Capítulo 013 (ALT)

N/A: No se emocionen, este final también es triste.

- Deberías haberte unido a mí cuando tuviste la oportunidad. Nosotros... podríamos haber sido un dúo poderoso -dijo, situándose a unos metros de Jade- Sé que hice una buena elección al elegirte. Siempre pensé que eras fuerte, Jade. A diferencia de Billy, tú eres mi mejor soldado. Mi soldado más fuerte.

Ella permaneció callada, pensando en un plan rápido para sacar a Max y a El de allí y también luchando por mantenerse fuera de la mente de la colmena.

- ¿Por qué no te unes a mí, Jade? -dijo- ¿Por qué sigues luchando por un mundo que sólo causa problemas a la gente que no es débil, como nosotros? ¿Por qué, después de todo lo que te han hecho, no te vengas?

- Porque no quiero causar la muerte de gente inocente. No disfruto matando o consumiendo almas inocentes, como tú hiciste con tu propia hermana -dijo, fríamente- Tenemos visiones diferentes de un mundo ideal.

- Eran personas mediocres que no hacían más que esperar su muerte. Su vida era una copia de la anterior, una copia aún más inútil. No quieren hacer nada para cambiar. Se limitan a esperar -dijo Henry, todavía intentando convencer a Jade de que se uniera a él- Pero la gente como nosotros, Jade... la gente que es diferente, que tiene algo de voluntad, merece estar al mando. Merecemos rehacer el mundo como queremos. Merecemos una segunda oportunidad.

Ella le escuchó, y no podía mentir, no sonaba tan horrible. Ella siempre quiso cambiar el mundo para mejor. Pero no podía hacer sufrir a la gente por su propio bien. No podía. Eso no era para ella. Mucho menos por alguien que le hacía la vida más difícil. Oyó que El seguía luchando y los pequeños gruñidos de Max, indicando que empezaba a despertarse lentamente.

Jade simplemente negó con la cabeza y endureció su mirada.

Definitivamente se sintió ofendido.

- Jade, no. No. Aléjate de él -dijo El, ahogándose en sus palabras- ¡No la toques! ¡No! -gritó ella.

Jade suspiró suavemente, sin mirar a El.

- Tú -dijo- morirás hoy.

- Que así sea -contestó Jade decidida.

- Esto va a ser hermoso -dijo Henry- Verdaderamente hermoso.

Henry lanzó con su mente una roca gigante que flotaba en el aire hacia la joven Harrington. Ella frunció el ceño mientras la miraba. Se puso ambos brazos en cruz delante de la cara con firmeza. La gran roca al chocar contra sus brazos se partió en varios trozos más pequeños. Las piedras cayeron a su lado y ella lo miró de nuevo. Henry echaba humo de rabia.

Jade cargó hacia él y le dio un puñetazo en la cara tan fuerte como pudo. Salió volando a pocos metros de ella.

El observó con los ojos muy abiertos, dándose cuenta de que Jade se parecía mucho a Billy. Estaba parada justo como él hacía. Tenía la misma mirada. La misma rabia.

Jade caminó rápidamente hacia el lugar donde había aterrizado. Se levantó, completamente enfadado porque otro adolescente le había hecho daño hoy (siendo El la primera). Vecna envió una liana hacia ella, consiguiendo que se clavara en su muslo. Jade gruñó de dolor y la agarró, clavando las uñas en la liana y tirando de ella con agresividad. La pisó para matarla. Sintió una sensación punzante en todas las partes de su cuerpo al mismo tiempo que Vecna también gruñía silenciosamente de dolor.

Cuando Jade se dio cuenta, otra liana venía hacia ella. La agarró antes de que pudiera tocar su piel y la desgarró, haciendo que Vecna apretara la mandíbula.

La intensa lucha estaba lejos de terminar. Ambos seguían luchando con todo lo que tenían. Vecna recibía algún que otro fuerte puñetazo y algunos objetos pesado que la chica le lanzaba. Jade, sin embargo, estaba recibiendo muchas enredaderas y también estaba siendo lanzada por todas partes como si fuera un juguete. Sólo podía aguantar y crear un plan rápido para contraatacar también desde lejos, porque sabía que no podría, ni en un millón de años, ganar una pelea contra alguien que tenía las mismas habilidades de El. Estaba en completa desventaja desventaja. Sí, de alguna manera recuperó parte de su poder y podía controlarlos mejor que la última vez. Pero no estaba segura de por cuánto tiempo.

El gritaba y lloraba, casi rogando a Henry que dejara en paz a su mejor amiga. Max se despertó por completo. Jadeó fuertemente cuando vio a Jade luchando furiosamente con Vecna. Inmediatamente, empezó a intentar escapar de las lianas. Se desesperó al darse cuenta de que no era tan fuerte. Miró a su lado y vio a El, que también luchaba por liberarse.

- ¡Jade! -gritó Max preocupada, viendo como una liana apuñalaba a su novia en el pecho.

- ¡Hijo de...! -murmuró Jade, agarrando la liana y tirando de ella- ¡Mierda, mierda! -cerró los ojos y gimió de dolor en voz baja.

Estaba tirada en el suelo, jadeando agotada y dolorida. Intentó sentarse, pero Vecna fue más rápida. Él, una vez más, utilizó una de sus lianas para atraparla. Pero esta vez la agarró por el cuello. La levantó lentamente hasta ponerla a la altura de su cara. Ella tosía ahogada y agarraba la liana con fuerza.

