeaba y se dejaba llevar por ese placer que lo invadía.
Con lo que no contaba, es que Jungkook lo estaba grabando con la cámara de la computadora que se hallaba sobre la cómoda de la ropa. Todo lo hizo porque era un bipolar con todas sus letras; celaba a Taehyung, pero luego buscaba la forma de humillarlo. No tenía sentido.
No amaba a Taehyung, pero lo celó como si fuera su novio y nadie podía mirarlo, ni tocarlo.
Una pelea desató que ese video acabara en el foro del hospital donde Kim trabajó por mucho tiempo. Las enfermeras lo miraban con asco, los enfermeros se burlaban diciendo que debía ser bueno en la cama como para gemir de esa manera. Algunos médicos se quisieron aprovechar, la recepcionista lo miraba con desprecio y lo peor, es que el director le gritó echándole la culpa de que él había desprestigiado la imagen, del hospital, un lugar familiar donde se atendían niños, mujeres y hombres de familia.
Un chico lleno de dolor, una víctima en todo esto.
Taehyung se alejó de Jungkook y bajó el celular. Siempre lograba romperlo y manipularlo.
-—No era difícil, ¿cierto?
El chico iba a hablar para correrlo de nuevo, pero la puerta había sido abierta.
Taehyung miró hacia atrás encontrándose con Yoongi quien acaba de llegar de donde fuera que andaba. Con él cargaba una caja de cigarros sin abrir y dos botellas de soju en la mano. Park lo quedó mirando con curiosidad y, claro, desprecio.
—¿Y este? —preguntó seco.
—Yo...
Min dejó las botellas en la mesa de centro y lanzó la cajetilla junto a estas.
—Yoongi. ¿Tú eres...?
—El novio de Taehyung. —Mintió con descaro.
Taehyung lo apartó de él con su brazo.
—No mientas, no eres nada mío. Lárgate de una vez, no haré nada, pero... no subas el video.
El ex del castaño carcajeó al verlo molesto. Min tensó la mandíbula.
«¿Video?»
Min miró a Taehyung que tenía el celular en su mano apretado con fuerza en esta y Jeon burlándose de él por haber sacado su ruda personalidad para hacerse respetar. Lo que a Yoongi le respetaba, es que, quería ese video de la cámara del auto sin importarle qué.
-Creo que entiendo lo que pasa aquí. Te acostaste con este tipo de aquí. -Apuntó a Min ignorando la pregunta de Yoongi. -No me sorprendería viniendo de ti, te hice una buena fama, ¿no?
Kim refunfuñó. Fue ahí cuando el huésped del castaño intervino.
—Creo que te equivocas. —Yoongi caminó hasta él. —Solo me dio alojo por unos días, mientras intentó ir con mi madre. —Explicó. —Lo que me parece a mí es que no eres muy bien bienvenido acá.
Jungkook se acercó a Yoongi enfrentándolo mirándolo a la cara. Su actitud de hombre correcto le molestaba, vestido de jeans claros y camisa blanca bien limpia, oliendo a detergente y suavizante de ropa con un poco de un perfume varonil. Más su mirada serena y semblante neutro.
—Porque mejor no te vas de aquí y me dejas ponerme al día con Tae.
—Creo que no será posible. Me parece que te quiere aprovechar de la situación, pero no quiero pelear. —Habló con calma, abriendo la botella de soju frente a él. —Solo cálmate y medita, fue un viaje largo como para ponerte a discutir con él. —Mira a Taehyung.
¿Qué estaba haciendo?
Seo-Joon sonrió ladino y tomó la botella con la mano.
—Creo que eres agradable, más de lo que aparentas.
—No me conoces.
Kim eso estaba de acuerdo con Yoongi.
No lo conocía del todo, pero estaba ahí, con un extraño, psicópata y, por otro lado, con un bipolar, atrapado entre la espada y la pared.
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“Los parásitos se ocultan tras una sonrisa, pero su verdadera intención es drenar hasta tu último suspiro.”
