EPÍLOGO

Me quito los zapatos en la entrada sonriendo de manera involuntaria por las nuevas noticias que traigo conmigo, y me coloco mis pantuflas, las cuales descansan en el pequeño zapatero junto a la puerta principal. Dejo caer con descuido mi bolso sobre el sofá y me adentro en la cocina en busca de una botella de agua porque siento la boca seca.

Cierro la puerta del refrigerador con botella en mano y me fijo en el lavavajillas, lugar en el que se encuentra la misma loza que había cuando salí hace un par de horas. Mi ceño se frunce con enfado, reemplazando momentáneamente el sentimiento de júbilo que me invadía con anterioridad y a paso veloz, me dirijo al cuarto de mi compañero y amigo.

— ¡Jackson! — lo llamo con firmeza, golpeando el trozo de madera que hay frente a mí y conteniendo mis ganas de solo abrir. Todo debido a que no quiero invadir su privacidad.

— ¡Pasa! — Y así lo hago. Al abrir la puerta me encuentro con el chino tendido a lo largo de su cama usando su móvil y vistiendo tan solo unos pantalones deportivos marca Nike. Porque usar playeras no es algo de lo que Jackson sea fanático, por lo que pasa la mayor parte del tiempo paseándose de un lado al otro por el departamento con el pecho al aire. Su estilo solo cambia en el momento en el que frío se eleva y se ve en la obligación de usar algo más, a no ser que quiera atrapar un resfriado. — ¡Llegaste, Bo-bo! ¿Qué tal la entrevista? — pregunta de inmediato. Se sienta en la cama y deja su móvil de lado para posar toda su atención en mí, pasando de largo de mi mueca de fastidio. Como si nunca hubiera estado pintada en mi rostro, en primer lugar.

Cruzo mis brazos bajo mi busto, acentuando mi ceño fruncido y conteniendo las fuertes ganas de saltar sobre la cama para contarle lo feliz que me hace sentir el por fin haber encontrado un trabajo y que, además, podré comenzar a cancelar mi deuda con él. Porque desde hace un mes, cuando tuve una fuerte discusión con mis padres acerca de lo que sería mi futuro, terminé abandonando mi hogar y mudándome con Jackson, mi mejor amigo desde hace dos años. Él me ofreció rentar juntos un departamento cerca del centro de la ciudad para que pudiéramos lidiar mejor con el precio de la renta y yo no me tarde mucho en aceptar su propuesta. Como no poseía un empleo en ese momento y mi padre decidió quitarme todo el dinero que había ahorrado de mis cuentas bancarias, Wang se encargó de cancelar el primer mes de alquiler mientras yo buscaba algún lugar en donde poder trabajar para dejar de ser un lastre y convertirme en un apoyo en lo que ahora es nuestro hogar.

— Los trastes. Siguen estando sucios en el lavaplatos.

— ¡Bo-boooo! — Se queja de forma exagerada, como si estuviera agotado de mis reclamos, los cuales (debo destacar) son pocos a comparación de lo desastroso que puede llegar a ser mi roommate. — Los lavaré. Promesa scout. — Alza la mano izquierda mientras su diestra se posa sobre su pecho, simulando que toca su corazón.

— Tú nunca has sido scout.

— Bueno, promesa de mago.

— No eres un mago — Ruedo los ojos por sus estupideces, esforzándome por reprimir la diminuta sonrisa que se asoma en mis labios y que él es capaz de notar.

— Soy muchas cosas que no sabes, Bo-bo — dice, intentando lucir misterioso, pero consiguiendo verse lo suficientemente ridículo como para hacerme reír. — Pero dejando de lado eso, ahora, dime... — pide, tirando de mi cintura para que me siente en la cama junto a él de una vez por todas. — ¿Cómo te fue en la entrevista?

Las esquinas de mis labios tiran con fuerza en una gran sonrisa que le da un claro spoiler de mi resultado antes de que alguna palabra abandone mi boca. Chilla de emoción y se tapa la boca con las manos para seguido, abrir los ojos en toda su capacidad, luciendo expectante e ilusionado por mi resultado. Tanto que remueve mi corazón con amor, porque no se me es tan común que las personas se sientan felices y que luzcan satisfechos con mis logros. Él y YoungJae parecen ser mis mayores fans, porque cada cosa que consigo hace que ellos salten en un solo pie mientras celebran a gritos.