De pronto, sintió una especie de descarga eléctrica. Jade podía ver y escuchar la conversación que Henry había tenido con Eleven hacía solo unos momentos, como si hubiese sido un flashback. Con eso se estaba dando cuenta de que se estaba acercando a la mente de colmena de la que tanto intentaba escapar y también, que detrás de todas las desgracias de Hawkins, estaba Henry desde el principio. El Demogorgon, los demo-dogs... Era él. La vida de sus amigos se hundía por su culpa.

- Eras tú...

El labio de Jade comenzó a temblar y dejó de luchar por un momento. Vecna torció la cabeza, mirándola y escuchándola.

- Siempre tú.

Vecna parecía no estar sorprendido. Había permitido a Jade entrar en su mente por un momento para que supiese la verdad. Quería ver cómo se hundía delante de él. Disfrutaba ver el sufrimiento de los que consideraba inferiores a él.

Eleven estaba confusa mientras miraba a Jade.

- Solo necesitaba que alguien abriese la puerta. Y ella -miró a El por un momento- hizo eso por mí sin darse cuenta -dijo, con su característica voz ronca.

- Y cuando se dio cuenta, eligió resistirse -dijo Henry- Así que busqué la forma de abrir mis propios portales. Busqué... su poder.

- Solo era una niña -la defendió Jade, lágrimas rodando por sus mejillas- Te aprovechaste de ella. Eres... eres un monstruo.

Todo este tiempo, lo hemos estado construyendo.

...

Para ti.

Vecna alzó su mano, que aún parecía ciertamente humana, hasta la mejilla de Jade para secarle una lágrima. Max estaba aterrada y paralizada cuando su mano tocó a Jade. Trató, inútilmente, de liberarse de nuevo.

- Jade -dijo Max con la respiración entrecortada.

- ¿No lo ves? -dijo Vecna retirando su mano- Me ha liberado.

Jade negó con la cabeza y cerró los ojos con fuerza, intentando aguantar las ganas ponerse a llorar como loca.

- No... -sollozó El. Vecna la miró y caminó hasta ella, trayendo a Jade consigo- No tienes que hacer esto. Aún puedes detener esto.

- Se acabó, Eleven -dijo Vecna- Tus amigos han perdido.

El miró a Jade ahogarse entre la enredadera de Vecna y a Max, que estaba llamando a Jade desconsoladamente. Sus dos mejores amigas estaban luchando por su vida y sabía que los demás también. Pero no podía hacer nada y eso la llenaba de angustia.

- No hay nada, nada, que puedan hacer para detener esto-dijo mirando a El y a Jade.

Jade oyó el grito de dolor de Eddie. Aún podía sentir a su hermano morir lentamente, igual que Robin y Nancy. Incluso a Max. Y ella no estaba haciendo nada.

- Hawkins arderá y caerá -dijo, agarrando con algo de brusquedad las mejillas de El- Y el resto de este mundo roto y sin sentido. Y yo... Estaré ahí para recoger las piezas cuando lo haga y rehacerlo en algo... hermoso -dijo- Hubo un tiempo en el que esperaba tenerte a mi lado. Pero ahora solo quiero que mires.

Vecna comenzó a caminar hasta Max, dejando a Jade cerca de El. Harrington pateó al aire y golpeaba sin apenas fuerza la liana que le impedía ser útil. Su respiración parecía haberse quedado atascada en su garganta y tenía la mirada llena de pánico. Las venas negras que una vez la ayudaron, comenzaron a desaparecer cuando más la necesitaba y sus ojos volvieron a cobrar su color azul. Vecna elevó la enorme mano hasta la mejilla de Max para secarle una lágrima, casi mofándose.

- No, no -dijo Jade sin parar de palear.

- No tengas miedo -dijo Vecna mirando a la pelirroja y retirando su garra de su rostro.

Max no podía parar de llorar de lo aterrorizada que estaba. Jade tampoco.

- ¡No! -gritó Jade sollozando- ¡Por favor! ¡No!

- Intenta quedarte muy quieta.

- No -sollozó Max en bajo.

- Todo terminará pronto -dijo, elevando su mano lentamente, queriendo hacer sufrir a Jade.

- ¡Detente, no la toques! -volvió a gritar- ¡No! ¡No! ¡Max!

- ¡Max! -gritó Eleven también.

- ¡Max! -gritó Jade entre lágrimas y el corazón latiéndole más rápido que nunca- ¡No la toques! ¡Me tienes aquí, estoy aquí! ¡Estoy lista para unirme a ti!

Su enorme garra estaba muy cerca de Max. La cabeza de la pelirroja se echó hacia detrás de manera involuntaria, igual que sus ojos.

- ¡Jade! -exclamó Max aterrada, pensando que de verdad este era su final.

Jade sintió una gran inyección de adrenalina que le dio la fuerza que necesitaba. Clavó las uñas con toda la fuerza que le quedaba en la liana que la tenía atrapada. La atrajo a su boca y le dio un gran mordisco para arrancarle un pedazo y luego escupirlo. La liana, dolorida, la soltó pero Vecna no se había inmutado en lo absoluto, concentrado en consumir a la pelirroja. Jade cayó al suelo, pero no tuvo tiempo para quedarse en el suelo y recuperar el aliento.

Corrió lo más que pudo, como nunca antes lo había hecho. Ignoró el dolor agonizante que recorría su cuerpo y simplemente siguió corriendo, impulsada por un terror que ya había sentido antes, con un sentimiento de sobreprotección que la hacía correr como un impala.

El era una simple espectadora de esta película hecha una realidad. Pudo apreciar como todo se ralentizaba, como si de verdad fuese una película. Pudo ver como Jade parecía ir más lento a la vez que la mano de Vecna, que estaba a punto de clavarla en Max. Apreció a Jade correr como si su propia vida fuese la que estaba en juego.