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Taehyung estaba en su cuarto, encerrado, entretanto que Yoongi y Seo-Joon estaban abajo. Se sentía invadido, de manos atadas. Por nada del mundo quería llamar a Seokjin y preocuparlo, estaba Min que era un potencial asesino, y Park que lo odiaba por haberse metido en la relación, para ayudar a Kim a salir de ese ambiente en el que vivía por culpa de Jungkook.
El castaño se sentó en la cama mirando hacia la ventana, estaba ya de noche y la luz de la luna iluminaba todo a su alrededor en el bosque.
Yoongi estaba buscando distraer a Seo-Joon o algo así, porque ha estado con él conversando todo el tiempo desde que se toparon en la entrada. No sabía cuál de los dos estaba más loco o quizás el mismo Taehyung lo estaba por haberle abierto la puerta a ellos. Como fuera, ya estaba en un agujero cada vez más profundo del que no sabía cómo salir.
El chico caminó hasta la ventana, corriendo la cortina, viendo el auto de Yoongi afuera estacionado y el suyo. Seo-Joon llegó en autobús, así que vino a pie hasta su casa caminando por el sendero hasta allí. Se apoyó en el cristal mirando el vehículo, entonces recordó la grabación de la cámara de seguridad de su auto. Si llamaba a la policía para culpar a Yoongi, podía de paso decirle que Jungkook lo venía acosando y amenazando por mucho tiempo.
Iba a ir por el teléfono, pero se detuvo en seco. Era peligroso, uno lo podía matar y el otro humillar mucho peor. Kim se sentó en la cama, debía pensar qué hacía, antes de que fuera tarde.
Entonces a su mente vino el auto de Yoongi, quizás dentro había algo más, pero ¿cómo salir? Estaba abajo, debía ir por el ventanal de la sala que daba hacia la parte trasera de la casa y luego escabullirse hasta el auto. Se levantó y sin más lo hizo.
Salió de su cuarto sin apagar la luz, poniéndole llave para que pensaran que seguía encerrado allí arriba. Miro hacia abajo y hoy las voces de los dos en la cocina, así que aprovecho y bajo las escaleras sin prisa, piso una por una sin hacer ni una clase de ruido que alertara. Una vez llegó al primer piso, se asomó para comprobar que estuvieran allí.
Efectivamente, todavía estaban los dos ahí. Taehyung se apresuró abriendo la ventana que, por fortuna, no generaba tanto ruido, después lo cerró con delicadeza. Corrió rápido hasta la hierba y los árboles cercaron a la casa para esconderse por si uno lo veía por la ventana. Su corazón estaba, mil por segundo, la respiración errática, y sus manos temblaban.
Se asomó viendo el vehículo. Taehyung se arrimó agachándose y jaló de la manilla, pero estaba cerrado.
—Mierda... —Murmuró. Se sentó en el suelo pensando cómo meterse dentro.
Miró la ranura de la llave y esta no sabía abrirlas. Miró las ventanas y la de atrás estaba un poco más debajo de lo normal. Se levantó pensando que probablemente su brazo, al ser delgado, podía meterlo y quitar el seguro. Se estiró lo más que pudo para buscar alcanzar el seguro de la puerta, lo intentó y lo intentó, pero no alcanzaba y su brazo ya comenzaba a doler.
Estaba apoyado en la llanta con el pie elevándose un poco, así poder meter lo que le falta de brazo. Cuando sintió el seguro con sus dedos, iba a gritar victoria hasta que escuchó cómo se abría. Kim se bajó enseguida y abrió la puerta con cuidado, mirando la casa de tanto en tanto, sintiendo que en el momento menos pensado Yoongi saldría.
Al estar dentro, cerró la puerta y esperó que las luces se apagaban, ayudándole a camuflarse con la oscuridad.
El olor lo invadió, cada vez era menos perceptible, como si lo estuviera llevando a lavar. Buscó entre el asiento, pero no encontró nada. En las puertas, tampoco, sí que solo quedaba revisar la guantera. Se pasó al asiento de adelante y se sentó en el lado del copiloto, abriendo la guantera de la cual cayeron muchos papales blancos al suelo. Desesperado, los comenzó a recoger hasta que vio unos recibos de tiendas.