— ¡¿Conseguiste el empleo?!

— Así es — Asiento, imaginando su reacción en mi cabeza una fracción de segundo previo a que suceda.

Grita con exageración, tirándose de espalda contra la cama para seguido, reincorporarse y estrujarme entre sus brazos entretanto yo me dedico a reír por su actuar tan... Jackson.

— ¡Sabía que lo lograrías!

— Siempre dices lo mismo cuando logro algo.

— Porque sé que eres capaz.

— Ya, basta — Empujo su cara, alejándolo de mí para evitar que vea cómo la sangre se me sube al rostro porque ha conseguido que me ponga tímida con ello. Escucho sus quejas ahogadas contra la palma de mi mano y lo miro burlona hasta que me dispongo a decir lo que traía guardado desde que me aceptaron. — Gracias.

— ¿Por qué?

Me mira confundido, como si de verdad no supiera la razón por la que me siento tan agradecida con él y, como el tener que explicarlo me hace sentir ligeramente incómoda, desvío mi mirada a otro punto lejos de su cara para poder explicárselo sin que la vergüenza me gane.

— Si no me hubieras dicho que estaban buscando empleados en esa tienda de cosméticos, probablemente hubiera llegado muy tarde a preguntar si había vacantes y hubiera perdido mi oportunidad — Me encojo de hombros. — Fue bueno que te enteraras. Además, de que siempre estás ayudándome y aportándome. Eres un gran amigo.

— Sí, soy un salvador de damiselas en peligro.

Bufo sonoramente por su chiste, el que, a decir verdad, no es una mentira.

— Sí, como digas — hablo, con claras intenciones de molestarlo con mi desbordante sarcasmo.

Mi teléfono vibra y lo saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón para comenzar a revisar mis notificaciones de forma superficial, buscando la razón por la que se ha sacudido en mi bolsillo.

— Bo-bo.

— Dime — respondo, sin voltear a verlo.

— Más tarde me juntaré con unos amigos a beber y comer algo. ¿Quieres ir conmigo?

Niego.

— No, gracias.

Jackson, como el molesto niño que puede llegar a ser, pone su cabeza por sobre mi teléfono para obtener toda mi atención al notar que apenas y sí, lo he mirado para responder con una negativa que es obvia que no le ha gustado.

—Ni siquiera consideraste la idea. ¿Por qué no quieres venir conmigo? — interroga, con su labio inferior sobresaliendo en un puchero.

Inspiro profundamente y lo quito, haciendo que se acomode junto a mí.

— Por dos razones. La primera, es que no tengo dinero. Y la segunda, es que son tus amigos.

— ¡Uno de ellos es BamBam! ¡Conoces a BamBam! ¡Dijiste que te agradaba BamBam!

— ¡Y me agrada! — Aclaro al notar que ha empezado con su típico dramatismo. — Pero eso no quita el hecho de que tampoco tengo dinero.

— Yo pago por ti. Yo te invito.

— No, Jackson. Déjalo. Ya pagaste la renta tú solo y todavía tengo que pagarte eso y juntar lo del siguiente mes. No quiero que sigas gastando más dinero.

— Sabes que el dinero no es problema — me recuerda, tomando mi cara entre sus venosas manos y obligándome a mirarlo a los ojos.

— Sí, señor hijo de magnates chinos... — Quito sus manos de mi cara con suavidad y lo veo con seriedad, esperando a que capte el claro mensaje y se rinda. — Pero depender de ti no me hace sentir bien. No me gusta que gastes el dinero de tus padres en mí.

— Me lo dan porque es mucho y les sobra para vivir. Yo puedo usarlo en lo que quiera — dice y al ver como paso de él, rodea mis hombros con su brazo y me apega a su costado. — Tómalo como un regalo de cumpleaños adelantado. Tu cumpleaños es la próxima semana, ¿no?

Muevo mi cabeza de forma afirmativa, confirmando la fecha que sé que él recuerda mejor que mis propios tutores legales, con los que ya no hablo.

— Perfecto. Ven con nosotros.

— No pararás de fastidiar hasta que diga que sí, ¿verdad? — cuestiono con cansancio, apoyando mi mejilla contra su hombro.

