04
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¿Conoces la metáfora de la rana?
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La mañana abrió como todas; sol radiante y el calor comenzando a subir al paso de la mañana.
Taehyung abrió sus ojos con dificultad, pues su cabeza dolía tras haber bebido con su huésped varias copas de vino, y por supuesto, no solo era la cabeza lo que le dolía, sino el cuerpo.
Pequeños flashbacks de la noche llegaron de golpe a su cabeza, en donde él y Min compartían la cama de una manera más lujuriosa; las manos del hombre recorriendo su cuerpo mientras era embestido con el colchón, jadeante y el muchacho besando su espada, dejando leves mordidas en su tez. Hace tiempo que Kim no sentía ese placer, quizás fue la soledad o su estado de ebriedad el que lo hizo entregarse a aquel hombre bien vestido, amable y con un aura serena que solo le daba tranquilidad cada que lo miraba.
Tenía algo en sus ojos, cierta profundidad y oscuridad que le daba cierto misterio a su andar.
Se dio vuelta sobre el colchón y no encontró a Yoongi allí. Estaba la cama desordenada; sin embargo, alcanzó a oír ruidos provenientes del baño, asumiendo que estaba dando una ducha. El chico se levantó para bajar a la cocina para un vaso de agua. Antes de ir abajo, sacó una pastilla para amortiguar el dolor de cabeza y salió de su cuarto dándole privacidad al hombre que se bañaba.
Al bajar las escaleras, se dirigió a la cocina y sacó un vaso con agua. Tragó el medicamento en compañía con el líquido frío que bajó por su garganta hasta su estómago. El chico dejó el vaso en el fregadero y se quedó mirando por la ventana el vehículo de Min. Estaba con barro salpicado, las ruedas sucias y el guardafangos completamente sucio. Ya no tenía ese aspecto de auto nuevo, limpio que vio cuando conoció a Min por primera vez.
Algo en ese carro era latente, que lo llenaba de curiosidad, partiendo la repentina suciedad, la sangre debajo de este y el olor extraño que le hacía eco, llenándolo de intriga. Taehyung chasqueó la lengua, no sabía por qué le daba vueltas a un asunto que no le competía, y todo podía tener una explicación lógica. No quiso crearse más dudas y solo pasó por alto todo, dándole igual lo que pasó esa madrugada en que Min salió, cuando regresó de la nada.
Se dio la media vuelta para regresar a su cuarto y ahora el darse un baño para comenzar su día de rutina. Subió las escaleras, encontrándose con Yoongi en el pasillo, y yendo hacia la otra habitación, a la que le había prestado.
Yoongi solo le sonrió.
—Buenos días.
Kim se sonrojó. Estaba vestido con su ropa y el cabello húmedo. Admitía que se veía bastante atractivo de esa forma.
—Buenos días, ¿dormiste bien? —preguntó.
El chico no sabía cómo romper el hielo luego de pasar la noche juntos.
—Bastante bien. —Respondió.
Kim lo vio darse la media vuelta hacia el cuarto y en eso, su vista recae sobre el brazo izquierdo.
No había nada. Ni una herida, ni sangre, ni cicatriz, ni marca. Nada que le dijera a Taehyung que Yoongi estaba herido con la supuesta herramienta del maletero de su auto.
—E-Espera... —Detuvo al hombre. Min regresó a mirarlo. —Tu brazo... Está sano, no está herido... —Estaba bastante confundido.
—¿Mi brazo? —Lo levantó y lo miró. —No tengo nada. —Río entre dientes.
—Pero... Tú ayer llegaste con una venda, lo recuerdo.
—No... —Negó. —Yo creo que estás confundido. —Le dijo riendo un poco sin entenderlo. —De todos modos, bebimos mucho anoche, quizás te confundiste.
El castaño bajo la mirada. En cierto punto tenía razón, pero, lo recordaba, juraba que sí.
—Sí, tal vez... —Murmuró. —Lamento molestarte.