Eran en total cinco, eran recibos de solo un artículo; una maleta grande y roja. Kim la leyó y eran los mismos, las cinco. Entendió que no era la primera vez que la compraba. Dejó los recibos de lado, para mirar si alguien abrió la puerta, pero todavía nada. Seguía buscando y entre eso, papeles, vio los documentos del auto.
—No es suyo... —Murmuró al leer que el dueño era otro. Bajo las manos con los papales, dejándolos caer al piso del vehículo.
El auto era robado.
Sacó unas fotos y era de unas casas. Familiares o de vacaciones, todas grandes, que se veían costosas y detrás ponía el nombre de las personas que vivían. Como si él siguiera o los buscara para ir allí. Entre las fotos encontró la casa de sus padres, a Taehyung se le detuvo el corazón.
Era su casa, la de sus progenitores. Detrás ponía el nombre de su padre y de su madre, pero no el de él. Sacó todo lo demás y vio que había una cámara digital. Kim se tapó la boca al encontrar el aparato, eso debía tener fotos de todo.
Taehyung buscó cómo encenderla. Antes de hacerlo, dio un vistazo y la puerta de la entrada estaba abierta.
Kim metió todo en la guantera rápidamente, menos la cámara hasta que no quedó nada. Intento bajarse del auto, pero los nervios le ganaron, así que se agachó como pudo esperar a que Min no entrase al auto. Gracias a que la ventana estaba abajo, logró oír la conversación.
—Iré por unas cervezas —dijo Seo-Joon.
—Claro, te espero aquí. Solo vete mañana por la mañana, y al aparecer a Taehyung su presencia lo pone mal.
—¿Tú crees que me importa? —preguntó.
—Es tu ex... ten algo de decencia.
—Me importa un demonio. —Refunfuño. —Si quiero quedarme aquí hasta el fin de semana, tengo lo que me hace falta para hacerlo ceder. Además, no sé qué te preocupas por él, apenas lo conoces, eres un completo intruso que está viviendo en su casa.
—Sí, pero al menos lo respeto...
Seo-Joon rió.
—Como sea, vuelvo en una media hora. Taehyung vive lejos de todo.
Los pasos de Yoongi se oyeron hasta el auto. Taehyung abrió la puerta del copiloto y se bajó velozmente. Lo que al peli-naranja le llamó enseguida la atención, echándose a correr hasta el auto. Taehyung alcanzó a correr lejos del vehículo hasta la parte trasera de la casa, abriendo el ventanal y cerrándolo de golpe.
Se asomó y el hombre venía a pasos rápidos.
Kim subió las escaleras, tropezándose en el último escalón cuando justo Yoongi había vuelto a entrar a la casa. Sacó la llave de su cuarto, los pasos se oían inminentes y entró cerrando con cuidado para no hacer más ruido. Apagó al la luz de la alcoba y se dejó caer en al cama y entonces Yoongi tocó.
—¿Taehyung?
El corazón le golpeaba el pecho con fuerza.
—¿Sigues dormido?
Iba a hablar, pero estaba muy agitado. Cuando separó sus labios para contestar, la puerta fue tocada con más fuerza.
—¿Me oyes?
El chico se aclaró la garganta, desarmó más la cama, escondiendo de paso la cámara debajo de la almohada. Se quitó las calcetas, pues salió, descalzó al patio y las ensució. La pateó debajo del catre, se despeinó un poco, tardándose en el proceso. Cuando oyó los pasos lejos, fue cuando abrió al puerta.
Restregó su ojo derecho, fingiendo tener sueño.
—¿Me hablabas? —Dio un bostezo falso. —¿Pasó algo?
Min frunció el ceño mirándolo con frialdad.
—Nada. —Le respondió.
—Ah... yo... oía la puerta... ¿Seo-Joon se fue?
Yoongi lo miró fijamente, analizando su expresión. Miraba para todos lados y jugueteaba con al tela del short.
—Sí, pero a comprar. —Le respondió sin más. -No te preocupes, no creo que vuelva.
La sonrisa le provoco escalofríos a Taehyung.
