Capítulo 05
¡¡TW!! Mención de muerte, mención de suicidio, traumas.
Jade se bajó del coche primero. Se había quitado la chaqueta y la había dejado en la parte trasera del coche. Max la miró como si estuviera loca, al igual que Dustin y Steve.
— Jade. ¡Jade! —dijo Steve— ¿A dónde vas?
— Cambio de planes. Voy a hablar con Kelley —dijo Jade, sin parar de caminar.
— ¿Qué? —dijeron los tres al unísono.
Jade se paró en seco y suspiró. Se giró para mirarlos.
— Creo que es un poco sospechoso que Max vaya —dijo— Es ella quien se salta las terapias —dijo, causando que Max rodase los ojos— ¿Por qué de repente iría a la casa de la terapeuta? No tiene sentido.
— Tiene sentido... —murmura Dustin— Vale, pero no te entretengas mucho, ¿de acuerdo?
Jade sonrió y le envió pulgares arriba con ambas manos. Siguió caminando hasta la modesta casa y tocó el timbre dos veces. Luego se quedó pensando en qué podría decirle. Nunca había ido a terapia y Max nunca le contaba que era lo que hacía con Kelley, así que era completamente nueva en esto. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando la mujer abrió la puerta. Miró a la adolescente con confusión.
— Hola. Siento mucho molestarla en las vacaciones, soy...
— Jade Harrington —dijo Kelley, con una leve sonrisa— Lo sé.
La muchacha asintió lentamente. Comenzó a juguetear con sus manos, pensando en qué decir.
— ¿Podemos hablar un momento? —pregunta Jade.
— Um, sí, por su puesto —dijo abriendo más la puerta— Por su puesto.
La terapeuta se apartó de la puerta para dejarla pasar. Jade le mandó una rápida mirada a sus amigos antes de entrar, celebrando mentalmente que la habían dejado pasar.
— Está dentro —dijo Steve.
— Me faltan clavículas, no ojos —dijo Dustin, bromeando.
Max rodó los ojos y se acomodó en el asiento. En parte se sentía bien por no tener que hablar de sus sentimientos de nuevo pero por otra parte le preocupaba que Jade no estuviese cómoda. Jade nunca había hablado con ella sobre sus sentimientos. De hecho, Max no le había preguntado apenas sobre como estaba. Tan mal no podía estar, ¿no?
Mientras tanto, Kelley había ofrecido algo para beber, pero Jade simplemente lo había negado educadamente. La mujer la guio hasta una especia de sótano, aunque Jade no supo bien como definirlo. Se sentó en una de las butacas y Kelley en otra, cruzando sus piernas y mirando a Jade con atención.
— ¿De qué querías hablar? —pregunta Kelley.
Jade abrió la boca, pero nada salió, solo un pequeño sonido incoherente que había sido suficiente para hacer sonreír a la orientadora.
— Lo siento, la verdad es que no sé como funciona esto —dijo Jade, algo avergonzada— ¿Qué tengo que decir?
— No te preocupes. No tienes que decir nada en especifico —dijo— Cuéntame algo sobre tu familia.
— Empezamos fuerte —murmuró Jade, algo tímida.
Kelley sonrió un poco, pero no dijo nada.
— Padres divorciados y un hermano que me detesta —dijo Jade— Mi hermano se fue con mi padre cuando se divorciaron.
— ¿Cómo te sientes por eso?
— Si nunca hubiese dicho que era homosexual, absolutamente nada de esto habría pasado, ¿sabes? —dijo Jade, suspirando algo triste.
Jade jamás se habría imaginado que le diría algo así a un adulto fuera de su círculo de confianza. Se sentía loca. Algo estaba pasando con ella como para compartir tantas cosas con una completa desconocida que conocía de vista. Jade esperó una reacción de disgusto de Kelley, pero no llegó nada. Ni si quiera parecía sorprendida. Nada. Ni una micro expresión.
— ¿De verdad piensas que fue culpa tuya?
— Uh... Probablemente. Sí —dijo Jade tímidamente.