Jade estirar su brazo lo más que pudo sin dejar de correr. Jade tenía los dientes tan apretados que pensaba que se les reventaría de la presión. Estaba extremadamente cerca de proteger a Max, que era lo único que siempre había querido hacer. De sostenerla, de prometerle que todo iba a estar bien. Quería darle la oportunidad a Max de seguir viviendo.

Era demasiado testaruda, demasiado decidida a permitir que ese hijo de puta le arrebatara a Max. Hizo una promesa y la iba a cumplir, cueste lo que cueste.

Saltó justo sobre la espalda de Vecna, sus piernas envolvieron con una firmeza impía la cintura de él y sus manos sujetaron la mano monstruosa de él que estaba a un suspiro de la pelirroja. Jade gimió por la cantidad de fuerza que estaba ejerciendo para poder apartar su mano de Max, que pudo volver a mirar al frente, con la respiración agitada y el corazón palpitante por el crudo miedo de haber estado a punto de morir una segunda vez. Observó cómo Jade forcejeaba y luchaba por ella, apretando la mandíbula, clavando las uñas en la muñeca de Vecna y ardiendo de rabia.

- No te la llevarás, Henry -gruñó Jade-. Sobre... mi... cadáver.

Vecna dio un paso atrás, tratando por todos los medios de apartar a Jade de él, pero fue casi imposible, porque la muchacha tenía un agarre de acero y una ira palpitante que no le hacía rival a nadie.

- Estás cometiendo un grave error, Jade -se mofó irritado.

- Ya veremos.

Sin que ellas lo supieran, Lucas fue capaz de derrotar a Jason.

Luchó con todas sus fuerzas, su desprecio por el deportista y su deseo de proteger a sus amigos se lo pusieron un poco más fácil. Con tres potentes puñetazos, fue capaz de noquearlo, el chico mayor tropezando hacia atrás y cayendo como un saco de arena. Lucas jadeaba como si acabara de correr al menos dos maratones sin parar. Se dejo sentar en el suelo y giro la cabeza para mirar a sus amigas. Las chicas seguían una frente a la otra, con los ojos blancos, la respiración de Max un poco más lenta y la de Jade cada vez más pesada.

- Vamos, vamos, Jade. Tú puedes -susurró, con la voz ligeramente temblorosa.

Vecna siguió forcejeando con la joven Harrington, que ahora le dio un fuerte mordisco en la yugular, haciendo que Vecna aullara del dolor. El sabor era asqueroso y vil, pero haría lo que fuese por evitar lo que parecía ser inevitable para Max.

Viendo que le era imposible deshacerse de Jade por sí mismo, lanzó dianas hacia ella. Las lianas se cerraron alrededor de su cuello y jalaron de ella con potencia, logrando despegarla de su espalda y tirarla al suelo.

Jade se iba a levantar, pero no fue lo suficientemente rápida, porque las lianas la atraparon y se envolvieron sobre su cuerpo, estrujándola en un abrazo fatal, con una fuerza tan brutal que Jade pensaba que iba a estallar. Jade dejó un gruñido ahogado y cerró los ojos con fuerza, tratando de hacer que su cuerpo se acostumbrase a la presión tan asfixiante. Para añadir a la tortura, otra liana se envolvió en su cuello como una pitón. En aquel instante, lo único que podía mover era su boca, y lo hacía en un desesperado intento de aspirar el poco aire que podía pasar por su tráquea.

Max, que había pasado de ser una víctima a una mera espectadora, sintió como su corazón se congelaba. No pudo hacer otra cosa que observar como Jade, su Jade, luchaba por su vida. Todas sus preocupaciones y miedos más profundos parecían estar cerrándose sobre la escena que tenía delante de ella.

Cuando Jade estuvo totalmente inmovilizada, Vecna caminó hacia ella y acercó su garra a la cara de Jade. Los ojos de Jade se abrieron de par en par y su cara palideció, la realidad de lo que le iba a pasar cayendo en ella como un balde de agua fría. Max no puedo más.

- No, ¡espera! -exclamó Max con la voz llena de terror- ¡Déjala! ¡No! ¡Jade!

Vecna acercó la garra. La cabeza de Jade se inclinó hacia atrás y sus ojos azules se entornaron inevitablemente. Mientras tanto, Vecna también hizo lo mismo, su mente sincronizándose con la de Jade, incapacitándola, igual que había hecho con sus demás víctimas. Jade respiraba entrecortadamente y sus labios se entreabrieron lo justo. Temblaba, luchando por no dejarle entrar. Pero no había música. No había escape.

- Te lo advertí -sentenció Vecna con una voz aterradora, sus uñas rozando la delicada piel de la cara de Jade-. Te unirás a mí. Me perteneces.

Lucas vio a Jade elevarse lentamente del suelo. Se quedó pasmado unos instantes antes de salir de su asombro y ponerse de pie, confusión y temor consumiéndole.

La visión de Eleven empezó a volverse borrosa, la falta de oxígeno y sus lágrimas le impedían ver bien.

Entre el caos, Max no dejaba de implorarle a Jade que pensara en algo, un recuerdo, cualquier cosa que pudiera sacarla de allí o darle la fuerza suficiente para liberarse.

La joven Harrington no podía hacer eso por mucho que lo intentase.