—¿Por qué?
—Luego me lo vas a agradecer.
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Seo-Joon caminó por el sendero de regreso a la casa de Taehyung, mientras iluminaba sus pasos la linterna del teléfono.
Estaba demasiado oscuro, que apenas se podía ver el alrededor. Solo lo acompañaba la leve brisa y los grillos de fondo. Si lo pensaba bien, parecía ser el escenario perfecto de una película de terror ambientada en un bosque. La típica donde el asesino lo atacaba por la espalda. Era perfecto: oscuridad, hierba alta, árboles por todos lados y mucha tierra con la cual esconder un cadáver metros abajo.
Apartó aquellas ideas infantiles de su cabeza entre risas y continuó su recorrido. Llevaba debajo de sus brazos dos botellas de cerveza de un litro cada una. De mero instinto, miró hacia atrás, girando su cabeza, dando un vistazo por encima del hombro, pero no había nada. Siguió unos cinco pasos más hasta que, oyó el ruido del césped siendo pisado.
Miró por segunda vez y vio la silueta de lo que parecía ser un auto. Park agudizó la mirada, intentando captar bien la imagen de que se trataba, incluso que las luces se encendieron de golpe, encandilándolo. El chico farfulló molesto y gracia a la luz vio a la persona detrás del volante.
Se trataba de Min Yoongi, el forastero que se estaba quedando con Taehyung. Este tenía un cigarrillo entre los dedos de su mano derecha que se hallaba posada sobre la puerta con el vidrio abajo.
Park no supo qué quería y no le dio mayor importancia, por ende, continuó camino sin tomarlo en cuenta. Grave error, porque Yoongi poco a poco pisaba el acelerador, deteniéndose de vez en cuando con tal de alcanzar la misma velocidad de los pasos de Seo-Joon. El sujeto dejó caer las cervezas echándose a correr al percatarse de que Min lo estaba siguiendo en el auto a una velocidad más o menos considerable.
—¡¿Qué carajos te pasa, imbécil?! —Vociferó.
Seo-Joon comenzó a correr al darse cuenta de que la mirada del tipo era realmente aterradora; fría y sin alma. Oyó al auto detenerse y se giró viendo que lo tenía varios metros de lejos, pero no fue suficiente, ya que Yoongi pisó el acelerador hasta el ex de Kim y lo lanzó metros lejos por la tierra abollado el auto.
Min se bajó y cerró la puerta con rudeza. Se acercó al cuerpo adolorido de Park, quien apenas podía moverse, puesto que el impacto fue de lleno a la zona lumbar del cuerpo, dejándolo casi que inmóvil. Intentó levantarse, pero su cabeza dolía, su brazo sangraba por los cortes de las pequeñas piedras del camino.
Miró a Min hacia arriba y este apagó un cigarrillo sobre su pecho, contra la tela de la camisa blanca del exnovio de Kim. El hombre que estaba tumbado en el suelo mostró una expresión cargada de horror cuando vio cómo el de tez pálida asomaba un hacha. Se apoyó en ella y se hincó hacia Seo-Joon.
Suspiró mirando a Park como un animal atropellado.
—Pobre tipo imbécil... —Le dijo. —No quería hacer esto, pero... Quiero ver el vídeo.
Seo-Joon con las pocas fuerzas rio un poco; sin embargo, a Min no le dio nada de gracia. Le circundó con la mano el cuello, haciendo fuerza.
—¿Qué te causa risa?
—¿V-Video? —preguntó. —¿Tenías que atropellarme para pedirlo?
—Tengo mis métodos, así que, muéstrame ese video si no quieres que usé otro. —Colocó el mango del hacha sobre el pecho de Park.
Seo-Joon a pesar del dolor, buscó su teléfono y se lo pasó. Entendió que su vida dependía de ello. Apenas Yoongi lo tuvo en sus manos, le agarró el dedo pulgar al tipo para colocarlo en la pantalla, ya que este tenía bloqueo con huella dactilar. Al dejarse ver la pantalla de inicio, se dirigió a buscar en la galería encontrando otro vídeo.