— Es normal que los hijos experimenten un sentimiento de culpa cuando sus padres se separan. Piensan que hicieron algo mal y que eso fue el desencadenante —dijo Kelley— Quizás te sea difícil creerlo, pero esto no es culpa tuya. Fueron tus padres quienes tomaron esa decisión por cuenta propia, no tú ni tus hermanos.
Fue algo simple y algo que Jade ya había pensado antes, pero que te lo dijese una tercera persona, era muy distinto. Era casi reconfortante de escuchar. Jade tragó un poco de saliva. Había notado cómo su cuerpo estaba tensado.
— Supongo que tiene razón —susurró Jade.
Kelley se quedó un momento en silencio, dudando en si debía preguntarle sobre los asesinatos de los alumnos del Hawkins High. Había escuchado que Jade estaba ahí aquel 4 de julio y sabía que una adolescente no iba a estar como si nada después de eso.
— Quiero preguntarte algo —dijo Kelley— Sobre los recientes sucesos.
Jade la miró. Por un segundo, su corazón dio un giro.
— Oh... Vale.
— ¿Cómo te hacen sentir? —pregunta— ¿Qué tanto te afectan? Si es que lo hacen, claro.
Harrington se quedó callada, tratando de buscar las palabras correctas.
— Es raro —dijo— No sé... Es como si todo volviese a estar mal. Siento que todo está peor que antes.
— ¿Qué quieres decir?
— Uh...
— ¡Billy!
La voz destrozada de Max resonó en cada rincón de su mente. Su piel se erizó y su corazón bajó a su estómago. De pronto hasta se sentía mareada. Nadie le había dicho que hablar de sus sentimientos iba a ser tan difícil.
— Es decir, es como si... Lo del año pasado se repitiese de nuevo.
Kelley sabía perfectamente a lo que se refería. Max le había contado muy por encima que Jade también estaba con ella aquel día. Muy por encima. Max no le había contado demasiado de su pareja.
— ¿Quieres contarme algo sobre lo que pasó esa noche?
Jade nunca había indagado mucho en esa noche. Más que nada, porque no recuerda gran cosa. Solo recuerda los gritos desgarradores de Max y de Billy cuando se había sacrificado.
— No recuerdo gran cosa pero... —dijo Jade, suspirando profundamente para reunir algo de valor— Billy y yo estábamos involucrado en lo mismo. No puedo explicarte muy bien cómo o por qué.
Kelley la miró sorprendida. Parecía hasta curiosa. Asintió comprendiendo lo último y le permitió continuar.
— Nunca había hablado de esto con detalle —dijo Jade— Y no sé si es mi lugar hablar sobre esto. Al fin al cabo, Billy no es mi hermano.
— ¿Piensas que no te puede afectar la muerte de Billy? —pregunta Kelley, alzando sus cejas.
— O sea... ¿Acaso tengo derecho a sentirme mal? —pregunta Jade, forzando una sonrisa— Como dije, no somos hermanos.
— Por supuesto que puedes sentirte mal —dijo Kelley— ¿Crees que ver morir a alguien es fácil? ¿O ver a los que quieres sufrir por ello? —dijo, refiriéndose a Max.
Jade se quedó callada, pensativa. Definitivamente ver morir a Billy de cerca no había sido agradable.
— ¿Le has contado a alguien como te sientes sobre esa noche? ¿O sobre como te has sentido últimamente?
Harrington negó lentamente. La terapeuta se inclinó un poco hacia adelante, con ojos casi empáticos.
— ¿Ni si quiera tus amigos?
— No puedo hablar de Billy con ellos. Probablemente me dirían que me calle —dijo Jade— Quieren olvidarse del asunto lo antes posible y... Es tan frustrante.
— ¿Qué es frustrante?
— No sé. Siempre que quiero hablar sobre como se sienten, no quieren —dijo Jade, con un gesto de frustración— Incluso después de haberles dicho que podían confiar en mí, que pueden contarme lo que sea que los esté atormentando. Me destroza verlos mal.
— Entiendo que quieras hacer sentir bien a tus amigos constantemente. Está claro que te preocupas profundamente por ellos —dijo Kelley. Se giró un momento para agarrar el portafolios— Pero, ¿qué hay de ti?
