veintiuno. la otra mujer




la otra mujer nunca tendrá su amor

aclaracion - este one shots ya lo habia subido pero lo subo aca pq si jij


Mucho crearían que eras una idiota, posiblemente la gente hablaría y dirían que simplemente eras más que un pasatiempo, un pasatiempo que solo estaba ahí para estar a su lado cada vez que él quisiera.

Habías perdido la cuenta. ¿Cuántas veces había esperado ansiosa su llegada para cenar? ¿Cuántas veces le dejo sola en medio de la madrugada para irse? ¿Cuántas veces había llorado por él?. Habían tantas preguntas que se hacía así misma, pero a pesar de que sabía la respuesta seguía ahí.

Creyendo que realmente él la amaría como ama a su esposa. Después de todo, (...) siempre fue la otra mujer, la otra que llora cada noche esperando ansiosa su llegadas, la otra que deja plantada por su querida esposa.

Posiblemente no era la mejor, tal vez no era hermosa, tal vez no era la mujer perfecta. Pero tenía un enorme corazón. Posiblemente Gojo era demasiado estupido como para no comprenderlo.

No lo merecía. No merecía su amor, pero le amaba, le amaba a pesar de que era simplemente un "pasatiempo" para él.

"Te amo".

"Hoy lo hiciste demasiado bien pequeña".

"Vi estas flores y pensé lo hermosa que te mirarías con ellas".

Sin darse cuenta, una lágrima había recorrido su mejilla, empapando la hoja que se encontraba enfrente de ella, agachando un poco la mirada apreciando mejor como las hojas de aquel libro se mojaban debido a sus lágrimas, las cuales no dejaba de salir. Trato de detenerlas, pero le era imposible. Le dolía, le dolía el corazón, el cual palpitaba fuertemente.

¿En verdad Gojo la amaba? ¿En verdad él llegaría estar en su vida para siempre?

Mordió con fuerza su labio inferior, sintiendo como el sabor a metal de la sangre invadía su boca, las lágrimas seguían ahí saliendo una tras otra mientras ahogaba sus gritos de dolor.

—T-Tal vez no soy perfecta, puede ser por eso que Gojo no está aquí. Tal vez por que tengo el cabello rizo, a él le gusta el cabello lacio, ¿no?.

Cerró su libro, para así ponerse de pie y dirigirse a la cama, era la rutina, llorar hasta quedarse completamente dormida.

Siempre había soñado desde el momento que llego a su vida, que él estaría con ella toda su vida, que si pudiera pedir un deseo sería ese, en donde Gojo y ella estuvieran juntos siempre, enamorados, formando una familia. Pero simplemente era una fantasía.

Se podía decir que por eso amaba el dormir, por que podía creer que realmente todos sus sueños eran reales por un momento.

[...]

Se observó en el espejo, hoy se encontraba más que demacrada se podía decir que era un muerto viviente. Su piel estaba pálida y unas enormes ojeras cubrían la parte de abajo de sus ojos, como un poco de corrector, base y rubor tratando de ocultarlo, poniéndole algo de color a su rostro.

—Pero que linda..—habló aquella voz que reconocía perfectamente.

Rápidamente giró encontrándose con aquel hombre de ojos azules, una sonrisa se formó en su rostro cuando él le sonrió dulcemente.

—¡Satoru!.—exclamó ella abrazándolo con fuerza.—Te extrañe.

Él simplemente sonreía mientras respondí aquel abrazo. Satoru tenía algo, algo peculiar, un olor que le hacía sentir cierta incomodes a la chica.

No era la loción que solía usar, era perfume de mujer, aun que no lo quería decir por miedo a que él la dejara sola, simplemente se limitó a aguantarse las ganas, apretó con fuerza sus manos, sintiendo como sus uñas se encajaban en las palmas de sus manos, era una estupida.

Se odiaba, pero le amaba, odiaba depender emocionalmente de Satoru, odia creer en sus promesas.

—¿Sucede algo?.—preguntó él, cosa que hizo que ella lo viera a los ojos.

—No, no pasa nada, ¿vas a quedarte aquí hoy?.—pregunto ella, ahí vamos de nuevo.

—Mm posiblemente.—respondió golpeando levemente la frente de la chica.—¿Quieres que me quede?.