No el que él creía que era. Este solo aparecía el chico que le dio alojo, desnudo, dando la espalda, mientras estaba teniendo sexo con Seo-Joon. No esperaba para nada, entonces comprendió lo malo que el tipo él hizo al chico, y por qué la relación había sido tan mala. Siendo así que, lo que le contó esa noche que cenaron le hizo más sentido.
—Mierda... —Murmuró. —Mierda... Mierda... —Se tomó el cabello. —¡Creí que era otro video! ¡Pensé que...! —Río sin poder creerlo. —Pensé que te mandó el video mío donde lo... escondo.
Seo-Joon lo quedó mirando espantado más cuando Min se comenzó a reír a carcajada.
—I-Imbécil... —Tosió sangre.
Min de la nada se dejó de reír.
—Lo lamento, pero... —Se rascó la nuca. —No dejo testigo, al último lo lancé al río y me quedé con su auto. Apuntó la Hyundai Tucson en el que andaba. —Tú eres un testigo y te atropellé, nada me garantiza que no vas a abrir la boca.
Park trató de huir, pero Yoongi lo agarró del cabello y lo colocó contra la tierra. Tomo el hacha colocándose en posición.
—Eres un jodido psicópata... —Masculló. —Él se dará cuenta de lo que eres...
—¿Y acaso te importa? —Le preguntó con un tono socarrón. —Le jodiste la vida subiendo un video porno de él. —El tipo se sorprendió. —Sí, ya lo sabía, oigo lo necesario en el momento preciso. —Presumió. —Además, si te mató, le hago un enorme favor que me va a agradecer. —Habló alzando el hacha. —Seré rápido. —Lo empujó, dejando a Seo-Joon a su completa disposición. —Primero, la cabeza... —Murmuró agitado. —Después voy parte por parte para que quepas en la maleta.
Seo-Joon trató de apartar el hacha que estaba cerca de él, pero el de tez pálida parecía tener más fuerza, más cuando él estaba en el suelo adolorido y probablemente parapléjico.
—Iba a ser un fin de semana tranquilo, me lo echaste a perder, maldito, idiota.
El hacha fue alzada hasta arriba y luego se estrelló en seco en el cuello de Park. Levantó el arma una vez más, viendo cómo ya estaba separada del cuerpo. La adrenalina no tardó en llegar a recorrer sus venas, hasta el punto que quemaba y se irrigaba en sus manos, donde el hacha todavía se encontraba entre ellas. La levantó por segunda vez estrellándola en el pecho de Park, dándole una tras otra vez, provocando que la sangre le salpicara en toda la cara.
Cuando ya el cansancio llegó, solo dejó caer el hacha al césped. Gracias a la luz del auto que seguía encendida, miró sus manos llenas de sangre. Esa era la peor parte de todo, odiaba ensuciarse con sangre, no sabía si la gente tenía infecciones, bacterias, enfermedad y sepa Dios cuáles. Siendo lo más asqueroso del proceso, por otro lado, el quitarse la sangre de la ropa que no era fácil, mínimo la botaba o, en caso extremos, la quemaba.
Estaba molesto, solo quería pasar un fin de semana en paz en esa casa. No era mucho pedir, ¿o sí?
—¡Mierda! ¡Carajo! —gritó pateando el cuerpo ya sin vida. —¡Hijo de perra! —Se hizo el cabello hacia atrás tomando algo de aire.
El peli-naranja comenzó a idear el plan para no dejar huella, otra vez.
Recogió el hacha llevándola al maletero del auto, donde solo la lanzó y la lanzó dentro del auto. Posterior a ello, se regresó por el cuerpo sin cabeza, cabeza del exnovio del castaño, arrastrándolo hasta el maletero.
Metió la cabeza en una bolsa de basura negra, lanzándola donde mismo tenía el cuerpo. Se apoyó tomando aire, haciendo unos ejercicios respiratorios que lo ayudaban a "centrarse" mejor. Sacó el celular del bolsillo trasero del pantalón ingresando a una página de ventas de segunda mano buscando alguna maleta.
Una maleta roja.
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