—Todo bien.
Min entró al cuarto, cerrando la puerta con seguro, dejando a Kim en un mar de dudas sin responder. Justo cuando quería no entrometerse, ve ese gran y significativo detalle.
El castaño hizo un mohín con sus labios, mirando la puerta de su propia habitación por unos instantes, perdido en sus pensamientos. ¿Realmente le vio la venda o el alcohol hizo su correcto efecto? Taehyung estaba mareado, confundido también, así que solo volvió a su cuarto a comprobar lo que juraba que era cierto.
Desarmo su cama buscando algún vendaje pensando que quizás se le salió, pero debía buscar en el único lugar probable, el baño.
Abrió la puerta y esta estaba completamente limpia, seca, como nadie lo hubiera ocupado, dejando en evidencia lo pulcro y detallista que el hombre que estaba en su casa. Sin embargo, no era lo más importante, solo se dedicó a buscar por todos lados. El más ínfimo detalle saltará a su vista.
Dio vuelta el canasto de la ropa sucia, ya como último lugar, y fue ahí donde encontró la camisa que anoche usó Min. Se le quedó allí en el baño tras haberse duchado, solo fue eso, nada más no nada menos, acompañado de algunas toallas.
Kim la tomó y le revisó el bolsillo pequeño del pecho, no obstante, era demasiado corto como para guardar algo allí. Lo que sí pudo percibir fue de nuevo ese olor, el mismo que el auto desprendía anoche. Ya no olía al aroma del perfume de Yoongi. Predominaba el mismo olor a turba de la chaqueta que colgó en la entrada la primera noche, y a ese olor como a descomposición. Él dejó de lado la prenda.
Sacudió su cabeza, estaba dejándose llevar por sus ideas paranoicas, otra vez y la psicóloga le dijo que debía manejarla o lo llevarían a un estado de persecución constante. No tenía por qué, si estaba bien en su hogar y en su soledad.
Solo lanzó la camisa dentro del canasto y lo volvió acomodar en su sitio, pero en ese movimiento, la había encontrado. El parche estaba allí, detrás. Taehyung lo tomó dándole vuelta hacia el lado donde iba contra la herida y este no mostraba rastro alguno de sangre o alguna secreción que le diera indicios de haber sido puesto en una herida.
Estaba completamente limpio.
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Taehyung había salido por el día a hacer algunas compras para el día viernes, ya que Seokjin junto a Namjoon llegaría para pasar el fin de semana con él.
La -ahora- pareja eran prácticamente sus únicos mejores amigos que estuvieron para apoyarlo en todo el proceso de luto de sus padres, las sesiones de terapias con la psicóloga sumado a la remodelación del interior de la casa de sus padres tras su muerto.
Solo que, para ese entonces, existía un gran detalle, Min Yoongi. No quería echarlo, pues no sería educado de su parte. De cierto modo, no le molestaba su presencia, no obstante, tras encontrar aquel parche de supuesta herida quedó perturbado.
Cuando salió de su casa para ir a comprar, lo vio dentro del auto sentado sin hacer nada mientras estaba con sus ojos cerrados y con el asiento del conductor reclinado. Quizás solo quería más silencio del que la propia naturaleza le podría llegar a brindar. Iba a avisarle que saldría, pero se arrepintió. No lo molestó, menos le ha seguido preguntando por el parche, pero era un detalle que no olvidaría.
Iba conduciendo de camino al supermercado de Daegok-ri. Estaba haciendo un clima agradable. La ventana iba abajo dejando que la brisa veraniega refrescará su rostro entre que revoloteaba sus cabellos.
Una vez llegó, se estacionó frente a una camioneta bastante grande. Frenó entonces, y poco antes de poner sus pies fuera de su auto y apagar el motor, en la radio local, un locutor invitaba a las personas a salir a recorrer sus cercanías porque los paisajes estaban hermosos ese día. Taehyung dudó de ello, pues el día que se topó con Min en la carretera, la lluvia cayó a cantaros y el hombre le dijo que algunos caminos para salir estaban bloqueados.