No lo pensó dos veces y como si se tratarse de un instinto, ella asistió mientras una enorme sonrisa se formaba en su rostro.

—Entonces me quedo.—respondió él abrazándola.

Nuevamente la dependencia emocional le había ganado, aun así era cálido, era cálido estar ahí en sus brazos.

Sonrío levemente mientras Satoru le dana pequeños besos en su cabello.

Ahí estaba esa sonrisa que le provocaba tantas cosas, esa sonrisa que le hacía sentir querida. Aun que ella sabía en su interior que no era así.

Transcurrieron las hora, en donde ambos habían pasado una "agradable" tarde, comieron juntos, charlaron de lo que habían hecho en sus vidas en los últimos días, entre otras cosas.

—Cierto, hoy tu cabello está lacio.—habló él tomando uno de los mechones el cabello de la mujer.

—Uh, ¿te gusta?.—pregunto ella, ansiosa esperando una respuesta de él, ansiosa por su aprobación.

Satoru sonrió acercándose a ella, lo suficiente como para sentir el aliento de ella chocar con el suyo, lo suficiente como para sentir el roce de sus labios. Dejo un pequeño y corto beso en sus labios, cosa que le provoco una sonrisa a (...) entre medio de aquellos juguetones besos.

Sentía como las grandes manos de Satoru empezaban a tocar su cuerpo, acariciando cada parte de ella, provocándole que se le erizara la piel en el momento que le separó las piernas.

—Me fascina.—respondió, acto seguido se dispuso a sentarla en sus piernas, haciendo que (...) estuviera en posición de horcajadas.

Por otra ella se encontraba roja, quería que la siguiera tocando, que le demostrara lo mucho que la amaba, aun que fuera por un momento.

Quería sentirse amada, quería sentirse querida.

Nuevamente sus labios se unieron con los de él, que a diferencia del beso anterior este estaba lleno de pasión y desesperación, podía sentir perfectamente como Satoru besaba como una bestia sus labios, mordiéndolos y lambiendo de ellos. Por instinto movió sus caderas, haciendo que su pelvis rozara por la de Gojo, cosa que provocaba una deliciosa sensación para ambos.

Movía sus caderas en círculos, mientras Satoru levantaba sus caderas y tocaba cada parte de su cuerpo, desesperado marcando sus dedos en las piernas desnudas de ella.

Gimió levemente ante la presencia del miembro de Satoru, cual hacía una enorme presión sobre su entrepierna.

—Te quiero mucho Satoru.—habló ella en medio de jadeos mientras continuaban los besos.

Él por su lado no respondió, solo se limito a ocultar su rostro en en cuello ajeno, besándolo y mordiendo dejando pequeñas pero notables marcas en el.

Los movimientos continuaron, era cuestión de segundos para que ambos llegaran a corréese con solo el roce de sus entrepiernas. Pero eso jamás iba a suceder.

Puesto a que una llamada fue lo que los interrumpió, Satoru gruñó molesto, tomó su teléfono observando quien había sido la persona que arruinó su orgasmo. Sin embargo a ver su teléfono su rostro cambió por completo, ahora era una mirada completamente seria.

—Tengo que irme.—habló sin más, quitando a (...) de él con cuidado.—Te marco después.

No le dio tiempo de responder, ya que Satoru había desaparecido de su vista.

Parpadeo varias veces tratando de comprender que había pasado. ¿Acaso hizo algo mal? Podía sentir como su estómago se revolvía y un sabor amargo invadía su boca, provocándole una mala sensación.

Se quedo sentada en el sillón, subiendo sus piernas en el, para así poder abrazarlas. Nuevamente las ganas de llorar habían llegado a ella.

[...]

—Pensé que estabas muerta.—habló aquel hombre de traje mientras entraba a la habitación.

Este mismo hizo una mueca de disgusto, observó la habitación cual estaba echa un desastre, había ropa tirada en el suelo, envoltorios de dulces, etc. Frunció el ceño a verla, estaba hecha un desastre, sus ojos estaba rojos e hinchados, había llorado.

Soltó un suspiro, tampoco podía decirle cosas sabiendo lo sentimental que era ella, no quería hacerla llorar, tenía suficiente con que Satoru la hacía llorar cada que pudiera.

—¿Ya comiste?.—pregunto Nanami sentándose a su lado, ella negó.—¿Hay algo que desees comer?.