Jade arrugó el ceño y entrecerró los ojos, confusa.
— ¿Qué hay de mí?
— ¿Cómo te sientes tú?
Aquella pregunta era demasiado ajena para Jade. Tanto, que la había pillado por sorpresa. Era tan extraño escucharla decir de una forma tan genuina. Steve y Jennifer se la preguntaban de vez en cuando, pero nunca para que Jade se dejase la voz contándole lo más profundo de su corazón. Al menos ella sentía que no era de esa forma. Sus ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas y sintió un peso gigante sobre sus hombros. Era más o menos como revivir todo su pasado.
¿Qué como se sentía? Con la mayor de las culpas por pensar que Billy se había sacrificado por todos ellos y Jade no había hecho nada. Con pesadillas todas las noches sobre Billy suplicando por su vida y de Max llorando desconsoladamente sobre el cuerpo de su hermanastro. Con los pensamientos diarios de como estuvo a punto de matar a Max esa misma noche. Con una ansiedad constante de que algo malo ocurrirá en cualquier momento, de que su madre podía morir en cualquier momento. O Steve, incluso. Con su mente jugando a reproducirle los mismos insultos sobre su sexualidad una y otra, y otra, y otra vez. Eso, y más. Jade quería mentirle a Kelley. No la conocía para nada y ella pretendía que le contase algo tan profundo y personal como lo que había pasado la noche del 4 de julio.
— Yo... Me siento... E-es... —dijo Jade. Las comisuras de sus labios temblaban, indicando que estaba a punto de explotar en lágrimas.
— Tómalo con calma, Jade. Tranquila. Respira.
Jade le hizo caso. Tomó aire y lo dejó salir por sus fosas nasales de una forma temblorosa.
— Como si todo fuera mi culpa. Siento una tristeza persistente, siento que perdí la noción del tiempo y que todo lo que hago es inútil, y... —dijo Jade con un hilo de voz— Siempre... Siempre escucho estas raras voces en mi cabeza. Se escuchan tan reales que a veces pienso que me estoy volviendo loca —dijo.
— ¿Puedes identificar de quiénes son esas voces?
— Sí.
— ¿Quiénes son?
Jade debatió con fuerza en su mente. ¿Debería contarle su mayor secreto? Pues claro que no, pero estaba tan metida en la terapia, que no pudo evitarlo.
— Billy, sobre todo. Mi padre —dijo y se quedó pensando un momento— Mi hermano, mis amigos y mis antiguos compañeros.
— ¿Qué te dicen?
Jade cerró los ojos con fuerza. Flashbacks y más flashbacks. Tantos, que su cabeza empezó a doler horrores.
—¡Jade! ¡Jade!
Recuerda como esa noche pudo sentir a Billy meterse en su cabeza momentos antes de que muriese. Lo recuerda como si fuera ayer. Incluso aún podía sentir las fuertes manos de Billy agarrar sus brazos. Pero todo esto era difuso. No podía recordar bien que le había dicho, ni que era lo que quería.
—No lo sé, es como un murmullo —dijo abriendo sus ojos— Un susurro constante.
— Por favor, mátame. ¡Por favor!
Las manos de Jade comenzaron a temblar. Se agarró las rodillas con fuerza para evitarlo.
— Debes de saber que nada de esto es culpa tuya.
No podía pensar que no era culpa suya. Había algo en el fondo de su mente que le decía lo contrario.
— Termina con esto, Jade. Te lo pido.
— Ojalá haber muerto yo —dijo Jade, sin mirar a su terapeuta— Max no se merecía perder a Billy. Él era su hermano.
— ¡Me das asco, Jade!
— Eres una puta enferma. Me avergüenza ser tu hermano.
— No estás haciendo lo suficiente por ella. Está desapareciendo.
Kelley notó como el semblante de Jade había cambiado repentinamente. Tenía los ojos de un color azul un poco más oscuro y tenía una expresión de desolación absoluta en su rostro. Nunca había visto eso en Harrington.
— ¿Sientes la necesidad de proteger a todos, Jade? ¿Aunque te costase la vida?
— ¿Quién no? —dijo irónica.
