CAPÍTULO VEINTE
Es viernes. Ya van tres días viviendo sin la compañía de JaeBeom y el desorden, que se está apoderando poco a poco del departamento, me grita dos cosas: que mantener el orden no se me da de lo mejor, y que el sábado, debo disponerlo para realizar una limpieza profunda, la cual espero que dure.
En estos tres días no me he topado al chico gato en el edificio, detalle que he intentado ignorar. Sin embargo, se me es algo difícil y, más de una vez al día, me he encontrado a mí misma preguntándome en dónde está metido ahora y si está bien. Porque no puedo evitar preocuparme por él, aunque el tipo sea un completo idiota.
Tras desayunar algo liviano — porque mi apetito ya no parece ser el mismo de antes — me dirijo a la salida del edificio colocándome mis audífonos porque estoy dispuesta a sumirme en mi lista de reproducción mientras recorro el camino habitual a mi trabajo y, cuando me estoy despidiendo del portero, deseándole un buen día con una sonrisa sincera, mis ojos se topan con un par de esferas amarillas que me observan con atención desde el mostrador, en dónde su gatuna anatomía descansa con elegancia.
Tanto sus orejas como cabeza están alzadas en señal de que me ha reconocido y sé, que ha sido mucho antes de que yo siquiera me hubiera percatado de su presencia. Parece tener ganas de decir algo, pero no lo hace por obvias razones y yo tampoco hago el ademán de querer detenerme a escuchar.
Me obligo a desviar la mirada hacia el frente tras despedirme del guardia de turno, intentado ignorar al felino lo mejor que puedo mientras lidio con una desagradable presión en mi pecho que dificulta mi oxigenación. No obstante, sigo sintiendo sus gatunos ojos sobre mí hasta después de haber abandonado el edificio y, solo tras cruzar la división entre la construcción en donde vivo y la continua, puedo sentir cómo esa presión que se instaló en mi pecho sin previo aviso, se evapora con lentitud y me deja volver a respirar con normalidad.
Mis manos se aferran a mi móvil con fuerza y durante unos segundos, lucho contra una ligera arritmia que trajo consigo el encontrarme otra vez con JaeBeom. Repito en mi mente que es normal que pase esto, porque mis sentimientos por él aún están ahí, vivos, y no es cómo que en tres días pueda hacerlos esfumarse con facilidad porque así no es cómo funciona esto.
Admito que me gustaría mucho tener esa habilidad sobre mis propias emociones — ¿quién no? —, pero como no la tengo, debo esperar a que se vayan desvaneciendo solos. Darle su tiempo. A pesar de que sea una jodida molestia que tenga que ser de esta manera.
Llego temprano a trabajar, detalle importante que me salva de la mirada de desaprobación de Park que, esta vez, va dirigida a JiSung por llegar cinco minutos tarde. Durante la mañana el flujo de clientes se mantiene bajo, motivo por el cual JinYoung nos pide a JiSung y a mí que nos encarguemos de ordenar la bodega de la tienda con los nuevos productos mientras que él y SooYeon se ocupan de atender el local.
No me opongo ni me molesta su encargo. En realidad, es todo lo contrario, me hace feliz el que me haya elegido para ese trabajo. Algunos clientes pueden llegar a ser muy irritantes y mal educados, y yo no tengo el mejor estado de ánimo ahora como para soportar sus tonterías, razón por la cual prefiero pasar toda la mañana ordenando los nuevos productos y escuchando a JiSung hablar hasta por los codos, que estar soportando a algún latoso o latosa ahí afuera.
—... Y la tabla cedió y los tres terminamos cayendo al río.
Me carcajeo con el final de su historia, sin dejar de acomodar las cajas llenas de cremas hidratantes nuevas para cuidar el rostro.
— En primer lugar, ¿por qué creyeron que era buena idea saltar sobre un par de tablas endebles que servían como puente?
— Supongo que cuando estás ebrio todo suena a una buena idea — Ríe.
— ¿La abuela de Félix se molestó con ustedes?
— Sí, se enojó bien feo por unas tontas tablas. Ya no nos invita a pasar los fines de semana largos a su casa en el campo —Se encoge de hombros, restándole importancia al asunto. — Félix dice que cada vez que va, su abuela se lo recuerda. Además de enojona, resentida salió la señora.
Ambos nos reímos y me acerco al montón de cajas selladas, que contienen diversos productos, que están amontonadas cerca de la entrada.
— ¿Ya te sientes mejor? — pregunta de la nada Han, llamando mi atención y consiguiendo que me gire a verlo algo confundida.
— Que si... ¿me siento mejor?
— Sí. Estos últimos días te has visto algo distraída y triste.
— ¿En serio? — interrogo como acto reflejo, decepcionada de mi capacidad de actuación.
Sabía que no estaba siendo completamente disimulada con mi bajo estado de ánimo, pero tampoco creí que se notaría tanto.