Y entonces, sintió las garras de Henry clavándose en su cara. Sus ojos se fueron hacia atrás por completo y de repente ya casi no podía respirar. Sintió un dolor insoportable en todo el cuerpo y como su visión se desvanecía, hasta estar sumida en una oscuridad que la hacía temblar. Max gritó su nombre. Su voz se rajó mientras gritaba el nombre de Jade en una última súplica, su corazón apretado dolorosamente dentro de su pecho al ver a Jade recibir el destino que se suponía era para ella. Las lágrimas de horror no tardaron en caer por sus mejillas pecosas.

Era un escenario diferente, un punto de vista diferente para Lucas en la vida real. Cuando se quebró el primer hueso de su mejor amiga, el del brazo derecho, tomó aire bruscamente y sus ojos se abrieron de par en par, horrorizados. En los segundos siguientes, el brazo izquierdo de Jade se partió por la mitad, luego la pierna y después la otra. Los ruidos que hizo se grabaron en la mente del chico para siempre.

- ¡Jade! -gritó, llevándose las manos a la cabeza.

La sangre empezó a brotar de los ahora blancos ojos de Jade, escurriendo lentamente por sus mejillas. Era aterrador. Traumatizante.

Justo antes de que Vecna pudiera acabar con ella por completo, El pudo liberarse, gracias a las palabras de Mike, pero sobre todo gracias a su resistencia y a su desesperada necesidad de salvar a Jade. Utilizó sus poderes para empujar a Vecna muy lejos de Jade, cuyo cuerpo inerte caía al suelo. Fuera de aquel mundo, su cuerpo destrozado cayó abruptamente. Lucas la alcanzó a tiempo, cayendo él también por la fuerza, con su mejor amiga entre los brazos. Max volvió, justo al mismo tiempo que Jade con un agudo jadeo. Miró a su alrededor, agitada. Pero la visión que tenía delante hizo que se le parara el corazón.

Gateó hasta estar justo al lado de su novia. Jade tenía una respiración agitada y superficial.

- Max, ¿qué... qué ha pasado? ¿Por qué...? -Lucas sollozó, asustado mientras apretaba desesperadamente a Jade entre sus brazos-. ¿Qué le ha pasado a Jade? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué está así?

Max ni siquiera podía hablar, un nudo asfixiante se formaba en su garganta. Apartó unos mechones de pelo con cuidado de la carita de Jade y miró a Lucas, que no podía parar de sollozar como un niño asustado. Tendió sus brazos y tomó a Jade de Lucas, que se la entregó mientras temblaba como gelatina.

- ¿Jade? -susurró Max, con voz temblorosa- Jade, ¿puedes oírme? ¿Jadie? -llamó ella, el pánico aumentando rápidamente, su respiración ahora se convertía en sollozos ahogados-. Jade, Jade.

- ¡Lucas, Jade! -llamó Rebeca, corriendo escaleras arriba.

Erica y Rebeca se quedaron paralizadas al llegar al ático. Las miraron atónitas, Max y Lucas sanos y salvos, y una Jade con los huesos rotos y la cara ensangrentada. Los dos Max se giraron para mirar a las sorprendidas chicas. Rebeca jadeó y tiró de Erica hacia su pecho para que no siguiera viendo la traumatizante escena.

- ¡Necesitamos un médico! -exclamó Max con la voz quebrada- ¡Llamen a una ambulancia! -. Beca dio un paso atrás, conmocionada, abrazando con fuerza a Erica y temblando.

- ¡Deprisa, llamen a una ambulancia! -volvió a exclamar Max, abrazando con fuerza a Jade contra su pecho.

Lucas, al otro lado, apoyó su mano en el hombro de Jade, incapaz de serenarse.

- ¿Max...? -llamó Jade débilmente.

Max la miró al instante, -Sí, sí. Estoy aquí, estoy aquí -dijo en voz baja, esforzándose por tragarse los sollozos. Una de sus manos subió por la cara ensangrentada de Jade para acunarla, - Te tengo.

- ¿Estás... estás bien? -preguntó Jade, sintiendo un enorme alivio a pesar de todo.

- Sí, sí, Jadie, estoy bien. Lucas también está bien. Estamos bien -dijo Max-. Me... me salvaste.

- Estoy aquí, Jade -dijo Lucas con voz tensa, como si sus cuerdas vocales estuvieran a punto de romperse de lo tenso que estaba.

Pero el alivio que sintió Jade duró poco.

- No puedo ver ni... -jadeó, aterrorizada- sentir nada.

Max notó cómo aquellos ojos azules de los que estaba tan enamorada, aquellos ojos en los que quería ahogarse, perdieron su hermoso color zafiro. Eso provocó que se le escapara un sollozo. Jade estaba aterrorizada, el pánico consumiéndola por dentro cómo un virus.

- Lo sé, lo sé -dijo Max, abrazándola, presionando su sus labios contra la frente de Jade-. No te preocupes. Conseguiremos ayuda, ¿vale? Aguanta. Aguanta, Jade.

- Max, tengo miedo -dijo Jade con una respiración rápida y superficial-, tengo mucho miedo. Tengo mucho miedo.

- Lo sé, lo sé, lo sé -sollozó Max, incapaz de mantenerse fuerte por más tiempo, con la mano manchada de la sangre de Jade-. Te vas a poner bien. Te vas a poner bien.

- Max, ¿qué... qué hacemos? ¿Cómo la ayudamos? -pregunta Lucas.

Max negó con la cabeza, indicándole que se callara mientras trataba de calmarse ella misma, - Cállate, cállate. Deja... deja qué... -No pudo terminar la frase, sus pensamientos desordenados.

- No quiero morir, Max -sollozó Jade, su labio inferior temblando y su expresión tornándose angustiada-. No estoy lista.