— Eres muy lista cuando quieres, Bo-bo... ¡Aah! ¡Es un cumplido! ¡¿Por qué me golpeas?! — exclama con indignación, soltándome en el acto para sobar la zona afectada que es más que obvio que ni siquiera le ha dolido.

Porque no he puesto ni la mitad de mi fuerza en ese golpe contra su brazo izquierdo.

— Eres un dramático. Ni que te hubiera pegado tan fuerte.

Resopla por mi desinterés al dolor que yo misma le provoqué y me observa fijamente, rogándome con la mirada para que desista de mi negativa y lo acompañe a su condenada salida.

— Vamoooos... Pareces una asocial pasando todo el tiempo aquí, encerrada. Desde que terminaste con Mark hace tres meses, yo me he convertido en la única persona, que no es miembro de tu familia de forma legal... — puntualiza. — con la que sales y hablas.

— También hablo con BamBam.

— Él no cuenta como interacción social, es más como una mascota... — le quita desmerito, sorprendiéndome por esa cruel broma contra el chico. — ¡Por favoooooor! — ruega, convirtiéndose en una versión de sí mismo más irritante de lo que puedo tolerar en un día normal.

Gruño entre dientes, sabiendo que su insistencia también se debe a que me conoce. Jackson me conoce tanto como para saber que si continúa presionándome terminaré cediendo a ir porque internamente, yo igual quiero salir a comer algo de carne y beber, pero me fastidia no poder hacerlo con mi propio dinero.

Y Wang es consciente de ello porque de otra forma, me hubiera ido molesta en el instante en que él me hubiera comenzado a insistir con ir.

— Si acepto a ir, ¿me prometes que este será mi regalo de cumpleaños y que para mi cumpleaños no me comprarás nada?

— Por supuesto que no — Niega de forma infantil. — Pero puedo prometer que no será algo muy caro.

— Jaaaackson.

— Bo-boooo — me imita, inclinando la cabeza a un lado y luciendo adorable. — Bo-bo, tengo dinero y me gusta gastar parte de él en ti porque te aprecio mucho. Me gusta hacerlo tanto como cuando tú me cocinas o me cuidas cada vez que me enfermo. Así que déjame hacerlo, ¿sí?

— A veces eres exasperante.

— Pero así me amas.

Suspiro, pretendiendo estar enojada y dejando que me estruje entre sus fuertes brazos como si de una almohada se tratara.

— ¿A qué hora acordaron juntarse?

— En una hora más. Así que ve a ponerte decente — Me empuja para que me levante de la cama y con movimientos de manos acompañados de ruidos con su boca, me echa de su cuarto y me apresura para que me aliste. — ¡Rápido, rápido!...

— ¡Si me apresuras más irás solo! — le grito desde el pasillo, previo a intérname en mi cuarto para buscar qué ponerme antes de ir a darme una merecida ducha.

— No veo a BamBam.

— Está allá — Señalo al peliblanco que sacude su brazo derecho en el aire para captar nuestra atención. Se haya frente a la entrada del restaurante en el que acordaron encontrarse.

— Nop, no lo veo.

— Debiste traer tus lentes — lo regaño, asombrada por el hecho de que no pueda divisar al muchacho entre la multitud que camina a nuestro alrededor a pesar de que no está tan lejos.

— Tengo que usarlos cuando manejo, no cuando camino en la calle.

— Por ley debes usarlos al manejar, pero nadie te impide usarlos al caminar. — Le saco la lengua.

— Cállate y camina — Corresponde mi gesto de manera infantil, ignorando mi comentario con maestría.

— ¡Al fin llegan! — exclama BamBam con alivio cuando nos encontramos frente a él y su acompañante.

El chico desconocido y de sagaz mirada sonríe por la exageración de su amigo, dejando ver una blanquecina sonrisa que muchos catalogarían como perfecta. Y es que debo admitir, que ha conseguido atraparme y más todavía por el detalle de que sus ojos, se terminan convirtiendo en dos medias lunas que me parecen adorables.

— Nos hemos retrasado dos minutos — aclara mi amigo. — Y debo admitir que me sorprende que tu hayas llegado temprano, teniendo en cuenta lo que te demoras en elegir un atuendo.