Sin darle mayor vuelta, apagó el motor y se bajó colocando la alarma del auto.
Entró con el carro al supermercado oyendo como las puertas automáticas se cerraban detrás de él. No andaban tantas personas, se veían más durante el fin de semana cuando la mayoría salía a dar una vuelta por la localidad de Daegok-ri. Sin más vueltas Kim fue por lo que necesitaba; carne, verduras, salsa, arroz, entre otras cosas. Jin le había enviado la lista para cocinar, él se había ofrecido preparar las cosas.
Detalles como esos Taehyung siempre valoraba de Jin, quien llegó en un momento en su vida que necesitaba una soga para salir del pozo en el que se encontraba por culpa de su desastrosa relación con Park Seo-Joon. Por otro lado, la noticia de que él y Namjoon estaban juntos ahora, lo ponía feliz por Seokjin, pues lo veía venir, los dos congeniaban bastante bien, eran diferentes, pero se necesitaba cierta calma y cierta emoción en la relación.
A raíz de ello, pensó en Park, no porque lo extrañaba, solo por lo cruel que era con él. En ocasiones lo solía humillar, mirar en menos y los únicos actos románticos de él era tener sexo, que ni siquiera era placentero, solo porque debía hacerlo. En esas situaciones generaba en Kim el sentimiento de que no daba para más que eso. Después vino la tormenta donde Taehyung perdió; pareja y trabajo.
No valía volver a recordar su relación con él. Asi que solo terminó en enfocarse en las compras e irse de regreso a su casa.
Kim llegó a pagar todo lo del carro de compras, saliendo con recibo bastante largo. Metió las bolsas en el maletero, cerrarlo cuando dejo todo dentro, corrió el carro hacia un lado y se montó dentro de su carro.
Cuando fue a cerrar la puerta del conductor, ve cómo la misma camioneta grande que estaba delante de él se estaba haciendo hacia atrás. Taehyung no alcanzó a encender el auto para correrse, de esta manera que solo le tocó el claxon, pero fue tarde cuando oyó el golpe cómo le abollaba el parachoques. El chico bajó el vidrio enojadamente.
—¡Oye! ¡Ten más cuidado, imbécil! —gritó el castaño por la ventana. El otro auto aceleró llegando a quemar el forro de las llantas. Kim no alcanzó a increparlo mucho más, ya que el tipo salió del estacionamiento como si nada. —Qué idiota... —Murmuró subiendo la ventana, molesto.
Al parecer ese no era su día.
Enfurecido se bajó para ver el daño que le dejaron en su auto, notando que tenía una abolladura bastante grande en el costado derecho de la placa. Kim odiaba cuando la gente no era prudente o se estacionaba demasiado cerca con autos exageradamente grandes, ya que solía pasar este tipo de cosas que prefería prevenir, eligiendo los lugares en donde no se podía estacionar vehículo de frente, solo que este día estaban ocupados.
La solución más rápida era tomar una foto para eventualmente constatar el daño a la aseguradora que contrato.
Entre murmullos de molestia e improperios que tiraba al aire, regreso a su carro emprendiendo viaje de retorno a casa por la carretera que era más rápido. Por fortuna no había mucho vehículo.
Giró por el camino de tierra y a unos metros se detuvo por un momento al oír que su teléfono timbraba. Miró por el rabillo del ojo la pantalla del celular, se trataba un mensaje de la secretaria de la aseguradora. Esta le solicita el número de placa que el hizo el daño para ver si se podía contactar con el dueño. Taehyung se detuvo para hacer lo que le pedía la mujer.
Observó la cámara del espejo y sacó la memoria, colocándola en un adaptador que permitía reproducir las grabaciones guardadas en su celular. Buscó el registro de hoy y le sacó una foto a la pantalla, enviándolo a la mujer enseguida. Iba a quitar el adaptador, pero su atención se fue a una grabación que quedó guardada esa madrugada en la que Min había salido.