Las palabras de Jade no hicieron más que empeorar el estado de Max y de Lucas. Max ya no podía aguantar las lágrimas ni un segundo más. Empezaron a caer sin resistencia, rodando por sus mejillas y mezclándose con la sangre que teñía la piel de Jade.

- No vas a morir, aguanta -contestó Max, aunque realmente parecía querer convencerse así misma también.

- No me quiero ir -sollozó Jade-. No estoy lista. No quiero.

- No vas a morir -exclamó Max ahogada en lágrimas y con la respiración entrecortada-. Solo aguanta. Aguanta, por favor.

Max la sacudió suavemente, su necesidad de mantener a Jade despierta punzante y agobiante. Trataba de evitar desesperadamente que Jade cayese por ese precipicio del que no se podría volver.

- Jade, por favor. Jade. Jade -Max insistió urgente, observando como la respiración de Jade se dificultaba-. No, no, no, no, Jade. Quédate conmigo. Jadie, no te vayas. ¡Jade! -vuelve a decir, sus palabras saliendo como una súplica, un rezo a lo que sea que estuviese ahí arriba para que no le arrebatase a Jade también-. No, no, Jade. Estoy aquí, Jade. Respira, por favor. Estoy aquí. No, no.

- Ede, aguanta, por favor. Aguanta - Lucas lloró desconsolado-. Por favor, no te vayas.

- Quédate conmigo, Jade. No me dejes -un sollozo se escapó de la pelirroja-. Aguanta. Solo aguanta. Dijiste... dijiste que nos teníamos que ir a California. Quiero ir a California contigo, Jade. Por favor, por favor. Aún tenemos que ir a California, aún tenemos muchas cosas que hacer, Jadie -dijo, sus lágrimas sin restricción, cada una de ellas siendo una promesa rota-. Me... me lo prometiste, Jade. No te vayas. No te vayas. Aguanta.

Jade deseaba, y tanto que lo hacía, poder decirle a Max que todo estaría bien. Quería poder sentarse y abrazarla y llorar con ella si hacía falta, de besarla las veces que hiciesen falta para poder convencerla de que sí que irían a California ese verano, quería asegurarle a Lucas de que iría a ver su siguiente partido de baloncesto, de que se uniría al equipo de animadoras solamente para estar ahí para él. Pero sabía que si decía algo, mentiría. Les mentiría a ellos y se mentiría a ella misma. Jade sabía que se estaba muriendo y no lo podía evitar. Estaba comida por el miedo y la incertidumbre.

¿Esto es todo? ¿Iba a morir sin ver a su primer y único amor una última vez? ¿Moriría sin al menos sentirse reconfortada de que genuinamente todo iba a estar bien? ¿Moriría sabiendo que su muerte iba a ser lo que provocaría el fin del mundo?

La resistencia de Jade decaía, con ella su vida. Cada bocanada de aire que daba era una obvia batalla. Sentía que se estaba ahogando.

- ¡Beca, ayuda! -Lucas gritó, mirando hacia las escaleras del ático, con la mínima esperanza de que estaría ahí con ayuda.

Max no apartó la mirada de la mirada perdida de Jade. Estaba envuelta en un tormento de pura angustia y una desesperación que la mataba lentamente. Nunca se había sentido tan horrible. Tan malditamente inútil. Jade sabría que hacer. Jade siempre sabía que hacer.

Podía presenciar como la viveza de su Jade se desvanecía en los siguientes segundos. Jade, que quería quedarse con ella, no podía. Su cuerpo la traicionaba descaradamente. Max abrió los ojos ampliamente, aterrada y desolada por lo que estaba presenciando. Los labios entreabiertos de Jade temblaban levemente y su carita estaba arrugada con pánico mientras sentía que se ahogaba.

Mientras se ahogaba entre sus propias lágrimas, Jade fue capaz de hablar una vez más, aunque salió en un murmullo tembloroso y entrecortado.

- Te quiero, Max.

Max estalló, sus sollozos volviéndose más abrumadores y dolorosos.

- No, no digas eso. Jade, Jade, por favor. Yo también te quiero, te quiero mucho -lloró Max, sus palabras derramándose -. Te quiero, Jade. No te vayas, no me dejes, por favor. Lo siento, lo siento mucho. Lo siento. Te prometo... te prometo que seré mejor, te lo prometo, pero por favor, no te vayas. No te vayas.

Y de pronto, la expresión de Jade se suavizó. Poco a poco los músculos de su rostro se relajaron. Max no sintió la respiración de Jade. Una pequeña lágrima se escapó de su ojito y lentamente fue cerrándolos.

Lucas y Max se quedaron mirando a Jade en silencio total, como si necesitaran un segundo para procesar lo que acababa de ocurrir. Notar que Jade ya no se movía hizo que Max entrara aún más en pánico. Su corazón se apretó dolorosamente en su pecho. Fue tan doloroso que no pudo emitir ningún ruido durante unos segundos, como si sus pulmones lucharan por mantenerse a la altura del torrente de agonía que ya estaba en todas partes, ahogándola, consumiendo cada pensamiento y cada palabra que tenía atascada en su garganta.

Sintió algo parecido no hacía mucho, con Billy. Por supuesto, ver a su hermanastro desmoronarse ante ella fue terrible. Pero, ¿esto? ¿Con Jade? Nunca en su vida hubiera imaginado que podría sentirse tan miserable y tan desesperada como ahora. Realmente sentía como si no pudiera respirar, como si su voluntad de seguir viviendo desapareciera junto con Jade. Acababa de perder a la persona que le daba ganas de vivir, aunque fuera un poco, la chica a la que amaba entrañablemente, la chica que nunca la abandonó y la amó cuando ni siquiera Max lo hacia.

