Mientras el huracán se acercaba a Texas, Arizona estaba en un lugar más apacible, su sueño cada vez se volvía más y más acogedor.

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Sentada en la sala con su madre, tomaba  limonada fresca, mientras charlaban de los viejos romances de Arizona.

— Vamos cariño, ¿no hay algún nuevo vaquero? Los hermanos Dunkan no cuentan, esos son pasado— Emelia sonrió esperando respuesta

— Bueno... Talvez hay uno— Zona mordió su labio— Lo conocí cuando volví a Texas, su nombre es Jensen Ackles

— ¿El pequeño Jen?— la mujer sonrió tiernamente— Ahora es todo un hombre, ¿verdad?— Arizona asintió— Es un buen sujeto, se preocupa por ti, no se ha despegado ni un minuto

Arizona fruncio el ceño.— No comprendo, mamá

— No, no es nada, pensamientos míos en voz alta— aseguró Emelia

— Mamá— Zona carraspeo un poco— Quiero disculparme contigo por la pelea que tuvimos hace años

— Esta bien, solecito. Todos dijimos cosas que no queríamos decir. Pero tu padre y yo lamentamos no haberte apoyado, tu sólo querías volar y conocer otros lugares— la mujer tomó la mano de su hija— Y me alegra que lo hicieras, ahora eres una excelente veterinaria y ayudaste a la jovencita Monroe a tener a su bebé

— ¿Conoces a Leah?— pregunto Arizona con algo de sorpresa

— Claro, Will habla mucho de ella, suele venir a comer los fines de semana— respondió Emelia

— ¿Will?— Zona la miro esperando respuesta

— Will Monroe, su abuelo, no lo conoces, que descortez de mi parte. Talvez este en su casa mirando televisión, ¿Quieres conocerlo?— Emelia se levantó del sillón

Arizona asintió y siguiendo a su madre, salieron de la casa para ir a la propiedad Monroe, para conocer al difunto abuelo de Leah.

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Jensen había ido a ver a Arizona unos minutos, no les permitían estar mucho tiempo con ella, pero a el le bastaba.
Cuando termino su tiempo, salió de la habitacion y dejó a Leah entrar, mientras el volvía a la sala con Jeffrey, el cual había llegado hace algunas horas.

— ¿Cómo está ella?— pregunto el vaquero Morgan

— Aveces siento que sonrie— comentó Jensen sin mirarlo— Pero talvez sólo alucino

— Es normal, Jensen. Tratamos de ver cualquier cambio bueno en ellas— dijo Jeffrey soltando un suspiro

Jensen claramente entendía que su amigo se refería a su difunta esposa. Y sin saber que decir, sólo palmeo la espalda del hombre junto a él.

— Ya casi es hora de que me vaya— Jeffrey miro su reloj— Necesito comprar cosas para resguardarnos del huracán, deberías hacer lo mismo

— Estoy seguro de que papá ya se encargó de eso— Jensen asintió— ¿Talvez puedas comprar algunas cosas para Brad? No se si se quedará en el rancho o vendrá aquí durante la tormenta

— Yo le preguntaré, tu preocupate por mantenerte cuerdo y dormir un poco— comentó Jeffrey logrando una leve sonrisa en su amigo

— Lo sé, me veo mal, tengo barba, pero no quiero irme, ella es más importante— Jensen tallo sus ojos— No puedo dejar de pensar en el día que la vi en tu casa, ese día que Cristian nació ella quería hablar, pero yo solo fui a mi estúpida reunión con Chris

— ¿No estaban bien?— cureosio Jeffrey

— No lo sé, no le había dirigido la palabra...— él joven Ackles se detuvo— Soy un idiota, si ella muere. Tendré esa culpa conmigo

— Oye, Jensen, tienes que calmarte. Mucha gente suele salir del coma, estoy seguro de que ella lo hará y podrán arreglar las cosas

Aunque Jeffrey no sabía lo que deparaba el futuro para Arizona, sabía que podía darle unas cuantas palabras de calma a Jensen. Puesto que el vaquero estaba muy mal, se sentía más culpable que todos.

Tiempo después, la pareja Morgan se fue, tenían compras que hacer. La gente se volvía loca cuando los huracanes se aproximaban y este no era una excepción.
Tan sólo faltaban un par de días para que una horrible tormenta chocara con Texas y sus ranchos. La gente tenía que proteger su ganado, poner tablas en las ventanas, todo para que las casas no se destruyeran en un abrir y cerrar de ojos.
Pero a pesar de eso, Jensen no estába preocupado, pues el estaría en el hospital, vigilando a Arizona, monitoreando que todo fuera acordé a los cuidados que le habían dado los últimos días.

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Arizona por otro lado, estaba en casa de Will Monroe, era un hombre muy amable y realmente hablaba mucho de su nieta y lo mucho que la quería.

— Leah siempre fue una pequeña muy traviesa, recuerdo que teníamos un juego, yo escondía un regalo para ella y la hacia encontrarlo. Pierce siempre lo usaba para distraerla— Will sonrió de lado, moviendo un poco su bigote

— ¿Jugaban mucho?— pregunto Arizona sonriendo igual

— Si, siempre que venía a visitarme. La última vez que vino, jugamos, pero mi zanahoria no logró encontrar su regalo— el hombre borro su sonrisa a una algo triste— Su madre vino por ella y se fue muy desilusionada

— ¿Zanahoria?— pregunto Zona

— Cuando Leah era pequeña su cabello era naranja, como el de una zanahoria— Will soltó una leve carcajada— Vaya que le molestaba que le llamará asi

— A Zona también le molestaba que le llamará Solecito— se integró Emelia, mientras acaricia el rubio cabello de su hija

Arizona sonrió mirando a su madre, y después volvió su vista a Will.— Soy muy curiosa Señor Monroe, ¿Podría decirme que escondió en su último juego con mi amiga?

— Claro, vengan, les mostraré

Los tres se levantaron y caminaron en dirección hacia la cocina de la casa, Will se acercó a una de las paredes, se inclinó un poco y levantó una tabla de madera algo floja, metió su mano y sacó una pequeña caja roja.

— Era un nuevo escondite, pero Leah es muy inteligente, siempre lograba encontrar las cosas, pensé que sería detective

— Ahora que lo menciona, yo también lo hubiera pensado— Zona y Emelia rieron

Will dejó el objeto en su lugar y volvieron a la sala, para seguir platicando. Era un lugar muy apacible para Arizona, tanto que comenzaba a disfrutarlo.