— Eres un exagerado — Chasquea la lengua. — Bueno, como ya conoces a Jackson te presentaré solo a esta bella dama aquí presente — dice juguetón, haciéndome reír y golpearlo con suavidad en el estómago luego de que rodeara mis hombros con uno de sus brazos. — Ella es Bomi, Bomi, él es JaeBeom.

— Un gusto — pronunciamos al mismo tiempo, regalándonos un amigable inclinamiento de cabezas.

— ¡Mira! ¡Si hasta están coordinados! — Ríe BamBam a mi lado, contagiando a Wang. — Ahora entremos, porque me muero de hambre.

BamBam me suelta e ingresa al local junto a Jackson, ambos comenzando a hablar de un tema que ignoro y dejando a JaeBeom y a mí, atrás. Volteo para ver al chico a menos de dos pasos de mí, quien vuelve a sonreír y con un gesto de cabeza y mano, me invita a pasar antes que él al lugar.

— Después de ti.

— Gracias.

Cruzamos la entrada y apenas la puerta se cierra tras nosotros, para conservar el ambiente cálido que hay en el interior a comparación con el de afuera, su voz se abre paso otra vez por mis canales auditivos, captando mi atención.

— Disculpa, acaso... ¿Tú y yo ya nos conocemos de algún lugar?

Me detengo a mirarlo, conteniendo una risa que, al final, de igual manera consigue escapar de mi boca.

— Buen intento, pero ya he escuchado esa frase antes. Estoy segura de que puedes hacerlo mejor.

Se ríe y sus mejillas se colorean con sutileza al verse atrapado en su intento de ligue. Y se ve adorable. O al menos, eso es lo que me parece.

— Al menos te hice reír.

— Sí, ya tienes puntos por eso — le concedo, ocultando mis manos en el interior de los bolsillos de mi abrigo y jugueteando con mis dedos.

— ¿Hay alguna manera de terminar la noche con tu número de teléfono agendado en el mío?

— Puede que sí como puede que no. Veamos cómo avanza la noche y que tanta suerte tienes.

— Estos días he tenido mucha suerte — admite con sinceridad.

— Y ahora descubriremos si tu suerte continúa — le digo sin dejar de sonreír al igual él. — Ahora vamos. Deben estar esperándonos.

Asiente y camina detrás de mí, siguiéndome de cerca. Mientras avanzamos entre las mesas, vemos cómo BamBam y Jackson nos hacen señas de que nos apresuremos para poder ordenar y, cuando ya nos encontramos a menos de cinco pasos, los escuchamos quejarse y preguntarnos acerca del por qué nos hemos tardado tanto en entrar. Yo me apresuro a responder, diciendo que no ha sido nada importante de lo que tengan que preocuparse y, mientras BamBam y Jackson empiezan a debatir acerca de lo que debemos o no comer, leyendo el menú que nos ha dejado un mesero, me animo a mirar de reojo a JaeBeom porque me ha llamado la atención.

Me sorprendo cuando soy captada en el acto y la sonrisa que se dibuja en sus labios tras atraparme, se copia en los míos de manera automática. Bajo la mirada al menú, percibiendo como la sangre se acumula en mis mejillas, y tomo una profunda bocanada de aire, consiguiendo que Jackson me mire.

— ¿Qué pasa?

— ¿Ah? No, nada — miento, rezando porque no escuche como mi corazón se ha alterado tras haberme dejado yo misma al descubierto. Me mantiene la mirada por unos segundos para luego asentir, con las comisuras de sus labios curvadas hacia arriba.

— Me alegro de que te veas feliz de nuevo. Extrañaba eso.

— ¿De qué estás hablando, tonto?

Sacude la cabeza, restándole importancia al asunto, pero luciendo extrañamente más feliz, como si algo hubiera sucedido para elevar su ánimo.

— No, nada. Ahora dime, ¿qué quieres comer, Bo-bo? — cuestiona, deslizando el libro más cerca de mí.

Lo admiro con inseguridad por una fracción de segundo para después suspirar, dándome por vencida, y fijar mi mirada en el menú, sabiendo que Jackson siempre ha sido un chico extraño y que, muchas veces, no soy ni seré capaz de comprender lo que pasa por su cabeza, la cual debe estar llena de cosas que ni siquiera puedo imaginarme.

— Eres tan extraño, Jackson — murmuro para mí misma, pero sabiendo que ha sido capaz de escucharme. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top