Max fue la primera en reaccionar. No. De ninguna manera. Jade no podía estar muerta.

- ¿Jade? -susurró, con la voz colgando de un hilo-. ¿Jade? ¿Jadie? -acunó delicadamente a Jade, instándole a decir algo. Lo que sea. En ese momento, al no recibir respuesta, se dio cuenta. Jade estaba muerta.

- Jade, quédate conmigo. Jade, quédate conmigo -su tono se hizo cada vez más fuerte-. ¡No, no, no, no! ¡Jade, Jade! Por favor, ¡quédate conmigo!

Lucas se obligó a retroceder, incapaz de seguir contemplando la escena. Escondió la cara entre las manos, sollozando más fuerte que antes. Prácticamente temblaba. Lucas, el muchacho de carácter fuerte y testarudo, el deportista, estaba hecho un ovillo, un ovillo de sollozos incapaz de ser consolado por nadie.

Jade no pudo responder a las súplicas de Max. Sus ojitos blancos opacos se mantuvieron cerrados y su último pensamiento estaba lleno de incertidumbre y miedo. Sobre Max. No podía dejar de pensar en Max, en cómo le afectaría todo esto. Pensó en los momentos felices y lindos que tuvo junto a ella y lo mucho que deseaba poder continuar ayudando a Max. O al menos intentarlo. Deseaba simplemente estar feliz con su novia el resto de su vida.

- ¡No! -gritó Max desolada entre llantos demoledores-. ¡Jade! Jadie, por favor... ¡no, no! ¡Ayuda, por favor! -volvió a gritar, con la voz destruida-. ¡No! ¡Jade! ¡Jade! ¡Ayuda!

Su mundo se derrumbó encima de ella. Se sentía como si le arrancaban un trozo de su alma y su corazón se resquebrajaba al perder el latido de Jade, hasta que se detuvo por completo. Dejó un escapar doloroso grito repleto de angustia que podía partir el alma de quien sea. Nunca se había odiado tanto como ahora. Abrazó a Jade sin dejar de llorar y lamentarse, suplicándole al cuerpo sin vida de Jade que no se vaya.

No estaba lista para perder a Jade. No estaba preparada. Nunca lo estaría.

Lucas siguió llorando a unos pocos metros de ellas, pero ver a Max en ese estado le hizo gatear hasta la pelirroja y abrazarla, compartiendo el sofocante dolor que los abrumaba. Sabía que no serviría de consuelo. Ni un poco.

No podía creer que no pudiese hacer nada por ella más que ver, como una completa inútil, cómo su alma gemela perdía la vida entre sus brazos. Siguió sacudiéndola suavemente con desespero y llamando su nombre entre desoladores susurros.

Sin ellos saberlos, Eleven presenció toda la escena.

- ¡Jade! -exclamó El, lágrimas corriendo por su cara, acercando lentamente sus manos para tocar el rostro de inmóvil de Jade-. ¡Jade!

Eleven perdió a su mejor amiga.

Mientras tanto, en el Upside Down, el tañido de campanadas llenaba el silencio de ese mundo. Steve, Robin y Nancy corrieron de vuelta a la casa de los Creel, deteniéndose delante del reloj de péndulo que emitía los incesantes tañidos distorsionados.

- Cuatro campanadas -dijo Robin sin aliento.

- Max -suspiró Nancy.

Los tres se miraron entre ellos. Steve se había puesto pálido al darse cuenta de lo que eso significaba. Estaba atónito y sin querer aceptarlo. Pensar en alguien tan importante morir de una forma tan macabra le helaba la sangre. Luego, pensó en Jade. No quería ni pensar en cómo su hermana lo estaba pasando por Max.

¿Cómo estará ahora? Se preguntaba.

Todo lo que hicieron no sirvió para nada. Jade tenía razón desde el principio. El plan era una mierda.

El suelo de ambas dimensiones comenzó a temblar como un terremoto de gran magnitud. Una grieta gigantesca de abrió en el suelo del ático. Max jadeó de la sorpresa y aferró a Jade con firmeza. Lucas agarró la manga de Max, atónito, y ambos retrocedieron rápidamente. Max se sentó en el suelo de nuevo con Jade entre sus brazos y Lucas a su lado, ambos mirando estupefactos como el portal se hacía más y más grande, engullendo todo a su paso.

Jason, que estaba volviendo a la conciencia, no fue la excepción. El portal lo partió a la mitad, terminando con su vida. Sus órganos cayeron por la grieta y se podía ver con claridad sus huesos. Jason aulló de dolor, pero no tardó mucho en caer en un silencio sepulcral.

La visión de Jade se hizo realidad.

Lo único que hizo la pelirroja en medio de un pánico cegador y una desesperación que la hacía temblar más que el propio terremoto, fue cerrar los ojos con fuerza y esperar a que el temblor apocalíptico terminase. Solo duró unos escasos minutos, pero para ella se sintieron como horas.

Mayfield se quedó ahí sentada, sintiendo que estaba en profunda miseria. No había dejado de llorar ni un solo momento. La diferencia es que ahora lo hacía en silencio, hundiendo su rostro pecoso en el cuello de Jade. Max estaba aferrada a Jade, sus brazos rodeando su torso y sus manos agarrando en un puño la tela de su suéter, cómo si fuera lo único que pudiese mantenerla un poco cuerda entre el caos.