— ¡Te odio, Jade!
— Las personas que valoran su vida.
Eso se sintió como un balde de agua fría para Jade. Siguió sin mirar a la terapeuta a la cara. Se sentía desnuda, expuesta. Hasta vulnerable. No se sentía cómoda en lo absoluto.
— ¿Has pensado en la muerte recientemente?
— Ojalá te murieras, Jade.
Jade tenía la mirada perdida y las pupilas dilatadas. Las lágrimas habían nublado su visión. Estaban cayendo por sus mejillas y Jade no se había dado cuenta de ello. Generalmente, se habría muerto de vergüenza porque la viesen llorar.
— ¿Jade?
— Jade.
— Jade, ¿me escuchas? —pregunta Kelley.
La voz de la terapeuta se escuchaba lejana frente a todas esos repentinos flashbacks, pero asintió. Era completamente abrumador para ella. Quería vomitar todo lo que había comido en el día. Quería desaparecer y no volver jamás. Todo estaba saliendo mal. Hablar con Kelley fue una idea horrible.
— Sí, lo siento —dijo Jade. Su respiración era temblorosa— Uh, constantemente.
— ¿Cuál crees que es el origen de esto?
— No lo sé.
— Del trauma, Jade. Tienes traumas —dijo Kelley— ¿Sabes lo qué es el síndrome del superviviente?
Jade se mordisqueó el labio. Llevaba haciéndolo desde hacía ya un rato y ya estaba sangrando, pero no se detuvo. Negó con la cabeza.
— Es una consecuencia del TEPT. Sientes culpa por haber sobrevivido a diferencia de las demás víctimas —dijo Kelley— El estrés post-traumático explicaría que no recuerdes parte de lo que pasó. Tu cerebro te está protegiendo lo mejor que puede. Y de vez en cuando te juega malas pasadas —dijo— Flashbacks. Te cuesta concentrarte. Tienes una conducta autodestructiva. Te asustas fácilmente. Dificultad para dormir.
Esto era demasiado para Jade grande. Ese no era el plan en ningún momento. Se esperaba hablar sobre su desastrosa familia. Quizás, de toda la homofobia y del bullying que sufrió por ello. O solo de esa noche. Pero no sobre todo a la vez.
— ¿Duermes bien? —pregunta Kelley, fijándose en sus ojeras.
— No. Para nada.
— ¿Tienes pesadillas?
— ¿Puedo ir al baño? —dijo Jade levantándose de repente.
Ya había tenido suficiente. No había preguntado nada sobre Chrissy y no le importaba para nada. Kelley asintió y le indicó donde estaba. Jade subió rápidamente las escaleras y antes de pasar al baño, se fijó en una llaves que estaban en un bol. Miró hacia detrás, nerviosa y cuando vio que Kelley estaba muy ocupada escribiendo algo, las tomó.
— ¿Por qué tarda tanto? —se queja Dustin.
— Cálmate, seguro que está a punto de salir —dijo Steve, mirando la casa.
— Lleva ahí 20 minutos y ya has dicho eso antes —dijo Dustin.
— Dale tiempo, ¿quieres?
Max movía la pierna descontroladamente, nerviosa. Se estaba mordiendo las uñas de las manos.
— Ahí viene, ahí viene —dijo Max.
Jade salió corriendo de la casa y entró al coche. Ignoró por completo que había pasado por encima de Max y se asomó entre Steve y Dustin, que la miraban con rareza desde que había salido de la casa.
— ¿Qué dijo? —pregunta Dustin, mirándola.
— Nada —dijo Jade con el ceño fruncido— Solo arranca.
— ¿Qué? —dijo Steve, confuso.
— ¡Steve, arranca! —insiste, sintiendo como su irritabilidad crecía.
[...]
— Jade —dijo Max, caminando un poco más rápido para alcanzar a su pareja.
Jade no se giró para mirarla ni le hizo mucho caso. Dustin y su hermano estaban detrás de ella, siguiéndola de cerca. Jade los estaba llevando al despacho de Kelley, porque sabía que encontraría los archivos de Chrissy. Y quizás los de Fred también.