Quizás no debía indagar mucho más, pues dicen que la curiosidad mató al gato o al que busca, encontrará. Lo mejor era dejar todo como estaba y pasar la página a esperar que el día en que el muchacho tuviera que irse donde su madre. Sin embargo, no podía negar que la intriga lo estaba tentando. Suspiró profundo y, sin meditarlo más, seleccionó el video.
Se mostraba una grabación desde las doce de la madrugada hasta las siente en punto de la mañana, tiempo suficiente para ver qué era lo que Yoongi había salido a hacer en su auto. Aceleró el video hasta que vio que las luces de emergencia del auto se encendían, indicando que alguien presionó el botón de la llave para abrirlo.
Las luces del maletero se encendieron, iluminando el compartimiento trasero, dejando ver la maleta roja característica que Yoongi cargaba consigo. Adelantos segundos solamente hasta que logró ver que habría la maleta con saña, dejando su contenido expuesto.
—Pero... ¿Qué...?
Taehyung se quedó sin aire en los pulmones, las pulsaciones le subieron a ciento veinte por minutos, comenzando a provocarle terror y pánico que lo estaban oprimiendo en el pecho, dejándolo sin poder respirar bien. Se tapó con la mano, la boca de mentiras observaba el video. Sus labios temblaron debajo de la mano y el aire le comenzó a faltar.
De la maleta roja se asomaba una mano, ensangrentada, y, por otro lado, una pierna. No entendía cómo un cuerpo cabía en una maleta de ese tamaño, tampoco era tan pequeña, ya que era de un tamaño considerablemente grande; no obstante, sabía si un cuerpo podía caber dentro.
La mano que sujetaba su celular comenzó a temblar del miedo y el aparto cayó sobre su regazo. Aferró sus manos al volante. Oculto su rostro entre sus brazos, intentando recuperar el aire perdido para poder ver si todo era una ilusión o se trataba de hecho macabro.
Regresó a tomar su teléfono y volvió a ver ese trozo del video de la cámara hasta llegar a la parte en donde cierra la maleta y la baja del auto. La maleta estaba llena de sangre.
Ató cabos; la sangre venía de la maleta, por ende, la mancha en la tierra era propia del bolso.
Min que se había desaparecido del ángulo de la cámara por unos segundos, volvió a la escena con una bolsa de lo que parecía ser tierra, a la cual esparció dentro de la maleta, como desesperado por esconder algo. Estaba seguro de que era la turba, la misma al olor de su chaqueta, camisa, también del auto.
Todo para esconder un cuerpo.
Siendo de este modo, que todo lo que vio por la ventana le hizo sentido, el cerrar con fuerza, el forcejo, era porque el cuerpo estaba ahí y la maleta roja estaba tan grande que topaba al cerrar el maletero.
Bajo el teléfono, dejándolo en sus piernas nuevamente. Intento calmarse, pensar en algo en qué hacer con ese hombre que estaba en su caza.
«Acabas de darle alojo a un asesino y peor, te acostaste con él, eres un idiota Taehyung».
«Un verdadero y condenado idiota»
Se dijo mientras se mordía los labios.
En eso, un golpe el vidrio en la ventana de su lado lo espantó robándole un grito dentro del auto. Giró su cabeza hacia el lado derecho, viendo que era Min Yoongi, mirándolo con una sonrisa en sus labios, inocente y agradable.
Yoongi le hizo con la mano un gesto para que bajara el vidrio, pero en eso su vista se va. Hacían la pierna descubierta del joven por la bermuda que estaba usando notando que tenía el teléfono allí, con un video de fondo bastante particular.