Su cabeza no podía procesar que Jade se había sacrificado por ella. No sabía si sentirse eternamente agradecida o completamente destrozada. Quizás la segunda. Definitivamente la segunda.

Max no lo sabía, pero Jade se fue con una pizca de consuelo en medio de la oscuridad que terminó por consumirla. Había cumplido su promesa, se repitió así misma unos momentos antes de que su cuerpo sucumbiera, como si fuera una canción de cuna. Había protegido a Max.

No. No te vas a ir.

No.

[...] Horas después...

Las siguientes horas pasaron volando. Max apenas podía darse cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor. Ni siquiera podía recordar cómo había llegado al hospital, pero si recordaba el momento en el que volvió a sentir los dulces latidos del corazón de Jade bajo la palma de su mano. Y ahora, estaba sentada, observando el pecho de Jade ascender y descender lentamente, sosteniendo sus deditos con suma delicadeza, temiendo hacerle más daño. Nunca se imaginaba que escuchar a alguien respirar le haría sentir tan aliviada.

Mientras tanto, Steve, Nancy, Robin y Dustin habían salido del mismísimo infierno. Dustin parecía derrotado, sus ojos hinchados y enrojecidos de las lágrimas que derramó - y sigue derramando - por Eddie. Fueron directos al hospital para poder tratar la pierna rota de Dustin.

La visión era desastrosa y completamente desoladora. Parecía una escena de una película de terror. El lugar estaba repleto de gente herida o al borde de la muerte, doctores y enfermeras corriendo de un lado al otro para tratar a todos lo que pudiesen, gente llorando, algunas recubiertas de escombros, sangre... Era terrible.

Dustin fue atendido rápidamente. Lo llevaron a una camilla que estaba en medio del pasillo y ahí mismo tuvieron que tratarlo.

- Deberíamos... deberíamos buscar a los demás -dijo Robin en voz baja, mirando a Nancy-. Yo podría quedarme con Dustin.

Wheeler suspiró y tragó saliva. Miró a Steve, quién también accedió. Ambos caminaron hasta la ocupada recepción. Esperaron un poco, puesto que, con el enorme desastre general, las recepcionistas tampoco daban a basto. Unos minutos después, una enfermera se acercó a ellos, apresurada.

- ¿Qué necesitan? ¿Están heridos o tienen familiares aquí? -dijo la enfermera, agarrando la gran lista de nombres.

- Um... Sí. ¿Max Mayfield? -pregunta Steve tentativamente.

- ¿Max Mayfield?

- Sí. Pelirroja, de esta altura -dijo, poniendo una mano a la altura de su hombro.

- Nos dijeron que, um, estuvo envuelta en el terremoto y nos gustaría verla -continuó Nancy.

La enfermera dejó de buscar en la lista al momento y miró a Steve y a Nancy. Parecía un poco confusa.

- Bueno... Mayfield está bien -contesta.

Nancy y Steve se miraron entre ellos, más confusos todavía. Aquellas eran buenas noticias.

- ¿Está bien? -repite Nancy, sorprendida.

- ¿Dónde está? ¿Cuál es su habitación? -pregunta Steve esta vez, mucho más aliviado y algo más inquieto que antes.

- Muchacho... no está en ninguna habitación. Max Mayfield no está herida. Está bien.

Steve estaba más confundido que antes.

- ¿No vino mi hermana con ella? ¿Mi hermana y tres amigos más? -pregunta Steve, tratando de aclarar esta confusión y poder ver que es lo que estaba pasando.

- ¿Cómo se llama tu hermana?

- ¿Jade Harrington? No muy alta, ojos azules, tiene el pelo castaño y uh... la verdad es que lo tiene muy lindo, así, un poco ondulado, con flequillo. Le llega por los hombros -explicó Steve.

La enfermera entonces miró a Steve con una expresión de estupor. Steve frunció el ceño, mirando a Nancy, esperando a que ella entendiese que estaba pasando, pero Nancy parecía estar igual de perdida. La mujer puso la lista en la mesa de nuevo. Parecía dudar, o más bien, seleccionar bien sus palabras.

- Muchacho, tu hermana... ella...

Steve alzó una ceja, - ¿Mi hermana qué?

Nancy parecía haberlo captado. Dio un jadeó y se llevó las manos a la boca. Sus ojos se abrieron ampliamente. Las campanadas no fueron por Max. Fueron por Jade.

- ¿Dónde está? -pregunta Nancy apresuradamente, agarrando a Steve del antebrazo.

- Habitación 331 -dijo la mujer con una mueca.

En cuando lo dijo, Nancy comenzó a caminar veloz, sin soltar ni un momento a Steve. Esquivaron todo tipo de obstáculos, esto mientras Steve seguía buscando explicaciones a lo que estaba pasando.

- ¿Qué? Nance--

- Steve, -dijo Nancy deteniéndose en seco y mirándolo- las campanadas no fueron por Max...

Steve se quedó en silencio un momento, completamente aturdido. Tenía la boca entreabierta y tartamudeaba un poco, buscando la pregunta adecuada que hacerle tanto a Nancy como a la enfermera.

- Fueron por Jade -finalizó Nancy.

Harrington se quedó callado otra vez, pero esta vez se tambaleó hacia atrás mientras su cabeza parecía comprender que era lo que estaba pasando. El color de su rostro se fue, dejándolo tan pálido como el papel.