— Ede —dijo Max otra vez, agarrando su mano para detenerla.
— ¿Qué, Max? ¿Qué? —dijo molesta y lanzándolo sus brazos al aire.
Max dio un paso atrás, sorprendida por su tono. Un tono que no solía escuchar en ella. Steve y Dustin se detuvieron también, confusos de por qué se habían parado.
— ¿Qué te pasa? —pregunta Max, frunciendo un poco el ceño.
— No me pasa nada —dijo Jade, seca— Vamos.
Sí que le pasaba algo. Los cambios de humor de Max era lo que le pasaba. La charla con la terapeuta. Lo de Vecna. ¿Qué no le pasaba?
Jade siguió caminando. Tenía un gesto molesto, casi frustrado o enfadado. Max vio como se alejaba, sintiendo algo de dolor en su pecho por esa contestación tan poco habitual de Jade. Dustin y Steve estaban más confundidos que antes, pero no dijeron nada y siguieron caminando. Max suspiró un poco antes de seguirles también.
— Dustin, ¿me recibes?
La voz de Robin había perturbado el sonido de los pasos y las respiraciones agitadas de los adolescentes. No detuvieron el paso. Dustin sacó su Supercom para responder.
— Sí, te recibo —dijo.
— Nancy es un genio —dijo Robin— Las primeras víctimas de Vecna se remontan a 1959.
— Vale, eso es demencial, pero ahora no puedo hablar —dijo Dustin cansado.
— Espera, ¿qué están haciendo? —pregunta Robin, claramente confusa.
— Colarnos en el instituto para leer informes confidenciales.
— ¿Puedes repetir? —dijo Robin sin creerlo.
— Vengan aquí ya mismo. Ya se lo explicaremos —dijo Dustin.
Jade justo había llegado al despacho de Kelley. Metió la llave y desbloqueó la puerta con rapidez. Entró al despacho con Max pisándole los talones. Apuntó con su linterna hacia unos archivadores y caminó rápido hasta allí.
— Es como el Watergate —dijo Dustin, mirando alrededor del despacho.
La Harrington más joven abrió el primer cajón del archivador. Max estaba detrás de ella para alumbrarle con la linterna.
— Hawkinsgate —vuelve a decir Dustin.
— ¿A esos no los pillaron? —pregunta Steve.
Ni Max ni Jade entendían nada de lo que Dustin decía. Jade estuvo mirando los archivos. Se detuvo cuando leyó el nombre de Chrissy en uno de ellos. Pero se sorprendió más cuando vio que tuvo razón. Fred también veía a Kelley.
— Joder —dijo Max, sorprendida al ver el de Fred.
— ¿Lo encontraste? —le pregunta Dustin a Jade.
— Sí, y no solo el de Chrissy —dijo Jade sacando el archivo de Chrissy— Fred también acudía a la señora Kelley.
Dustin y Steve miraron a la chica sorprendidos. Un desagradable escalofrío corrió por sus cuerpos.
Jade se sentó rápidamente en el escritorio con el fichero. Pidió a Dustin y a Steve que alumbrasen todo lo posible. Max se había colocado detrás de su pareja para poder ver la información del documento confidencial. Lo abrió y comenzaron a leer.
Trauma previo. Pesadillas. Migrañas.
Max frunció el ceño mientras leía. Jade tenía la misma cara.
— ¿Puedo ver el archivo de Fred? —pregunta Max, poniéndose justo a lado de Jade.
Jade apartó a un lado el de Chrissy y Max colocó el de Fred para poder comparar lo que estaba escrito. Max no podía dar crédito a lo que estaba leyendo. No podía ser cierto. Tenía que ser un error.
Hemorragias nasales. Pesadillas constantes. Trauma previo.
Max solo pudo pensar en que casualmente, todo coincidía con lo que le pasaba a ella. Trauma. Pesadillas. Migrañas. Hemorragias nasales. Todo.
— Max, ¿qué pasa? —pregunta Dustin— ¡Max!