— Bueno, no me puedo llevar todo el crédito. Fue SooYeon la que me hizo notarlo, ya que estaba preocupada, pero no sabía si acercarse a ti y preguntarte sería lo correcto. Sabes que es algo tímida — Asiento como respuesta. Me mira, dejando de lado por unos segundos su tarea de acomodar cajas en las estanterías, y sus facciones expresan una sincera preocupación que reconforta el sentimiento de soledad que me ha estado acompañando desde la noche anterior. — Si lo necesitas, puedes hablar conmigo. Sé que no tenemos la misma edad y puede que creas que por ello no sea capaz de comprender lo que te sucede del todo, pero puedo intentarlo o, al menos, escucharte mientras te desahogas.
Le sonrío, enternecida por sus palabras y su amable gesto de ofrecerme un oído en dónde poder desahogar mis penurias. Sé que, a pesar de su edad, JiSung es un chico listo y bromista que es capaz de comprender diversos temas de la sociedad y el mundo en sí, sin embargo, lo mío va más allá de lo que se podría considerar común en el momento en que a la ecuación le sumas magia. Porque no solo me siento triste por lo que JaeBeom hizo, sino que también por el tema de su maldición y el hecho de que este condenado a vivir para siempre dentro de ese perímetro. Solo.
Hablar acerca de mis sentimientos heridos es simple. Lo pude hacer con Jackson alterando un poco la realidad y convirtiendo a Mark en un terrible ex novio. Y sé que puedo hacer lo mismo con JiSung, pero no tengo ánimos para estar inventando mentiras y, definitivamente, no estoy dispuesta contarle la verdad. Exponer a JaeBeom significa ponerlo en peligro y aunque estoy enojada con él, exhibirlo no es algo que quiera hacer. Y no es que no confíe en JiSung, pero es muy arriesgado el hacerlo.
— Muchas gracias por tu oferta, JiSung. Pero es solo algo pasajero y ya estoy mejor que antes — Le miento medianamente con una sonrisa para apaciguar su angustia. — No te preocupes.
— Decirlo es más fácil que hacerlo.
— Lo sé, pero en serio. Ya estoy mejor.
— Entonces, acepta la invitación y ven con nosotros — dijo, haciéndome recordar la salida para ir comer y beber todos juntos después del trabajo que organizaron él y SooYeon; salida que yo ayer rechacé porque no tenía ánimos de nada. — Hasta JinYoung acepto ir. No puedes faltar.
— Sí, puedo —refute risueña, sacándole un bufido de frustración. — ¿En serio JinYoung aceptó salir con ustedes o me estás tomando el pelo? — pregunto, sin poder ocultar mi asombro de que don mejor empleado del mes aceptara salir con sus hoobaes a divertirse.
— Sí. Y también irán dos amigos suyos.
Frunzo los labios y emito un sonido que demuestra mi inseguridad ante la idea de asistir a una salida que, en primer lugar, no me convencía mucho y en la que ahora, sé que dos desconocidos también estarán presentes. JiSung no deja pasar mi gesto y se apresura a calmarme, porque sabe que dejarme dudar un poco más de tiempo hará que termine declinando nuevamente su invitación.
— No debes preocuparte por ellos, son muy amigables. Por favor, Bomi — ruega, formando un puchero y mirándome con sus grades ojos cafés, luciendo como una adorable ardilla llena de esperanza. No niego que, en parte, la idea es tentativa. Salir a comer con los demás suena mejor que comer comida instantánea mientras busco qué ver en la televisión para pasar lo que resta de la noche hasta, finalmente, quedarme dormida. — Además, servirá mucho para que SooYeon no terminé retractándose por ser la única chica en el grupo y decida no ir.
Revoloteo los ojos con una sonrisa ladeada y paso de él con una caja entre mis manos, reconociendo de inmediato sus intenciones.
— Así que me estás usando para asegurarte de que SooYeon vaya. Interesante. — Sus hombros se tensan por mi comentario y eso, es todo lo que necesito para confirmar algo que ya venía sospechando desde hace un par de días: a JiSung le gusta SooYeon. — Por un momento, de verdad creí que querías que estuviera ahí.
— No, claro que no. Quiero que vayas.
— Pero más quieres que SooYeon vaya.
— También quiero que vayas, Bomi — dice apresuradamente, denotando su nerviosismo y me permito fastidiarlo un rato mientras ordenamos.
— Pero no tanto como que SooYeon vaya.
— No.
— ¿Te gusta el helado?
— Sí.
— ¿Te gusta la carne?
— Sí.
— ¿Te gusta el rap?
— Sí.
— ¿Te gusta SooYeon?
— Sí, digo, no. ¡¿Por qué sacas ese tema?! — Patalea como un niño berrinchudo con el rostro ardiendo.
Me carcajeo con fuerza a base de su vergüenza, porque es tierno y gracioso verlo de esa manera cuando la mayoría del tiempo, Han rebosa de una confianza y descaro asombrosa.
— Está bien, iré. Solo tengo que ver cómo le aviso a... — Pero me interrumpo a mí misma al darme cuenta de lo que estoy diciendo.
No tengo cómo avisarle a JaeBeom que llegaré tarde a casa y tampoco, tengo por qué hacerle saber aquello.
Porque ya no somos roommate y, probablemente, tampoco amigos.
— ¿Avisarle a quién? — pregunta Han con curiosidad al ver que he dejado la frase inconclusa y que tampoco tengo muchas intenciones de terminarla.