El mundo pareció acallarse al segundo mientras el comenzaba a correr desesperadamente. Su mente se puso en blanco y su corazón latía de tal forma que parecía que iba a escupirlo en cualquier instante. No pudo escuchar a Nancy llamándolo detrás de él. Quizás sí, pero la ignoró. Siguió corriendo, esquivando a cada paciente, médico o enfermera que se le cruzara en el camino. Era tal el shock que se había olvidado hasta del dolor punzante de sus costados que los demo-bats habían causado. Estaba actuando en automático.

Cuando irrumpió en la habitación, sus ojos, que estaban desorbitados del terror, escanearon la sala frenéticamente. Su mundo se le vino encima. La enfermera tenía razón. Max estaba bien. Igual que Lucas, Beca y Erica.

Pero Jade no.

Nunca podrá olvidar la imagen de su hermana pequeña en aquel estado. Pálida, tan pálida que uno pensaría que estaba muerta de verdad de no ser por el electrocardiograma, su rostro todavía manchado de sangre, sus ojitos cerrados y la fina piel alrededor de ellos teñidos en un tono ligeramente grisáceo. Todas sus extremidades estaban enyesadas y además, llevaba un collarín en el cuello. La visión era abrumante. Horrible.

Los jóvenes no pudieron hacer nada más que mirar a Steve. Menos Max. Ella se levantó lentamente, soltando con suavidad los dedos de Jade que sobresalían del yeso. La pelirroja caminó hasta Steve, con un temblor visible en su rostro al ver la mirada horrorizada y sobrecogedora del chico y sus ojos marrones inundados por lágrimas que estaban por deslizarse en cualquier momento por sus mejillas.

- Lo siento, Steve -susurró Max, su voz frágil.

Nancy apareció detrás de él, jadeando un poco.

- Steve... -llamó Nancy en un murmullo, mirando por encima del hombro para observar a Jade. Posó una mano delicadamente sobre su antebrazo, ofreciéndole apoyo silencioso.

Steve no pudo soportarlo más. Las lágrimas ya le pesaban demasiado. Cuando las primeras se derramaron, la resistencia de Steve no fue oponente para las demás que estaban por seguir. El rostro del chico se arrugó. Nadie, más que Jade, habían visto a Steve Harrington llorar. Pero ahí estaba ahora, sus lágrimas cayendo como verdaderas cascadas por su sucias mejillas y pequeños sollozos arrastrándose por su garganta hasta el exterior.

Max lo abrazó con fuerza, hundiendo su propia cara en el hombro de Steve. Steve, envuelto por un cóctel de emociones, abrazó a Max con fuerza también.

¿Qué clase de hermano mayor era si no podía proteger a su propia hermana?

[...] Dos días después...

Max tenía la cabeza apoyada en la almohada, cerca de la cara de Jade, tan cerca que su respiración acariciaba la piel de Jade. En sus manos sostenía la carta que una vez le escribió a Jade, la carta que se suponía que Jade ahora mismo tendría que leer, la carta que escribió para cuando ella, bueno, estuviese muerta. Pero pasó justo lo contrario.

No sabía si leerla o no, o sí escribir otra, justo como hizo con Billy. Pero se sentía mal. Jade no estaba muerta. Jade estaba ahí, respirando, su corazón latiendo. No podía leerle una carta y actuar como si estuviera muerta. Jade se tenía que despertar. No podía dejarla de esa forma.

Acercó sus dedos a la cara de Jade y muy delicadamente acarició su piel. Estaba un poco fría al tacto, pero se soportaba.

- Te extraño, Jade -susurró Max, dejando su mano descansar sobre la mejilla de Harrington-. Ojalá... ojalá no hubieses hecho esto.

De pronto, la puerta de la habitación se abrió y se dejaron ver sus amigos. Mike, Will y El. Lucas se levantó del asiento en el que estaba.

- Dios mío -dijo él, avanzando hasta Mike y Will primero, sintiendo una oleada de alivio-. Les hemos llamado mil veces.

No tardó mucho en hundirse en los brazos de ambos, quienes lo abrazaron de vuelta.

- Lo sabemos -dijo Mike-. Vinimos lo más rápido que pudimos.

Se separó de ellos y luego fue a abrazar a El.

Max tomó aire profundamente. Sinceramente no podía ni siquiera alegrarse de que los demás estaban bien. Les dedicó una sonrisa muy pequeña a ambos chicos, quienes le devolvieron el saludo con una sonrisa que más bien parecía ser una mueca. Y cuando El terminó de abrazar a Lucas, Max realmente no lo pudo soportar.

El y ella se fundieron en un abrazo, un abrazo que desesperadamente necesitaban, un abrazo que puso tiritas en el corazón frágil de Max.

- Lo siento -susurró El, apretando inconscientemente a Max contra ella.

Ambas se separaron lentamente. Max tan solo asintió, mirando hacia todas partes menos a la cara de El. No supo por qué, pero sentía que si miraba a El se pondría a llorar.

- ¿Saben cuando despertará? -preguntó El, mirando a Jade.

Max se sentó en el borde de la cama de Jade, mirando a su pareja con una desolación muda.

- No. Dicen que... quizá no despierte -contesta Max, entrelazando sus dedos con los de Jade-. Su corazón se... detuvo por más de un minuto. Murió.

- Clínicamente, -añadió Lucas- pero luego regresó. Los médicos no saben cómo.

- Dicen que es un milagro -dijo Max.

Pero lo que ella no sabía es que ese milagro era El.

---

Para celebrar un año desde que tuve la llorada de mi vida por una serie, aquí tienen el final alternativo que tanto se me pidió en su momento.

La verdad es que me falta una pequeña parte que ya añadiré en otro momento, porque tengo sueño JAJJAJA. espero que lo disfruten <3333

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top