Antes del éxodo, el teatro era un lugar donde se acercaba grandes y chicos a ver historias representados por marionetas, al aire libre. Toda historia había sido interpretada por músicos para climatizar a su público: violines, trombones, timbales, etc. El éxito fue tan grande que el mismo rey permitió que construyeran un teatro cómodo y accesible, para no estropear esta obra de arte en caso de lluvia u otras condiciones climáticas. 

El lugar en construcción se encontraba cerca de la almenara sin nombre, ideal para que se conociera y los ciudadanos la visitaran. La única limitación era la vestimenta, podrías tener el dinero de la entrada para disfrutar de la función pero si no llevabas ropa elegante, no habría forma de ingresar. En su interior, las sillas estaban recubiertas de un tapiz carmesí, color favorito de la reina, al igual que el telón mientras que las obras a estrenar se encontraban supervisadas por el rey.

El tiempo pasaba y cuando llegó la fecha del 1º aniversario, decoraron la entrada de la almenara más próxima al teatro con una gigantesca escultura de un violín, en honor al pionero de dicho instrumento, con una dedicatoria por amor al arte.

Luego de la misteriosa muerte de Su Majestad, los ciudadanos no estaban de ánimo para seguir viendo obras y el teatro se terminó cerrando. Días mas tarde, la ciudad se había convertido en un verdadero infierno y, entre Stonebrianos, tomaron la decisión final de realizar el éxodo, en búsqueda de un lugar mejor.

Durante once años, el viento empujaba hojas y polvo aunque algunos, los resistentes, aseguraban de escuchar, por momentos, los acordes de un violín.