Mientras la hamaca iba ascendiendo, Iris contemplaba el paisaje desde la altura en la que se encontraba. La penumbra del bosque iba desapareciendo para poder apreciar la hermosa claridad de un amanecer (o atardecer). EL SOL. La niña dejó que su luminiscencia inunde su pálido rostro hasta que una voz le interrumpió su momento de relax.

-Tu regalo está adentro de ese hueco.

Era el árbol. Iris tuvo que abandonar la hamaca para caminar a pie entre las ramas y sumergirse adonde le había indicado. Adentro del hueco, unas escaleras de maderas descendían a una diminuta casita del árbol, literalmente. Recorriendo los elementos que había, supuso ella que antes fue habitado ¿por chicos? ¿una niña? No estaba segura. Una silla roja con el diseño de un corazón en el respaldar estaba tirada como varios libros abiertos, dibujos, hojas, tizas, un paraguas, una jaula con la puerta abierta y un libro cerca de una almohada: los cuentos de hadas. Era en una edición de tapa dura de color azul noche con guardas doradas triangulares y letras del mismo tono. Iris se estaba guardando los dibujos para, mas adelante, completarlos en la torre cuando el árbol le contestó.

-Puedes llevarte los dibujos aunque tu regalo es el que viste cerca de la almohada. Estos cuentos te ayudarán como inspiración en tus cuadros. Desde mi ubicación, puedo verlos.

-Muchas gracias. Espero visitarte en otro momento.

Una gran sonrisa se dibujó en el tronco.