Capítulo cinco: Preguntas.

—Leah, no hagas eso, pesa mucho, cariño —me riñe de manera dulce la señora Jeon mientras intento mover una repisa que es bastante pesada, pero tengo que poder, Jungkook ha trabajado mucho también, y yo apenas lo que he hecho es sacudir y poner cosas pequeñas que no generan trabajo alguno.

—Yo...puedo...con esto —pongo toda mi fuerza en arrastrarlo, cerrando los ojos, siento la risa de la señora al ver mi esfuerzo. Pero de o me convierto en Hércules o florecen en mi poderes como Superman, porque la repisa se mueve fácil.

Abro los ojos y veo a Jungkook jalándola del otro extremo, hoy lleva ropa de trabajo, pero se ve bastante pulcro, y yo también voy cómoda para esto. Dejo de batallar al ver que es inútil. Cuando Jeon la acomoda en donde quería, lo miro.

—Yo podía sola, no tenías porque ayudarme —me mira, desde esta mañana siento que algo a cambiado en nosotros. En la escuela cuando me lo cruzaba me miraba, y esta vez no era con dureza, era más...relajada su mirada, y me alegraba el avance que había logrado con él.

—Anja, podías sola dices —comenta, yo hago una mueca de fastidio. Frente a su madre es una persona bastante diferente.

—Chicos, vamos a comer algo, vengan —nos llama su madre, yo con toda la vergüenza del mundo camino hacia la cocina, porque realmente tengo mucha hambre, intentar mover esa repisa había absorbido toda mi energía.

Nos sentamos en la mesa que habíamos acomodado desde temprano y la señora Jeon nos cola frente ambos una tarda de chocolate que parece deliciosa, incluso mis tripas juzgan lo que mis ojos están viendo en estos momentos porque rugen al instante.

Jeon se sienta al otro extremo, tomando distancia, la mujer nos corta dos pesados a cada uno y nos lo da, yo le agradezco con una sonrisa y ella me la devuelve, también se sienta a comer un trozo junto con nosotros.

—Vi esta mañana que saliste detrás de mi hijo, Leah, ¿estudian juntos? —inicia una conversación la mujer, incluso siendo totalmente calva no parecía avergonzarse de ello, y Jungkook también parecía normal con que lo fuerza, o al menos eso demostraba.

—En la misma escuela, pero Jungkook es dos años mayor que yo —contesto, siento la mirada del mencionado sobre mi y me sonrojo al instante.

—Entiendo, pensé que eran de la misma edad —le doy una cucharada a la torta y me llevo a la boca, me derrito, es deliciosa y de chocolate, y favorita —¿Jungkook es callado, Leah? —sigue preguntando, yo trago.

—Mamá —Jungkook intenta parar a su madre, pero esta le da una mirada de que no la detenga y Jungkook le hace caso a regañadientes. La mujer vuelve a mirarme.

—Bueno emm... Jungkook vive en su mundo, como muchos, es callado sí, pero porque casi siempre lo veo en el jardín de la escuela escuchando música de Justin Bieber, también lo he visto pintar mucho, así que es normal que esté callado si hace esas cosas —miro a Jeon y el está serio, mirándome con atención.

—Jungkook dibuja realmente hermoso, cuando terminen de comer que te lleve a su habitación para que te enseñe sus dibujos —sonrío con nerviosismo.

—No voy a llevarla a mi habitación, mamá —añade Jungkook.

—¿Porqué no? Leah es agradable y parece saber mucho sobre ti, lo mínimo que puedes hacer es acercarte a ella —me coloco más roja aún.

Acercarme a él, incluso suena bonito.

—No es necesario, señora Jeon, no quiero incomodar a Jungkook —menciono.

—No vas a incomodarlo, es solo que es un poco tímido y reservado, y deja de llamarme señora, dime JungHee —sonrío.

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El cuarto de Jungkook está... Limpio, y muy organizado, me sorprende incluso, porque no pensé que fuera organizado, pero al parecer me equivoqué. Repaso todo con detallismo, sin perderme nada.

Jungkook entra después de mi y va hacia una silla que está en un escritorio pequeño.

—Lo siento si incomodo de verdad, yo no...

—Está bien, mamá insiste en que debo de tener amigos, así que supongo que tú no estás mal —me encojo de hombros,y me acerco a él lentamente.

—¿Y porqué no quieres tener amigos? —me mira—No tienes que responder si no quieres —se relame los labios por unos segundos.

—No me hace falta —contesta brevemente. Asiento repetidas veces.

—¿Entonces porqué tu mamá insiste en que los tengas? Digo, por algo será —suspira, tengo miedo por algún motivo que se cierre y no me hable como antes, pero al parecer tiene paciencia.

—Insiste porque no quiere que me quede solo, o esté solo —trago saliva, quiero saber más, necesito saber más.

—¿Porqué te quedarías solo? La tienes a ella —lo veo apretar los labios, y sus ojos brillan, ¿va a llorar? Pero traga saliva y toma una bocanada de aire.

—Supongo que lo dices porque tu madre está sana y no tiene los días contados, y sabes que va a estar para ti al menos hasta que te vea con hijos en un futuro —me quedo de piedra, mi mente me pide un poco más, es mi oportunidad.

—¿Porqué...porqué dices que mi mamá está sana? ¿Tu mamá...no lo está? —intento no sonar dura. Suelta aire, puedo notar que le cuenta hablar de esto.

—¿No te has dado cuenta? Una persona tan observadora como tú me sorprende que no se haya dado cuenta de que tiene cáncer —me quedo callada, esta vez no tengo que decir —Tranquila, no tenías porque saberlo —aparta la mirada de la mía.

Y por primera vez en la vida, yo, Yoon Leah, se a quedado muda y sin capacidades de argumentar.

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