Agudizó la vista, mientras que Taehyung parecía aterrado por su repentina aparición. Notó que en ese video se veía él con el maletero abierto, su la maleta roja y la bolsa de tierra, por un lado. Tenso la mandíbula y el cuerpo entero. Intento pensar qué hacer para arrebatarle ese video de las manos, sin embargo, ahora era muy peligroso, así que solo se dedicó a fingir una sonrisa más en el rostro.
Taehyung bajó el vidrio sin poder mirarlo a la cara. Sus manos sujetaron el volante, seguían temblando como gelatinas, al igual que sus piernas. Tenía un asesino a su lado, durmió con uno, comió, convivió. No sabía lo que iba a pasar ahora.
—¿Pasó algo...? —Le dijo sin voz.
—Iré a comprar cigarrillos, ¿quieres una cajetilla o...?
—No fumo. No me gusta. —Les respondió tajantemente.
—¿Te sucedió algo? Estás pálido como si... hubieras visto un muerto. —Bromeó sonriendo ladino.
«Claro que vi uno, en tu jodido auto, maldito loco».
Kim rio nervioso para que no sospechara de lo que vio.
—Es el calor... Solo eso. —Kim dejó el teléfono en el asiento del copiloto.
Min al ver cómo corría el aparato, golpeó con su lengua el interior de sus mejillas.
—Vuelvo en un rato. Adiós. —Se alejó repentinamente, dejándolo solo.
—Adiós... —Murmuró sin voz.
Min se montó en el auto, cerrando de un portazo que hizo temblar el vehículo. Kim vio por el espejo cómo se alejaba, y al tener más lejos, pisó a fondo el acelerador hasta su casa.
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¿Cómo pudiste dejarlo entrar?
Creo que él mató a alguien.
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Taehyung se sacó los zapatos con torpeza, posteriormente corrió descalzo hacia las escaleras. Las subió con la misma velocidad con la que corrió dentro de la casa, como si estuviera a nada de quedarse sin aire o si el mismo Yoongi estuviera persiguiéndolo, pero no estaba.
Otra vez estaba paranoico.
Kim entró al cuarto de Min con la llave de repuesto que tenía él. Al entrar, revisó su cuarto: cama, closet, cajón de la mesa de noche. Lo último que hizo fue mirar debajo de la cama encontrando la famosa maleta roja.
Taehyung se agachó, sacándola y estaba como nueva, limpia, no olía a nada, solo a tela nueva. Sin importarle, la abrió, sacando las cosas de Yoongi, ropa, cosas personales, pero no tenía nada que le dijera sobre ese cuerpo.
Cansado, se dejó caer al piso de madera de la habitación, justo al lado de la maleta, pensando en qué poder hacer con todo lo que acaba de ver. Sin duda era algo horrible, el hombre cargó un cadáver en su auto, dentro de una maleta como la que tenía ahora a su lado. Lo peor es que Kim se dejó llevar por una simple sonrisa.
“Eres tan ingenuo”.
Seo-Joon solía decirle eso cada que podía, lo peor es que tenía que ahora darle la razón.
Sacó el celular del bolsillo de la bermuda, marcando al número de la policía de Daegok-ri, y cuando estuvo a punto de llamar, el timbre de la casa resonó en cada rincón, llegando hasta sus oídos. El castaño se paró del suelo de inmediato, después cerró la maleta, metiendo todo y guardándola debajo de la cama. Cerró la puerta y bajó corriendo.
Pensó que era Min, y el miedo lo invadió enseguida.
Llegó a la puerta, tomó aire esperando sinceramente que no fuera Min o estaba más que acabado.
Apenas la abrió, una silueta familiar se alzó ante sus ojos. Un muchacho de jeans, y camisa arremangada, dejando ver su brazo tatuado, su cabello peinado hacia un lado; perforación en el labio y la ceja también. Lo reconocía a donde fuera que iba.
¿Cómo olvidarse de él, si le arruinó la vida?
—¿Seo-Joon?
—¿Me extrañaste?
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¿Quién lanzó la piedra que provocó todo?
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