— A nadie. No te preocupes, error mío — Me disculpo para continuar con nuestro deber, asegurándole otra de vez de que asistiré a la famosa junta y consiguiendo aumentar su buen humor.
Tras esperar a que JinYoung cerrara el local, nos dirigimos a uno de los tantos restaurantes en la zona de Gangnam en dónde se suponía que debían estar esperándonos los amigos de JinYoung, que también son conocidos de JiSung.
Como no quedaba muy lejos de nuestro lugar de trabajo, decidimos realizar el recorrido al punto de encuentro caminando. Y mientras que JiSung y SooYeon lideran la marcha, con ella riendo sin parar de las tonterías que dice Han, yo camino junto a Park JinYoung un par de pasos más atrás, en un silencio que las ocupadas calles de Seúl se ocupaban de llenar.
— Espero que, ahora, seas consciente con tu consumo de alcohol... — suelta de la nada Jin, haciendo que voltee a verlo con las cejas alzadas. —, porque no pienso hacer de niñera hoy.
— No necesito una niñera.
— Permíteme dudar de eso, chica llego drogada a mi empleo...
— Ya te expliqué lo que sucedió ese día — Gruño, notando la sonrisa bufona que se desliza por sus labios al conseguir su objetivo: fastidiarme.
— Debiste haber preguntado de qué estaban hechos.
— Usualmente la gente no le pone marihuana a los queques que regala —me defiendo, recordando ese día y lo terrible que me sentía. — No creí que debía desconfiar.
— Ley de vida, Bomi, siempre debes desconfiar.
Arrugo el entrecejo y niego, sintiéndome incapaz de hacer lo que él me dice a pesar de que suena muy sensato teniendo en cuenta en el tipo de sociedad que vivo.
— Puede ser estúpido, pero no me gusta comenzar una relación desconfiando.
— Te lastimarán si confías muy rápido.
— Lo sé, pero creo que hay momentos y momentos para desconfiar — Alzo los hombros. — No sé, me dejo llevar por mis sentidos cuando se trata de ello.
JinYoung me mira unos segundos sin decir nada y suspira, para luego volver a ocultar parte de su rostro al interior del calor que le brinda la bufanda de color azul que rodea su cuello.
Nos acercamos a la entrada del restaurante y, junto a esta, se encuentran dos chicos hablando, quienes, supongo, son los famosos amigos de JinYoung que nos acompañarán durante la cena. El de cabeza rubia con rizos nos divisa desde la distancia y, velozmente, alza los brazos para aletear de forma exagerada mientras chilla el nombre de JinYoung y JiSung como si fuéramos capaz de pasar por alto a un tipo con su color de cabello y a su amigo que mide alrededor de un metro ochenta de alto.
Escucho cómo JinYoung deja escapar una pequeña risa y veo cómo JiSung se apresura a imitar el gesto del rubio, como si ambos compartieran la misma neurona.
El muchacho alto, de cabellera azabache, se gira con una sonrisa y nos saluda con un movimiento de mano. Su mirada se posa sobre mí, y tantos sus cejas como las mías se alzan con una mezcla de sorpresa y reconocimiento.
— ¡¿Chica de los audífonos?! — interroga apuntándome con su dedo índice, observándome con una brillante sonrisa y con su tono rebosante de una divertida incredulidad que yo también siento.
Los ojos de todos los van de mí al azabache con confusión y, antes de que diga algo, JinYoung habla.
— YuGyeom, es de mala educación apuntar.
Percatándose de su error, el susodicho ríe bobamente y baja la mano.
— ¿Se conocen? — pregunta JiSung, abriéndose paso en la conversación.
— Sí. Hace unos días me la tope en un paradero mientras me dirigía a casa de JinYoung.
— ¿Bomi es la chica loca que me describiste? — Park me mira con sus ojos bien abiertos con sorpresa, cometiendo el mismo error que YuGyeom: señalarme con el dedo índice cuando me encuentro a un metro de él y no hay necesidad de que lo haga.
— ¡¿Chica loca?!
— ¡Yo no dije que estuviera loca, JinYoung!
— La dejaste cómo una — Alza las manos, acusando inocencia y haciendo que el más alto dejara escapar un sonido de frustración.
Los demás rieron y JiSung fue quien dio paso a las presentaciones para después apresurarnos para que entráramos de una vez por todas.
Los chicos entraron antes que yo y YuGyeom, el cual se me acercó por un costado para hablarme con una sonrisa apenada.
— Te juro que yo no le dije que estabas loca. Él solo lo determino.
— ¿Quién? ¿JinYoung? — cuestiono con una exageración y sarcasmo más que notorio. — No, no puede ser. Él jamás haría algo así.
Ríe y yo le sonrío.
— Otra vez, gracias por lo de los audífonos.
— No es nada — responde.
Nos ponemos cómodos en la mesa que la camarera que nos atenderá dispuso para nosotros y, con YuGyeom a mi lado derecho y SooYeon a mi lado izquierdo, inicio una noche llena de anécdotas y risas que son acompañadas por comida, algo de soju y cerveza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top