—¿Puedo comer pizza?

Nanami asistió, dedicándole una sonrisa al momento. Tomó su teléfono para poder marcar a la pizzería, la observo por un momento y se dispuso marcar, esperando a que le respondieran.

Siempre se pregunto. ¿Cómo sería su vida si le hubiera dicho lo mucho que la amaba? ¿Ahora ellos dos estuvieran juntos? ¿Ella jamás se había enamorado de Gojo? Posiblemente tendrían una vida perfectamente, pero fue un estupido a no haberle confesado todo lo que sentía por ella en un inicio, se arrepentía tanto él no haber tenido el valor para decirle cuanto la amaba.

Se odiaba tanto por ser un cobarde, odiaba tanto a Satoru por solo jugar con ella y sus sentimientos. Trataba de ignórale pero le era imposible, después de todo él no podía obligarla con quien podía salir y quien no.

Pero él sabía más que nadie que ella era simplemente un pasatiempo para Gojo, una amiga.

La repentina voz de una joven mujer lo sacó de su pensamientos, era la chica que tomaba las órdenes, Nanami se limitó a ordenar una pizza mientras observaba de reojo a (...), quien recogía su habitación.

—Gracias a usted.—habló finalizando la llamada.—En media llega, déjame ayudarte.

(...) por su lado no respondió, observó como Nanami recogía la habitación, cada que podía él le sonría levemente. Cosa que le provocaba un leve sonrojo.

—Se puede saber ahora, ¿por qué fue tu cuadro de depresión?.—pregunto Nanami.

—Nada importante.

—¿Nada importante? Seguramente fue el idiota de Satoru como siempre.—respondió Nanami con un leve tono de molestia en su voz.

Ella no respondió, simplemente se mantuvo callada mientras observaba al rubio. Estaba molesto, se sentía mal, no quería que Nanami estuviera molesto con ella, pero en parte lo entendía, él siempre tuvo que lidiar con sus cuadros de depresión y estuvo ahí cada que Gojo la hizo llorar. Siempre estuvo a su lado.

—No te enojes por favor.

—Claro que me molesta, me molesta que lo defiendas siempre.—respondió Nanami observándola.—Te hace llorar, vienes a mi llorando y después viene como si nada y corres a sus brazos.

Tanta verdad en una oración.

—Si tu fueras mi novia créeme, yo jamás en el mundo te haría llorar.—habló nuevamente él.—Pero hay una gran diferencia entre él y yo, yo si te hubiera pedido que fueras mi novia y no te hubiera sólo ilusionado así como él lo hizo.

(...) se quedó en blanco, procesado las palabras de Nanami, tenía razón, tenía tanta razón y se sentía estupida, quería llorar pero ya había llorando lo suficiente como para hacerlo otra vez. Simplemente se abrazaba a sí misma mientras buscaba las palabras para responderle a Nanami. Pero por más que buscara en su perdida mente no encontraba nada.

—Siempre seré un juguete para él.—fue lo primero que dijo.

—Siempre serás la otra mujer.—respondió Nanami serio.

—Lamentó ser tan estúpida.—habló en un susurro.

Nanami no respondió, se limitó acercase a ella y así poder rodear su cuerpo con sus brazos, abrazándola con fuerza.

—Ya, lamento haberte dicho así.

—Pero tienes razón, él siempre estará con ella.—respondió aferrándose a él.

Se sentía bien, era tan cálido abrazar a Nanami, se sentía segura ahí, en los brazos de Nanami. Podía escuchar perfectamente el latir del corazón del rubio. Quería seguir en esa posición en el resto del día.

Quería sentirse así siempre, querida, cosa que Nanami le hacía sentir cada vez que la abrazaba.

Tal vez no era Satoru su persona, tal vez era Nanami, pero estaba tan cegada que jamás se dio cuenta.

Ella solo quería sentirse querida, solo quería que le demostraran que la amaran sin importar que, solo quería sentir que era ser amada.

—(...), te quiero.

Fue lo ultimo que escucho antes de sentir como sus ojos se empezaban a cerrar, tenia mucho sueño, demasiado. Y quería que Nanami estuviera ahí con ella hasta que despertara de nuevo.

Ella sabía que después de despertar él estaría a su lado. Y eso le hacía feliz.

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