Jade giró su cabeza para mirar a Max con una expresión aterrorizada. Estaba empezando a unir las piezas del puzzle. Encajaban tan bien que tan solo deseaba estamparse la cabeza contra la pared incontables veces hasta caerse muerta con tal de no afrontar la realidad tan terrible que le esperaba a ella y a sus amigos.
— Max —llamó Jade, poniendo su mano en la pecosa mejilla de Max.
Las voces eran lejanas para la pelirroja. Casi no podía escucharlas. Ni siquiera sintió las manos de Jade, ni como la llamaba preocupada. Se giró, sintiendo como si alguien ajeno la estuviese observando fijamente.
— Max.
Esa voz no sonaba como la voz suave y amable de Jade, o la voz grave y también amable de Steve. Tampoco la de Dustin. La voz era oscura, rasposa y horrible. Max sabía que no era buena señal.
Se paró casi inconscientemente, sintiendo que no podía ignorarlo y dejarlo estar. Salió del despacho de Kelley. De repente, pudo escuchar el tictac de un reloj de péndulo. Miró a todas partes, buscando el causante del sonido. Dio un pequeño sobresalto al escuchar un sonido más fuerte de la nada. Se hacía cada vez más fuerte. Estaba muy cerca. La muchacha al girar la esquina, pudo ver un reloj antiguo incrustado en la pared al final del pasillo. Se quedó mirándolo unos segundos antes de seguir caminando directo hacia él.
[...]
— Estaba aquí —dijo Max, estresada— Justo aquí.
— ¿Un reloj de péndulo? —pregunta Nancy.
Max asintió.
— Era muy real —dijo con voz temblorosa— Y al acercarme, de pronto... Me desperté.
— Era como si estuviera en un trance —dijo Jade por primera vez desde que llegaron Nancy y Robin. Se le notaba en la voz la ansiedad y la preocupación masiva.
— Eddie dijo lo mismo sobre Chrissy.
Max se giró para mirar al grupo. Estaba claramente aterrada y tenía los ojos algo llorosos.
— Esa no es la peor parte —dijo con la voz temblorosa.
𝐊𝐞𝐥𝐥𝐞𝐲'𝐬 𝐨𝐟𝐟𝐢𝐜𝐞
— Fred y Chrissy fueron con la señora Kelley —dijo Max. Ya no se había molestado en esconder lo asustada que estaba— Los dos tenían migrañas. Dolores de cabeza que simplemente no se iban y luego las pesadillas. Problemas para dormir. Se despertaban con sudores fríos —dijo— Y luego empezaron a ver cosas. Cosas malas de su pasado. Y esas visiones fueron cada vez peor hasta que al final...
Jade bajó la cabeza y se tapó los oídos con la palma de sus manos. Se mordió fuertemente el labio y cerró sus ojos, luchando contra sus emociones. No quería que Max continuase con lo que iba a decir. No quería escucharlo. No podía escucharlo.
— ... se acabó todo —terminó Max.
Pudo escucharlo. Jade sintió la peor de las punzadas en el pecho y podía sentir como su garganta se cerraba, evitándole que respirase correctamente.
— La maldición de Vecna —dijo Robin.
— Las migrañas de Chrissy empezaron hace una semana. Las de Fred, hace seis días —dijo Max.
Se notaba un malestar general en el grupo.
— Yo las sufro desde hace cinco —dijo tragando saliva.
Steve se llevó la mano a la boca, preocupado. Giró su cabeza a un lado para poder mirar a su hermana. No pudo imaginar como se estaba sintiendo. Puso su mano libre en su hombro y la atrajo hacia él en un intento de hacerla sentir protegida y en calma. Sabía que no estaba consiguiendo nada, pero él también necesitaba a alguien en quién apoyarse. Jade no se inmutó en lo absoluto. No se había dejado de tapar los oídos.
— No sé cuánto me queda —dijo, moviéndose angustiada. Cada vez le costaba más hablar — Solo sé que... Fred y Chrissy murieron en menos de 24 horas tras la primera visión. Y yo acabo de ver ese maldito reloj, así que...
