Como toda ciudad, hay una biblioteca popular. En esta, dos quimeras custodiaban la entrada de los ciudadanos y visitantes extranjeros. Sin embargo, en el reinado de Félix y Katherine, será ella quien impondría el color rojo como decoración oficial de cualquier edificio público y perteneciente a la realeza. La puerta de entrada, de madera cuya cúpula terminada en punta, tenía una estructura respetada por los religiosos cristianos.

https://youtu.be/WzdQ9MwIjiA

Adentro, el paraíso de todo lector. Anaqueles por doquier, libros voladores (dicen que su magia fue impuesto por el primer bibliotecario que tuvo la ciudad, una vez fallecido para evitar que entren maleantes... como una especie de escudo), como si fueran blancas palomitas, dividido por sectores: infantil, clásicos universales, poesía, etc. Por supuesto que los libros volvían a su lugar de origen, una vez que la biblioteca se cerraba. Y también se destacaba por poseer una escultura gigante que se encontraba cerca de la entrada en mención a dicho bibliotecario de Stonebriar.

https://youtu.be/YADzVLR-19k

Además, incluía un sector para los más chicos donde podían leer, dibujar, escuchar cuentos... lo que querían. Muchos padres dejaban a sus hijos ahí cuando los grandes tenían que trabajar y su dinero no les alcanzaba para contratar a alguien para que los cuidara.

https://youtu.be/WFtadpFbW0M

Lo mas curioso de este particular lugar es que incluía una fuente de agua. Se podía beber una sola vez por dia y por persona aunque no con las manos, debían pedirle un vaso al dueño para que pudieran porque circulaba un mito. Decían que esa agua estaba encantada y otorgaba, a quienes accedían, eterna sabiduría aunque los adultos no creían en esos absurdos cuentos de hadas.

Todos, excepto Franklin.