Jade se apretó más los oídos en un desesperado intento de no escuchar nada más. Mordía tan fuerte su labio inferior, que había comenzado a sangrar otra vez y probablemente se quedaría sangrando por un buen rato. Tenía los ojos cerrados con mucha fuerza, aunque eso no impedía que sus lágrimas cayesen lentamente e impactasen contra el suelo, creando un sonido muy leve de cuentagotas. Steve la miraba con cautela
No lo digas. No lo digas. No lo digas. Por favor, no lo digas. No lo digas.
— Parece que me voy a morir mañana.
Ese mismo dolor en el pecho había vuelto, pero multiplicado por dos. Imaginar que la vida de Max se reducía en unas horas la ponía enferma. Lo único que Jade pedía era poder estar acurrucada con Max en la cama, viendo alguna película, besándose, dormir, fuese lo que fuese, quería que fuera con Max.
El momento de tensión y angustia se vio interrumpido por un estruendo que hizo eco en todo el instituto. Jade agradeció a todo el universo por darle una distracción, aunque sea del tipo de las que te podían matar. Cualquier cosa le valía con tal de no pensar que Max podía morir en un día. Steve agarró una lampara con firmeza. Jade se reiría de no ser por todo lo que tenía encima.
— Quédense aquí.
Ese no era el plan de Jade. ¿Quedarse atrás y no luchar? ¿Qué a Steve le pasara algo? Ni hablar. Jade iba detrás de Steve y los demás parecía que tenían la misma idea de no dejar a Steve solo.
Se escuchó una puerta cerrarse que hizo retroceder medio paso a Steve. Jade se aferró en la chaqueta de su hermano. Steve le dio una mirada rápida pero no se molestó en darle un sermón. Se escuchaban pasos rápidos, como si la persona que hubiese entrado estuviera corriendo como si la vida se le fuese en ello. Cada vez se escuchaban más cerca. Ambos Harrington se pusieron en alerta y no se separaron el uno del otro.
La figura giró la esquina y empezó a gritar cuando Steve también había gritado. Jade, que tenía el corazón en la garganta, se relajó un poco al ver que solo era Lucas. Soltó a Steve, sin embargo no se dio cuenta porque seguía chillando junto a Lucas.
— ¡Soy yo! —grita Lucas, poniendo sus brazos frente a él.
— ¿Lucas? —pregunta Nancy. Tenía un tono de molestia. Y era normal, acababa de llevarse un buen susto.
— Soy yo —dijo bajando los brazos y respirando fuertemente.
— Jesús, ¿¡cuál es tu problema, Sinclair!? —exclama Steve indignado.
— Lo siento —dijo Lucas, poniendo sus manos en sus caderas para recuperar el aliento.
— ¡Casi te reviento con la lámpara! —vuelve a exclamar Steve.
— Lo siento, chicos —dijo Lucas con dificultad.
Jade lo miró sin expresión en el rostro. Estaba aliviada de saber que estaba bien, pero no le llenaba de felicidad verlo ahora.
Steve soltó la lámpara y se pasó una mano por el pelo para intentar calmar su corazón.
— Vengo de hacer 13 kilómetros en bici —dijo Lucas, se giró hacia la pared y alzó un dedo mientras jadeaba— Denme un segundo. Joder. Tenemos un código rojo.
— ¿Qué? —dijo Steve, confuso.
Lucas ignoró lo que dijo y caminó hasta Dustin. Jade estaba justo a su lado.
— Dustin —dijo Lucas— A Jason, Patrick y Andy se les ha ido la cabeza. Quieren atrapar a Eddie, ¡y creen que tú sabes dónde está! —hizo una pequeña pausa para respirar— ¡Estás en peligro!
Dustin no parecía muy asustado. De hecho, deseaba que ojalá eso fuese lo único que pasase.
— Sí, vale, definitivamente apesta, pero tenemos problemas más graves.
Dustin se giró a ver a Max y Lucas lo siguió con la mirada. En parte, supo que significaba algo terrible, pero no supo que tanto. Jade no se atrevió a mirar a Max.
———
Jade y parte de sus traumas y los que le quedarán por añadir a la colección 😍😋
siento que este cap fue mil veces mejor al anterior. y más largo. 4000 palabras no son pocas ajhdwjh ojalá hayan disfrutado
<3
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